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Alexa Moreno y el desafío de ser una misma

Alexa Moreno y el desafío de ser una misma

Texto de
Fotografía de
Realización de
Ilustración de
Traducción de
Fotografía de Yves Herman/REUTERS. La mexicana Alexa Moreno en acción en el ejercicio de suelo durante la calificación femenina en el Campeonato Mundial de gimnasia artística 2023.
20
.
10
.
23
AAAA
Tiempo de Lectura: 00 min

La gimnasta mexicana Alexa Moreno ha enfrentado las dificultades de ser pionera en una disciplina en la que México nunca ha brillado. Contra todo, ha logrado ganarse su lugar en los Juegos Olímpicos y el reconocimiento del mundo entero. Pero, como a todas las mujeres, sin importar sus éxitos profesionales, los juicios sobre su cuerpo la persiguen. ¿Cuántas medallas se necesitan para detener las críticas?

Una persona en Rusia teclea el nombre de Alexa Moreno en un buscador de internet: veintiocho millones de resultados hablan de ella. Veintiocho millones que no son suficientes para contar la historia de esta gimnasta mexicana. La buscan desde Rusia, Estados Unidos, Japón, Brasil y de otras latitudes. El mundo voltea a verla, pero también a México, un país que nunca había estado entre las potencias en gimnasia. Sin embargo, la joven originaria de Mexicali, Baja California, ha roto ese y muchos otros estereotipos.

Se trata de una deportista de alto rendimiento que ha trabajado al máximo su cuerpo y su mente. Y así fue como nació esta disciplina en la antigua Grecia, como una actividad para que mente y cuerpo alcanzaran su equilibrio. Alexa es una mujer que al mismo tiempo que ejercita sus músculos, batalla por mejorar su autoestima, como lo ha dicho sin ninguna vergüenza. Es una joven que día a día se recuerda a sí misma que las medallas y los reconocimientos no son casualidad, sino fruto de su esfuerzo y dedicación.

Alexa representa a millones de mujeres que cotidianamente combatimos el síndrome de la impostora, ese que en voz baja nos dice: “¿Y si en realidad no soy tan buena?, ¿y si fracaso?, ¿y si ese triunfo solo fue suerte?, ¿y si…?”. Una inseguridad alimentada por los sesgos de género con los que somos juzgadas. Quienes la padecen mucho más son aquellas mujeres que, como Alexa, se atreven a ser exitosas en terrenos en los que supuestamente no deberían serlo, como el deporte. O aquellas que, también como Alexa, desafían el único ideal de belleza corporal acorde al imaginario de feminidad construido por una mirada masculina.

El debut de Alexa en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, en 2016, se vio opacado por las críticas a su aspecto y complexión. Fue la primera gimnasta mexicana en llegar a este nivel de competencia, pero el mundo digital hablaba de su cuerpo y de que no cumplía con los estándares de lo que se cree que debe ser una gimnasta profesional. Esto es apenas una muestra de la violencia sistemática a la que las mujeres nos exponemos en distintos frentes, una violencia que frena el desarrollo profesional y merma la confianza y seguridad en una misma. ¿Se logra salir de eso? Alexa ha demostrado que sí: hizo oídos sordos y ojos ciegos a comentarios hirientes y al desdén con el que se evaluó su presencia en la justa deportiva más importante del mundo. Pero es una prueba a la que ninguna mujer tendría que someterse.

Fotografía de CONADE/Flickr. Alexa Moreno, gimnasia artística viga clase I. Olimpiada y Paralimpiada Nacional 2012.

Las deportistas como objeto de consumo

“No entres a redes sociales”, le dijo su familia el 7 de agosto de 2016, en la víspera de su cumpleaños y tras despedirse de los Juegos Olímpicos de Río, pero fue imposible ignorar los cientos de mensajes que cuestionaban su aspecto y su cuerpo, un cuerpo fuerte, un cuerpo con casi dos décadas bajo un régimen deportivo de alto rendimiento. La participación histórica de Alexa Moreno se opacó por el juicio social, el que está atravesado por el género, por la vigilancia constante a las mujeres.

“Los deportes construyen los cuerpos de los hombres para que sean poderosos; los cuerpos de las mujeres, para que sean sexuales”, escribió Judith Lorber, socióloga y especialista en Estudios de la Mujer, hace treinta años, en el artículo “Believing is Seeing: Biology as Ideology” (“Creer para ver: la biología como ideología”). Y lo que le sucedió a Alexa es una prueba más.

Las deportistas son valoradas en primera instancia por la estética de sus cuerpos y en segunda por su rendimiento en la disciplina que practican. Por esa razón, la vara con la que fue medida la gimnasta mexicana no fue el puntaje en sus pruebas, sino que se catalogó si cumplía o no con un cuerpo que respondiera a los estándares de belleza hegemónica impuestos por un pensamiento patriarcal.

“Esas personas no me conocen”, responde constantemente Alexa en las entrevistas, pues, a años de aquel episodio, sigue siendo cuestionada por la violencia digital que vivió. Ella ha enfatizado que no suele prestar atención a redes sociales y que las únicas voces que escucha son las de su entrenador, su familia y personas cercanas que quieren verla crecer.

Sin embargo, esta violencia es una constante para las mujeres, no solo para las que se desenvuelven en el deporte. De acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía, en 2021, 9.7 millones de mujeres fueron víctimas de acoso digital en México; de ellas, la mayoría tenían entre doce y veintinueve años.

La forma en que Alexa fue atacada, así como la manera en que futbolistas como Nailea Vidrio, Scarlett Camberos, Renata Masciarelli o Alison González han sido violentadas en sus redes sociales, es reflejo de la violencia de género que se da fuera de los espacios digitales; son conductas en las que individuos, en su mayoría hombres, se apropian de las mujeres, con todo lo que implica esa expresión, apropiarse de sus cuerpos con comentarios que las sexualizan o que las denigran.

También te puede interesar: Jódete, cáncer: bitácora de una sobreviviente

Fotografía de Abelardo Mendes Jr/ rededoesporte.gov.br. Shallon Olsen (Canadá), Simone Biles (Estados Unidos) y Alexa Moreno (México), podio del salto femenino en el Mundial de Gimnasia Artística Doha 2018, en Qatar.

Alexa, la soñadora

La historia de Alexa Moreno con la gimnasia tiene veintiséis años, pues dio sus primeros saltos cuando apenas era una niña de tres. Creció entre las competencias nacionales y las caricaturas de Dragon Ball. “Mi favorito es Gokú”, ha dicho en distintas entrevistas, y menciona en cada oportunidad la razón de su fascinación por la cultura asiática: “Le da potencia a mis movimientos”, dice, y no evita soltar alguna frase en japonés ante los medios de comunicación.

Su nombre apareció en las pantallas de las competencias internacionales a partir de sus quince años, allá por 2010, cuando ganó la medalla de bronce en el Campeonato Pacific Rim. La gimnasia fue la actividad que su madre, Yenderina Medina, propuso para que Alexa canalizara toda su energía, incluso cuando su padre, Octavio Moreno, la prefería en ballet. Pero desde muy niña, Alexa brincaba donde ninguna otra de su edad lo hacía y se arriesgaba hasta los barandales más altos. No había otro camino. Parecía que la gimnasia la había elegido a ella, y eso que se pensaba como un escape y una herramienta “para cansar” su hiperactividad se convirtió en un estilo de vida, en horas de entrenamientos y fama mundial.

Desde aquella medalla en 2010, la del Pacific Rim, tras pasar por tres séptimos lugares en los campeonatos mundiales, llegó la enorme recompensa: convertirse en la primera gimnasta mexicana en colgarse una medalla en un Mundial. Lo logró con su bronce en salto de caballo en la edición de 2018, celebrada en Doha, Catar. “Mi mayor locura ha sido enfrentar mis miedos todos los días y aprender a superarlos. Qué locura pensar en ganar una medalla en el Mundial, hoy esa locura es un logro más”, escribió en su cuenta de X después del podio en Catar.

Alexa fue la niña, la adolescente, y ahora es la mujer que toma el camino del deporte como su eje de vida, una decisión que, aun hablando del siglo XXI, resulta transgresora. Las niñas y los niños socializan de forma distinta, no porque así lo dicte su naturaleza, sino porque la cultura y el contexto social así lo provocan. Esto impacta en el acceso que tengan al deporte. A las niñas, por ejemplo, no se les suele acercar a la actividad física, no por su falta de interés, sino porque desde temprana edad se les inculca que la apropiación del cuerpo es característica del sexo masculino.

“En promedio, las niñas empiezan a participar en el deporte dos años más tarde que los niños, pero, además, según documenta la escritora y psicóloga Colette Dowling, […] las niñas abandonan el deporte organizado con seis veces más frecuencia que los niños”, escribe Hortensia Moreno en el artículo “La noción de ‘tecnologías de género’ como herramienta conceptual en el estudio del deporte”, que analiza la forma en que el deporte es un espacio que reproduce los roles de género, entendidos como un sistema de opresión en el que las mujeres somos consideradas inferiores o, en este caso, ajenas al territorio deportivo.

Que Alexa lleve más de dos décadas siendo gimnasta de alto rendimiento es la historia de una carrera que avanzó a contracorriente. Otro estereotipo que se rompe, otro techo de cristal que se rompe.

Fotografia de Abelardo Mendes Jr/ rededoesporte.gov.br. Alexa Moreno (México), medalla de bronce en salto femenino en el Mundial de Gimnasia Artística Doha 2018, en Qatar.

La única mexicana en los Juegos Olímpicos

La canción “Break the Sword of Justice” comenzó a sonar en la Arena Olímpica de Río de Janeiro. Era el 7 de agosto de 2016, un día antes del cumpleaños de Alexa Moreno. La mexicana, con 1.47 metros de estatura, se preparaba para ejecutar su rutina de piso, al compás de su música favorita, del anime Tsubasa. Crónicas de Sakura.

Río era solo el comienzo, era su debut y quedaba camino por recorrer: lugar 31 en all around, lugar doce en salto de caballo, su especialidad. ¿Volver? Por supuesto, pero la revancha debía esperar.

Cinco años después, el escenario fue perfecto: Tokio, Japón, esa tierra de sus adoraciones, la que le causa asombro y respeto, donde podía enaltecer al deporte mexicano, otra vez a contracorriente, otra vez siendo “la diferente”, una mexicana en la gimnasia olímpica, otra vez Alexa Moreno, y esta vez para que su nombre no se olvidara.

Cero. Punto. Cero. Diecisiete. Se lee eterno, inmenso, pero en realidad es como haber dado un salto gigantesco para la gimnasia femenil mexicana. Esa fue la cifra que hizo la diferencia entre Alexa y el bronce olímpico: la mexicana promedió 14.716 en la prueba de salto de caballo, luego de su mortal extendido con dos giros, pero la surcoreana Yeo Seo-jeong obtuvo 14.733. Cero. Punto. Cero. Diecisiete.

“Es muy difícil ganar una medalla olímpica”, declaró la atleta, pero a sus veintinueve años ya tiene el boleto a sus terceros Juegos Olímpicos, ahora los de París 2024, a los que acudirá luego de terminar entre las catorce mejores del all around en el Campeonato Mundial de Gimnasia Artística que se llevó a cabo el 6 de octubre en Amberes, Bélgica. No extrañaría a nadie que el próximo año, esos 0.017 de Tokio desaparezcan y la veamos en el podio olímpico. Otro estereotipo que podría romperse, otro techo de cristal que desaparecerá.

La mirada masculina en el periodismo deportivo

El periodismo deportivo es un espacio en el que un grupo de hombres hablan de cómo juegan otros hombres para que la afición, conformada por hombres, lo consuma. Una triada difícil de destruir, así lo enfatiza Claudia Pedraza en su tesis de doctorado, Jugar como visitantes: análisis del ejercicio periodístico de las reporteras de deportes en la prensa de circulación nacional.

Pedraza es experta en comunicación, deporte y género, y explica la forma en que los discursos desde los medios de comunicación continúan reproduciendo estereotipos de género sobre las mujeres, porque se les piensa como un objeto que va a ser consumido por una mirada masculina. De esa forma se banaliza la participación de las mujeres en el deporte, como atletas y como parte de una afición.

En el manual Deporte y mujeres en los medios de comunicación. Sugerencias y recomendaciones, la española Pilar López Díez, especialista en Género y Comunicación, explica que en los medios se habla del aspecto de las deportistas, ya que en la construcción de discursos y referentes, primero son mujeres, y ser deportistas de alto rendimiento pasa a un segundo plano; es decir, no son consideradas prioritariamente como profesionales. “Las deportistas que no encajan en el ideal de belleza masculino, aunque excelentes profesionales, […] reciben un tratamiento discriminatorio en los medios”, apunta López Díez.

No obstante, encajar no es lo que Alexa ha buscado: se apasionó por la gimnasia, ama el anime y el k-pop, estudió Arquitectura luego de abandonar la carrera de Medicina, lleva mechones de su cabello pintados de rojo o de verde o de rosa, ¿encajar?, ¿para qué o para quién? Su fortaleza no solo se enfoca en el salto de caballo o el piso, también lo hace en la manera de sortear las críticas que ha recibido de una sociedad que sigue sin comprender que las mujeres son fuertes en su físico, su mente y sus convicciones, y que, si se trata de romper techos de cristal, ella levanta la mano.

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Alexa Moreno y el desafío de ser una misma

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La gimnasta mexicana Alexa Moreno ha enfrentado las dificultades de ser pionera en una disciplina en la que México nunca ha brillado. Contra todo, ha logrado ganarse su lugar en los Juegos Olímpicos y el reconocimiento del mundo entero. Pero, como a todas las mujeres, sin importar sus éxitos profesionales, los juicios sobre su cuerpo la persiguen. ¿Cuántas medallas se necesitan para detener las críticas?

Una persona en Rusia teclea el nombre de Alexa Moreno en un buscador de internet: veintiocho millones de resultados hablan de ella. Veintiocho millones que no son suficientes para contar la historia de esta gimnasta mexicana. La buscan desde Rusia, Estados Unidos, Japón, Brasil y de otras latitudes. El mundo voltea a verla, pero también a México, un país que nunca había estado entre las potencias en gimnasia. Sin embargo, la joven originaria de Mexicali, Baja California, ha roto ese y muchos otros estereotipos.

Se trata de una deportista de alto rendimiento que ha trabajado al máximo su cuerpo y su mente. Y así fue como nació esta disciplina en la antigua Grecia, como una actividad para que mente y cuerpo alcanzaran su equilibrio. Alexa es una mujer que al mismo tiempo que ejercita sus músculos, batalla por mejorar su autoestima, como lo ha dicho sin ninguna vergüenza. Es una joven que día a día se recuerda a sí misma que las medallas y los reconocimientos no son casualidad, sino fruto de su esfuerzo y dedicación.

Alexa representa a millones de mujeres que cotidianamente combatimos el síndrome de la impostora, ese que en voz baja nos dice: “¿Y si en realidad no soy tan buena?, ¿y si fracaso?, ¿y si ese triunfo solo fue suerte?, ¿y si…?”. Una inseguridad alimentada por los sesgos de género con los que somos juzgadas. Quienes la padecen mucho más son aquellas mujeres que, como Alexa, se atreven a ser exitosas en terrenos en los que supuestamente no deberían serlo, como el deporte. O aquellas que, también como Alexa, desafían el único ideal de belleza corporal acorde al imaginario de feminidad construido por una mirada masculina.

El debut de Alexa en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, en 2016, se vio opacado por las críticas a su aspecto y complexión. Fue la primera gimnasta mexicana en llegar a este nivel de competencia, pero el mundo digital hablaba de su cuerpo y de que no cumplía con los estándares de lo que se cree que debe ser una gimnasta profesional. Esto es apenas una muestra de la violencia sistemática a la que las mujeres nos exponemos en distintos frentes, una violencia que frena el desarrollo profesional y merma la confianza y seguridad en una misma. ¿Se logra salir de eso? Alexa ha demostrado que sí: hizo oídos sordos y ojos ciegos a comentarios hirientes y al desdén con el que se evaluó su presencia en la justa deportiva más importante del mundo. Pero es una prueba a la que ninguna mujer tendría que someterse.

Fotografía de CONADE/Flickr. Alexa Moreno, gimnasia artística viga clase I. Olimpiada y Paralimpiada Nacional 2012.

Las deportistas como objeto de consumo

“No entres a redes sociales”, le dijo su familia el 7 de agosto de 2016, en la víspera de su cumpleaños y tras despedirse de los Juegos Olímpicos de Río, pero fue imposible ignorar los cientos de mensajes que cuestionaban su aspecto y su cuerpo, un cuerpo fuerte, un cuerpo con casi dos décadas bajo un régimen deportivo de alto rendimiento. La participación histórica de Alexa Moreno se opacó por el juicio social, el que está atravesado por el género, por la vigilancia constante a las mujeres.

“Los deportes construyen los cuerpos de los hombres para que sean poderosos; los cuerpos de las mujeres, para que sean sexuales”, escribió Judith Lorber, socióloga y especialista en Estudios de la Mujer, hace treinta años, en el artículo “Believing is Seeing: Biology as Ideology” (“Creer para ver: la biología como ideología”). Y lo que le sucedió a Alexa es una prueba más.

Las deportistas son valoradas en primera instancia por la estética de sus cuerpos y en segunda por su rendimiento en la disciplina que practican. Por esa razón, la vara con la que fue medida la gimnasta mexicana no fue el puntaje en sus pruebas, sino que se catalogó si cumplía o no con un cuerpo que respondiera a los estándares de belleza hegemónica impuestos por un pensamiento patriarcal.

“Esas personas no me conocen”, responde constantemente Alexa en las entrevistas, pues, a años de aquel episodio, sigue siendo cuestionada por la violencia digital que vivió. Ella ha enfatizado que no suele prestar atención a redes sociales y que las únicas voces que escucha son las de su entrenador, su familia y personas cercanas que quieren verla crecer.

Sin embargo, esta violencia es una constante para las mujeres, no solo para las que se desenvuelven en el deporte. De acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía, en 2021, 9.7 millones de mujeres fueron víctimas de acoso digital en México; de ellas, la mayoría tenían entre doce y veintinueve años.

La forma en que Alexa fue atacada, así como la manera en que futbolistas como Nailea Vidrio, Scarlett Camberos, Renata Masciarelli o Alison González han sido violentadas en sus redes sociales, es reflejo de la violencia de género que se da fuera de los espacios digitales; son conductas en las que individuos, en su mayoría hombres, se apropian de las mujeres, con todo lo que implica esa expresión, apropiarse de sus cuerpos con comentarios que las sexualizan o que las denigran.

También te puede interesar: Jódete, cáncer: bitácora de una sobreviviente

Fotografía de Abelardo Mendes Jr/ rededoesporte.gov.br. Shallon Olsen (Canadá), Simone Biles (Estados Unidos) y Alexa Moreno (México), podio del salto femenino en el Mundial de Gimnasia Artística Doha 2018, en Qatar.

Alexa, la soñadora

La historia de Alexa Moreno con la gimnasia tiene veintiséis años, pues dio sus primeros saltos cuando apenas era una niña de tres. Creció entre las competencias nacionales y las caricaturas de Dragon Ball. “Mi favorito es Gokú”, ha dicho en distintas entrevistas, y menciona en cada oportunidad la razón de su fascinación por la cultura asiática: “Le da potencia a mis movimientos”, dice, y no evita soltar alguna frase en japonés ante los medios de comunicación.

Su nombre apareció en las pantallas de las competencias internacionales a partir de sus quince años, allá por 2010, cuando ganó la medalla de bronce en el Campeonato Pacific Rim. La gimnasia fue la actividad que su madre, Yenderina Medina, propuso para que Alexa canalizara toda su energía, incluso cuando su padre, Octavio Moreno, la prefería en ballet. Pero desde muy niña, Alexa brincaba donde ninguna otra de su edad lo hacía y se arriesgaba hasta los barandales más altos. No había otro camino. Parecía que la gimnasia la había elegido a ella, y eso que se pensaba como un escape y una herramienta “para cansar” su hiperactividad se convirtió en un estilo de vida, en horas de entrenamientos y fama mundial.

Desde aquella medalla en 2010, la del Pacific Rim, tras pasar por tres séptimos lugares en los campeonatos mundiales, llegó la enorme recompensa: convertirse en la primera gimnasta mexicana en colgarse una medalla en un Mundial. Lo logró con su bronce en salto de caballo en la edición de 2018, celebrada en Doha, Catar. “Mi mayor locura ha sido enfrentar mis miedos todos los días y aprender a superarlos. Qué locura pensar en ganar una medalla en el Mundial, hoy esa locura es un logro más”, escribió en su cuenta de X después del podio en Catar.

Alexa fue la niña, la adolescente, y ahora es la mujer que toma el camino del deporte como su eje de vida, una decisión que, aun hablando del siglo XXI, resulta transgresora. Las niñas y los niños socializan de forma distinta, no porque así lo dicte su naturaleza, sino porque la cultura y el contexto social así lo provocan. Esto impacta en el acceso que tengan al deporte. A las niñas, por ejemplo, no se les suele acercar a la actividad física, no por su falta de interés, sino porque desde temprana edad se les inculca que la apropiación del cuerpo es característica del sexo masculino.

“En promedio, las niñas empiezan a participar en el deporte dos años más tarde que los niños, pero, además, según documenta la escritora y psicóloga Colette Dowling, […] las niñas abandonan el deporte organizado con seis veces más frecuencia que los niños”, escribe Hortensia Moreno en el artículo “La noción de ‘tecnologías de género’ como herramienta conceptual en el estudio del deporte”, que analiza la forma en que el deporte es un espacio que reproduce los roles de género, entendidos como un sistema de opresión en el que las mujeres somos consideradas inferiores o, en este caso, ajenas al territorio deportivo.

Que Alexa lleve más de dos décadas siendo gimnasta de alto rendimiento es la historia de una carrera que avanzó a contracorriente. Otro estereotipo que se rompe, otro techo de cristal que se rompe.

Fotografia de Abelardo Mendes Jr/ rededoesporte.gov.br. Alexa Moreno (México), medalla de bronce en salto femenino en el Mundial de Gimnasia Artística Doha 2018, en Qatar.

La única mexicana en los Juegos Olímpicos

La canción “Break the Sword of Justice” comenzó a sonar en la Arena Olímpica de Río de Janeiro. Era el 7 de agosto de 2016, un día antes del cumpleaños de Alexa Moreno. La mexicana, con 1.47 metros de estatura, se preparaba para ejecutar su rutina de piso, al compás de su música favorita, del anime Tsubasa. Crónicas de Sakura.

Río era solo el comienzo, era su debut y quedaba camino por recorrer: lugar 31 en all around, lugar doce en salto de caballo, su especialidad. ¿Volver? Por supuesto, pero la revancha debía esperar.

Cinco años después, el escenario fue perfecto: Tokio, Japón, esa tierra de sus adoraciones, la que le causa asombro y respeto, donde podía enaltecer al deporte mexicano, otra vez a contracorriente, otra vez siendo “la diferente”, una mexicana en la gimnasia olímpica, otra vez Alexa Moreno, y esta vez para que su nombre no se olvidara.

Cero. Punto. Cero. Diecisiete. Se lee eterno, inmenso, pero en realidad es como haber dado un salto gigantesco para la gimnasia femenil mexicana. Esa fue la cifra que hizo la diferencia entre Alexa y el bronce olímpico: la mexicana promedió 14.716 en la prueba de salto de caballo, luego de su mortal extendido con dos giros, pero la surcoreana Yeo Seo-jeong obtuvo 14.733. Cero. Punto. Cero. Diecisiete.

“Es muy difícil ganar una medalla olímpica”, declaró la atleta, pero a sus veintinueve años ya tiene el boleto a sus terceros Juegos Olímpicos, ahora los de París 2024, a los que acudirá luego de terminar entre las catorce mejores del all around en el Campeonato Mundial de Gimnasia Artística que se llevó a cabo el 6 de octubre en Amberes, Bélgica. No extrañaría a nadie que el próximo año, esos 0.017 de Tokio desaparezcan y la veamos en el podio olímpico. Otro estereotipo que podría romperse, otro techo de cristal que desaparecerá.

La mirada masculina en el periodismo deportivo

El periodismo deportivo es un espacio en el que un grupo de hombres hablan de cómo juegan otros hombres para que la afición, conformada por hombres, lo consuma. Una triada difícil de destruir, así lo enfatiza Claudia Pedraza en su tesis de doctorado, Jugar como visitantes: análisis del ejercicio periodístico de las reporteras de deportes en la prensa de circulación nacional.

Pedraza es experta en comunicación, deporte y género, y explica la forma en que los discursos desde los medios de comunicación continúan reproduciendo estereotipos de género sobre las mujeres, porque se les piensa como un objeto que va a ser consumido por una mirada masculina. De esa forma se banaliza la participación de las mujeres en el deporte, como atletas y como parte de una afición.

En el manual Deporte y mujeres en los medios de comunicación. Sugerencias y recomendaciones, la española Pilar López Díez, especialista en Género y Comunicación, explica que en los medios se habla del aspecto de las deportistas, ya que en la construcción de discursos y referentes, primero son mujeres, y ser deportistas de alto rendimiento pasa a un segundo plano; es decir, no son consideradas prioritariamente como profesionales. “Las deportistas que no encajan en el ideal de belleza masculino, aunque excelentes profesionales, […] reciben un tratamiento discriminatorio en los medios”, apunta López Díez.

No obstante, encajar no es lo que Alexa ha buscado: se apasionó por la gimnasia, ama el anime y el k-pop, estudió Arquitectura luego de abandonar la carrera de Medicina, lleva mechones de su cabello pintados de rojo o de verde o de rosa, ¿encajar?, ¿para qué o para quién? Su fortaleza no solo se enfoca en el salto de caballo o el piso, también lo hace en la manera de sortear las críticas que ha recibido de una sociedad que sigue sin comprender que las mujeres son fuertes en su físico, su mente y sus convicciones, y que, si se trata de romper techos de cristal, ella levanta la mano.

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Alexa Moreno y el desafío de ser una misma

Alexa Moreno y el desafío de ser una misma

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Fotografía de Yves Herman/REUTERS. La mexicana Alexa Moreno en acción en el ejercicio de suelo durante la calificación femenina en el Campeonato Mundial de gimnasia artística 2023.
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Tiempo de Lectura: 00 min

La gimnasta mexicana Alexa Moreno ha enfrentado las dificultades de ser pionera en una disciplina en la que México nunca ha brillado. Contra todo, ha logrado ganarse su lugar en los Juegos Olímpicos y el reconocimiento del mundo entero. Pero, como a todas las mujeres, sin importar sus éxitos profesionales, los juicios sobre su cuerpo la persiguen. ¿Cuántas medallas se necesitan para detener las críticas?

Una persona en Rusia teclea el nombre de Alexa Moreno en un buscador de internet: veintiocho millones de resultados hablan de ella. Veintiocho millones que no son suficientes para contar la historia de esta gimnasta mexicana. La buscan desde Rusia, Estados Unidos, Japón, Brasil y de otras latitudes. El mundo voltea a verla, pero también a México, un país que nunca había estado entre las potencias en gimnasia. Sin embargo, la joven originaria de Mexicali, Baja California, ha roto ese y muchos otros estereotipos.

Se trata de una deportista de alto rendimiento que ha trabajado al máximo su cuerpo y su mente. Y así fue como nació esta disciplina en la antigua Grecia, como una actividad para que mente y cuerpo alcanzaran su equilibrio. Alexa es una mujer que al mismo tiempo que ejercita sus músculos, batalla por mejorar su autoestima, como lo ha dicho sin ninguna vergüenza. Es una joven que día a día se recuerda a sí misma que las medallas y los reconocimientos no son casualidad, sino fruto de su esfuerzo y dedicación.

Alexa representa a millones de mujeres que cotidianamente combatimos el síndrome de la impostora, ese que en voz baja nos dice: “¿Y si en realidad no soy tan buena?, ¿y si fracaso?, ¿y si ese triunfo solo fue suerte?, ¿y si…?”. Una inseguridad alimentada por los sesgos de género con los que somos juzgadas. Quienes la padecen mucho más son aquellas mujeres que, como Alexa, se atreven a ser exitosas en terrenos en los que supuestamente no deberían serlo, como el deporte. O aquellas que, también como Alexa, desafían el único ideal de belleza corporal acorde al imaginario de feminidad construido por una mirada masculina.

El debut de Alexa en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, en 2016, se vio opacado por las críticas a su aspecto y complexión. Fue la primera gimnasta mexicana en llegar a este nivel de competencia, pero el mundo digital hablaba de su cuerpo y de que no cumplía con los estándares de lo que se cree que debe ser una gimnasta profesional. Esto es apenas una muestra de la violencia sistemática a la que las mujeres nos exponemos en distintos frentes, una violencia que frena el desarrollo profesional y merma la confianza y seguridad en una misma. ¿Se logra salir de eso? Alexa ha demostrado que sí: hizo oídos sordos y ojos ciegos a comentarios hirientes y al desdén con el que se evaluó su presencia en la justa deportiva más importante del mundo. Pero es una prueba a la que ninguna mujer tendría que someterse.

Fotografía de CONADE/Flickr. Alexa Moreno, gimnasia artística viga clase I. Olimpiada y Paralimpiada Nacional 2012.

Las deportistas como objeto de consumo

“No entres a redes sociales”, le dijo su familia el 7 de agosto de 2016, en la víspera de su cumpleaños y tras despedirse de los Juegos Olímpicos de Río, pero fue imposible ignorar los cientos de mensajes que cuestionaban su aspecto y su cuerpo, un cuerpo fuerte, un cuerpo con casi dos décadas bajo un régimen deportivo de alto rendimiento. La participación histórica de Alexa Moreno se opacó por el juicio social, el que está atravesado por el género, por la vigilancia constante a las mujeres.

“Los deportes construyen los cuerpos de los hombres para que sean poderosos; los cuerpos de las mujeres, para que sean sexuales”, escribió Judith Lorber, socióloga y especialista en Estudios de la Mujer, hace treinta años, en el artículo “Believing is Seeing: Biology as Ideology” (“Creer para ver: la biología como ideología”). Y lo que le sucedió a Alexa es una prueba más.

Las deportistas son valoradas en primera instancia por la estética de sus cuerpos y en segunda por su rendimiento en la disciplina que practican. Por esa razón, la vara con la que fue medida la gimnasta mexicana no fue el puntaje en sus pruebas, sino que se catalogó si cumplía o no con un cuerpo que respondiera a los estándares de belleza hegemónica impuestos por un pensamiento patriarcal.

“Esas personas no me conocen”, responde constantemente Alexa en las entrevistas, pues, a años de aquel episodio, sigue siendo cuestionada por la violencia digital que vivió. Ella ha enfatizado que no suele prestar atención a redes sociales y que las únicas voces que escucha son las de su entrenador, su familia y personas cercanas que quieren verla crecer.

Sin embargo, esta violencia es una constante para las mujeres, no solo para las que se desenvuelven en el deporte. De acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía, en 2021, 9.7 millones de mujeres fueron víctimas de acoso digital en México; de ellas, la mayoría tenían entre doce y veintinueve años.

La forma en que Alexa fue atacada, así como la manera en que futbolistas como Nailea Vidrio, Scarlett Camberos, Renata Masciarelli o Alison González han sido violentadas en sus redes sociales, es reflejo de la violencia de género que se da fuera de los espacios digitales; son conductas en las que individuos, en su mayoría hombres, se apropian de las mujeres, con todo lo que implica esa expresión, apropiarse de sus cuerpos con comentarios que las sexualizan o que las denigran.

También te puede interesar: Jódete, cáncer: bitácora de una sobreviviente

Fotografía de Abelardo Mendes Jr/ rededoesporte.gov.br. Shallon Olsen (Canadá), Simone Biles (Estados Unidos) y Alexa Moreno (México), podio del salto femenino en el Mundial de Gimnasia Artística Doha 2018, en Qatar.

Alexa, la soñadora

La historia de Alexa Moreno con la gimnasia tiene veintiséis años, pues dio sus primeros saltos cuando apenas era una niña de tres. Creció entre las competencias nacionales y las caricaturas de Dragon Ball. “Mi favorito es Gokú”, ha dicho en distintas entrevistas, y menciona en cada oportunidad la razón de su fascinación por la cultura asiática: “Le da potencia a mis movimientos”, dice, y no evita soltar alguna frase en japonés ante los medios de comunicación.

Su nombre apareció en las pantallas de las competencias internacionales a partir de sus quince años, allá por 2010, cuando ganó la medalla de bronce en el Campeonato Pacific Rim. La gimnasia fue la actividad que su madre, Yenderina Medina, propuso para que Alexa canalizara toda su energía, incluso cuando su padre, Octavio Moreno, la prefería en ballet. Pero desde muy niña, Alexa brincaba donde ninguna otra de su edad lo hacía y se arriesgaba hasta los barandales más altos. No había otro camino. Parecía que la gimnasia la había elegido a ella, y eso que se pensaba como un escape y una herramienta “para cansar” su hiperactividad se convirtió en un estilo de vida, en horas de entrenamientos y fama mundial.

Desde aquella medalla en 2010, la del Pacific Rim, tras pasar por tres séptimos lugares en los campeonatos mundiales, llegó la enorme recompensa: convertirse en la primera gimnasta mexicana en colgarse una medalla en un Mundial. Lo logró con su bronce en salto de caballo en la edición de 2018, celebrada en Doha, Catar. “Mi mayor locura ha sido enfrentar mis miedos todos los días y aprender a superarlos. Qué locura pensar en ganar una medalla en el Mundial, hoy esa locura es un logro más”, escribió en su cuenta de X después del podio en Catar.

Alexa fue la niña, la adolescente, y ahora es la mujer que toma el camino del deporte como su eje de vida, una decisión que, aun hablando del siglo XXI, resulta transgresora. Las niñas y los niños socializan de forma distinta, no porque así lo dicte su naturaleza, sino porque la cultura y el contexto social así lo provocan. Esto impacta en el acceso que tengan al deporte. A las niñas, por ejemplo, no se les suele acercar a la actividad física, no por su falta de interés, sino porque desde temprana edad se les inculca que la apropiación del cuerpo es característica del sexo masculino.

“En promedio, las niñas empiezan a participar en el deporte dos años más tarde que los niños, pero, además, según documenta la escritora y psicóloga Colette Dowling, […] las niñas abandonan el deporte organizado con seis veces más frecuencia que los niños”, escribe Hortensia Moreno en el artículo “La noción de ‘tecnologías de género’ como herramienta conceptual en el estudio del deporte”, que analiza la forma en que el deporte es un espacio que reproduce los roles de género, entendidos como un sistema de opresión en el que las mujeres somos consideradas inferiores o, en este caso, ajenas al territorio deportivo.

Que Alexa lleve más de dos décadas siendo gimnasta de alto rendimiento es la historia de una carrera que avanzó a contracorriente. Otro estereotipo que se rompe, otro techo de cristal que se rompe.

Fotografia de Abelardo Mendes Jr/ rededoesporte.gov.br. Alexa Moreno (México), medalla de bronce en salto femenino en el Mundial de Gimnasia Artística Doha 2018, en Qatar.

La única mexicana en los Juegos Olímpicos

La canción “Break the Sword of Justice” comenzó a sonar en la Arena Olímpica de Río de Janeiro. Era el 7 de agosto de 2016, un día antes del cumpleaños de Alexa Moreno. La mexicana, con 1.47 metros de estatura, se preparaba para ejecutar su rutina de piso, al compás de su música favorita, del anime Tsubasa. Crónicas de Sakura.

Río era solo el comienzo, era su debut y quedaba camino por recorrer: lugar 31 en all around, lugar doce en salto de caballo, su especialidad. ¿Volver? Por supuesto, pero la revancha debía esperar.

Cinco años después, el escenario fue perfecto: Tokio, Japón, esa tierra de sus adoraciones, la que le causa asombro y respeto, donde podía enaltecer al deporte mexicano, otra vez a contracorriente, otra vez siendo “la diferente”, una mexicana en la gimnasia olímpica, otra vez Alexa Moreno, y esta vez para que su nombre no se olvidara.

Cero. Punto. Cero. Diecisiete. Se lee eterno, inmenso, pero en realidad es como haber dado un salto gigantesco para la gimnasia femenil mexicana. Esa fue la cifra que hizo la diferencia entre Alexa y el bronce olímpico: la mexicana promedió 14.716 en la prueba de salto de caballo, luego de su mortal extendido con dos giros, pero la surcoreana Yeo Seo-jeong obtuvo 14.733. Cero. Punto. Cero. Diecisiete.

“Es muy difícil ganar una medalla olímpica”, declaró la atleta, pero a sus veintinueve años ya tiene el boleto a sus terceros Juegos Olímpicos, ahora los de París 2024, a los que acudirá luego de terminar entre las catorce mejores del all around en el Campeonato Mundial de Gimnasia Artística que se llevó a cabo el 6 de octubre en Amberes, Bélgica. No extrañaría a nadie que el próximo año, esos 0.017 de Tokio desaparezcan y la veamos en el podio olímpico. Otro estereotipo que podría romperse, otro techo de cristal que desaparecerá.

La mirada masculina en el periodismo deportivo

El periodismo deportivo es un espacio en el que un grupo de hombres hablan de cómo juegan otros hombres para que la afición, conformada por hombres, lo consuma. Una triada difícil de destruir, así lo enfatiza Claudia Pedraza en su tesis de doctorado, Jugar como visitantes: análisis del ejercicio periodístico de las reporteras de deportes en la prensa de circulación nacional.

Pedraza es experta en comunicación, deporte y género, y explica la forma en que los discursos desde los medios de comunicación continúan reproduciendo estereotipos de género sobre las mujeres, porque se les piensa como un objeto que va a ser consumido por una mirada masculina. De esa forma se banaliza la participación de las mujeres en el deporte, como atletas y como parte de una afición.

En el manual Deporte y mujeres en los medios de comunicación. Sugerencias y recomendaciones, la española Pilar López Díez, especialista en Género y Comunicación, explica que en los medios se habla del aspecto de las deportistas, ya que en la construcción de discursos y referentes, primero son mujeres, y ser deportistas de alto rendimiento pasa a un segundo plano; es decir, no son consideradas prioritariamente como profesionales. “Las deportistas que no encajan en el ideal de belleza masculino, aunque excelentes profesionales, […] reciben un tratamiento discriminatorio en los medios”, apunta López Díez.

No obstante, encajar no es lo que Alexa ha buscado: se apasionó por la gimnasia, ama el anime y el k-pop, estudió Arquitectura luego de abandonar la carrera de Medicina, lleva mechones de su cabello pintados de rojo o de verde o de rosa, ¿encajar?, ¿para qué o para quién? Su fortaleza no solo se enfoca en el salto de caballo o el piso, también lo hace en la manera de sortear las críticas que ha recibido de una sociedad que sigue sin comprender que las mujeres son fuertes en su físico, su mente y sus convicciones, y que, si se trata de romper techos de cristal, ella levanta la mano.

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Alexa Moreno y el desafío de ser una misma

Alexa Moreno y el desafío de ser una misma

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23
2023
Texto de
Fotografía de
Realización de
Ilustración de
Traducción de
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La gimnasta mexicana Alexa Moreno ha enfrentado las dificultades de ser pionera en una disciplina en la que México nunca ha brillado. Contra todo, ha logrado ganarse su lugar en los Juegos Olímpicos y el reconocimiento del mundo entero. Pero, como a todas las mujeres, sin importar sus éxitos profesionales, los juicios sobre su cuerpo la persiguen. ¿Cuántas medallas se necesitan para detener las críticas?

Una persona en Rusia teclea el nombre de Alexa Moreno en un buscador de internet: veintiocho millones de resultados hablan de ella. Veintiocho millones que no son suficientes para contar la historia de esta gimnasta mexicana. La buscan desde Rusia, Estados Unidos, Japón, Brasil y de otras latitudes. El mundo voltea a verla, pero también a México, un país que nunca había estado entre las potencias en gimnasia. Sin embargo, la joven originaria de Mexicali, Baja California, ha roto ese y muchos otros estereotipos.

Se trata de una deportista de alto rendimiento que ha trabajado al máximo su cuerpo y su mente. Y así fue como nació esta disciplina en la antigua Grecia, como una actividad para que mente y cuerpo alcanzaran su equilibrio. Alexa es una mujer que al mismo tiempo que ejercita sus músculos, batalla por mejorar su autoestima, como lo ha dicho sin ninguna vergüenza. Es una joven que día a día se recuerda a sí misma que las medallas y los reconocimientos no son casualidad, sino fruto de su esfuerzo y dedicación.

Alexa representa a millones de mujeres que cotidianamente combatimos el síndrome de la impostora, ese que en voz baja nos dice: “¿Y si en realidad no soy tan buena?, ¿y si fracaso?, ¿y si ese triunfo solo fue suerte?, ¿y si…?”. Una inseguridad alimentada por los sesgos de género con los que somos juzgadas. Quienes la padecen mucho más son aquellas mujeres que, como Alexa, se atreven a ser exitosas en terrenos en los que supuestamente no deberían serlo, como el deporte. O aquellas que, también como Alexa, desafían el único ideal de belleza corporal acorde al imaginario de feminidad construido por una mirada masculina.

El debut de Alexa en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, en 2016, se vio opacado por las críticas a su aspecto y complexión. Fue la primera gimnasta mexicana en llegar a este nivel de competencia, pero el mundo digital hablaba de su cuerpo y de que no cumplía con los estándares de lo que se cree que debe ser una gimnasta profesional. Esto es apenas una muestra de la violencia sistemática a la que las mujeres nos exponemos en distintos frentes, una violencia que frena el desarrollo profesional y merma la confianza y seguridad en una misma. ¿Se logra salir de eso? Alexa ha demostrado que sí: hizo oídos sordos y ojos ciegos a comentarios hirientes y al desdén con el que se evaluó su presencia en la justa deportiva más importante del mundo. Pero es una prueba a la que ninguna mujer tendría que someterse.

Fotografía de CONADE/Flickr. Alexa Moreno, gimnasia artística viga clase I. Olimpiada y Paralimpiada Nacional 2012.

Las deportistas como objeto de consumo

“No entres a redes sociales”, le dijo su familia el 7 de agosto de 2016, en la víspera de su cumpleaños y tras despedirse de los Juegos Olímpicos de Río, pero fue imposible ignorar los cientos de mensajes que cuestionaban su aspecto y su cuerpo, un cuerpo fuerte, un cuerpo con casi dos décadas bajo un régimen deportivo de alto rendimiento. La participación histórica de Alexa Moreno se opacó por el juicio social, el que está atravesado por el género, por la vigilancia constante a las mujeres.

“Los deportes construyen los cuerpos de los hombres para que sean poderosos; los cuerpos de las mujeres, para que sean sexuales”, escribió Judith Lorber, socióloga y especialista en Estudios de la Mujer, hace treinta años, en el artículo “Believing is Seeing: Biology as Ideology” (“Creer para ver: la biología como ideología”). Y lo que le sucedió a Alexa es una prueba más.

Las deportistas son valoradas en primera instancia por la estética de sus cuerpos y en segunda por su rendimiento en la disciplina que practican. Por esa razón, la vara con la que fue medida la gimnasta mexicana no fue el puntaje en sus pruebas, sino que se catalogó si cumplía o no con un cuerpo que respondiera a los estándares de belleza hegemónica impuestos por un pensamiento patriarcal.

“Esas personas no me conocen”, responde constantemente Alexa en las entrevistas, pues, a años de aquel episodio, sigue siendo cuestionada por la violencia digital que vivió. Ella ha enfatizado que no suele prestar atención a redes sociales y que las únicas voces que escucha son las de su entrenador, su familia y personas cercanas que quieren verla crecer.

Sin embargo, esta violencia es una constante para las mujeres, no solo para las que se desenvuelven en el deporte. De acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía, en 2021, 9.7 millones de mujeres fueron víctimas de acoso digital en México; de ellas, la mayoría tenían entre doce y veintinueve años.

La forma en que Alexa fue atacada, así como la manera en que futbolistas como Nailea Vidrio, Scarlett Camberos, Renata Masciarelli o Alison González han sido violentadas en sus redes sociales, es reflejo de la violencia de género que se da fuera de los espacios digitales; son conductas en las que individuos, en su mayoría hombres, se apropian de las mujeres, con todo lo que implica esa expresión, apropiarse de sus cuerpos con comentarios que las sexualizan o que las denigran.

También te puede interesar: Jódete, cáncer: bitácora de una sobreviviente

Fotografía de Abelardo Mendes Jr/ rededoesporte.gov.br. Shallon Olsen (Canadá), Simone Biles (Estados Unidos) y Alexa Moreno (México), podio del salto femenino en el Mundial de Gimnasia Artística Doha 2018, en Qatar.

Alexa, la soñadora

La historia de Alexa Moreno con la gimnasia tiene veintiséis años, pues dio sus primeros saltos cuando apenas era una niña de tres. Creció entre las competencias nacionales y las caricaturas de Dragon Ball. “Mi favorito es Gokú”, ha dicho en distintas entrevistas, y menciona en cada oportunidad la razón de su fascinación por la cultura asiática: “Le da potencia a mis movimientos”, dice, y no evita soltar alguna frase en japonés ante los medios de comunicación.

Su nombre apareció en las pantallas de las competencias internacionales a partir de sus quince años, allá por 2010, cuando ganó la medalla de bronce en el Campeonato Pacific Rim. La gimnasia fue la actividad que su madre, Yenderina Medina, propuso para que Alexa canalizara toda su energía, incluso cuando su padre, Octavio Moreno, la prefería en ballet. Pero desde muy niña, Alexa brincaba donde ninguna otra de su edad lo hacía y se arriesgaba hasta los barandales más altos. No había otro camino. Parecía que la gimnasia la había elegido a ella, y eso que se pensaba como un escape y una herramienta “para cansar” su hiperactividad se convirtió en un estilo de vida, en horas de entrenamientos y fama mundial.

Desde aquella medalla en 2010, la del Pacific Rim, tras pasar por tres séptimos lugares en los campeonatos mundiales, llegó la enorme recompensa: convertirse en la primera gimnasta mexicana en colgarse una medalla en un Mundial. Lo logró con su bronce en salto de caballo en la edición de 2018, celebrada en Doha, Catar. “Mi mayor locura ha sido enfrentar mis miedos todos los días y aprender a superarlos. Qué locura pensar en ganar una medalla en el Mundial, hoy esa locura es un logro más”, escribió en su cuenta de X después del podio en Catar.

Alexa fue la niña, la adolescente, y ahora es la mujer que toma el camino del deporte como su eje de vida, una decisión que, aun hablando del siglo XXI, resulta transgresora. Las niñas y los niños socializan de forma distinta, no porque así lo dicte su naturaleza, sino porque la cultura y el contexto social así lo provocan. Esto impacta en el acceso que tengan al deporte. A las niñas, por ejemplo, no se les suele acercar a la actividad física, no por su falta de interés, sino porque desde temprana edad se les inculca que la apropiación del cuerpo es característica del sexo masculino.

“En promedio, las niñas empiezan a participar en el deporte dos años más tarde que los niños, pero, además, según documenta la escritora y psicóloga Colette Dowling, […] las niñas abandonan el deporte organizado con seis veces más frecuencia que los niños”, escribe Hortensia Moreno en el artículo “La noción de ‘tecnologías de género’ como herramienta conceptual en el estudio del deporte”, que analiza la forma en que el deporte es un espacio que reproduce los roles de género, entendidos como un sistema de opresión en el que las mujeres somos consideradas inferiores o, en este caso, ajenas al territorio deportivo.

Que Alexa lleve más de dos décadas siendo gimnasta de alto rendimiento es la historia de una carrera que avanzó a contracorriente. Otro estereotipo que se rompe, otro techo de cristal que se rompe.

Fotografia de Abelardo Mendes Jr/ rededoesporte.gov.br. Alexa Moreno (México), medalla de bronce en salto femenino en el Mundial de Gimnasia Artística Doha 2018, en Qatar.

La única mexicana en los Juegos Olímpicos

La canción “Break the Sword of Justice” comenzó a sonar en la Arena Olímpica de Río de Janeiro. Era el 7 de agosto de 2016, un día antes del cumpleaños de Alexa Moreno. La mexicana, con 1.47 metros de estatura, se preparaba para ejecutar su rutina de piso, al compás de su música favorita, del anime Tsubasa. Crónicas de Sakura.

Río era solo el comienzo, era su debut y quedaba camino por recorrer: lugar 31 en all around, lugar doce en salto de caballo, su especialidad. ¿Volver? Por supuesto, pero la revancha debía esperar.

Cinco años después, el escenario fue perfecto: Tokio, Japón, esa tierra de sus adoraciones, la que le causa asombro y respeto, donde podía enaltecer al deporte mexicano, otra vez a contracorriente, otra vez siendo “la diferente”, una mexicana en la gimnasia olímpica, otra vez Alexa Moreno, y esta vez para que su nombre no se olvidara.

Cero. Punto. Cero. Diecisiete. Se lee eterno, inmenso, pero en realidad es como haber dado un salto gigantesco para la gimnasia femenil mexicana. Esa fue la cifra que hizo la diferencia entre Alexa y el bronce olímpico: la mexicana promedió 14.716 en la prueba de salto de caballo, luego de su mortal extendido con dos giros, pero la surcoreana Yeo Seo-jeong obtuvo 14.733. Cero. Punto. Cero. Diecisiete.

“Es muy difícil ganar una medalla olímpica”, declaró la atleta, pero a sus veintinueve años ya tiene el boleto a sus terceros Juegos Olímpicos, ahora los de París 2024, a los que acudirá luego de terminar entre las catorce mejores del all around en el Campeonato Mundial de Gimnasia Artística que se llevó a cabo el 6 de octubre en Amberes, Bélgica. No extrañaría a nadie que el próximo año, esos 0.017 de Tokio desaparezcan y la veamos en el podio olímpico. Otro estereotipo que podría romperse, otro techo de cristal que desaparecerá.

La mirada masculina en el periodismo deportivo

El periodismo deportivo es un espacio en el que un grupo de hombres hablan de cómo juegan otros hombres para que la afición, conformada por hombres, lo consuma. Una triada difícil de destruir, así lo enfatiza Claudia Pedraza en su tesis de doctorado, Jugar como visitantes: análisis del ejercicio periodístico de las reporteras de deportes en la prensa de circulación nacional.

Pedraza es experta en comunicación, deporte y género, y explica la forma en que los discursos desde los medios de comunicación continúan reproduciendo estereotipos de género sobre las mujeres, porque se les piensa como un objeto que va a ser consumido por una mirada masculina. De esa forma se banaliza la participación de las mujeres en el deporte, como atletas y como parte de una afición.

En el manual Deporte y mujeres en los medios de comunicación. Sugerencias y recomendaciones, la española Pilar López Díez, especialista en Género y Comunicación, explica que en los medios se habla del aspecto de las deportistas, ya que en la construcción de discursos y referentes, primero son mujeres, y ser deportistas de alto rendimiento pasa a un segundo plano; es decir, no son consideradas prioritariamente como profesionales. “Las deportistas que no encajan en el ideal de belleza masculino, aunque excelentes profesionales, […] reciben un tratamiento discriminatorio en los medios”, apunta López Díez.

No obstante, encajar no es lo que Alexa ha buscado: se apasionó por la gimnasia, ama el anime y el k-pop, estudió Arquitectura luego de abandonar la carrera de Medicina, lleva mechones de su cabello pintados de rojo o de verde o de rosa, ¿encajar?, ¿para qué o para quién? Su fortaleza no solo se enfoca en el salto de caballo o el piso, también lo hace en la manera de sortear las críticas que ha recibido de una sociedad que sigue sin comprender que las mujeres son fuertes en su físico, su mente y sus convicciones, y que, si se trata de romper techos de cristal, ella levanta la mano.

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Fotografía de Yves Herman/REUTERS. La mexicana Alexa Moreno en acción en el ejercicio de suelo durante la calificación femenina en el Campeonato Mundial de gimnasia artística 2023.

Alexa Moreno y el desafío de ser una misma

Alexa Moreno y el desafío de ser una misma

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Tiempo de Lectura: 00 min

La gimnasta mexicana Alexa Moreno ha enfrentado las dificultades de ser pionera en una disciplina en la que México nunca ha brillado. Contra todo, ha logrado ganarse su lugar en los Juegos Olímpicos y el reconocimiento del mundo entero. Pero, como a todas las mujeres, sin importar sus éxitos profesionales, los juicios sobre su cuerpo la persiguen. ¿Cuántas medallas se necesitan para detener las críticas?

Texto de
Fotografía de
Realización de
Ilustración de
Traducción de

Una persona en Rusia teclea el nombre de Alexa Moreno en un buscador de internet: veintiocho millones de resultados hablan de ella. Veintiocho millones que no son suficientes para contar la historia de esta gimnasta mexicana. La buscan desde Rusia, Estados Unidos, Japón, Brasil y de otras latitudes. El mundo voltea a verla, pero también a México, un país que nunca había estado entre las potencias en gimnasia. Sin embargo, la joven originaria de Mexicali, Baja California, ha roto ese y muchos otros estereotipos.

Se trata de una deportista de alto rendimiento que ha trabajado al máximo su cuerpo y su mente. Y así fue como nació esta disciplina en la antigua Grecia, como una actividad para que mente y cuerpo alcanzaran su equilibrio. Alexa es una mujer que al mismo tiempo que ejercita sus músculos, batalla por mejorar su autoestima, como lo ha dicho sin ninguna vergüenza. Es una joven que día a día se recuerda a sí misma que las medallas y los reconocimientos no son casualidad, sino fruto de su esfuerzo y dedicación.

Alexa representa a millones de mujeres que cotidianamente combatimos el síndrome de la impostora, ese que en voz baja nos dice: “¿Y si en realidad no soy tan buena?, ¿y si fracaso?, ¿y si ese triunfo solo fue suerte?, ¿y si…?”. Una inseguridad alimentada por los sesgos de género con los que somos juzgadas. Quienes la padecen mucho más son aquellas mujeres que, como Alexa, se atreven a ser exitosas en terrenos en los que supuestamente no deberían serlo, como el deporte. O aquellas que, también como Alexa, desafían el único ideal de belleza corporal acorde al imaginario de feminidad construido por una mirada masculina.

El debut de Alexa en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, en 2016, se vio opacado por las críticas a su aspecto y complexión. Fue la primera gimnasta mexicana en llegar a este nivel de competencia, pero el mundo digital hablaba de su cuerpo y de que no cumplía con los estándares de lo que se cree que debe ser una gimnasta profesional. Esto es apenas una muestra de la violencia sistemática a la que las mujeres nos exponemos en distintos frentes, una violencia que frena el desarrollo profesional y merma la confianza y seguridad en una misma. ¿Se logra salir de eso? Alexa ha demostrado que sí: hizo oídos sordos y ojos ciegos a comentarios hirientes y al desdén con el que se evaluó su presencia en la justa deportiva más importante del mundo. Pero es una prueba a la que ninguna mujer tendría que someterse.

Fotografía de CONADE/Flickr. Alexa Moreno, gimnasia artística viga clase I. Olimpiada y Paralimpiada Nacional 2012.

Las deportistas como objeto de consumo

“No entres a redes sociales”, le dijo su familia el 7 de agosto de 2016, en la víspera de su cumpleaños y tras despedirse de los Juegos Olímpicos de Río, pero fue imposible ignorar los cientos de mensajes que cuestionaban su aspecto y su cuerpo, un cuerpo fuerte, un cuerpo con casi dos décadas bajo un régimen deportivo de alto rendimiento. La participación histórica de Alexa Moreno se opacó por el juicio social, el que está atravesado por el género, por la vigilancia constante a las mujeres.

“Los deportes construyen los cuerpos de los hombres para que sean poderosos; los cuerpos de las mujeres, para que sean sexuales”, escribió Judith Lorber, socióloga y especialista en Estudios de la Mujer, hace treinta años, en el artículo “Believing is Seeing: Biology as Ideology” (“Creer para ver: la biología como ideología”). Y lo que le sucedió a Alexa es una prueba más.

Las deportistas son valoradas en primera instancia por la estética de sus cuerpos y en segunda por su rendimiento en la disciplina que practican. Por esa razón, la vara con la que fue medida la gimnasta mexicana no fue el puntaje en sus pruebas, sino que se catalogó si cumplía o no con un cuerpo que respondiera a los estándares de belleza hegemónica impuestos por un pensamiento patriarcal.

“Esas personas no me conocen”, responde constantemente Alexa en las entrevistas, pues, a años de aquel episodio, sigue siendo cuestionada por la violencia digital que vivió. Ella ha enfatizado que no suele prestar atención a redes sociales y que las únicas voces que escucha son las de su entrenador, su familia y personas cercanas que quieren verla crecer.

Sin embargo, esta violencia es una constante para las mujeres, no solo para las que se desenvuelven en el deporte. De acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía, en 2021, 9.7 millones de mujeres fueron víctimas de acoso digital en México; de ellas, la mayoría tenían entre doce y veintinueve años.

La forma en que Alexa fue atacada, así como la manera en que futbolistas como Nailea Vidrio, Scarlett Camberos, Renata Masciarelli o Alison González han sido violentadas en sus redes sociales, es reflejo de la violencia de género que se da fuera de los espacios digitales; son conductas en las que individuos, en su mayoría hombres, se apropian de las mujeres, con todo lo que implica esa expresión, apropiarse de sus cuerpos con comentarios que las sexualizan o que las denigran.

También te puede interesar: Jódete, cáncer: bitácora de una sobreviviente

Fotografía de Abelardo Mendes Jr/ rededoesporte.gov.br. Shallon Olsen (Canadá), Simone Biles (Estados Unidos) y Alexa Moreno (México), podio del salto femenino en el Mundial de Gimnasia Artística Doha 2018, en Qatar.

Alexa, la soñadora

La historia de Alexa Moreno con la gimnasia tiene veintiséis años, pues dio sus primeros saltos cuando apenas era una niña de tres. Creció entre las competencias nacionales y las caricaturas de Dragon Ball. “Mi favorito es Gokú”, ha dicho en distintas entrevistas, y menciona en cada oportunidad la razón de su fascinación por la cultura asiática: “Le da potencia a mis movimientos”, dice, y no evita soltar alguna frase en japonés ante los medios de comunicación.

Su nombre apareció en las pantallas de las competencias internacionales a partir de sus quince años, allá por 2010, cuando ganó la medalla de bronce en el Campeonato Pacific Rim. La gimnasia fue la actividad que su madre, Yenderina Medina, propuso para que Alexa canalizara toda su energía, incluso cuando su padre, Octavio Moreno, la prefería en ballet. Pero desde muy niña, Alexa brincaba donde ninguna otra de su edad lo hacía y se arriesgaba hasta los barandales más altos. No había otro camino. Parecía que la gimnasia la había elegido a ella, y eso que se pensaba como un escape y una herramienta “para cansar” su hiperactividad se convirtió en un estilo de vida, en horas de entrenamientos y fama mundial.

Desde aquella medalla en 2010, la del Pacific Rim, tras pasar por tres séptimos lugares en los campeonatos mundiales, llegó la enorme recompensa: convertirse en la primera gimnasta mexicana en colgarse una medalla en un Mundial. Lo logró con su bronce en salto de caballo en la edición de 2018, celebrada en Doha, Catar. “Mi mayor locura ha sido enfrentar mis miedos todos los días y aprender a superarlos. Qué locura pensar en ganar una medalla en el Mundial, hoy esa locura es un logro más”, escribió en su cuenta de X después del podio en Catar.

Alexa fue la niña, la adolescente, y ahora es la mujer que toma el camino del deporte como su eje de vida, una decisión que, aun hablando del siglo XXI, resulta transgresora. Las niñas y los niños socializan de forma distinta, no porque así lo dicte su naturaleza, sino porque la cultura y el contexto social así lo provocan. Esto impacta en el acceso que tengan al deporte. A las niñas, por ejemplo, no se les suele acercar a la actividad física, no por su falta de interés, sino porque desde temprana edad se les inculca que la apropiación del cuerpo es característica del sexo masculino.

“En promedio, las niñas empiezan a participar en el deporte dos años más tarde que los niños, pero, además, según documenta la escritora y psicóloga Colette Dowling, […] las niñas abandonan el deporte organizado con seis veces más frecuencia que los niños”, escribe Hortensia Moreno en el artículo “La noción de ‘tecnologías de género’ como herramienta conceptual en el estudio del deporte”, que analiza la forma en que el deporte es un espacio que reproduce los roles de género, entendidos como un sistema de opresión en el que las mujeres somos consideradas inferiores o, en este caso, ajenas al territorio deportivo.

Que Alexa lleve más de dos décadas siendo gimnasta de alto rendimiento es la historia de una carrera que avanzó a contracorriente. Otro estereotipo que se rompe, otro techo de cristal que se rompe.

Fotografia de Abelardo Mendes Jr/ rededoesporte.gov.br. Alexa Moreno (México), medalla de bronce en salto femenino en el Mundial de Gimnasia Artística Doha 2018, en Qatar.

La única mexicana en los Juegos Olímpicos

La canción “Break the Sword of Justice” comenzó a sonar en la Arena Olímpica de Río de Janeiro. Era el 7 de agosto de 2016, un día antes del cumpleaños de Alexa Moreno. La mexicana, con 1.47 metros de estatura, se preparaba para ejecutar su rutina de piso, al compás de su música favorita, del anime Tsubasa. Crónicas de Sakura.

Río era solo el comienzo, era su debut y quedaba camino por recorrer: lugar 31 en all around, lugar doce en salto de caballo, su especialidad. ¿Volver? Por supuesto, pero la revancha debía esperar.

Cinco años después, el escenario fue perfecto: Tokio, Japón, esa tierra de sus adoraciones, la que le causa asombro y respeto, donde podía enaltecer al deporte mexicano, otra vez a contracorriente, otra vez siendo “la diferente”, una mexicana en la gimnasia olímpica, otra vez Alexa Moreno, y esta vez para que su nombre no se olvidara.

Cero. Punto. Cero. Diecisiete. Se lee eterno, inmenso, pero en realidad es como haber dado un salto gigantesco para la gimnasia femenil mexicana. Esa fue la cifra que hizo la diferencia entre Alexa y el bronce olímpico: la mexicana promedió 14.716 en la prueba de salto de caballo, luego de su mortal extendido con dos giros, pero la surcoreana Yeo Seo-jeong obtuvo 14.733. Cero. Punto. Cero. Diecisiete.

“Es muy difícil ganar una medalla olímpica”, declaró la atleta, pero a sus veintinueve años ya tiene el boleto a sus terceros Juegos Olímpicos, ahora los de París 2024, a los que acudirá luego de terminar entre las catorce mejores del all around en el Campeonato Mundial de Gimnasia Artística que se llevó a cabo el 6 de octubre en Amberes, Bélgica. No extrañaría a nadie que el próximo año, esos 0.017 de Tokio desaparezcan y la veamos en el podio olímpico. Otro estereotipo que podría romperse, otro techo de cristal que desaparecerá.

La mirada masculina en el periodismo deportivo

El periodismo deportivo es un espacio en el que un grupo de hombres hablan de cómo juegan otros hombres para que la afición, conformada por hombres, lo consuma. Una triada difícil de destruir, así lo enfatiza Claudia Pedraza en su tesis de doctorado, Jugar como visitantes: análisis del ejercicio periodístico de las reporteras de deportes en la prensa de circulación nacional.

Pedraza es experta en comunicación, deporte y género, y explica la forma en que los discursos desde los medios de comunicación continúan reproduciendo estereotipos de género sobre las mujeres, porque se les piensa como un objeto que va a ser consumido por una mirada masculina. De esa forma se banaliza la participación de las mujeres en el deporte, como atletas y como parte de una afición.

En el manual Deporte y mujeres en los medios de comunicación. Sugerencias y recomendaciones, la española Pilar López Díez, especialista en Género y Comunicación, explica que en los medios se habla del aspecto de las deportistas, ya que en la construcción de discursos y referentes, primero son mujeres, y ser deportistas de alto rendimiento pasa a un segundo plano; es decir, no son consideradas prioritariamente como profesionales. “Las deportistas que no encajan en el ideal de belleza masculino, aunque excelentes profesionales, […] reciben un tratamiento discriminatorio en los medios”, apunta López Díez.

No obstante, encajar no es lo que Alexa ha buscado: se apasionó por la gimnasia, ama el anime y el k-pop, estudió Arquitectura luego de abandonar la carrera de Medicina, lleva mechones de su cabello pintados de rojo o de verde o de rosa, ¿encajar?, ¿para qué o para quién? Su fortaleza no solo se enfoca en el salto de caballo o el piso, también lo hace en la manera de sortear las críticas que ha recibido de una sociedad que sigue sin comprender que las mujeres son fuertes en su físico, su mente y sus convicciones, y que, si se trata de romper techos de cristal, ella levanta la mano.

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