México tras el primer año de gobierno de AMLO

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Una radiografía del país a 365 días de la toma de protesta de López Obrador.

Texto de
Fotografía de
Realización de
Ilustración de
Traducción de

Al menos 160 mil mexicanas y mexicanos se dieron cita en la plancha central de la Ciudad de México el 1 de diciembre de 2018. Era un día histórico, el dinosaurio se había ido y la esperanza de un nuevo México se depositó en la izquierda. Momentos antes, Andrés Manuel López Obrador entró a la Cámara de Diputados, el recinto Legislativo en el que en 2005 enfrentó un proceso de desafuero, pero ahora estaba ahí para rendir protesta como presidente de México. El reacomodo del terreno político no fue del agrado de todos, aunque sí de la mayoría, y en medio de una confrontación de gritos entre las bancadas opositoras y sus aliados, AMLO dio su primer discurso portando la banda presidencial.

Su entrada al Zócalo capitalino fue triunfal. López Obrador llegaba a la presidencia con una amplia base social. Banderas de México ondeaban en toda la plancha, hubo gritos, hubo cantos e incluso hubo alguno que otro simpatizante que no pudo contener las lágrimas. Más tarde, la plaza se convirtió en escenario de bailes tradicionales. Representantes de los pueblos indígenas hicieron una ceremonia especial y entregaron al nuevo presidente un bastón de mando. Él refrendó su compromiso por “no mentir, no robar y no traicionar al pueblo de México”.

De aquella promesa han pasado ya 365 días y de acuerdo con diversas encuestas, el Presidente mantiene la aprobación de la mayoría de las mexicanas y mexicanos respecto a su gobierno. A pesar de que su nivel de popularidad sí ha disminuido, de acuerdo con De las Heras Demotecnia, el 68 por ciento de los mexicanos aprueba el desempeño de Andrés Manuel durante el primer año de su sexenio, frente al 80 por ciento registrado tras los primeros 100 días de su administración. El desfase también se ha reflejado en aquellos que desaprueban su administración, pues de registrar 14 por ciento en marzo, hoy los descontentos alcanzan un 25 por ciento.

Mucho tuvo que ver el hartazgo de los mexicanos tras los gobiernos de Felipe Calderón y de Enrique Peña Nieto, para que Andrés Manuel López Obrador fuera el presidente más votado en la historia de México. La ilusión volvió a relacionarse con la alternancia y fueron muchas las expectativas con las que se eligió un gobierno de izquierda. A lo largo de estos 12 meses, el Presidente ha tomado decisiones en materia de seguridad, derechos humanos y economía que ha llevado tanto a opositores como a simpatizantes  a poner en duda los objetivos de la llamada Cuarta Transformación.

“Estamos cayendo en los mismos vicios de siempre”, dice en entrevista para Gatopardo Ixchel Cisneros, directora de la asociación Civil El Día Después. “La realidad es que esperábamos mucho más de este gobierno, las personas que votamos por Andrés Manuel esperábamos una estrategia distinta en seguridad”, asegura. Una de sus primeras decisiones como Presidente fue  romper su promesa de regresar al Ejército a sus cuarteles. Apostó por la creación de la Guardia Nacional, dando continuidad a la política de militarización que en doce años, no sólo no ha dado buenos resultados, sino que la violencia en el país crece año con año.

Hace unos meses el Cártel de Sinaloa paralizó una ciudad entera, Culiacán, a plena luz del día. La respuesta desde el gobierno y las autoridades de Seguridad evidenciaron la falta de coordinación que llevó a liberar a Ovidio Guzmán, hijo del Chapo. Los secuestros y asesinatos se multiplican por todo el país y es que otro de los fallos de la administración de AMLO, al igual que en los dos gobiernos pasados, apunta Ixchel Cisneros, es que “el Estado mexicano nunca ha querido aceptar que está rebasado".

En materia de desaparecidos la tendencia es la misma, pues a pesar de haber al menos 37 mil cuerpos en morgues y fosas sin identificar, el gobierno se ha rehusado a dar más presupuesto para atender el asunto. “Pareciera que a la administración de López Obrador únicamente le importan ciertos desaparecidos, cuando todos los casos deberían ser atendidos con la misma pulcritud con la que se está llevando el caso Ayotzinapa”, señala Cisneros. "En su afán por borrar el pasado, solo ha traído problemas de derechos humanos”.

Si de verdad quiere conseguir una transformación en la historia de México, dice, debe empezar a cumplir los compromisos por los que la gente lo eligió. Pero, por supuesto, gran parte de la responsabilidad de cambiar las cosas está en la sociedad. “No tendríamos que aceptar situaciones que siempre hemos rechazado solo porque está Morena en el gobierno”.

Durante estos 12 meses, en el gobierno de López Obrador ha habido costos humanos que son inaceptables para cualquier país medianamente democrático y “mucho más en uno donde hay un gobierno que se dice de izquierda”, dice a investigadora Margarita Nuñez. Dentro de los problemas más graves y no resueltos en nuestro país está también el asunto migratorio, un proceso por el que México ha sido fuertemente cuestionado y calificado como obediente del gobierno y de los caprichos de Donald Trump. El mandatario estadounidense ya tiene en marcha la construcción de un muro en la frontera con México y al mismo tiempo, México sigue  haciendo mucho del trabajo sucio para frenar los flujos migratorios rumbo a Estados Unidos, a un alto costo en términos de Derechos Humanos.

“La migración es un proceso que responde al funcionamiento actual del mundo”, detalla la investigadora. En ese sentido, dice, las caravanas migrantes no deberían abordarse como una crisis, pues es precisamente eso lo que ha agudizado la respuesta de los gobiernos, entre ellos el de AMLO. “En su administración el tema se les salió de las manos, pues en enero fueron muy optimistas e ingenuos al lanzar el programa para regularizar a toda la gente que llegaba”. Ella no duda que la iniciativa tuviera una “buena intención”, sin embargo, quisieron ponerla en marcha sin conocer a fondo la realidad y sin acercarse a las organizaciones que llevan años trabajando en el tema. Como resultado, la situación solamente se agravado.

Como el gobierno de México no está dispuesto a entrar en otra disputa con el gobierno estadounidense, como aquella en la que amenazaron con la imposición de nuevos aranceles, han optado por ceder en temas clave. “No creo que la presión hacia México disminuya, así quede o no Trump de nuevo en la presidencia de Estados Unidos, es por eso que el gobierno mexicano de actuar de una forma más inteligente y no ceder a las presiones de Estados Unidos, pero también debe encontrar tener una política migratoria que, por lo menos, no viole Derechos Humanos como lo está haciendo ahorita”.

Por otro lado, muchos de los reclamos al gobierno de AMLO se centran en la crisis económica que atraviesa el país y en la falta de un rumbo claro para enfrentarla. Eufemia Basilio, doctora en economía del Instituto de Investigaciones Económicas, asegura que en México sí hay un estancamiento económico y que incluso podría decir que éste ha sido negativo.

Cuando López Obrador llegó a la presidencia apostó por una política de austeridad, misma que a pesar de “haber surgido de buena intenciones, a la luz de los hechos, no ha estado bien encaminada”, detalla la doctora Basilio. Es una realidad que en la política mexicana existían muchos gastos onerosos que urgía recortar, pero en este afán de austeridad, dice, también se han recortado empleos y sueldos, lo que ha derivado en un creciente desempleo y menor inversión.

La investigadora Instituto de Investigaciones Económicas, Patricia Rodríguez reforzó dicha postura. "Lo más grave es que no hay inversión. Esto lo vemos en todas las variables, inversión fija bruta, inversión de las pequeñas y medianas empresas, en la confianza en abrir o no negocios o hasta en el consumir bienes de uso de lujo”.

“Ya no hay confianza entre los empresarios, pues el hecho de que de pronto se cancele un proyecto o que no se tenga certeza en otros, ha ido sumando a la incertidumbre”, detalla Basilio. Ante ese escenario, considera que en los próximos cinco años, el gobierno de AMLO tendría que hacer hincapié en la búsqueda del crecimiento, el fortalecimiento de mercado interno y de las instituciones, además de pensar en el gasto público como una herramienta.

Aún quedan cinco años por delante y el gobierno de Andrés Manuel López Obrador aún cuenta con el apoyo de una buen parte de los ciudadanos, quienes reconocen su interés en buscar un terreno de igualdad para los mexicanos, y combatir la corrupción.

Su joven gobierno ha sido un periodo de catarsis social en el que los ciudadanos, sin importar su afinidad política, han seguido mucho más de cerca lo que sucede en el país y quizás esa participación tenga un peso determinante para enfrentar la crisis que vive México.

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El primer discurso de Andrés Manuel López Obrador

La paradoja de Andrés Manuel López Obrador

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Al menos 160 mil mexicanas y mexicanos se dieron cita en la plancha central de la Ciudad de México el 1 de diciembre de 2018. Era un día histórico, el dinosaurio se había ido y la esperanza de un nuevo México se depositó en la izquierda. Momentos antes, Andrés Manuel López Obrador entró a la Cámara de Diputados, el recinto Legislativo en el que en 2005 enfrentó un proceso de desafuero, pero ahora estaba ahí para rendir protesta como presidente de México. El reacomodo del terreno político no fue del agrado de todos, aunque sí de la mayoría, y en medio de una confrontación de gritos entre las bancadas opositoras y sus aliados, AMLO dio su primer discurso portando la banda presidencial.

Su entrada al Zócalo capitalino fue triunfal. López Obrador llegaba a la presidencia con una amplia base social. Banderas de México ondeaban en toda la plancha, hubo gritos, hubo cantos e incluso hubo alguno que otro simpatizante que no pudo contener las lágrimas. Más tarde, la plaza se convirtió en escenario de bailes tradicionales. Representantes de los pueblos indígenas hicieron una ceremonia especial y entregaron al nuevo presidente un bastón de mando. Él refrendó su compromiso por “no mentir, no robar y no traicionar al pueblo de México”.

De aquella promesa han pasado ya 365 días y de acuerdo con diversas encuestas, el Presidente mantiene la aprobación de la mayoría de las mexicanas y mexicanos respecto a su gobierno. A pesar de que su nivel de popularidad sí ha disminuido, de acuerdo con De las Heras Demotecnia, el 68 por ciento de los mexicanos aprueba el desempeño de Andrés Manuel durante el primer año de su sexenio, frente al 80 por ciento registrado tras los primeros 100 días de su administración. El desfase también se ha reflejado en aquellos que desaprueban su administración, pues de registrar 14 por ciento en marzo, hoy los descontentos alcanzan un 25 por ciento.

Mucho tuvo que ver el hartazgo de los mexicanos tras los gobiernos de Felipe Calderón y de Enrique Peña Nieto, para que Andrés Manuel López Obrador fuera el presidente más votado en la historia de México. La ilusión volvió a relacionarse con la alternancia y fueron muchas las expectativas con las que se eligió un gobierno de izquierda. A lo largo de estos 12 meses, el Presidente ha tomado decisiones en materia de seguridad, derechos humanos y economía que ha llevado tanto a opositores como a simpatizantes  a poner en duda los objetivos de la llamada Cuarta Transformación.

“Estamos cayendo en los mismos vicios de siempre”, dice en entrevista para Gatopardo Ixchel Cisneros, directora de la asociación Civil El Día Después. “La realidad es que esperábamos mucho más de este gobierno, las personas que votamos por Andrés Manuel esperábamos una estrategia distinta en seguridad”, asegura. Una de sus primeras decisiones como Presidente fue  romper su promesa de regresar al Ejército a sus cuarteles. Apostó por la creación de la Guardia Nacional, dando continuidad a la política de militarización que en doce años, no sólo no ha dado buenos resultados, sino que la violencia en el país crece año con año.

Hace unos meses el Cártel de Sinaloa paralizó una ciudad entera, Culiacán, a plena luz del día. La respuesta desde el gobierno y las autoridades de Seguridad evidenciaron la falta de coordinación que llevó a liberar a Ovidio Guzmán, hijo del Chapo. Los secuestros y asesinatos se multiplican por todo el país y es que otro de los fallos de la administración de AMLO, al igual que en los dos gobiernos pasados, apunta Ixchel Cisneros, es que “el Estado mexicano nunca ha querido aceptar que está rebasado".

En materia de desaparecidos la tendencia es la misma, pues a pesar de haber al menos 37 mil cuerpos en morgues y fosas sin identificar, el gobierno se ha rehusado a dar más presupuesto para atender el asunto. “Pareciera que a la administración de López Obrador únicamente le importan ciertos desaparecidos, cuando todos los casos deberían ser atendidos con la misma pulcritud con la que se está llevando el caso Ayotzinapa”, señala Cisneros. "En su afán por borrar el pasado, solo ha traído problemas de derechos humanos”.

Si de verdad quiere conseguir una transformación en la historia de México, dice, debe empezar a cumplir los compromisos por los que la gente lo eligió. Pero, por supuesto, gran parte de la responsabilidad de cambiar las cosas está en la sociedad. “No tendríamos que aceptar situaciones que siempre hemos rechazado solo porque está Morena en el gobierno”.

Durante estos 12 meses, en el gobierno de López Obrador ha habido costos humanos que son inaceptables para cualquier país medianamente democrático y “mucho más en uno donde hay un gobierno que se dice de izquierda”, dice a investigadora Margarita Nuñez. Dentro de los problemas más graves y no resueltos en nuestro país está también el asunto migratorio, un proceso por el que México ha sido fuertemente cuestionado y calificado como obediente del gobierno y de los caprichos de Donald Trump. El mandatario estadounidense ya tiene en marcha la construcción de un muro en la frontera con México y al mismo tiempo, México sigue  haciendo mucho del trabajo sucio para frenar los flujos migratorios rumbo a Estados Unidos, a un alto costo en términos de Derechos Humanos.

“La migración es un proceso que responde al funcionamiento actual del mundo”, detalla la investigadora. En ese sentido, dice, las caravanas migrantes no deberían abordarse como una crisis, pues es precisamente eso lo que ha agudizado la respuesta de los gobiernos, entre ellos el de AMLO. “En su administración el tema se les salió de las manos, pues en enero fueron muy optimistas e ingenuos al lanzar el programa para regularizar a toda la gente que llegaba”. Ella no duda que la iniciativa tuviera una “buena intención”, sin embargo, quisieron ponerla en marcha sin conocer a fondo la realidad y sin acercarse a las organizaciones que llevan años trabajando en el tema. Como resultado, la situación solamente se agravado.

Como el gobierno de México no está dispuesto a entrar en otra disputa con el gobierno estadounidense, como aquella en la que amenazaron con la imposición de nuevos aranceles, han optado por ceder en temas clave. “No creo que la presión hacia México disminuya, así quede o no Trump de nuevo en la presidencia de Estados Unidos, es por eso que el gobierno mexicano de actuar de una forma más inteligente y no ceder a las presiones de Estados Unidos, pero también debe encontrar tener una política migratoria que, por lo menos, no viole Derechos Humanos como lo está haciendo ahorita”.

Por otro lado, muchos de los reclamos al gobierno de AMLO se centran en la crisis económica que atraviesa el país y en la falta de un rumbo claro para enfrentarla. Eufemia Basilio, doctora en economía del Instituto de Investigaciones Económicas, asegura que en México sí hay un estancamiento económico y que incluso podría decir que éste ha sido negativo.

Cuando López Obrador llegó a la presidencia apostó por una política de austeridad, misma que a pesar de “haber surgido de buena intenciones, a la luz de los hechos, no ha estado bien encaminada”, detalla la doctora Basilio. Es una realidad que en la política mexicana existían muchos gastos onerosos que urgía recortar, pero en este afán de austeridad, dice, también se han recortado empleos y sueldos, lo que ha derivado en un creciente desempleo y menor inversión.

La investigadora Instituto de Investigaciones Económicas, Patricia Rodríguez reforzó dicha postura. "Lo más grave es que no hay inversión. Esto lo vemos en todas las variables, inversión fija bruta, inversión de las pequeñas y medianas empresas, en la confianza en abrir o no negocios o hasta en el consumir bienes de uso de lujo”.

“Ya no hay confianza entre los empresarios, pues el hecho de que de pronto se cancele un proyecto o que no se tenga certeza en otros, ha ido sumando a la incertidumbre”, detalla Basilio. Ante ese escenario, considera que en los próximos cinco años, el gobierno de AMLO tendría que hacer hincapié en la búsqueda del crecimiento, el fortalecimiento de mercado interno y de las instituciones, además de pensar en el gasto público como una herramienta.

Aún quedan cinco años por delante y el gobierno de Andrés Manuel López Obrador aún cuenta con el apoyo de una buen parte de los ciudadanos, quienes reconocen su interés en buscar un terreno de igualdad para los mexicanos, y combatir la corrupción.

Su joven gobierno ha sido un periodo de catarsis social en el que los ciudadanos, sin importar su afinidad política, han seguido mucho más de cerca lo que sucede en el país y quizás esa participación tenga un peso determinante para enfrentar la crisis que vive México.

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Una radiografía del país a 365 días de la toma de protesta de López Obrador.

Al menos 160 mil mexicanas y mexicanos se dieron cita en la plancha central de la Ciudad de México el 1 de diciembre de 2018. Era un día histórico, el dinosaurio se había ido y la esperanza de un nuevo México se depositó en la izquierda. Momentos antes, Andrés Manuel López Obrador entró a la Cámara de Diputados, el recinto Legislativo en el que en 2005 enfrentó un proceso de desafuero, pero ahora estaba ahí para rendir protesta como presidente de México. El reacomodo del terreno político no fue del agrado de todos, aunque sí de la mayoría, y en medio de una confrontación de gritos entre las bancadas opositoras y sus aliados, AMLO dio su primer discurso portando la banda presidencial.

Su entrada al Zócalo capitalino fue triunfal. López Obrador llegaba a la presidencia con una amplia base social. Banderas de México ondeaban en toda la plancha, hubo gritos, hubo cantos e incluso hubo alguno que otro simpatizante que no pudo contener las lágrimas. Más tarde, la plaza se convirtió en escenario de bailes tradicionales. Representantes de los pueblos indígenas hicieron una ceremonia especial y entregaron al nuevo presidente un bastón de mando. Él refrendó su compromiso por “no mentir, no robar y no traicionar al pueblo de México”.

De aquella promesa han pasado ya 365 días y de acuerdo con diversas encuestas, el Presidente mantiene la aprobación de la mayoría de las mexicanas y mexicanos respecto a su gobierno. A pesar de que su nivel de popularidad sí ha disminuido, de acuerdo con De las Heras Demotecnia, el 68 por ciento de los mexicanos aprueba el desempeño de Andrés Manuel durante el primer año de su sexenio, frente al 80 por ciento registrado tras los primeros 100 días de su administración. El desfase también se ha reflejado en aquellos que desaprueban su administración, pues de registrar 14 por ciento en marzo, hoy los descontentos alcanzan un 25 por ciento.

Mucho tuvo que ver el hartazgo de los mexicanos tras los gobiernos de Felipe Calderón y de Enrique Peña Nieto, para que Andrés Manuel López Obrador fuera el presidente más votado en la historia de México. La ilusión volvió a relacionarse con la alternancia y fueron muchas las expectativas con las que se eligió un gobierno de izquierda. A lo largo de estos 12 meses, el Presidente ha tomado decisiones en materia de seguridad, derechos humanos y economía que ha llevado tanto a opositores como a simpatizantes  a poner en duda los objetivos de la llamada Cuarta Transformación.

“Estamos cayendo en los mismos vicios de siempre”, dice en entrevista para Gatopardo Ixchel Cisneros, directora de la asociación Civil El Día Después. “La realidad es que esperábamos mucho más de este gobierno, las personas que votamos por Andrés Manuel esperábamos una estrategia distinta en seguridad”, asegura. Una de sus primeras decisiones como Presidente fue  romper su promesa de regresar al Ejército a sus cuarteles. Apostó por la creación de la Guardia Nacional, dando continuidad a la política de militarización que en doce años, no sólo no ha dado buenos resultados, sino que la violencia en el país crece año con año.

Hace unos meses el Cártel de Sinaloa paralizó una ciudad entera, Culiacán, a plena luz del día. La respuesta desde el gobierno y las autoridades de Seguridad evidenciaron la falta de coordinación que llevó a liberar a Ovidio Guzmán, hijo del Chapo. Los secuestros y asesinatos se multiplican por todo el país y es que otro de los fallos de la administración de AMLO, al igual que en los dos gobiernos pasados, apunta Ixchel Cisneros, es que “el Estado mexicano nunca ha querido aceptar que está rebasado".

En materia de desaparecidos la tendencia es la misma, pues a pesar de haber al menos 37 mil cuerpos en morgues y fosas sin identificar, el gobierno se ha rehusado a dar más presupuesto para atender el asunto. “Pareciera que a la administración de López Obrador únicamente le importan ciertos desaparecidos, cuando todos los casos deberían ser atendidos con la misma pulcritud con la que se está llevando el caso Ayotzinapa”, señala Cisneros. "En su afán por borrar el pasado, solo ha traído problemas de derechos humanos”.

Si de verdad quiere conseguir una transformación en la historia de México, dice, debe empezar a cumplir los compromisos por los que la gente lo eligió. Pero, por supuesto, gran parte de la responsabilidad de cambiar las cosas está en la sociedad. “No tendríamos que aceptar situaciones que siempre hemos rechazado solo porque está Morena en el gobierno”.

Durante estos 12 meses, en el gobierno de López Obrador ha habido costos humanos que son inaceptables para cualquier país medianamente democrático y “mucho más en uno donde hay un gobierno que se dice de izquierda”, dice a investigadora Margarita Nuñez. Dentro de los problemas más graves y no resueltos en nuestro país está también el asunto migratorio, un proceso por el que México ha sido fuertemente cuestionado y calificado como obediente del gobierno y de los caprichos de Donald Trump. El mandatario estadounidense ya tiene en marcha la construcción de un muro en la frontera con México y al mismo tiempo, México sigue  haciendo mucho del trabajo sucio para frenar los flujos migratorios rumbo a Estados Unidos, a un alto costo en términos de Derechos Humanos.

“La migración es un proceso que responde al funcionamiento actual del mundo”, detalla la investigadora. En ese sentido, dice, las caravanas migrantes no deberían abordarse como una crisis, pues es precisamente eso lo que ha agudizado la respuesta de los gobiernos, entre ellos el de AMLO. “En su administración el tema se les salió de las manos, pues en enero fueron muy optimistas e ingenuos al lanzar el programa para regularizar a toda la gente que llegaba”. Ella no duda que la iniciativa tuviera una “buena intención”, sin embargo, quisieron ponerla en marcha sin conocer a fondo la realidad y sin acercarse a las organizaciones que llevan años trabajando en el tema. Como resultado, la situación solamente se agravado.

Como el gobierno de México no está dispuesto a entrar en otra disputa con el gobierno estadounidense, como aquella en la que amenazaron con la imposición de nuevos aranceles, han optado por ceder en temas clave. “No creo que la presión hacia México disminuya, así quede o no Trump de nuevo en la presidencia de Estados Unidos, es por eso que el gobierno mexicano de actuar de una forma más inteligente y no ceder a las presiones de Estados Unidos, pero también debe encontrar tener una política migratoria que, por lo menos, no viole Derechos Humanos como lo está haciendo ahorita”.

Por otro lado, muchos de los reclamos al gobierno de AMLO se centran en la crisis económica que atraviesa el país y en la falta de un rumbo claro para enfrentarla. Eufemia Basilio, doctora en economía del Instituto de Investigaciones Económicas, asegura que en México sí hay un estancamiento económico y que incluso podría decir que éste ha sido negativo.

Cuando López Obrador llegó a la presidencia apostó por una política de austeridad, misma que a pesar de “haber surgido de buena intenciones, a la luz de los hechos, no ha estado bien encaminada”, detalla la doctora Basilio. Es una realidad que en la política mexicana existían muchos gastos onerosos que urgía recortar, pero en este afán de austeridad, dice, también se han recortado empleos y sueldos, lo que ha derivado en un creciente desempleo y menor inversión.

La investigadora Instituto de Investigaciones Económicas, Patricia Rodríguez reforzó dicha postura. "Lo más grave es que no hay inversión. Esto lo vemos en todas las variables, inversión fija bruta, inversión de las pequeñas y medianas empresas, en la confianza en abrir o no negocios o hasta en el consumir bienes de uso de lujo”.

“Ya no hay confianza entre los empresarios, pues el hecho de que de pronto se cancele un proyecto o que no se tenga certeza en otros, ha ido sumando a la incertidumbre”, detalla Basilio. Ante ese escenario, considera que en los próximos cinco años, el gobierno de AMLO tendría que hacer hincapié en la búsqueda del crecimiento, el fortalecimiento de mercado interno y de las instituciones, además de pensar en el gasto público como una herramienta.

Aún quedan cinco años por delante y el gobierno de Andrés Manuel López Obrador aún cuenta con el apoyo de una buen parte de los ciudadanos, quienes reconocen su interés en buscar un terreno de igualdad para los mexicanos, y combatir la corrupción.

Su joven gobierno ha sido un periodo de catarsis social en el que los ciudadanos, sin importar su afinidad política, han seguido mucho más de cerca lo que sucede en el país y quizás esa participación tenga un peso determinante para enfrentar la crisis que vive México.

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Una radiografía del país a 365 días de la toma de protesta de López Obrador.

Al menos 160 mil mexicanas y mexicanos se dieron cita en la plancha central de la Ciudad de México el 1 de diciembre de 2018. Era un día histórico, el dinosaurio se había ido y la esperanza de un nuevo México se depositó en la izquierda. Momentos antes, Andrés Manuel López Obrador entró a la Cámara de Diputados, el recinto Legislativo en el que en 2005 enfrentó un proceso de desafuero, pero ahora estaba ahí para rendir protesta como presidente de México. El reacomodo del terreno político no fue del agrado de todos, aunque sí de la mayoría, y en medio de una confrontación de gritos entre las bancadas opositoras y sus aliados, AMLO dio su primer discurso portando la banda presidencial.

Su entrada al Zócalo capitalino fue triunfal. López Obrador llegaba a la presidencia con una amplia base social. Banderas de México ondeaban en toda la plancha, hubo gritos, hubo cantos e incluso hubo alguno que otro simpatizante que no pudo contener las lágrimas. Más tarde, la plaza se convirtió en escenario de bailes tradicionales. Representantes de los pueblos indígenas hicieron una ceremonia especial y entregaron al nuevo presidente un bastón de mando. Él refrendó su compromiso por “no mentir, no robar y no traicionar al pueblo de México”.

De aquella promesa han pasado ya 365 días y de acuerdo con diversas encuestas, el Presidente mantiene la aprobación de la mayoría de las mexicanas y mexicanos respecto a su gobierno. A pesar de que su nivel de popularidad sí ha disminuido, de acuerdo con De las Heras Demotecnia, el 68 por ciento de los mexicanos aprueba el desempeño de Andrés Manuel durante el primer año de su sexenio, frente al 80 por ciento registrado tras los primeros 100 días de su administración. El desfase también se ha reflejado en aquellos que desaprueban su administración, pues de registrar 14 por ciento en marzo, hoy los descontentos alcanzan un 25 por ciento.

Mucho tuvo que ver el hartazgo de los mexicanos tras los gobiernos de Felipe Calderón y de Enrique Peña Nieto, para que Andrés Manuel López Obrador fuera el presidente más votado en la historia de México. La ilusión volvió a relacionarse con la alternancia y fueron muchas las expectativas con las que se eligió un gobierno de izquierda. A lo largo de estos 12 meses, el Presidente ha tomado decisiones en materia de seguridad, derechos humanos y economía que ha llevado tanto a opositores como a simpatizantes  a poner en duda los objetivos de la llamada Cuarta Transformación.

“Estamos cayendo en los mismos vicios de siempre”, dice en entrevista para Gatopardo Ixchel Cisneros, directora de la asociación Civil El Día Después. “La realidad es que esperábamos mucho más de este gobierno, las personas que votamos por Andrés Manuel esperábamos una estrategia distinta en seguridad”, asegura. Una de sus primeras decisiones como Presidente fue  romper su promesa de regresar al Ejército a sus cuarteles. Apostó por la creación de la Guardia Nacional, dando continuidad a la política de militarización que en doce años, no sólo no ha dado buenos resultados, sino que la violencia en el país crece año con año.

Hace unos meses el Cártel de Sinaloa paralizó una ciudad entera, Culiacán, a plena luz del día. La respuesta desde el gobierno y las autoridades de Seguridad evidenciaron la falta de coordinación que llevó a liberar a Ovidio Guzmán, hijo del Chapo. Los secuestros y asesinatos se multiplican por todo el país y es que otro de los fallos de la administración de AMLO, al igual que en los dos gobiernos pasados, apunta Ixchel Cisneros, es que “el Estado mexicano nunca ha querido aceptar que está rebasado".

En materia de desaparecidos la tendencia es la misma, pues a pesar de haber al menos 37 mil cuerpos en morgues y fosas sin identificar, el gobierno se ha rehusado a dar más presupuesto para atender el asunto. “Pareciera que a la administración de López Obrador únicamente le importan ciertos desaparecidos, cuando todos los casos deberían ser atendidos con la misma pulcritud con la que se está llevando el caso Ayotzinapa”, señala Cisneros. "En su afán por borrar el pasado, solo ha traído problemas de derechos humanos”.

Si de verdad quiere conseguir una transformación en la historia de México, dice, debe empezar a cumplir los compromisos por los que la gente lo eligió. Pero, por supuesto, gran parte de la responsabilidad de cambiar las cosas está en la sociedad. “No tendríamos que aceptar situaciones que siempre hemos rechazado solo porque está Morena en el gobierno”.

Durante estos 12 meses, en el gobierno de López Obrador ha habido costos humanos que son inaceptables para cualquier país medianamente democrático y “mucho más en uno donde hay un gobierno que se dice de izquierda”, dice a investigadora Margarita Nuñez. Dentro de los problemas más graves y no resueltos en nuestro país está también el asunto migratorio, un proceso por el que México ha sido fuertemente cuestionado y calificado como obediente del gobierno y de los caprichos de Donald Trump. El mandatario estadounidense ya tiene en marcha la construcción de un muro en la frontera con México y al mismo tiempo, México sigue  haciendo mucho del trabajo sucio para frenar los flujos migratorios rumbo a Estados Unidos, a un alto costo en términos de Derechos Humanos.

“La migración es un proceso que responde al funcionamiento actual del mundo”, detalla la investigadora. En ese sentido, dice, las caravanas migrantes no deberían abordarse como una crisis, pues es precisamente eso lo que ha agudizado la respuesta de los gobiernos, entre ellos el de AMLO. “En su administración el tema se les salió de las manos, pues en enero fueron muy optimistas e ingenuos al lanzar el programa para regularizar a toda la gente que llegaba”. Ella no duda que la iniciativa tuviera una “buena intención”, sin embargo, quisieron ponerla en marcha sin conocer a fondo la realidad y sin acercarse a las organizaciones que llevan años trabajando en el tema. Como resultado, la situación solamente se agravado.

Como el gobierno de México no está dispuesto a entrar en otra disputa con el gobierno estadounidense, como aquella en la que amenazaron con la imposición de nuevos aranceles, han optado por ceder en temas clave. “No creo que la presión hacia México disminuya, así quede o no Trump de nuevo en la presidencia de Estados Unidos, es por eso que el gobierno mexicano de actuar de una forma más inteligente y no ceder a las presiones de Estados Unidos, pero también debe encontrar tener una política migratoria que, por lo menos, no viole Derechos Humanos como lo está haciendo ahorita”.

Por otro lado, muchos de los reclamos al gobierno de AMLO se centran en la crisis económica que atraviesa el país y en la falta de un rumbo claro para enfrentarla. Eufemia Basilio, doctora en economía del Instituto de Investigaciones Económicas, asegura que en México sí hay un estancamiento económico y que incluso podría decir que éste ha sido negativo.

Cuando López Obrador llegó a la presidencia apostó por una política de austeridad, misma que a pesar de “haber surgido de buena intenciones, a la luz de los hechos, no ha estado bien encaminada”, detalla la doctora Basilio. Es una realidad que en la política mexicana existían muchos gastos onerosos que urgía recortar, pero en este afán de austeridad, dice, también se han recortado empleos y sueldos, lo que ha derivado en un creciente desempleo y menor inversión.

La investigadora Instituto de Investigaciones Económicas, Patricia Rodríguez reforzó dicha postura. "Lo más grave es que no hay inversión. Esto lo vemos en todas las variables, inversión fija bruta, inversión de las pequeñas y medianas empresas, en la confianza en abrir o no negocios o hasta en el consumir bienes de uso de lujo”.

“Ya no hay confianza entre los empresarios, pues el hecho de que de pronto se cancele un proyecto o que no se tenga certeza en otros, ha ido sumando a la incertidumbre”, detalla Basilio. Ante ese escenario, considera que en los próximos cinco años, el gobierno de AMLO tendría que hacer hincapié en la búsqueda del crecimiento, el fortalecimiento de mercado interno y de las instituciones, además de pensar en el gasto público como una herramienta.

Aún quedan cinco años por delante y el gobierno de Andrés Manuel López Obrador aún cuenta con el apoyo de una buen parte de los ciudadanos, quienes reconocen su interés en buscar un terreno de igualdad para los mexicanos, y combatir la corrupción.

Su joven gobierno ha sido un periodo de catarsis social en el que los ciudadanos, sin importar su afinidad política, han seguido mucho más de cerca lo que sucede en el país y quizás esa participación tenga un peso determinante para enfrentar la crisis que vive México.

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México tras el primer año de gobierno de AMLO

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12
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Una radiografía del país a 365 días de la toma de protesta de López Obrador.

Al menos 160 mil mexicanas y mexicanos se dieron cita en la plancha central de la Ciudad de México el 1 de diciembre de 2018. Era un día histórico, el dinosaurio se había ido y la esperanza de un nuevo México se depositó en la izquierda. Momentos antes, Andrés Manuel López Obrador entró a la Cámara de Diputados, el recinto Legislativo en el que en 2005 enfrentó un proceso de desafuero, pero ahora estaba ahí para rendir protesta como presidente de México. El reacomodo del terreno político no fue del agrado de todos, aunque sí de la mayoría, y en medio de una confrontación de gritos entre las bancadas opositoras y sus aliados, AMLO dio su primer discurso portando la banda presidencial.

Su entrada al Zócalo capitalino fue triunfal. López Obrador llegaba a la presidencia con una amplia base social. Banderas de México ondeaban en toda la plancha, hubo gritos, hubo cantos e incluso hubo alguno que otro simpatizante que no pudo contener las lágrimas. Más tarde, la plaza se convirtió en escenario de bailes tradicionales. Representantes de los pueblos indígenas hicieron una ceremonia especial y entregaron al nuevo presidente un bastón de mando. Él refrendó su compromiso por “no mentir, no robar y no traicionar al pueblo de México”.

De aquella promesa han pasado ya 365 días y de acuerdo con diversas encuestas, el Presidente mantiene la aprobación de la mayoría de las mexicanas y mexicanos respecto a su gobierno. A pesar de que su nivel de popularidad sí ha disminuido, de acuerdo con De las Heras Demotecnia, el 68 por ciento de los mexicanos aprueba el desempeño de Andrés Manuel durante el primer año de su sexenio, frente al 80 por ciento registrado tras los primeros 100 días de su administración. El desfase también se ha reflejado en aquellos que desaprueban su administración, pues de registrar 14 por ciento en marzo, hoy los descontentos alcanzan un 25 por ciento.

Mucho tuvo que ver el hartazgo de los mexicanos tras los gobiernos de Felipe Calderón y de Enrique Peña Nieto, para que Andrés Manuel López Obrador fuera el presidente más votado en la historia de México. La ilusión volvió a relacionarse con la alternancia y fueron muchas las expectativas con las que se eligió un gobierno de izquierda. A lo largo de estos 12 meses, el Presidente ha tomado decisiones en materia de seguridad, derechos humanos y economía que ha llevado tanto a opositores como a simpatizantes  a poner en duda los objetivos de la llamada Cuarta Transformación.

“Estamos cayendo en los mismos vicios de siempre”, dice en entrevista para Gatopardo Ixchel Cisneros, directora de la asociación Civil El Día Después. “La realidad es que esperábamos mucho más de este gobierno, las personas que votamos por Andrés Manuel esperábamos una estrategia distinta en seguridad”, asegura. Una de sus primeras decisiones como Presidente fue  romper su promesa de regresar al Ejército a sus cuarteles. Apostó por la creación de la Guardia Nacional, dando continuidad a la política de militarización que en doce años, no sólo no ha dado buenos resultados, sino que la violencia en el país crece año con año.

Hace unos meses el Cártel de Sinaloa paralizó una ciudad entera, Culiacán, a plena luz del día. La respuesta desde el gobierno y las autoridades de Seguridad evidenciaron la falta de coordinación que llevó a liberar a Ovidio Guzmán, hijo del Chapo. Los secuestros y asesinatos se multiplican por todo el país y es que otro de los fallos de la administración de AMLO, al igual que en los dos gobiernos pasados, apunta Ixchel Cisneros, es que “el Estado mexicano nunca ha querido aceptar que está rebasado".

En materia de desaparecidos la tendencia es la misma, pues a pesar de haber al menos 37 mil cuerpos en morgues y fosas sin identificar, el gobierno se ha rehusado a dar más presupuesto para atender el asunto. “Pareciera que a la administración de López Obrador únicamente le importan ciertos desaparecidos, cuando todos los casos deberían ser atendidos con la misma pulcritud con la que se está llevando el caso Ayotzinapa”, señala Cisneros. "En su afán por borrar el pasado, solo ha traído problemas de derechos humanos”.

Si de verdad quiere conseguir una transformación en la historia de México, dice, debe empezar a cumplir los compromisos por los que la gente lo eligió. Pero, por supuesto, gran parte de la responsabilidad de cambiar las cosas está en la sociedad. “No tendríamos que aceptar situaciones que siempre hemos rechazado solo porque está Morena en el gobierno”.

Durante estos 12 meses, en el gobierno de López Obrador ha habido costos humanos que son inaceptables para cualquier país medianamente democrático y “mucho más en uno donde hay un gobierno que se dice de izquierda”, dice a investigadora Margarita Nuñez. Dentro de los problemas más graves y no resueltos en nuestro país está también el asunto migratorio, un proceso por el que México ha sido fuertemente cuestionado y calificado como obediente del gobierno y de los caprichos de Donald Trump. El mandatario estadounidense ya tiene en marcha la construcción de un muro en la frontera con México y al mismo tiempo, México sigue  haciendo mucho del trabajo sucio para frenar los flujos migratorios rumbo a Estados Unidos, a un alto costo en términos de Derechos Humanos.

“La migración es un proceso que responde al funcionamiento actual del mundo”, detalla la investigadora. En ese sentido, dice, las caravanas migrantes no deberían abordarse como una crisis, pues es precisamente eso lo que ha agudizado la respuesta de los gobiernos, entre ellos el de AMLO. “En su administración el tema se les salió de las manos, pues en enero fueron muy optimistas e ingenuos al lanzar el programa para regularizar a toda la gente que llegaba”. Ella no duda que la iniciativa tuviera una “buena intención”, sin embargo, quisieron ponerla en marcha sin conocer a fondo la realidad y sin acercarse a las organizaciones que llevan años trabajando en el tema. Como resultado, la situación solamente se agravado.

Como el gobierno de México no está dispuesto a entrar en otra disputa con el gobierno estadounidense, como aquella en la que amenazaron con la imposición de nuevos aranceles, han optado por ceder en temas clave. “No creo que la presión hacia México disminuya, así quede o no Trump de nuevo en la presidencia de Estados Unidos, es por eso que el gobierno mexicano de actuar de una forma más inteligente y no ceder a las presiones de Estados Unidos, pero también debe encontrar tener una política migratoria que, por lo menos, no viole Derechos Humanos como lo está haciendo ahorita”.

Por otro lado, muchos de los reclamos al gobierno de AMLO se centran en la crisis económica que atraviesa el país y en la falta de un rumbo claro para enfrentarla. Eufemia Basilio, doctora en economía del Instituto de Investigaciones Económicas, asegura que en México sí hay un estancamiento económico y que incluso podría decir que éste ha sido negativo.

Cuando López Obrador llegó a la presidencia apostó por una política de austeridad, misma que a pesar de “haber surgido de buena intenciones, a la luz de los hechos, no ha estado bien encaminada”, detalla la doctora Basilio. Es una realidad que en la política mexicana existían muchos gastos onerosos que urgía recortar, pero en este afán de austeridad, dice, también se han recortado empleos y sueldos, lo que ha derivado en un creciente desempleo y menor inversión.

La investigadora Instituto de Investigaciones Económicas, Patricia Rodríguez reforzó dicha postura. "Lo más grave es que no hay inversión. Esto lo vemos en todas las variables, inversión fija bruta, inversión de las pequeñas y medianas empresas, en la confianza en abrir o no negocios o hasta en el consumir bienes de uso de lujo”.

“Ya no hay confianza entre los empresarios, pues el hecho de que de pronto se cancele un proyecto o que no se tenga certeza en otros, ha ido sumando a la incertidumbre”, detalla Basilio. Ante ese escenario, considera que en los próximos cinco años, el gobierno de AMLO tendría que hacer hincapié en la búsqueda del crecimiento, el fortalecimiento de mercado interno y de las instituciones, además de pensar en el gasto público como una herramienta.

Aún quedan cinco años por delante y el gobierno de Andrés Manuel López Obrador aún cuenta con el apoyo de una buen parte de los ciudadanos, quienes reconocen su interés en buscar un terreno de igualdad para los mexicanos, y combatir la corrupción.

Su joven gobierno ha sido un periodo de catarsis social en el que los ciudadanos, sin importar su afinidad política, han seguido mucho más de cerca lo que sucede en el país y quizás esa participación tenga un peso determinante para enfrentar la crisis que vive México.

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El primer discurso de Andrés Manuel López Obrador

La paradoja de Andrés Manuel López Obrador

López Obrador: La tercera y la vencida

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Una radiografía del país a 365 días de la toma de protesta de López Obrador.

Al menos 160 mil mexicanas y mexicanos se dieron cita en la plancha central de la Ciudad de México el 1 de diciembre de 2018. Era un día histórico, el dinosaurio se había ido y la esperanza de un nuevo México se depositó en la izquierda. Momentos antes, Andrés Manuel López Obrador entró a la Cámara de Diputados, el recinto Legislativo en el que en 2005 enfrentó un proceso de desafuero, pero ahora estaba ahí para rendir protesta como presidente de México. El reacomodo del terreno político no fue del agrado de todos, aunque sí de la mayoría, y en medio de una confrontación de gritos entre las bancadas opositoras y sus aliados, AMLO dio su primer discurso portando la banda presidencial.

Su entrada al Zócalo capitalino fue triunfal. López Obrador llegaba a la presidencia con una amplia base social. Banderas de México ondeaban en toda la plancha, hubo gritos, hubo cantos e incluso hubo alguno que otro simpatizante que no pudo contener las lágrimas. Más tarde, la plaza se convirtió en escenario de bailes tradicionales. Representantes de los pueblos indígenas hicieron una ceremonia especial y entregaron al nuevo presidente un bastón de mando. Él refrendó su compromiso por “no mentir, no robar y no traicionar al pueblo de México”.

De aquella promesa han pasado ya 365 días y de acuerdo con diversas encuestas, el Presidente mantiene la aprobación de la mayoría de las mexicanas y mexicanos respecto a su gobierno. A pesar de que su nivel de popularidad sí ha disminuido, de acuerdo con De las Heras Demotecnia, el 68 por ciento de los mexicanos aprueba el desempeño de Andrés Manuel durante el primer año de su sexenio, frente al 80 por ciento registrado tras los primeros 100 días de su administración. El desfase también se ha reflejado en aquellos que desaprueban su administración, pues de registrar 14 por ciento en marzo, hoy los descontentos alcanzan un 25 por ciento.

Mucho tuvo que ver el hartazgo de los mexicanos tras los gobiernos de Felipe Calderón y de Enrique Peña Nieto, para que Andrés Manuel López Obrador fuera el presidente más votado en la historia de México. La ilusión volvió a relacionarse con la alternancia y fueron muchas las expectativas con las que se eligió un gobierno de izquierda. A lo largo de estos 12 meses, el Presidente ha tomado decisiones en materia de seguridad, derechos humanos y economía que ha llevado tanto a opositores como a simpatizantes  a poner en duda los objetivos de la llamada Cuarta Transformación.

“Estamos cayendo en los mismos vicios de siempre”, dice en entrevista para Gatopardo Ixchel Cisneros, directora de la asociación Civil El Día Después. “La realidad es que esperábamos mucho más de este gobierno, las personas que votamos por Andrés Manuel esperábamos una estrategia distinta en seguridad”, asegura. Una de sus primeras decisiones como Presidente fue  romper su promesa de regresar al Ejército a sus cuarteles. Apostó por la creación de la Guardia Nacional, dando continuidad a la política de militarización que en doce años, no sólo no ha dado buenos resultados, sino que la violencia en el país crece año con año.

Hace unos meses el Cártel de Sinaloa paralizó una ciudad entera, Culiacán, a plena luz del día. La respuesta desde el gobierno y las autoridades de Seguridad evidenciaron la falta de coordinación que llevó a liberar a Ovidio Guzmán, hijo del Chapo. Los secuestros y asesinatos se multiplican por todo el país y es que otro de los fallos de la administración de AMLO, al igual que en los dos gobiernos pasados, apunta Ixchel Cisneros, es que “el Estado mexicano nunca ha querido aceptar que está rebasado".

En materia de desaparecidos la tendencia es la misma, pues a pesar de haber al menos 37 mil cuerpos en morgues y fosas sin identificar, el gobierno se ha rehusado a dar más presupuesto para atender el asunto. “Pareciera que a la administración de López Obrador únicamente le importan ciertos desaparecidos, cuando todos los casos deberían ser atendidos con la misma pulcritud con la que se está llevando el caso Ayotzinapa”, señala Cisneros. "En su afán por borrar el pasado, solo ha traído problemas de derechos humanos”.

Si de verdad quiere conseguir una transformación en la historia de México, dice, debe empezar a cumplir los compromisos por los que la gente lo eligió. Pero, por supuesto, gran parte de la responsabilidad de cambiar las cosas está en la sociedad. “No tendríamos que aceptar situaciones que siempre hemos rechazado solo porque está Morena en el gobierno”.

Durante estos 12 meses, en el gobierno de López Obrador ha habido costos humanos que son inaceptables para cualquier país medianamente democrático y “mucho más en uno donde hay un gobierno que se dice de izquierda”, dice a investigadora Margarita Nuñez. Dentro de los problemas más graves y no resueltos en nuestro país está también el asunto migratorio, un proceso por el que México ha sido fuertemente cuestionado y calificado como obediente del gobierno y de los caprichos de Donald Trump. El mandatario estadounidense ya tiene en marcha la construcción de un muro en la frontera con México y al mismo tiempo, México sigue  haciendo mucho del trabajo sucio para frenar los flujos migratorios rumbo a Estados Unidos, a un alto costo en términos de Derechos Humanos.

“La migración es un proceso que responde al funcionamiento actual del mundo”, detalla la investigadora. En ese sentido, dice, las caravanas migrantes no deberían abordarse como una crisis, pues es precisamente eso lo que ha agudizado la respuesta de los gobiernos, entre ellos el de AMLO. “En su administración el tema se les salió de las manos, pues en enero fueron muy optimistas e ingenuos al lanzar el programa para regularizar a toda la gente que llegaba”. Ella no duda que la iniciativa tuviera una “buena intención”, sin embargo, quisieron ponerla en marcha sin conocer a fondo la realidad y sin acercarse a las organizaciones que llevan años trabajando en el tema. Como resultado, la situación solamente se agravado.

Como el gobierno de México no está dispuesto a entrar en otra disputa con el gobierno estadounidense, como aquella en la que amenazaron con la imposición de nuevos aranceles, han optado por ceder en temas clave. “No creo que la presión hacia México disminuya, así quede o no Trump de nuevo en la presidencia de Estados Unidos, es por eso que el gobierno mexicano de actuar de una forma más inteligente y no ceder a las presiones de Estados Unidos, pero también debe encontrar tener una política migratoria que, por lo menos, no viole Derechos Humanos como lo está haciendo ahorita”.

Por otro lado, muchos de los reclamos al gobierno de AMLO se centran en la crisis económica que atraviesa el país y en la falta de un rumbo claro para enfrentarla. Eufemia Basilio, doctora en economía del Instituto de Investigaciones Económicas, asegura que en México sí hay un estancamiento económico y que incluso podría decir que éste ha sido negativo.

Cuando López Obrador llegó a la presidencia apostó por una política de austeridad, misma que a pesar de “haber surgido de buena intenciones, a la luz de los hechos, no ha estado bien encaminada”, detalla la doctora Basilio. Es una realidad que en la política mexicana existían muchos gastos onerosos que urgía recortar, pero en este afán de austeridad, dice, también se han recortado empleos y sueldos, lo que ha derivado en un creciente desempleo y menor inversión.

La investigadora Instituto de Investigaciones Económicas, Patricia Rodríguez reforzó dicha postura. "Lo más grave es que no hay inversión. Esto lo vemos en todas las variables, inversión fija bruta, inversión de las pequeñas y medianas empresas, en la confianza en abrir o no negocios o hasta en el consumir bienes de uso de lujo”.

“Ya no hay confianza entre los empresarios, pues el hecho de que de pronto se cancele un proyecto o que no se tenga certeza en otros, ha ido sumando a la incertidumbre”, detalla Basilio. Ante ese escenario, considera que en los próximos cinco años, el gobierno de AMLO tendría que hacer hincapié en la búsqueda del crecimiento, el fortalecimiento de mercado interno y de las instituciones, además de pensar en el gasto público como una herramienta.

Aún quedan cinco años por delante y el gobierno de Andrés Manuel López Obrador aún cuenta con el apoyo de una buen parte de los ciudadanos, quienes reconocen su interés en buscar un terreno de igualdad para los mexicanos, y combatir la corrupción.

Su joven gobierno ha sido un periodo de catarsis social en el que los ciudadanos, sin importar su afinidad política, han seguido mucho más de cerca lo que sucede en el país y quizás esa participación tenga un peso determinante para enfrentar la crisis que vive México.

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Una radiografía del país a 365 días de la toma de protesta de López Obrador.

Al menos 160 mil mexicanas y mexicanos se dieron cita en la plancha central de la Ciudad de México el 1 de diciembre de 2018. Era un día histórico, el dinosaurio se había ido y la esperanza de un nuevo México se depositó en la izquierda. Momentos antes, Andrés Manuel López Obrador entró a la Cámara de Diputados, el recinto Legislativo en el que en 2005 enfrentó un proceso de desafuero, pero ahora estaba ahí para rendir protesta como presidente de México. El reacomodo del terreno político no fue del agrado de todos, aunque sí de la mayoría, y en medio de una confrontación de gritos entre las bancadas opositoras y sus aliados, AMLO dio su primer discurso portando la banda presidencial.

Su entrada al Zócalo capitalino fue triunfal. López Obrador llegaba a la presidencia con una amplia base social. Banderas de México ondeaban en toda la plancha, hubo gritos, hubo cantos e incluso hubo alguno que otro simpatizante que no pudo contener las lágrimas. Más tarde, la plaza se convirtió en escenario de bailes tradicionales. Representantes de los pueblos indígenas hicieron una ceremonia especial y entregaron al nuevo presidente un bastón de mando. Él refrendó su compromiso por “no mentir, no robar y no traicionar al pueblo de México”.

De aquella promesa han pasado ya 365 días y de acuerdo con diversas encuestas, el Presidente mantiene la aprobación de la mayoría de las mexicanas y mexicanos respecto a su gobierno. A pesar de que su nivel de popularidad sí ha disminuido, de acuerdo con De las Heras Demotecnia, el 68 por ciento de los mexicanos aprueba el desempeño de Andrés Manuel durante el primer año de su sexenio, frente al 80 por ciento registrado tras los primeros 100 días de su administración. El desfase también se ha reflejado en aquellos que desaprueban su administración, pues de registrar 14 por ciento en marzo, hoy los descontentos alcanzan un 25 por ciento.

Mucho tuvo que ver el hartazgo de los mexicanos tras los gobiernos de Felipe Calderón y de Enrique Peña Nieto, para que Andrés Manuel López Obrador fuera el presidente más votado en la historia de México. La ilusión volvió a relacionarse con la alternancia y fueron muchas las expectativas con las que se eligió un gobierno de izquierda. A lo largo de estos 12 meses, el Presidente ha tomado decisiones en materia de seguridad, derechos humanos y economía que ha llevado tanto a opositores como a simpatizantes  a poner en duda los objetivos de la llamada Cuarta Transformación.

“Estamos cayendo en los mismos vicios de siempre”, dice en entrevista para Gatopardo Ixchel Cisneros, directora de la asociación Civil El Día Después. “La realidad es que esperábamos mucho más de este gobierno, las personas que votamos por Andrés Manuel esperábamos una estrategia distinta en seguridad”, asegura. Una de sus primeras decisiones como Presidente fue  romper su promesa de regresar al Ejército a sus cuarteles. Apostó por la creación de la Guardia Nacional, dando continuidad a la política de militarización que en doce años, no sólo no ha dado buenos resultados, sino que la violencia en el país crece año con año.

Hace unos meses el Cártel de Sinaloa paralizó una ciudad entera, Culiacán, a plena luz del día. La respuesta desde el gobierno y las autoridades de Seguridad evidenciaron la falta de coordinación que llevó a liberar a Ovidio Guzmán, hijo del Chapo. Los secuestros y asesinatos se multiplican por todo el país y es que otro de los fallos de la administración de AMLO, al igual que en los dos gobiernos pasados, apunta Ixchel Cisneros, es que “el Estado mexicano nunca ha querido aceptar que está rebasado".

En materia de desaparecidos la tendencia es la misma, pues a pesar de haber al menos 37 mil cuerpos en morgues y fosas sin identificar, el gobierno se ha rehusado a dar más presupuesto para atender el asunto. “Pareciera que a la administración de López Obrador únicamente le importan ciertos desaparecidos, cuando todos los casos deberían ser atendidos con la misma pulcritud con la que se está llevando el caso Ayotzinapa”, señala Cisneros. "En su afán por borrar el pasado, solo ha traído problemas de derechos humanos”.

Si de verdad quiere conseguir una transformación en la historia de México, dice, debe empezar a cumplir los compromisos por los que la gente lo eligió. Pero, por supuesto, gran parte de la responsabilidad de cambiar las cosas está en la sociedad. “No tendríamos que aceptar situaciones que siempre hemos rechazado solo porque está Morena en el gobierno”.

Durante estos 12 meses, en el gobierno de López Obrador ha habido costos humanos que son inaceptables para cualquier país medianamente democrático y “mucho más en uno donde hay un gobierno que se dice de izquierda”, dice a investigadora Margarita Nuñez. Dentro de los problemas más graves y no resueltos en nuestro país está también el asunto migratorio, un proceso por el que México ha sido fuertemente cuestionado y calificado como obediente del gobierno y de los caprichos de Donald Trump. El mandatario estadounidense ya tiene en marcha la construcción de un muro en la frontera con México y al mismo tiempo, México sigue  haciendo mucho del trabajo sucio para frenar los flujos migratorios rumbo a Estados Unidos, a un alto costo en términos de Derechos Humanos.

“La migración es un proceso que responde al funcionamiento actual del mundo”, detalla la investigadora. En ese sentido, dice, las caravanas migrantes no deberían abordarse como una crisis, pues es precisamente eso lo que ha agudizado la respuesta de los gobiernos, entre ellos el de AMLO. “En su administración el tema se les salió de las manos, pues en enero fueron muy optimistas e ingenuos al lanzar el programa para regularizar a toda la gente que llegaba”. Ella no duda que la iniciativa tuviera una “buena intención”, sin embargo, quisieron ponerla en marcha sin conocer a fondo la realidad y sin acercarse a las organizaciones que llevan años trabajando en el tema. Como resultado, la situación solamente se agravado.

Como el gobierno de México no está dispuesto a entrar en otra disputa con el gobierno estadounidense, como aquella en la que amenazaron con la imposición de nuevos aranceles, han optado por ceder en temas clave. “No creo que la presión hacia México disminuya, así quede o no Trump de nuevo en la presidencia de Estados Unidos, es por eso que el gobierno mexicano de actuar de una forma más inteligente y no ceder a las presiones de Estados Unidos, pero también debe encontrar tener una política migratoria que, por lo menos, no viole Derechos Humanos como lo está haciendo ahorita”.

Por otro lado, muchos de los reclamos al gobierno de AMLO se centran en la crisis económica que atraviesa el país y en la falta de un rumbo claro para enfrentarla. Eufemia Basilio, doctora en economía del Instituto de Investigaciones Económicas, asegura que en México sí hay un estancamiento económico y que incluso podría decir que éste ha sido negativo.

Cuando López Obrador llegó a la presidencia apostó por una política de austeridad, misma que a pesar de “haber surgido de buena intenciones, a la luz de los hechos, no ha estado bien encaminada”, detalla la doctora Basilio. Es una realidad que en la política mexicana existían muchos gastos onerosos que urgía recortar, pero en este afán de austeridad, dice, también se han recortado empleos y sueldos, lo que ha derivado en un creciente desempleo y menor inversión.

La investigadora Instituto de Investigaciones Económicas, Patricia Rodríguez reforzó dicha postura. "Lo más grave es que no hay inversión. Esto lo vemos en todas las variables, inversión fija bruta, inversión de las pequeñas y medianas empresas, en la confianza en abrir o no negocios o hasta en el consumir bienes de uso de lujo”.

“Ya no hay confianza entre los empresarios, pues el hecho de que de pronto se cancele un proyecto o que no se tenga certeza en otros, ha ido sumando a la incertidumbre”, detalla Basilio. Ante ese escenario, considera que en los próximos cinco años, el gobierno de AMLO tendría que hacer hincapié en la búsqueda del crecimiento, el fortalecimiento de mercado interno y de las instituciones, además de pensar en el gasto público como una herramienta.

Aún quedan cinco años por delante y el gobierno de Andrés Manuel López Obrador aún cuenta con el apoyo de una buen parte de los ciudadanos, quienes reconocen su interés en buscar un terreno de igualdad para los mexicanos, y combatir la corrupción.

Su joven gobierno ha sido un periodo de catarsis social en el que los ciudadanos, sin importar su afinidad política, han seguido mucho más de cerca lo que sucede en el país y quizás esa participación tenga un peso determinante para enfrentar la crisis que vive México.

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Al menos 160 mil mexicanas y mexicanos se dieron cita en la plancha central de la Ciudad de México el 1 de diciembre de 2018. Era un día histórico, el dinosaurio se había ido y la esperanza de un nuevo México se depositó en la izquierda. Momentos antes, Andrés Manuel López Obrador entró a la Cámara de Diputados, el recinto Legislativo en el que en 2005 enfrentó un proceso de desafuero, pero ahora estaba ahí para rendir protesta como presidente de México. El reacomodo del terreno político no fue del agrado de todos, aunque sí de la mayoría, y en medio de una confrontación de gritos entre las bancadas opositoras y sus aliados, AMLO dio su primer discurso portando la banda presidencial.

Su entrada al Zócalo capitalino fue triunfal. López Obrador llegaba a la presidencia con una amplia base social. Banderas de México ondeaban en toda la plancha, hubo gritos, hubo cantos e incluso hubo alguno que otro simpatizante que no pudo contener las lágrimas. Más tarde, la plaza se convirtió en escenario de bailes tradicionales. Representantes de los pueblos indígenas hicieron una ceremonia especial y entregaron al nuevo presidente un bastón de mando. Él refrendó su compromiso por “no mentir, no robar y no traicionar al pueblo de México”.

De aquella promesa han pasado ya 365 días y de acuerdo con diversas encuestas, el Presidente mantiene la aprobación de la mayoría de las mexicanas y mexicanos respecto a su gobierno. A pesar de que su nivel de popularidad sí ha disminuido, de acuerdo con De las Heras Demotecnia, el 68 por ciento de los mexicanos aprueba el desempeño de Andrés Manuel durante el primer año de su sexenio, frente al 80 por ciento registrado tras los primeros 100 días de su administración. El desfase también se ha reflejado en aquellos que desaprueban su administración, pues de registrar 14 por ciento en marzo, hoy los descontentos alcanzan un 25 por ciento.

Mucho tuvo que ver el hartazgo de los mexicanos tras los gobiernos de Felipe Calderón y de Enrique Peña Nieto, para que Andrés Manuel López Obrador fuera el presidente más votado en la historia de México. La ilusión volvió a relacionarse con la alternancia y fueron muchas las expectativas con las que se eligió un gobierno de izquierda. A lo largo de estos 12 meses, el Presidente ha tomado decisiones en materia de seguridad, derechos humanos y economía que ha llevado tanto a opositores como a simpatizantes  a poner en duda los objetivos de la llamada Cuarta Transformación.

“Estamos cayendo en los mismos vicios de siempre”, dice en entrevista para Gatopardo Ixchel Cisneros, directora de la asociación Civil El Día Después. “La realidad es que esperábamos mucho más de este gobierno, las personas que votamos por Andrés Manuel esperábamos una estrategia distinta en seguridad”, asegura. Una de sus primeras decisiones como Presidente fue  romper su promesa de regresar al Ejército a sus cuarteles. Apostó por la creación de la Guardia Nacional, dando continuidad a la política de militarización que en doce años, no sólo no ha dado buenos resultados, sino que la violencia en el país crece año con año.

Hace unos meses el Cártel de Sinaloa paralizó una ciudad entera, Culiacán, a plena luz del día. La respuesta desde el gobierno y las autoridades de Seguridad evidenciaron la falta de coordinación que llevó a liberar a Ovidio Guzmán, hijo del Chapo. Los secuestros y asesinatos se multiplican por todo el país y es que otro de los fallos de la administración de AMLO, al igual que en los dos gobiernos pasados, apunta Ixchel Cisneros, es que “el Estado mexicano nunca ha querido aceptar que está rebasado".

En materia de desaparecidos la tendencia es la misma, pues a pesar de haber al menos 37 mil cuerpos en morgues y fosas sin identificar, el gobierno se ha rehusado a dar más presupuesto para atender el asunto. “Pareciera que a la administración de López Obrador únicamente le importan ciertos desaparecidos, cuando todos los casos deberían ser atendidos con la misma pulcritud con la que se está llevando el caso Ayotzinapa”, señala Cisneros. "En su afán por borrar el pasado, solo ha traído problemas de derechos humanos”.

Si de verdad quiere conseguir una transformación en la historia de México, dice, debe empezar a cumplir los compromisos por los que la gente lo eligió. Pero, por supuesto, gran parte de la responsabilidad de cambiar las cosas está en la sociedad. “No tendríamos que aceptar situaciones que siempre hemos rechazado solo porque está Morena en el gobierno”.

Durante estos 12 meses, en el gobierno de López Obrador ha habido costos humanos que son inaceptables para cualquier país medianamente democrático y “mucho más en uno donde hay un gobierno que se dice de izquierda”, dice a investigadora Margarita Nuñez. Dentro de los problemas más graves y no resueltos en nuestro país está también el asunto migratorio, un proceso por el que México ha sido fuertemente cuestionado y calificado como obediente del gobierno y de los caprichos de Donald Trump. El mandatario estadounidense ya tiene en marcha la construcción de un muro en la frontera con México y al mismo tiempo, México sigue  haciendo mucho del trabajo sucio para frenar los flujos migratorios rumbo a Estados Unidos, a un alto costo en términos de Derechos Humanos.

“La migración es un proceso que responde al funcionamiento actual del mundo”, detalla la investigadora. En ese sentido, dice, las caravanas migrantes no deberían abordarse como una crisis, pues es precisamente eso lo que ha agudizado la respuesta de los gobiernos, entre ellos el de AMLO. “En su administración el tema se les salió de las manos, pues en enero fueron muy optimistas e ingenuos al lanzar el programa para regularizar a toda la gente que llegaba”. Ella no duda que la iniciativa tuviera una “buena intención”, sin embargo, quisieron ponerla en marcha sin conocer a fondo la realidad y sin acercarse a las organizaciones que llevan años trabajando en el tema. Como resultado, la situación solamente se agravado.

Como el gobierno de México no está dispuesto a entrar en otra disputa con el gobierno estadounidense, como aquella en la que amenazaron con la imposición de nuevos aranceles, han optado por ceder en temas clave. “No creo que la presión hacia México disminuya, así quede o no Trump de nuevo en la presidencia de Estados Unidos, es por eso que el gobierno mexicano de actuar de una forma más inteligente y no ceder a las presiones de Estados Unidos, pero también debe encontrar tener una política migratoria que, por lo menos, no viole Derechos Humanos como lo está haciendo ahorita”.

Por otro lado, muchos de los reclamos al gobierno de AMLO se centran en la crisis económica que atraviesa el país y en la falta de un rumbo claro para enfrentarla. Eufemia Basilio, doctora en economía del Instituto de Investigaciones Económicas, asegura que en México sí hay un estancamiento económico y que incluso podría decir que éste ha sido negativo.

Cuando López Obrador llegó a la presidencia apostó por una política de austeridad, misma que a pesar de “haber surgido de buena intenciones, a la luz de los hechos, no ha estado bien encaminada”, detalla la doctora Basilio. Es una realidad que en la política mexicana existían muchos gastos onerosos que urgía recortar, pero en este afán de austeridad, dice, también se han recortado empleos y sueldos, lo que ha derivado en un creciente desempleo y menor inversión.

La investigadora Instituto de Investigaciones Económicas, Patricia Rodríguez reforzó dicha postura. "Lo más grave es que no hay inversión. Esto lo vemos en todas las variables, inversión fija bruta, inversión de las pequeñas y medianas empresas, en la confianza en abrir o no negocios o hasta en el consumir bienes de uso de lujo”.

“Ya no hay confianza entre los empresarios, pues el hecho de que de pronto se cancele un proyecto o que no se tenga certeza en otros, ha ido sumando a la incertidumbre”, detalla Basilio. Ante ese escenario, considera que en los próximos cinco años, el gobierno de AMLO tendría que hacer hincapié en la búsqueda del crecimiento, el fortalecimiento de mercado interno y de las instituciones, además de pensar en el gasto público como una herramienta.

Aún quedan cinco años por delante y el gobierno de Andrés Manuel López Obrador aún cuenta con el apoyo de una buen parte de los ciudadanos, quienes reconocen su interés en buscar un terreno de igualdad para los mexicanos, y combatir la corrupción.

Su joven gobierno ha sido un periodo de catarsis social en el que los ciudadanos, sin importar su afinidad política, han seguido mucho más de cerca lo que sucede en el país y quizás esa participación tenga un peso determinante para enfrentar la crisis que vive México.

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México tras el primer año de gobierno de AMLO

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12
.
19
AAAA
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Una radiografía del país a 365 días de la toma de protesta de López Obrador.

Al menos 160 mil mexicanas y mexicanos se dieron cita en la plancha central de la Ciudad de México el 1 de diciembre de 2018. Era un día histórico, el dinosaurio se había ido y la esperanza de un nuevo México se depositó en la izquierda. Momentos antes, Andrés Manuel López Obrador entró a la Cámara de Diputados, el recinto Legislativo en el que en 2005 enfrentó un proceso de desafuero, pero ahora estaba ahí para rendir protesta como presidente de México. El reacomodo del terreno político no fue del agrado de todos, aunque sí de la mayoría, y en medio de una confrontación de gritos entre las bancadas opositoras y sus aliados, AMLO dio su primer discurso portando la banda presidencial.

Su entrada al Zócalo capitalino fue triunfal. López Obrador llegaba a la presidencia con una amplia base social. Banderas de México ondeaban en toda la plancha, hubo gritos, hubo cantos e incluso hubo alguno que otro simpatizante que no pudo contener las lágrimas. Más tarde, la plaza se convirtió en escenario de bailes tradicionales. Representantes de los pueblos indígenas hicieron una ceremonia especial y entregaron al nuevo presidente un bastón de mando. Él refrendó su compromiso por “no mentir, no robar y no traicionar al pueblo de México”.

De aquella promesa han pasado ya 365 días y de acuerdo con diversas encuestas, el Presidente mantiene la aprobación de la mayoría de las mexicanas y mexicanos respecto a su gobierno. A pesar de que su nivel de popularidad sí ha disminuido, de acuerdo con De las Heras Demotecnia, el 68 por ciento de los mexicanos aprueba el desempeño de Andrés Manuel durante el primer año de su sexenio, frente al 80 por ciento registrado tras los primeros 100 días de su administración. El desfase también se ha reflejado en aquellos que desaprueban su administración, pues de registrar 14 por ciento en marzo, hoy los descontentos alcanzan un 25 por ciento.

Mucho tuvo que ver el hartazgo de los mexicanos tras los gobiernos de Felipe Calderón y de Enrique Peña Nieto, para que Andrés Manuel López Obrador fuera el presidente más votado en la historia de México. La ilusión volvió a relacionarse con la alternancia y fueron muchas las expectativas con las que se eligió un gobierno de izquierda. A lo largo de estos 12 meses, el Presidente ha tomado decisiones en materia de seguridad, derechos humanos y economía que ha llevado tanto a opositores como a simpatizantes  a poner en duda los objetivos de la llamada Cuarta Transformación.

“Estamos cayendo en los mismos vicios de siempre”, dice en entrevista para Gatopardo Ixchel Cisneros, directora de la asociación Civil El Día Después. “La realidad es que esperábamos mucho más de este gobierno, las personas que votamos por Andrés Manuel esperábamos una estrategia distinta en seguridad”, asegura. Una de sus primeras decisiones como Presidente fue  romper su promesa de regresar al Ejército a sus cuarteles. Apostó por la creación de la Guardia Nacional, dando continuidad a la política de militarización que en doce años, no sólo no ha dado buenos resultados, sino que la violencia en el país crece año con año.

Hace unos meses el Cártel de Sinaloa paralizó una ciudad entera, Culiacán, a plena luz del día. La respuesta desde el gobierno y las autoridades de Seguridad evidenciaron la falta de coordinación que llevó a liberar a Ovidio Guzmán, hijo del Chapo. Los secuestros y asesinatos se multiplican por todo el país y es que otro de los fallos de la administración de AMLO, al igual que en los dos gobiernos pasados, apunta Ixchel Cisneros, es que “el Estado mexicano nunca ha querido aceptar que está rebasado".

En materia de desaparecidos la tendencia es la misma, pues a pesar de haber al menos 37 mil cuerpos en morgues y fosas sin identificar, el gobierno se ha rehusado a dar más presupuesto para atender el asunto. “Pareciera que a la administración de López Obrador únicamente le importan ciertos desaparecidos, cuando todos los casos deberían ser atendidos con la misma pulcritud con la que se está llevando el caso Ayotzinapa”, señala Cisneros. "En su afán por borrar el pasado, solo ha traído problemas de derechos humanos”.

Si de verdad quiere conseguir una transformación en la historia de México, dice, debe empezar a cumplir los compromisos por los que la gente lo eligió. Pero, por supuesto, gran parte de la responsabilidad de cambiar las cosas está en la sociedad. “No tendríamos que aceptar situaciones que siempre hemos rechazado solo porque está Morena en el gobierno”.

Durante estos 12 meses, en el gobierno de López Obrador ha habido costos humanos que son inaceptables para cualquier país medianamente democrático y “mucho más en uno donde hay un gobierno que se dice de izquierda”, dice a investigadora Margarita Nuñez. Dentro de los problemas más graves y no resueltos en nuestro país está también el asunto migratorio, un proceso por el que México ha sido fuertemente cuestionado y calificado como obediente del gobierno y de los caprichos de Donald Trump. El mandatario estadounidense ya tiene en marcha la construcción de un muro en la frontera con México y al mismo tiempo, México sigue  haciendo mucho del trabajo sucio para frenar los flujos migratorios rumbo a Estados Unidos, a un alto costo en términos de Derechos Humanos.

“La migración es un proceso que responde al funcionamiento actual del mundo”, detalla la investigadora. En ese sentido, dice, las caravanas migrantes no deberían abordarse como una crisis, pues es precisamente eso lo que ha agudizado la respuesta de los gobiernos, entre ellos el de AMLO. “En su administración el tema se les salió de las manos, pues en enero fueron muy optimistas e ingenuos al lanzar el programa para regularizar a toda la gente que llegaba”. Ella no duda que la iniciativa tuviera una “buena intención”, sin embargo, quisieron ponerla en marcha sin conocer a fondo la realidad y sin acercarse a las organizaciones que llevan años trabajando en el tema. Como resultado, la situación solamente se agravado.

Como el gobierno de México no está dispuesto a entrar en otra disputa con el gobierno estadounidense, como aquella en la que amenazaron con la imposición de nuevos aranceles, han optado por ceder en temas clave. “No creo que la presión hacia México disminuya, así quede o no Trump de nuevo en la presidencia de Estados Unidos, es por eso que el gobierno mexicano de actuar de una forma más inteligente y no ceder a las presiones de Estados Unidos, pero también debe encontrar tener una política migratoria que, por lo menos, no viole Derechos Humanos como lo está haciendo ahorita”.

Por otro lado, muchos de los reclamos al gobierno de AMLO se centran en la crisis económica que atraviesa el país y en la falta de un rumbo claro para enfrentarla. Eufemia Basilio, doctora en economía del Instituto de Investigaciones Económicas, asegura que en México sí hay un estancamiento económico y que incluso podría decir que éste ha sido negativo.

Cuando López Obrador llegó a la presidencia apostó por una política de austeridad, misma que a pesar de “haber surgido de buena intenciones, a la luz de los hechos, no ha estado bien encaminada”, detalla la doctora Basilio. Es una realidad que en la política mexicana existían muchos gastos onerosos que urgía recortar, pero en este afán de austeridad, dice, también se han recortado empleos y sueldos, lo que ha derivado en un creciente desempleo y menor inversión.

La investigadora Instituto de Investigaciones Económicas, Patricia Rodríguez reforzó dicha postura. "Lo más grave es que no hay inversión. Esto lo vemos en todas las variables, inversión fija bruta, inversión de las pequeñas y medianas empresas, en la confianza en abrir o no negocios o hasta en el consumir bienes de uso de lujo”.

“Ya no hay confianza entre los empresarios, pues el hecho de que de pronto se cancele un proyecto o que no se tenga certeza en otros, ha ido sumando a la incertidumbre”, detalla Basilio. Ante ese escenario, considera que en los próximos cinco años, el gobierno de AMLO tendría que hacer hincapié en la búsqueda del crecimiento, el fortalecimiento de mercado interno y de las instituciones, además de pensar en el gasto público como una herramienta.

Aún quedan cinco años por delante y el gobierno de Andrés Manuel López Obrador aún cuenta con el apoyo de una buen parte de los ciudadanos, quienes reconocen su interés en buscar un terreno de igualdad para los mexicanos, y combatir la corrupción.

Su joven gobierno ha sido un periodo de catarsis social en el que los ciudadanos, sin importar su afinidad política, han seguido mucho más de cerca lo que sucede en el país y quizás esa participación tenga un peso determinante para enfrentar la crisis que vive México.

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El primer discurso de Andrés Manuel López Obrador

La paradoja de Andrés Manuel López Obrador

López Obrador: La tercera y la vencida

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Una radiografía del país a 365 días de la toma de protesta de López Obrador.

Al menos 160 mil mexicanas y mexicanos se dieron cita en la plancha central de la Ciudad de México el 1 de diciembre de 2018. Era un día histórico, el dinosaurio se había ido y la esperanza de un nuevo México se depositó en la izquierda. Momentos antes, Andrés Manuel López Obrador entró a la Cámara de Diputados, el recinto Legislativo en el que en 2005 enfrentó un proceso de desafuero, pero ahora estaba ahí para rendir protesta como presidente de México. El reacomodo del terreno político no fue del agrado de todos, aunque sí de la mayoría, y en medio de una confrontación de gritos entre las bancadas opositoras y sus aliados, AMLO dio su primer discurso portando la banda presidencial.

Su entrada al Zócalo capitalino fue triunfal. López Obrador llegaba a la presidencia con una amplia base social. Banderas de México ondeaban en toda la plancha, hubo gritos, hubo cantos e incluso hubo alguno que otro simpatizante que no pudo contener las lágrimas. Más tarde, la plaza se convirtió en escenario de bailes tradicionales. Representantes de los pueblos indígenas hicieron una ceremonia especial y entregaron al nuevo presidente un bastón de mando. Él refrendó su compromiso por “no mentir, no robar y no traicionar al pueblo de México”.

De aquella promesa han pasado ya 365 días y de acuerdo con diversas encuestas, el Presidente mantiene la aprobación de la mayoría de las mexicanas y mexicanos respecto a su gobierno. A pesar de que su nivel de popularidad sí ha disminuido, de acuerdo con De las Heras Demotecnia, el 68 por ciento de los mexicanos aprueba el desempeño de Andrés Manuel durante el primer año de su sexenio, frente al 80 por ciento registrado tras los primeros 100 días de su administración. El desfase también se ha reflejado en aquellos que desaprueban su administración, pues de registrar 14 por ciento en marzo, hoy los descontentos alcanzan un 25 por ciento.

Mucho tuvo que ver el hartazgo de los mexicanos tras los gobiernos de Felipe Calderón y de Enrique Peña Nieto, para que Andrés Manuel López Obrador fuera el presidente más votado en la historia de México. La ilusión volvió a relacionarse con la alternancia y fueron muchas las expectativas con las que se eligió un gobierno de izquierda. A lo largo de estos 12 meses, el Presidente ha tomado decisiones en materia de seguridad, derechos humanos y economía que ha llevado tanto a opositores como a simpatizantes  a poner en duda los objetivos de la llamada Cuarta Transformación.

“Estamos cayendo en los mismos vicios de siempre”, dice en entrevista para Gatopardo Ixchel Cisneros, directora de la asociación Civil El Día Después. “La realidad es que esperábamos mucho más de este gobierno, las personas que votamos por Andrés Manuel esperábamos una estrategia distinta en seguridad”, asegura. Una de sus primeras decisiones como Presidente fue  romper su promesa de regresar al Ejército a sus cuarteles. Apostó por la creación de la Guardia Nacional, dando continuidad a la política de militarización que en doce años, no sólo no ha dado buenos resultados, sino que la violencia en el país crece año con año.

Hace unos meses el Cártel de Sinaloa paralizó una ciudad entera, Culiacán, a plena luz del día. La respuesta desde el gobierno y las autoridades de Seguridad evidenciaron la falta de coordinación que llevó a liberar a Ovidio Guzmán, hijo del Chapo. Los secuestros y asesinatos se multiplican por todo el país y es que otro de los fallos de la administración de AMLO, al igual que en los dos gobiernos pasados, apunta Ixchel Cisneros, es que “el Estado mexicano nunca ha querido aceptar que está rebasado".

En materia de desaparecidos la tendencia es la misma, pues a pesar de haber al menos 37 mil cuerpos en morgues y fosas sin identificar, el gobierno se ha rehusado a dar más presupuesto para atender el asunto. “Pareciera que a la administración de López Obrador únicamente le importan ciertos desaparecidos, cuando todos los casos deberían ser atendidos con la misma pulcritud con la que se está llevando el caso Ayotzinapa”, señala Cisneros. "En su afán por borrar el pasado, solo ha traído problemas de derechos humanos”.

Si de verdad quiere conseguir una transformación en la historia de México, dice, debe empezar a cumplir los compromisos por los que la gente lo eligió. Pero, por supuesto, gran parte de la responsabilidad de cambiar las cosas está en la sociedad. “No tendríamos que aceptar situaciones que siempre hemos rechazado solo porque está Morena en el gobierno”.

Durante estos 12 meses, en el gobierno de López Obrador ha habido costos humanos que son inaceptables para cualquier país medianamente democrático y “mucho más en uno donde hay un gobierno que se dice de izquierda”, dice a investigadora Margarita Nuñez. Dentro de los problemas más graves y no resueltos en nuestro país está también el asunto migratorio, un proceso por el que México ha sido fuertemente cuestionado y calificado como obediente del gobierno y de los caprichos de Donald Trump. El mandatario estadounidense ya tiene en marcha la construcción de un muro en la frontera con México y al mismo tiempo, México sigue  haciendo mucho del trabajo sucio para frenar los flujos migratorios rumbo a Estados Unidos, a un alto costo en términos de Derechos Humanos.

“La migración es un proceso que responde al funcionamiento actual del mundo”, detalla la investigadora. En ese sentido, dice, las caravanas migrantes no deberían abordarse como una crisis, pues es precisamente eso lo que ha agudizado la respuesta de los gobiernos, entre ellos el de AMLO. “En su administración el tema se les salió de las manos, pues en enero fueron muy optimistas e ingenuos al lanzar el programa para regularizar a toda la gente que llegaba”. Ella no duda que la iniciativa tuviera una “buena intención”, sin embargo, quisieron ponerla en marcha sin conocer a fondo la realidad y sin acercarse a las organizaciones que llevan años trabajando en el tema. Como resultado, la situación solamente se agravado.

Como el gobierno de México no está dispuesto a entrar en otra disputa con el gobierno estadounidense, como aquella en la que amenazaron con la imposición de nuevos aranceles, han optado por ceder en temas clave. “No creo que la presión hacia México disminuya, así quede o no Trump de nuevo en la presidencia de Estados Unidos, es por eso que el gobierno mexicano de actuar de una forma más inteligente y no ceder a las presiones de Estados Unidos, pero también debe encontrar tener una política migratoria que, por lo menos, no viole Derechos Humanos como lo está haciendo ahorita”.

Por otro lado, muchos de los reclamos al gobierno de AMLO se centran en la crisis económica que atraviesa el país y en la falta de un rumbo claro para enfrentarla. Eufemia Basilio, doctora en economía del Instituto de Investigaciones Económicas, asegura que en México sí hay un estancamiento económico y que incluso podría decir que éste ha sido negativo.

Cuando López Obrador llegó a la presidencia apostó por una política de austeridad, misma que a pesar de “haber surgido de buena intenciones, a la luz de los hechos, no ha estado bien encaminada”, detalla la doctora Basilio. Es una realidad que en la política mexicana existían muchos gastos onerosos que urgía recortar, pero en este afán de austeridad, dice, también se han recortado empleos y sueldos, lo que ha derivado en un creciente desempleo y menor inversión.

La investigadora Instituto de Investigaciones Económicas, Patricia Rodríguez reforzó dicha postura. "Lo más grave es que no hay inversión. Esto lo vemos en todas las variables, inversión fija bruta, inversión de las pequeñas y medianas empresas, en la confianza en abrir o no negocios o hasta en el consumir bienes de uso de lujo”.

“Ya no hay confianza entre los empresarios, pues el hecho de que de pronto se cancele un proyecto o que no se tenga certeza en otros, ha ido sumando a la incertidumbre”, detalla Basilio. Ante ese escenario, considera que en los próximos cinco años, el gobierno de AMLO tendría que hacer hincapié en la búsqueda del crecimiento, el fortalecimiento de mercado interno y de las instituciones, además de pensar en el gasto público como una herramienta.

Aún quedan cinco años por delante y el gobierno de Andrés Manuel López Obrador aún cuenta con el apoyo de una buen parte de los ciudadanos, quienes reconocen su interés en buscar un terreno de igualdad para los mexicanos, y combatir la corrupción.

Su joven gobierno ha sido un periodo de catarsis social en el que los ciudadanos, sin importar su afinidad política, han seguido mucho más de cerca lo que sucede en el país y quizás esa participación tenga un peso determinante para enfrentar la crisis que vive México.

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Una radiografía del país a 365 días de la toma de protesta de López Obrador.

Al menos 160 mil mexicanas y mexicanos se dieron cita en la plancha central de la Ciudad de México el 1 de diciembre de 2018. Era un día histórico, el dinosaurio se había ido y la esperanza de un nuevo México se depositó en la izquierda. Momentos antes, Andrés Manuel López Obrador entró a la Cámara de Diputados, el recinto Legislativo en el que en 2005 enfrentó un proceso de desafuero, pero ahora estaba ahí para rendir protesta como presidente de México. El reacomodo del terreno político no fue del agrado de todos, aunque sí de la mayoría, y en medio de una confrontación de gritos entre las bancadas opositoras y sus aliados, AMLO dio su primer discurso portando la banda presidencial.

Su entrada al Zócalo capitalino fue triunfal. López Obrador llegaba a la presidencia con una amplia base social. Banderas de México ondeaban en toda la plancha, hubo gritos, hubo cantos e incluso hubo alguno que otro simpatizante que no pudo contener las lágrimas. Más tarde, la plaza se convirtió en escenario de bailes tradicionales. Representantes de los pueblos indígenas hicieron una ceremonia especial y entregaron al nuevo presidente un bastón de mando. Él refrendó su compromiso por “no mentir, no robar y no traicionar al pueblo de México”.

De aquella promesa han pasado ya 365 días y de acuerdo con diversas encuestas, el Presidente mantiene la aprobación de la mayoría de las mexicanas y mexicanos respecto a su gobierno. A pesar de que su nivel de popularidad sí ha disminuido, de acuerdo con De las Heras Demotecnia, el 68 por ciento de los mexicanos aprueba el desempeño de Andrés Manuel durante el primer año de su sexenio, frente al 80 por ciento registrado tras los primeros 100 días de su administración. El desfase también se ha reflejado en aquellos que desaprueban su administración, pues de registrar 14 por ciento en marzo, hoy los descontentos alcanzan un 25 por ciento.

Mucho tuvo que ver el hartazgo de los mexicanos tras los gobiernos de Felipe Calderón y de Enrique Peña Nieto, para que Andrés Manuel López Obrador fuera el presidente más votado en la historia de México. La ilusión volvió a relacionarse con la alternancia y fueron muchas las expectativas con las que se eligió un gobierno de izquierda. A lo largo de estos 12 meses, el Presidente ha tomado decisiones en materia de seguridad, derechos humanos y economía que ha llevado tanto a opositores como a simpatizantes  a poner en duda los objetivos de la llamada Cuarta Transformación.

“Estamos cayendo en los mismos vicios de siempre”, dice en entrevista para Gatopardo Ixchel Cisneros, directora de la asociación Civil El Día Después. “La realidad es que esperábamos mucho más de este gobierno, las personas que votamos por Andrés Manuel esperábamos una estrategia distinta en seguridad”, asegura. Una de sus primeras decisiones como Presidente fue  romper su promesa de regresar al Ejército a sus cuarteles. Apostó por la creación de la Guardia Nacional, dando continuidad a la política de militarización que en doce años, no sólo no ha dado buenos resultados, sino que la violencia en el país crece año con año.

Hace unos meses el Cártel de Sinaloa paralizó una ciudad entera, Culiacán, a plena luz del día. La respuesta desde el gobierno y las autoridades de Seguridad evidenciaron la falta de coordinación que llevó a liberar a Ovidio Guzmán, hijo del Chapo. Los secuestros y asesinatos se multiplican por todo el país y es que otro de los fallos de la administración de AMLO, al igual que en los dos gobiernos pasados, apunta Ixchel Cisneros, es que “el Estado mexicano nunca ha querido aceptar que está rebasado".

En materia de desaparecidos la tendencia es la misma, pues a pesar de haber al menos 37 mil cuerpos en morgues y fosas sin identificar, el gobierno se ha rehusado a dar más presupuesto para atender el asunto. “Pareciera que a la administración de López Obrador únicamente le importan ciertos desaparecidos, cuando todos los casos deberían ser atendidos con la misma pulcritud con la que se está llevando el caso Ayotzinapa”, señala Cisneros. "En su afán por borrar el pasado, solo ha traído problemas de derechos humanos”.

Si de verdad quiere conseguir una transformación en la historia de México, dice, debe empezar a cumplir los compromisos por los que la gente lo eligió. Pero, por supuesto, gran parte de la responsabilidad de cambiar las cosas está en la sociedad. “No tendríamos que aceptar situaciones que siempre hemos rechazado solo porque está Morena en el gobierno”.

Durante estos 12 meses, en el gobierno de López Obrador ha habido costos humanos que son inaceptables para cualquier país medianamente democrático y “mucho más en uno donde hay un gobierno que se dice de izquierda”, dice a investigadora Margarita Nuñez. Dentro de los problemas más graves y no resueltos en nuestro país está también el asunto migratorio, un proceso por el que México ha sido fuertemente cuestionado y calificado como obediente del gobierno y de los caprichos de Donald Trump. El mandatario estadounidense ya tiene en marcha la construcción de un muro en la frontera con México y al mismo tiempo, México sigue  haciendo mucho del trabajo sucio para frenar los flujos migratorios rumbo a Estados Unidos, a un alto costo en términos de Derechos Humanos.

“La migración es un proceso que responde al funcionamiento actual del mundo”, detalla la investigadora. En ese sentido, dice, las caravanas migrantes no deberían abordarse como una crisis, pues es precisamente eso lo que ha agudizado la respuesta de los gobiernos, entre ellos el de AMLO. “En su administración el tema se les salió de las manos, pues en enero fueron muy optimistas e ingenuos al lanzar el programa para regularizar a toda la gente que llegaba”. Ella no duda que la iniciativa tuviera una “buena intención”, sin embargo, quisieron ponerla en marcha sin conocer a fondo la realidad y sin acercarse a las organizaciones que llevan años trabajando en el tema. Como resultado, la situación solamente se agravado.

Como el gobierno de México no está dispuesto a entrar en otra disputa con el gobierno estadounidense, como aquella en la que amenazaron con la imposición de nuevos aranceles, han optado por ceder en temas clave. “No creo que la presión hacia México disminuya, así quede o no Trump de nuevo en la presidencia de Estados Unidos, es por eso que el gobierno mexicano de actuar de una forma más inteligente y no ceder a las presiones de Estados Unidos, pero también debe encontrar tener una política migratoria que, por lo menos, no viole Derechos Humanos como lo está haciendo ahorita”.

Por otro lado, muchos de los reclamos al gobierno de AMLO se centran en la crisis económica que atraviesa el país y en la falta de un rumbo claro para enfrentarla. Eufemia Basilio, doctora en economía del Instituto de Investigaciones Económicas, asegura que en México sí hay un estancamiento económico y que incluso podría decir que éste ha sido negativo.

Cuando López Obrador llegó a la presidencia apostó por una política de austeridad, misma que a pesar de “haber surgido de buena intenciones, a la luz de los hechos, no ha estado bien encaminada”, detalla la doctora Basilio. Es una realidad que en la política mexicana existían muchos gastos onerosos que urgía recortar, pero en este afán de austeridad, dice, también se han recortado empleos y sueldos, lo que ha derivado en un creciente desempleo y menor inversión.

La investigadora Instituto de Investigaciones Económicas, Patricia Rodríguez reforzó dicha postura. "Lo más grave es que no hay inversión. Esto lo vemos en todas las variables, inversión fija bruta, inversión de las pequeñas y medianas empresas, en la confianza en abrir o no negocios o hasta en el consumir bienes de uso de lujo”.

“Ya no hay confianza entre los empresarios, pues el hecho de que de pronto se cancele un proyecto o que no se tenga certeza en otros, ha ido sumando a la incertidumbre”, detalla Basilio. Ante ese escenario, considera que en los próximos cinco años, el gobierno de AMLO tendría que hacer hincapié en la búsqueda del crecimiento, el fortalecimiento de mercado interno y de las instituciones, además de pensar en el gasto público como una herramienta.

Aún quedan cinco años por delante y el gobierno de Andrés Manuel López Obrador aún cuenta con el apoyo de una buen parte de los ciudadanos, quienes reconocen su interés en buscar un terreno de igualdad para los mexicanos, y combatir la corrupción.

Su joven gobierno ha sido un periodo de catarsis social en el que los ciudadanos, sin importar su afinidad política, han seguido mucho más de cerca lo que sucede en el país y quizás esa participación tenga un peso determinante para enfrentar la crisis que vive México.

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Al menos 160 mil mexicanas y mexicanos se dieron cita en la plancha central de la Ciudad de México el 1 de diciembre de 2018. Era un día histórico, el dinosaurio se había ido y la esperanza de un nuevo México se depositó en la izquierda. Momentos antes, Andrés Manuel López Obrador entró a la Cámara de Diputados, el recinto Legislativo en el que en 2005 enfrentó un proceso de desafuero, pero ahora estaba ahí para rendir protesta como presidente de México. El reacomodo del terreno político no fue del agrado de todos, aunque sí de la mayoría, y en medio de una confrontación de gritos entre las bancadas opositoras y sus aliados, AMLO dio su primer discurso portando la banda presidencial.

Su entrada al Zócalo capitalino fue triunfal. López Obrador llegaba a la presidencia con una amplia base social. Banderas de México ondeaban en toda la plancha, hubo gritos, hubo cantos e incluso hubo alguno que otro simpatizante que no pudo contener las lágrimas. Más tarde, la plaza se convirtió en escenario de bailes tradicionales. Representantes de los pueblos indígenas hicieron una ceremonia especial y entregaron al nuevo presidente un bastón de mando. Él refrendó su compromiso por “no mentir, no robar y no traicionar al pueblo de México”.

De aquella promesa han pasado ya 365 días y de acuerdo con diversas encuestas, el Presidente mantiene la aprobación de la mayoría de las mexicanas y mexicanos respecto a su gobierno. A pesar de que su nivel de popularidad sí ha disminuido, de acuerdo con De las Heras Demotecnia, el 68 por ciento de los mexicanos aprueba el desempeño de Andrés Manuel durante el primer año de su sexenio, frente al 80 por ciento registrado tras los primeros 100 días de su administración. El desfase también se ha reflejado en aquellos que desaprueban su administración, pues de registrar 14 por ciento en marzo, hoy los descontentos alcanzan un 25 por ciento.

Mucho tuvo que ver el hartazgo de los mexicanos tras los gobiernos de Felipe Calderón y de Enrique Peña Nieto, para que Andrés Manuel López Obrador fuera el presidente más votado en la historia de México. La ilusión volvió a relacionarse con la alternancia y fueron muchas las expectativas con las que se eligió un gobierno de izquierda. A lo largo de estos 12 meses, el Presidente ha tomado decisiones en materia de seguridad, derechos humanos y economía que ha llevado tanto a opositores como a simpatizantes  a poner en duda los objetivos de la llamada Cuarta Transformación.

“Estamos cayendo en los mismos vicios de siempre”, dice en entrevista para Gatopardo Ixchel Cisneros, directora de la asociación Civil El Día Después. “La realidad es que esperábamos mucho más de este gobierno, las personas que votamos por Andrés Manuel esperábamos una estrategia distinta en seguridad”, asegura. Una de sus primeras decisiones como Presidente fue  romper su promesa de regresar al Ejército a sus cuarteles. Apostó por la creación de la Guardia Nacional, dando continuidad a la política de militarización que en doce años, no sólo no ha dado buenos resultados, sino que la violencia en el país crece año con año.

Hace unos meses el Cártel de Sinaloa paralizó una ciudad entera, Culiacán, a plena luz del día. La respuesta desde el gobierno y las autoridades de Seguridad evidenciaron la falta de coordinación que llevó a liberar a Ovidio Guzmán, hijo del Chapo. Los secuestros y asesinatos se multiplican por todo el país y es que otro de los fallos de la administración de AMLO, al igual que en los dos gobiernos pasados, apunta Ixchel Cisneros, es que “el Estado mexicano nunca ha querido aceptar que está rebasado".

En materia de desaparecidos la tendencia es la misma, pues a pesar de haber al menos 37 mil cuerpos en morgues y fosas sin identificar, el gobierno se ha rehusado a dar más presupuesto para atender el asunto. “Pareciera que a la administración de López Obrador únicamente le importan ciertos desaparecidos, cuando todos los casos deberían ser atendidos con la misma pulcritud con la que se está llevando el caso Ayotzinapa”, señala Cisneros. "En su afán por borrar el pasado, solo ha traído problemas de derechos humanos”.

Si de verdad quiere conseguir una transformación en la historia de México, dice, debe empezar a cumplir los compromisos por los que la gente lo eligió. Pero, por supuesto, gran parte de la responsabilidad de cambiar las cosas está en la sociedad. “No tendríamos que aceptar situaciones que siempre hemos rechazado solo porque está Morena en el gobierno”.

Durante estos 12 meses, en el gobierno de López Obrador ha habido costos humanos que son inaceptables para cualquier país medianamente democrático y “mucho más en uno donde hay un gobierno que se dice de izquierda”, dice a investigadora Margarita Nuñez. Dentro de los problemas más graves y no resueltos en nuestro país está también el asunto migratorio, un proceso por el que México ha sido fuertemente cuestionado y calificado como obediente del gobierno y de los caprichos de Donald Trump. El mandatario estadounidense ya tiene en marcha la construcción de un muro en la frontera con México y al mismo tiempo, México sigue  haciendo mucho del trabajo sucio para frenar los flujos migratorios rumbo a Estados Unidos, a un alto costo en términos de Derechos Humanos.

“La migración es un proceso que responde al funcionamiento actual del mundo”, detalla la investigadora. En ese sentido, dice, las caravanas migrantes no deberían abordarse como una crisis, pues es precisamente eso lo que ha agudizado la respuesta de los gobiernos, entre ellos el de AMLO. “En su administración el tema se les salió de las manos, pues en enero fueron muy optimistas e ingenuos al lanzar el programa para regularizar a toda la gente que llegaba”. Ella no duda que la iniciativa tuviera una “buena intención”, sin embargo, quisieron ponerla en marcha sin conocer a fondo la realidad y sin acercarse a las organizaciones que llevan años trabajando en el tema. Como resultado, la situación solamente se agravado.

Como el gobierno de México no está dispuesto a entrar en otra disputa con el gobierno estadounidense, como aquella en la que amenazaron con la imposición de nuevos aranceles, han optado por ceder en temas clave. “No creo que la presión hacia México disminuya, así quede o no Trump de nuevo en la presidencia de Estados Unidos, es por eso que el gobierno mexicano de actuar de una forma más inteligente y no ceder a las presiones de Estados Unidos, pero también debe encontrar tener una política migratoria que, por lo menos, no viole Derechos Humanos como lo está haciendo ahorita”.

Por otro lado, muchos de los reclamos al gobierno de AMLO se centran en la crisis económica que atraviesa el país y en la falta de un rumbo claro para enfrentarla. Eufemia Basilio, doctora en economía del Instituto de Investigaciones Económicas, asegura que en México sí hay un estancamiento económico y que incluso podría decir que éste ha sido negativo.

Cuando López Obrador llegó a la presidencia apostó por una política de austeridad, misma que a pesar de “haber surgido de buena intenciones, a la luz de los hechos, no ha estado bien encaminada”, detalla la doctora Basilio. Es una realidad que en la política mexicana existían muchos gastos onerosos que urgía recortar, pero en este afán de austeridad, dice, también se han recortado empleos y sueldos, lo que ha derivado en un creciente desempleo y menor inversión.

La investigadora Instituto de Investigaciones Económicas, Patricia Rodríguez reforzó dicha postura. "Lo más grave es que no hay inversión. Esto lo vemos en todas las variables, inversión fija bruta, inversión de las pequeñas y medianas empresas, en la confianza en abrir o no negocios o hasta en el consumir bienes de uso de lujo”.

“Ya no hay confianza entre los empresarios, pues el hecho de que de pronto se cancele un proyecto o que no se tenga certeza en otros, ha ido sumando a la incertidumbre”, detalla Basilio. Ante ese escenario, considera que en los próximos cinco años, el gobierno de AMLO tendría que hacer hincapié en la búsqueda del crecimiento, el fortalecimiento de mercado interno y de las instituciones, además de pensar en el gasto público como una herramienta.

Aún quedan cinco años por delante y el gobierno de Andrés Manuel López Obrador aún cuenta con el apoyo de una buen parte de los ciudadanos, quienes reconocen su interés en buscar un terreno de igualdad para los mexicanos, y combatir la corrupción.

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México tras el primer año de gobierno de AMLO

México tras el primer año de gobierno de AMLO

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Una radiografía del país a 365 días de la toma de protesta de López Obrador.

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Al menos 160 mil mexicanas y mexicanos se dieron cita en la plancha central de la Ciudad de México el 1 de diciembre de 2018. Era un día histórico, el dinosaurio se había ido y la esperanza de un nuevo México se depositó en la izquierda. Momentos antes, Andrés Manuel López Obrador entró a la Cámara de Diputados, el recinto Legislativo en el que en 2005 enfrentó un proceso de desafuero, pero ahora estaba ahí para rendir protesta como presidente de México. El reacomodo del terreno político no fue del agrado de todos, aunque sí de la mayoría, y en medio de una confrontación de gritos entre las bancadas opositoras y sus aliados, AMLO dio su primer discurso portando la banda presidencial.

Su entrada al Zócalo capitalino fue triunfal. López Obrador llegaba a la presidencia con una amplia base social. Banderas de México ondeaban en toda la plancha, hubo gritos, hubo cantos e incluso hubo alguno que otro simpatizante que no pudo contener las lágrimas. Más tarde, la plaza se convirtió en escenario de bailes tradicionales. Representantes de los pueblos indígenas hicieron una ceremonia especial y entregaron al nuevo presidente un bastón de mando. Él refrendó su compromiso por “no mentir, no robar y no traicionar al pueblo de México”.

De aquella promesa han pasado ya 365 días y de acuerdo con diversas encuestas, el Presidente mantiene la aprobación de la mayoría de las mexicanas y mexicanos respecto a su gobierno. A pesar de que su nivel de popularidad sí ha disminuido, de acuerdo con De las Heras Demotecnia, el 68 por ciento de los mexicanos aprueba el desempeño de Andrés Manuel durante el primer año de su sexenio, frente al 80 por ciento registrado tras los primeros 100 días de su administración. El desfase también se ha reflejado en aquellos que desaprueban su administración, pues de registrar 14 por ciento en marzo, hoy los descontentos alcanzan un 25 por ciento.

Mucho tuvo que ver el hartazgo de los mexicanos tras los gobiernos de Felipe Calderón y de Enrique Peña Nieto, para que Andrés Manuel López Obrador fuera el presidente más votado en la historia de México. La ilusión volvió a relacionarse con la alternancia y fueron muchas las expectativas con las que se eligió un gobierno de izquierda. A lo largo de estos 12 meses, el Presidente ha tomado decisiones en materia de seguridad, derechos humanos y economía que ha llevado tanto a opositores como a simpatizantes  a poner en duda los objetivos de la llamada Cuarta Transformación.

“Estamos cayendo en los mismos vicios de siempre”, dice en entrevista para Gatopardo Ixchel Cisneros, directora de la asociación Civil El Día Después. “La realidad es que esperábamos mucho más de este gobierno, las personas que votamos por Andrés Manuel esperábamos una estrategia distinta en seguridad”, asegura. Una de sus primeras decisiones como Presidente fue  romper su promesa de regresar al Ejército a sus cuarteles. Apostó por la creación de la Guardia Nacional, dando continuidad a la política de militarización que en doce años, no sólo no ha dado buenos resultados, sino que la violencia en el país crece año con año.

Hace unos meses el Cártel de Sinaloa paralizó una ciudad entera, Culiacán, a plena luz del día. La respuesta desde el gobierno y las autoridades de Seguridad evidenciaron la falta de coordinación que llevó a liberar a Ovidio Guzmán, hijo del Chapo. Los secuestros y asesinatos se multiplican por todo el país y es que otro de los fallos de la administración de AMLO, al igual que en los dos gobiernos pasados, apunta Ixchel Cisneros, es que “el Estado mexicano nunca ha querido aceptar que está rebasado".

En materia de desaparecidos la tendencia es la misma, pues a pesar de haber al menos 37 mil cuerpos en morgues y fosas sin identificar, el gobierno se ha rehusado a dar más presupuesto para atender el asunto. “Pareciera que a la administración de López Obrador únicamente le importan ciertos desaparecidos, cuando todos los casos deberían ser atendidos con la misma pulcritud con la que se está llevando el caso Ayotzinapa”, señala Cisneros. "En su afán por borrar el pasado, solo ha traído problemas de derechos humanos”.

Si de verdad quiere conseguir una transformación en la historia de México, dice, debe empezar a cumplir los compromisos por los que la gente lo eligió. Pero, por supuesto, gran parte de la responsabilidad de cambiar las cosas está en la sociedad. “No tendríamos que aceptar situaciones que siempre hemos rechazado solo porque está Morena en el gobierno”.

Durante estos 12 meses, en el gobierno de López Obrador ha habido costos humanos que son inaceptables para cualquier país medianamente democrático y “mucho más en uno donde hay un gobierno que se dice de izquierda”, dice a investigadora Margarita Nuñez. Dentro de los problemas más graves y no resueltos en nuestro país está también el asunto migratorio, un proceso por el que México ha sido fuertemente cuestionado y calificado como obediente del gobierno y de los caprichos de Donald Trump. El mandatario estadounidense ya tiene en marcha la construcción de un muro en la frontera con México y al mismo tiempo, México sigue  haciendo mucho del trabajo sucio para frenar los flujos migratorios rumbo a Estados Unidos, a un alto costo en términos de Derechos Humanos.

“La migración es un proceso que responde al funcionamiento actual del mundo”, detalla la investigadora. En ese sentido, dice, las caravanas migrantes no deberían abordarse como una crisis, pues es precisamente eso lo que ha agudizado la respuesta de los gobiernos, entre ellos el de AMLO. “En su administración el tema se les salió de las manos, pues en enero fueron muy optimistas e ingenuos al lanzar el programa para regularizar a toda la gente que llegaba”. Ella no duda que la iniciativa tuviera una “buena intención”, sin embargo, quisieron ponerla en marcha sin conocer a fondo la realidad y sin acercarse a las organizaciones que llevan años trabajando en el tema. Como resultado, la situación solamente se agravado.

Como el gobierno de México no está dispuesto a entrar en otra disputa con el gobierno estadounidense, como aquella en la que amenazaron con la imposición de nuevos aranceles, han optado por ceder en temas clave. “No creo que la presión hacia México disminuya, así quede o no Trump de nuevo en la presidencia de Estados Unidos, es por eso que el gobierno mexicano de actuar de una forma más inteligente y no ceder a las presiones de Estados Unidos, pero también debe encontrar tener una política migratoria que, por lo menos, no viole Derechos Humanos como lo está haciendo ahorita”.

Por otro lado, muchos de los reclamos al gobierno de AMLO se centran en la crisis económica que atraviesa el país y en la falta de un rumbo claro para enfrentarla. Eufemia Basilio, doctora en economía del Instituto de Investigaciones Económicas, asegura que en México sí hay un estancamiento económico y que incluso podría decir que éste ha sido negativo.

Cuando López Obrador llegó a la presidencia apostó por una política de austeridad, misma que a pesar de “haber surgido de buena intenciones, a la luz de los hechos, no ha estado bien encaminada”, detalla la doctora Basilio. Es una realidad que en la política mexicana existían muchos gastos onerosos que urgía recortar, pero en este afán de austeridad, dice, también se han recortado empleos y sueldos, lo que ha derivado en un creciente desempleo y menor inversión.

La investigadora Instituto de Investigaciones Económicas, Patricia Rodríguez reforzó dicha postura. "Lo más grave es que no hay inversión. Esto lo vemos en todas las variables, inversión fija bruta, inversión de las pequeñas y medianas empresas, en la confianza en abrir o no negocios o hasta en el consumir bienes de uso de lujo”.

“Ya no hay confianza entre los empresarios, pues el hecho de que de pronto se cancele un proyecto o que no se tenga certeza en otros, ha ido sumando a la incertidumbre”, detalla Basilio. Ante ese escenario, considera que en los próximos cinco años, el gobierno de AMLO tendría que hacer hincapié en la búsqueda del crecimiento, el fortalecimiento de mercado interno y de las instituciones, además de pensar en el gasto público como una herramienta.

Aún quedan cinco años por delante y el gobierno de Andrés Manuel López Obrador aún cuenta con el apoyo de una buen parte de los ciudadanos, quienes reconocen su interés en buscar un terreno de igualdad para los mexicanos, y combatir la corrupción.

Su joven gobierno ha sido un periodo de catarsis social en el que los ciudadanos, sin importar su afinidad política, han seguido mucho más de cerca lo que sucede en el país y quizás esa participación tenga un peso determinante para enfrentar la crisis que vive México.

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