La multitud camina hacia el Centro Histórico de la Ciudad de México, lo mismo gritan “¡sí se pudo!”, que “¡Fox y Calderón, se quedan sin pensión!”. Poco a poco llegan al hotel Hilton —donde Andrés Manuel López Obrador estaba por dar su primer discurso como presidente electo—. Los mariachis, las trompetas y los vendedores de ocasión rematan tazas, carteles, peluches, banderines y llaveros con la figura del “Peje”.
En su tercer intento, AMLO venció por un amplio margen en la contienda del 1 de julio. Esta vez será presidente. Ciudadanos, turistas y reporteros caminan hacía el Zócalo, esa plaza que la izquierda tomó varias veces y que hoy promete ser fiesta y noticia de primera plana. Caminan por Madero, la calle por la que hace seis años marchó la oposición de Enrique Peña Nieto cuando fue declarado ganador de las elecciones de 2012. Paso a paso, se escucha la arenga: ¡México sin PRI! ¡México sin PRI!
Ante la multitud, la calle parece eterna; un par de botargas se unen bailando y saludando a los transeúntes en un carnaval donde los desconocidos caminan juntos mientras debaten sobre lo que podría ser el inicio de un nuevo rumbo para el país. Recuerdan también sus desencantos con la política, y sus sueños de un país que no fue y que, dicen, podrá ser a partir de ahora. Algunos enumeran los muertos de los sexenios de Calderón y Peña Nieto, mientras otros sólo miran hacia adelante gritando, “¡pre-si-den-te! ¡pre-si-den-te!”.La tercera es la vencida, dicen varios mientras chacen con los dedos la señal de la V de la victoria, esa que hizo Vicente Fox —un fuerte opositor del morenista— durante su campaña en el año 2000. El expresidente, que hizo una fuerte campaña para que AMLO no llegara a la presidencia, no había hecho hasta el momento ninguna declaración sobre el triunfo de Andrés Manuel. Minutos más tarde, para sorpresa de muchos, lo haría a través de Twitter.
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En estas elecciones, 15 millones de jóvenes entre 18 y 24 años, tuvieron la oportunidad de votar por primera vez para elegir el puesto de presidente. Muchos de ellos estaban ahí, marchando al eco de, “es un honor estar con Obrador”. De tanto en tanto, corean también Cielito Lindo. Dicen los analistas que sin el voto joven, AMLO no hubiera llegado a la presidencia, mucho menos con un 53% de los votos. La elección de 2018 registró la lista nominal más numerosa de la historia. En los últimos 12 años el número de votantes aumentó en 16.6 millones: pasó de 71 millones, 161 mil 297 electores, a 87 millones 838,148.Pero hasta esta celebración no llegaron sólo los jóvenes, sino también aquellos que han apoyado a Obrador desde que fue Jefe de Gobierno de la Ciudad de México. Alexandro Guerrero, un director de escena y activista de Derechos Humanos, ondea una bandera de la Convención Nacional Democrática de 2006, un movimiento opositor al gobierno de Felipe Calderón Hinojosa. Alexandro, como todos los presentes, espera que las cosas cambien con el nuevo gobierno, que comenzará el primero de diciembre de este año.
López Obrador aparece por fin ante el Palacio Nacional, donde se reunirá con Peña Nieto esta semana. Visiblemente emocionado, pero sereno y contenido, prometió que comenzaría a trabajar de inmediato con su gabinete, para empezar lo que él llama, la cuarta transformación del país. Gritó tres veces, ¡Viva México! y por un momento pareció —ante una plaza llena— la celebración de cualquier 15 de septiembre.“No vamos a perder tiempo, tenemos que afinar lo que vamos a llevar a la práctica para iniciar el gobierno y desde el primer día vamos a cumplir compromisos”, dijo ante la multitud.
“No se van a decepcionar. Soy muy consciente de mi responsabilidad histórica. No quiero pasar a la historia como un mal presidente, si no como un buen presidente de México”, agregó. Rodeado de su familia, reiteró que los tres criterios básicos de su gobierno serán: no mentir, no robar, y no traicionar al pueblo.“No tengo más que decirles, sólo abrazarles mucho, decirles que amor con amor se paga”, dijo para terminar su discurso como presidente electo de México. Detrás del confeti blanco y rojo que volaba por todos lados, desapareció la figura de un lider triunfante en su tercer intento. Tras él, la multitud se retira de la plaza cantando con música de mariachi. Es una noche histórica.
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La multitud camina hacia el Centro Histórico de la Ciudad de México, lo mismo gritan “¡sí se pudo!”, que “¡Fox y Calderón, se quedan sin pensión!”. Poco a poco llegan al hotel Hilton —donde Andrés Manuel López Obrador estaba por dar su primer discurso como presidente electo—. Los mariachis, las trompetas y los vendedores de ocasión rematan tazas, carteles, peluches, banderines y llaveros con la figura del “Peje”.
En su tercer intento, AMLO venció por un amplio margen en la contienda del 1 de julio. Esta vez será presidente. Ciudadanos, turistas y reporteros caminan hacía el Zócalo, esa plaza que la izquierda tomó varias veces y que hoy promete ser fiesta y noticia de primera plana. Caminan por Madero, la calle por la que hace seis años marchó la oposición de Enrique Peña Nieto cuando fue declarado ganador de las elecciones de 2012. Paso a paso, se escucha la arenga: ¡México sin PRI! ¡México sin PRI!
Ante la multitud, la calle parece eterna; un par de botargas se unen bailando y saludando a los transeúntes en un carnaval donde los desconocidos caminan juntos mientras debaten sobre lo que podría ser el inicio de un nuevo rumbo para el país. Recuerdan también sus desencantos con la política, y sus sueños de un país que no fue y que, dicen, podrá ser a partir de ahora. Algunos enumeran los muertos de los sexenios de Calderón y Peña Nieto, mientras otros sólo miran hacia adelante gritando, “¡pre-si-den-te! ¡pre-si-den-te!”.La tercera es la vencida, dicen varios mientras chacen con los dedos la señal de la V de la victoria, esa que hizo Vicente Fox —un fuerte opositor del morenista— durante su campaña en el año 2000. El expresidente, que hizo una fuerte campaña para que AMLO no llegara a la presidencia, no había hecho hasta el momento ninguna declaración sobre el triunfo de Andrés Manuel. Minutos más tarde, para sorpresa de muchos, lo haría a través de Twitter.
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López Obrador aparece por fin ante el Palacio Nacional, donde se reunirá con Peña Nieto esta semana. Visiblemente emocionado, pero sereno y contenido, prometió que comenzaría a trabajar de inmediato con su gabinete, para empezar lo que él llama, la cuarta transformación del país. Gritó tres veces, ¡Viva México! y por un momento pareció —ante una plaza llena— la celebración de cualquier 15 de septiembre.“No vamos a perder tiempo, tenemos que afinar lo que vamos a llevar a la práctica para iniciar el gobierno y desde el primer día vamos a cumplir compromisos”, dijo ante la multitud.
“No se van a decepcionar. Soy muy consciente de mi responsabilidad histórica. No quiero pasar a la historia como un mal presidente, si no como un buen presidente de México”, agregó. Rodeado de su familia, reiteró que los tres criterios básicos de su gobierno serán: no mentir, no robar, y no traicionar al pueblo.“No tengo más que decirles, sólo abrazarles mucho, decirles que amor con amor se paga”, dijo para terminar su discurso como presidente electo de México. Detrás del confeti blanco y rojo que volaba por todos lados, desapareció la figura de un lider triunfante en su tercer intento. Tras él, la multitud se retira de la plaza cantando con música de mariachi. Es una noche histórica.
La multitud camina hacia el Centro Histórico de la Ciudad de México, lo mismo gritan “¡sí se pudo!”, que “¡Fox y Calderón, se quedan sin pensión!”. Poco a poco llegan al hotel Hilton —donde Andrés Manuel López Obrador estaba por dar su primer discurso como presidente electo—. Los mariachis, las trompetas y los vendedores de ocasión rematan tazas, carteles, peluches, banderines y llaveros con la figura del “Peje”.
En su tercer intento, AMLO venció por un amplio margen en la contienda del 1 de julio. Esta vez será presidente. Ciudadanos, turistas y reporteros caminan hacía el Zócalo, esa plaza que la izquierda tomó varias veces y que hoy promete ser fiesta y noticia de primera plana. Caminan por Madero, la calle por la que hace seis años marchó la oposición de Enrique Peña Nieto cuando fue declarado ganador de las elecciones de 2012. Paso a paso, se escucha la arenga: ¡México sin PRI! ¡México sin PRI!
Ante la multitud, la calle parece eterna; un par de botargas se unen bailando y saludando a los transeúntes en un carnaval donde los desconocidos caminan juntos mientras debaten sobre lo que podría ser el inicio de un nuevo rumbo para el país. Recuerdan también sus desencantos con la política, y sus sueños de un país que no fue y que, dicen, podrá ser a partir de ahora. Algunos enumeran los muertos de los sexenios de Calderón y Peña Nieto, mientras otros sólo miran hacia adelante gritando, “¡pre-si-den-te! ¡pre-si-den-te!”.La tercera es la vencida, dicen varios mientras chacen con los dedos la señal de la V de la victoria, esa que hizo Vicente Fox —un fuerte opositor del morenista— durante su campaña en el año 2000. El expresidente, que hizo una fuerte campaña para que AMLO no llegara a la presidencia, no había hecho hasta el momento ninguna declaración sobre el triunfo de Andrés Manuel. Minutos más tarde, para sorpresa de muchos, lo haría a través de Twitter.
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López Obrador aparece por fin ante el Palacio Nacional, donde se reunirá con Peña Nieto esta semana. Visiblemente emocionado, pero sereno y contenido, prometió que comenzaría a trabajar de inmediato con su gabinete, para empezar lo que él llama, la cuarta transformación del país. Gritó tres veces, ¡Viva México! y por un momento pareció —ante una plaza llena— la celebración de cualquier 15 de septiembre.“No vamos a perder tiempo, tenemos que afinar lo que vamos a llevar a la práctica para iniciar el gobierno y desde el primer día vamos a cumplir compromisos”, dijo ante la multitud.
“No se van a decepcionar. Soy muy consciente de mi responsabilidad histórica. No quiero pasar a la historia como un mal presidente, si no como un buen presidente de México”, agregó. Rodeado de su familia, reiteró que los tres criterios básicos de su gobierno serán: no mentir, no robar, y no traicionar al pueblo.“No tengo más que decirles, sólo abrazarles mucho, decirles que amor con amor se paga”, dijo para terminar su discurso como presidente electo de México. Detrás del confeti blanco y rojo que volaba por todos lados, desapareció la figura de un lider triunfante en su tercer intento. Tras él, la multitud se retira de la plaza cantando con música de mariachi. Es una noche histórica.
La multitud camina hacia el Centro Histórico de la Ciudad de México, lo mismo gritan “¡sí se pudo!”, que “¡Fox y Calderón, se quedan sin pensión!”. Poco a poco llegan al hotel Hilton —donde Andrés Manuel López Obrador estaba por dar su primer discurso como presidente electo—. Los mariachis, las trompetas y los vendedores de ocasión rematan tazas, carteles, peluches, banderines y llaveros con la figura del “Peje”.
En su tercer intento, AMLO venció por un amplio margen en la contienda del 1 de julio. Esta vez será presidente. Ciudadanos, turistas y reporteros caminan hacía el Zócalo, esa plaza que la izquierda tomó varias veces y que hoy promete ser fiesta y noticia de primera plana. Caminan por Madero, la calle por la que hace seis años marchó la oposición de Enrique Peña Nieto cuando fue declarado ganador de las elecciones de 2012. Paso a paso, se escucha la arenga: ¡México sin PRI! ¡México sin PRI!
Ante la multitud, la calle parece eterna; un par de botargas se unen bailando y saludando a los transeúntes en un carnaval donde los desconocidos caminan juntos mientras debaten sobre lo que podría ser el inicio de un nuevo rumbo para el país. Recuerdan también sus desencantos con la política, y sus sueños de un país que no fue y que, dicen, podrá ser a partir de ahora. Algunos enumeran los muertos de los sexenios de Calderón y Peña Nieto, mientras otros sólo miran hacia adelante gritando, “¡pre-si-den-te! ¡pre-si-den-te!”.La tercera es la vencida, dicen varios mientras chacen con los dedos la señal de la V de la victoria, esa que hizo Vicente Fox —un fuerte opositor del morenista— durante su campaña en el año 2000. El expresidente, que hizo una fuerte campaña para que AMLO no llegara a la presidencia, no había hecho hasta el momento ninguna declaración sobre el triunfo de Andrés Manuel. Minutos más tarde, para sorpresa de muchos, lo haría a través de Twitter.
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López Obrador aparece por fin ante el Palacio Nacional, donde se reunirá con Peña Nieto esta semana. Visiblemente emocionado, pero sereno y contenido, prometió que comenzaría a trabajar de inmediato con su gabinete, para empezar lo que él llama, la cuarta transformación del país. Gritó tres veces, ¡Viva México! y por un momento pareció —ante una plaza llena— la celebración de cualquier 15 de septiembre.“No vamos a perder tiempo, tenemos que afinar lo que vamos a llevar a la práctica para iniciar el gobierno y desde el primer día vamos a cumplir compromisos”, dijo ante la multitud.
“No se van a decepcionar. Soy muy consciente de mi responsabilidad histórica. No quiero pasar a la historia como un mal presidente, si no como un buen presidente de México”, agregó. Rodeado de su familia, reiteró que los tres criterios básicos de su gobierno serán: no mentir, no robar, y no traicionar al pueblo.“No tengo más que decirles, sólo abrazarles mucho, decirles que amor con amor se paga”, dijo para terminar su discurso como presidente electo de México. Detrás del confeti blanco y rojo que volaba por todos lados, desapareció la figura de un lider triunfante en su tercer intento. Tras él, la multitud se retira de la plaza cantando con música de mariachi. Es una noche histórica.
La multitud camina hacia el Centro Histórico de la Ciudad de México, lo mismo gritan “¡sí se pudo!”, que “¡Fox y Calderón, se quedan sin pensión!”. Poco a poco llegan al hotel Hilton —donde Andrés Manuel López Obrador estaba por dar su primer discurso como presidente electo—. Los mariachis, las trompetas y los vendedores de ocasión rematan tazas, carteles, peluches, banderines y llaveros con la figura del “Peje”.
En su tercer intento, AMLO venció por un amplio margen en la contienda del 1 de julio. Esta vez será presidente. Ciudadanos, turistas y reporteros caminan hacía el Zócalo, esa plaza que la izquierda tomó varias veces y que hoy promete ser fiesta y noticia de primera plana. Caminan por Madero, la calle por la que hace seis años marchó la oposición de Enrique Peña Nieto cuando fue declarado ganador de las elecciones de 2012. Paso a paso, se escucha la arenga: ¡México sin PRI! ¡México sin PRI!
Ante la multitud, la calle parece eterna; un par de botargas se unen bailando y saludando a los transeúntes en un carnaval donde los desconocidos caminan juntos mientras debaten sobre lo que podría ser el inicio de un nuevo rumbo para el país. Recuerdan también sus desencantos con la política, y sus sueños de un país que no fue y que, dicen, podrá ser a partir de ahora. Algunos enumeran los muertos de los sexenios de Calderón y Peña Nieto, mientras otros sólo miran hacia adelante gritando, “¡pre-si-den-te! ¡pre-si-den-te!”.La tercera es la vencida, dicen varios mientras chacen con los dedos la señal de la V de la victoria, esa que hizo Vicente Fox —un fuerte opositor del morenista— durante su campaña en el año 2000. El expresidente, que hizo una fuerte campaña para que AMLO no llegara a la presidencia, no había hecho hasta el momento ninguna declaración sobre el triunfo de Andrés Manuel. Minutos más tarde, para sorpresa de muchos, lo haría a través de Twitter.
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López Obrador aparece por fin ante el Palacio Nacional, donde se reunirá con Peña Nieto esta semana. Visiblemente emocionado, pero sereno y contenido, prometió que comenzaría a trabajar de inmediato con su gabinete, para empezar lo que él llama, la cuarta transformación del país. Gritó tres veces, ¡Viva México! y por un momento pareció —ante una plaza llena— la celebración de cualquier 15 de septiembre.“No vamos a perder tiempo, tenemos que afinar lo que vamos a llevar a la práctica para iniciar el gobierno y desde el primer día vamos a cumplir compromisos”, dijo ante la multitud.
“No se van a decepcionar. Soy muy consciente de mi responsabilidad histórica. No quiero pasar a la historia como un mal presidente, si no como un buen presidente de México”, agregó. Rodeado de su familia, reiteró que los tres criterios básicos de su gobierno serán: no mentir, no robar, y no traicionar al pueblo.“No tengo más que decirles, sólo abrazarles mucho, decirles que amor con amor se paga”, dijo para terminar su discurso como presidente electo de México. Detrás del confeti blanco y rojo que volaba por todos lados, desapareció la figura de un lider triunfante en su tercer intento. Tras él, la multitud se retira de la plaza cantando con música de mariachi. Es una noche histórica.
La multitud camina hacia el Centro Histórico de la Ciudad de México, lo mismo gritan “¡sí se pudo!”, que “¡Fox y Calderón, se quedan sin pensión!”. Poco a poco llegan al hotel Hilton —donde Andrés Manuel López Obrador estaba por dar su primer discurso como presidente electo—. Los mariachis, las trompetas y los vendedores de ocasión rematan tazas, carteles, peluches, banderines y llaveros con la figura del “Peje”.
En su tercer intento, AMLO venció por un amplio margen en la contienda del 1 de julio. Esta vez será presidente. Ciudadanos, turistas y reporteros caminan hacía el Zócalo, esa plaza que la izquierda tomó varias veces y que hoy promete ser fiesta y noticia de primera plana. Caminan por Madero, la calle por la que hace seis años marchó la oposición de Enrique Peña Nieto cuando fue declarado ganador de las elecciones de 2012. Paso a paso, se escucha la arenga: ¡México sin PRI! ¡México sin PRI!
Ante la multitud, la calle parece eterna; un par de botargas se unen bailando y saludando a los transeúntes en un carnaval donde los desconocidos caminan juntos mientras debaten sobre lo que podría ser el inicio de un nuevo rumbo para el país. Recuerdan también sus desencantos con la política, y sus sueños de un país que no fue y que, dicen, podrá ser a partir de ahora. Algunos enumeran los muertos de los sexenios de Calderón y Peña Nieto, mientras otros sólo miran hacia adelante gritando, “¡pre-si-den-te! ¡pre-si-den-te!”.La tercera es la vencida, dicen varios mientras chacen con los dedos la señal de la V de la victoria, esa que hizo Vicente Fox —un fuerte opositor del morenista— durante su campaña en el año 2000. El expresidente, que hizo una fuerte campaña para que AMLO no llegara a la presidencia, no había hecho hasta el momento ninguna declaración sobre el triunfo de Andrés Manuel. Minutos más tarde, para sorpresa de muchos, lo haría a través de Twitter.
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López Obrador aparece por fin ante el Palacio Nacional, donde se reunirá con Peña Nieto esta semana. Visiblemente emocionado, pero sereno y contenido, prometió que comenzaría a trabajar de inmediato con su gabinete, para empezar lo que él llama, la cuarta transformación del país. Gritó tres veces, ¡Viva México! y por un momento pareció —ante una plaza llena— la celebración de cualquier 15 de septiembre.“No vamos a perder tiempo, tenemos que afinar lo que vamos a llevar a la práctica para iniciar el gobierno y desde el primer día vamos a cumplir compromisos”, dijo ante la multitud.
“No se van a decepcionar. Soy muy consciente de mi responsabilidad histórica. No quiero pasar a la historia como un mal presidente, si no como un buen presidente de México”, agregó. Rodeado de su familia, reiteró que los tres criterios básicos de su gobierno serán: no mentir, no robar, y no traicionar al pueblo.“No tengo más que decirles, sólo abrazarles mucho, decirles que amor con amor se paga”, dijo para terminar su discurso como presidente electo de México. Detrás del confeti blanco y rojo que volaba por todos lados, desapareció la figura de un lider triunfante en su tercer intento. Tras él, la multitud se retira de la plaza cantando con música de mariachi. Es una noche histórica.
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