Sobre avenida Coyoacán, una de las más emblemáticas de la delegación Benito Juárez —uno de los bastiones panistas de la Ciudad de México— hay un edificio color arena con forma de cubo que es la sede del Partido Acción Nacional. Ahí, hace unas semanas colgaban unas pancartas comparando a Ricardo Anaya con “ya sabes quién”. Ahora, tras las elecciones, la pancarta desapareció.
El Acción Nacional, que desde la derecha se perfilaba como la principal oposición al PRI, atraviesa una irremediable debacle. Si se consideran solo los sufragios por el PAN, Anaya tuvo 9 millones 996 mil votos, apenas por encima de los 9 millones 147 mil de Diego Fernández de Cevallos cuando contendió por la presidencia, a pesar de que en 1994 la lista nominal solo tenía a 45.7 millones de inscritos, la mitad que actualmente. Además, Ricardo Anaya obtuvo 108 mil votos menos que Josefina Vázquez Mota, quien hace seis años había hundido al PAN hasta el tercer lugar en las elecciones.
Los analistas dicen que tras el resultado —el peor desde el año 1994—las facciones del PAN están tejiendo la trama de una película de intriga para reconstruir o refundar al partido que significó la alternancia política en el cambio de siglo con Vicente Fox; para muchos una alternancia fallida. Desde la tarde del 1 de julio, cuando Ricardo Anaya reconoció en un discurso el triunfo de AMLO, desapareció de los medios y de las redes sociales. Muchos se preguntaron dónde estaba el “chico maravilla”, mientras que otros tomaron su ausencia más personal y corrieron el rumor de que Anaya retomaría la presidencia de su partido. Cuando alguien se preocupó por negarlo, la nota ya ocupaba las columnas de varios periódicos.
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Apenas ayer Ricardo Anaya reapareció en Facebook anunciando que tras la elección se había dedicado a estar con su familia. Mientras tanto algunos militantes de Acción Nacional promocionaron un video animado donde lo culpaban de un “haber impuesto candidaturas y traicionado al partido”. En el segundo debate presidencial el candidato del Frente dijo con la mirada seria hacia la cámara que “en política se comete un error y lo demás son consecuencias”. Todo indica que hoy hay varios panistas que están dispuestos a cobrarle caro sus errores.
Para Carlos Gelista, ex-diputado panista, el error fue el enfoque de la campaña presidencial. “Debió haber ido con el ánimo de la gente y en contra de la permanencia del PRI en el poder, debió convencer al país de que él era la mejor opción”, dijo en entrevista para Gatopardo.Gelista quien también fue presidente del PAN en el Distrito Federal en 2003, piensa que “quienes tomaron estas decisiones de campaña tendrán que aceptar su tramo de responsabilidad e intentar componer lo que hicieron, sin ánimos de sustituir a un grupo con el otro a través de la venganza.”El PAN, que en sus estatutos se dibuja como un partido de ideales humanistas, se encuentra dividido por grupos de poder que podrían reclamar la presidencia del blanquiazul — que hoy ocupa Damián Zepeda— en septiembre u octubre. Muchos de estos grupos están liderados por exgobernadores y exdirigentes del partido con ideologías de ultra derecha, lo que se conoce como El Yunque (del que forman parte personajes como Luis Felipe Bravo Mena, Manuel Espino y César Nava); otros por Calderón, algunos más por Anaya; uno más pequeño encabezado por el exgobernador poblano Rafael Moreno Valle y un último que se está formado con una red de siete gobernadores estatales que aún pintan parte del territorio mexicano de azul en estados como Guanajuato, Puebla, Baja California y Aguascalientes.Esta semana algunos panistas como los senadores Roberto Gil Zuarth, Jorge Luis Preciado y Héctor Larios; el diputado Marko Cortés y los ex gobernadores Moreno Valle y Antonio Adame comenzaron a sonar como los posibles aspirantes a ocupar el máximo cargo desde su partido, o como algunos militantes dicen, “lo que queda de él”.Héctor Moreno, militante del PAN desde 2002 y actual director del Departamento de Cultura del PAN en la delegación Miguel Hidalgo, cree que quien tome la presidencia de Acción Nacional debe regresar a sus militantes la posibilidad de salir a la calle y participar activamente. Mientras muestra su credencial azul con una foto donde luce como un adolescente, dice que el expresidente Felipe Calderón, “solo vio al partido como una forma de mantener su poder en Los Pinos y llevó al PAN a su situación actual”. Con la voz quebrada, Moreno dice sentir frustración por una campaña fallida en la que, dice, “fue la persecución facciosa de la PGR lo que llevó a Ricardo Anaya a perder. Una persecución que lo acusó de lavado de dinero, ante lo que nadie levantó la voz”.
Héctor Moreno espera que el partido que le abrió las puertas “vuelva a tener la calidez que los llevó a ser la oposición principal del partido hegemónico”. Para Carlos Gelista estos meses, “serán un tiempo de reflexión”, augura con una voz que denota seguridad.Mientras tanto el PAN se debate entre los malos resultados —que lo regresaron al número de votos que tenían más de veinte años atrás— y las conclusiones de diversos grupos internos que se echan la culpa del fracaso electoral entre sí. Si el partido permanece unido buscará recuperar los territorios perdidos rumbo a las elecciones de 2021. El 12 de julio, los líderes estatales pidieron una renovación ordenada, transparente y con equidad, además de su deseo convertirse en una oposición que denuncie cualquier abuso a los ciudadanos por parte del virtual ganador.Mientras tanto en la sede del partido, donde Vicente Fox y Felipe Calderón celebraron su victoria electoral, una nube gris que persigue a los panistas desde 2012, se ha convertido en tormenta.
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Sobre avenida Coyoacán, una de las más emblemáticas de la delegación Benito Juárez —uno de los bastiones panistas de la Ciudad de México— hay un edificio color arena con forma de cubo que es la sede del Partido Acción Nacional. Ahí, hace unas semanas colgaban unas pancartas comparando a Ricardo Anaya con “ya sabes quién”. Ahora, tras las elecciones, la pancarta desapareció.
El Acción Nacional, que desde la derecha se perfilaba como la principal oposición al PRI, atraviesa una irremediable debacle. Si se consideran solo los sufragios por el PAN, Anaya tuvo 9 millones 996 mil votos, apenas por encima de los 9 millones 147 mil de Diego Fernández de Cevallos cuando contendió por la presidencia, a pesar de que en 1994 la lista nominal solo tenía a 45.7 millones de inscritos, la mitad que actualmente. Además, Ricardo Anaya obtuvo 108 mil votos menos que Josefina Vázquez Mota, quien hace seis años había hundido al PAN hasta el tercer lugar en las elecciones.
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Para Carlos Gelista, ex-diputado panista, el error fue el enfoque de la campaña presidencial. “Debió haber ido con el ánimo de la gente y en contra de la permanencia del PRI en el poder, debió convencer al país de que él era la mejor opción”, dijo en entrevista para Gatopardo.Gelista quien también fue presidente del PAN en el Distrito Federal en 2003, piensa que “quienes tomaron estas decisiones de campaña tendrán que aceptar su tramo de responsabilidad e intentar componer lo que hicieron, sin ánimos de sustituir a un grupo con el otro a través de la venganza.”El PAN, que en sus estatutos se dibuja como un partido de ideales humanistas, se encuentra dividido por grupos de poder que podrían reclamar la presidencia del blanquiazul — que hoy ocupa Damián Zepeda— en septiembre u octubre. Muchos de estos grupos están liderados por exgobernadores y exdirigentes del partido con ideologías de ultra derecha, lo que se conoce como El Yunque (del que forman parte personajes como Luis Felipe Bravo Mena, Manuel Espino y César Nava); otros por Calderón, algunos más por Anaya; uno más pequeño encabezado por el exgobernador poblano Rafael Moreno Valle y un último que se está formado con una red de siete gobernadores estatales que aún pintan parte del territorio mexicano de azul en estados como Guanajuato, Puebla, Baja California y Aguascalientes.Esta semana algunos panistas como los senadores Roberto Gil Zuarth, Jorge Luis Preciado y Héctor Larios; el diputado Marko Cortés y los ex gobernadores Moreno Valle y Antonio Adame comenzaron a sonar como los posibles aspirantes a ocupar el máximo cargo desde su partido, o como algunos militantes dicen, “lo que queda de él”.Héctor Moreno, militante del PAN desde 2002 y actual director del Departamento de Cultura del PAN en la delegación Miguel Hidalgo, cree que quien tome la presidencia de Acción Nacional debe regresar a sus militantes la posibilidad de salir a la calle y participar activamente. Mientras muestra su credencial azul con una foto donde luce como un adolescente, dice que el expresidente Felipe Calderón, “solo vio al partido como una forma de mantener su poder en Los Pinos y llevó al PAN a su situación actual”. Con la voz quebrada, Moreno dice sentir frustración por una campaña fallida en la que, dice, “fue la persecución facciosa de la PGR lo que llevó a Ricardo Anaya a perder. Una persecución que lo acusó de lavado de dinero, ante lo que nadie levantó la voz”.
Héctor Moreno espera que el partido que le abrió las puertas “vuelva a tener la calidez que los llevó a ser la oposición principal del partido hegemónico”. Para Carlos Gelista estos meses, “serán un tiempo de reflexión”, augura con una voz que denota seguridad.Mientras tanto el PAN se debate entre los malos resultados —que lo regresaron al número de votos que tenían más de veinte años atrás— y las conclusiones de diversos grupos internos que se echan la culpa del fracaso electoral entre sí. Si el partido permanece unido buscará recuperar los territorios perdidos rumbo a las elecciones de 2021. El 12 de julio, los líderes estatales pidieron una renovación ordenada, transparente y con equidad, además de su deseo convertirse en una oposición que denuncie cualquier abuso a los ciudadanos por parte del virtual ganador.Mientras tanto en la sede del partido, donde Vicente Fox y Felipe Calderón celebraron su victoria electoral, una nube gris que persigue a los panistas desde 2012, se ha convertido en tormenta.
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El Acción Nacional, que desde la derecha se perfilaba como la principal oposición al PRI, atraviesa una irremediable debacle. Si se consideran solo los sufragios por el PAN, Anaya tuvo 9 millones 996 mil votos, apenas por encima de los 9 millones 147 mil de Diego Fernández de Cevallos cuando contendió por la presidencia, a pesar de que en 1994 la lista nominal solo tenía a 45.7 millones de inscritos, la mitad que actualmente. Además, Ricardo Anaya obtuvo 108 mil votos menos que Josefina Vázquez Mota, quien hace seis años había hundido al PAN hasta el tercer lugar en las elecciones.
Los analistas dicen que tras el resultado —el peor desde el año 1994—las facciones del PAN están tejiendo la trama de una película de intriga para reconstruir o refundar al partido que significó la alternancia política en el cambio de siglo con Vicente Fox; para muchos una alternancia fallida. Desde la tarde del 1 de julio, cuando Ricardo Anaya reconoció en un discurso el triunfo de AMLO, desapareció de los medios y de las redes sociales. Muchos se preguntaron dónde estaba el “chico maravilla”, mientras que otros tomaron su ausencia más personal y corrieron el rumor de que Anaya retomaría la presidencia de su partido. Cuando alguien se preocupó por negarlo, la nota ya ocupaba las columnas de varios periódicos.
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Para Carlos Gelista, ex-diputado panista, el error fue el enfoque de la campaña presidencial. “Debió haber ido con el ánimo de la gente y en contra de la permanencia del PRI en el poder, debió convencer al país de que él era la mejor opción”, dijo en entrevista para Gatopardo.Gelista quien también fue presidente del PAN en el Distrito Federal en 2003, piensa que “quienes tomaron estas decisiones de campaña tendrán que aceptar su tramo de responsabilidad e intentar componer lo que hicieron, sin ánimos de sustituir a un grupo con el otro a través de la venganza.”El PAN, que en sus estatutos se dibuja como un partido de ideales humanistas, se encuentra dividido por grupos de poder que podrían reclamar la presidencia del blanquiazul — que hoy ocupa Damián Zepeda— en septiembre u octubre. Muchos de estos grupos están liderados por exgobernadores y exdirigentes del partido con ideologías de ultra derecha, lo que se conoce como El Yunque (del que forman parte personajes como Luis Felipe Bravo Mena, Manuel Espino y César Nava); otros por Calderón, algunos más por Anaya; uno más pequeño encabezado por el exgobernador poblano Rafael Moreno Valle y un último que se está formado con una red de siete gobernadores estatales que aún pintan parte del territorio mexicano de azul en estados como Guanajuato, Puebla, Baja California y Aguascalientes.Esta semana algunos panistas como los senadores Roberto Gil Zuarth, Jorge Luis Preciado y Héctor Larios; el diputado Marko Cortés y los ex gobernadores Moreno Valle y Antonio Adame comenzaron a sonar como los posibles aspirantes a ocupar el máximo cargo desde su partido, o como algunos militantes dicen, “lo que queda de él”.Héctor Moreno, militante del PAN desde 2002 y actual director del Departamento de Cultura del PAN en la delegación Miguel Hidalgo, cree que quien tome la presidencia de Acción Nacional debe regresar a sus militantes la posibilidad de salir a la calle y participar activamente. Mientras muestra su credencial azul con una foto donde luce como un adolescente, dice que el expresidente Felipe Calderón, “solo vio al partido como una forma de mantener su poder en Los Pinos y llevó al PAN a su situación actual”. Con la voz quebrada, Moreno dice sentir frustración por una campaña fallida en la que, dice, “fue la persecución facciosa de la PGR lo que llevó a Ricardo Anaya a perder. Una persecución que lo acusó de lavado de dinero, ante lo que nadie levantó la voz”.
Héctor Moreno espera que el partido que le abrió las puertas “vuelva a tener la calidez que los llevó a ser la oposición principal del partido hegemónico”. Para Carlos Gelista estos meses, “serán un tiempo de reflexión”, augura con una voz que denota seguridad.Mientras tanto el PAN se debate entre los malos resultados —que lo regresaron al número de votos que tenían más de veinte años atrás— y las conclusiones de diversos grupos internos que se echan la culpa del fracaso electoral entre sí. Si el partido permanece unido buscará recuperar los territorios perdidos rumbo a las elecciones de 2021. El 12 de julio, los líderes estatales pidieron una renovación ordenada, transparente y con equidad, además de su deseo convertirse en una oposición que denuncie cualquier abuso a los ciudadanos por parte del virtual ganador.Mientras tanto en la sede del partido, donde Vicente Fox y Felipe Calderón celebraron su victoria electoral, una nube gris que persigue a los panistas desde 2012, se ha convertido en tormenta.
El PAN, que desde la derecha se perfilaba como la principal oposición al PRI, atraviesa una irremediable debacle.
Sobre avenida Coyoacán, una de las más emblemáticas de la delegación Benito Juárez —uno de los bastiones panistas de la Ciudad de México— hay un edificio color arena con forma de cubo que es la sede del Partido Acción Nacional. Ahí, hace unas semanas colgaban unas pancartas comparando a Ricardo Anaya con “ya sabes quién”. Ahora, tras las elecciones, la pancarta desapareció.
El Acción Nacional, que desde la derecha se perfilaba como la principal oposición al PRI, atraviesa una irremediable debacle. Si se consideran solo los sufragios por el PAN, Anaya tuvo 9 millones 996 mil votos, apenas por encima de los 9 millones 147 mil de Diego Fernández de Cevallos cuando contendió por la presidencia, a pesar de que en 1994 la lista nominal solo tenía a 45.7 millones de inscritos, la mitad que actualmente. Además, Ricardo Anaya obtuvo 108 mil votos menos que Josefina Vázquez Mota, quien hace seis años había hundido al PAN hasta el tercer lugar en las elecciones.
Los analistas dicen que tras el resultado —el peor desde el año 1994—las facciones del PAN están tejiendo la trama de una película de intriga para reconstruir o refundar al partido que significó la alternancia política en el cambio de siglo con Vicente Fox; para muchos una alternancia fallida. Desde la tarde del 1 de julio, cuando Ricardo Anaya reconoció en un discurso el triunfo de AMLO, desapareció de los medios y de las redes sociales. Muchos se preguntaron dónde estaba el “chico maravilla”, mientras que otros tomaron su ausencia más personal y corrieron el rumor de que Anaya retomaría la presidencia de su partido. Cuando alguien se preocupó por negarlo, la nota ya ocupaba las columnas de varios periódicos.
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Para Carlos Gelista, ex-diputado panista, el error fue el enfoque de la campaña presidencial. “Debió haber ido con el ánimo de la gente y en contra de la permanencia del PRI en el poder, debió convencer al país de que él era la mejor opción”, dijo en entrevista para Gatopardo.Gelista quien también fue presidente del PAN en el Distrito Federal en 2003, piensa que “quienes tomaron estas decisiones de campaña tendrán que aceptar su tramo de responsabilidad e intentar componer lo que hicieron, sin ánimos de sustituir a un grupo con el otro a través de la venganza.”El PAN, que en sus estatutos se dibuja como un partido de ideales humanistas, se encuentra dividido por grupos de poder que podrían reclamar la presidencia del blanquiazul — que hoy ocupa Damián Zepeda— en septiembre u octubre. Muchos de estos grupos están liderados por exgobernadores y exdirigentes del partido con ideologías de ultra derecha, lo que se conoce como El Yunque (del que forman parte personajes como Luis Felipe Bravo Mena, Manuel Espino y César Nava); otros por Calderón, algunos más por Anaya; uno más pequeño encabezado por el exgobernador poblano Rafael Moreno Valle y un último que se está formado con una red de siete gobernadores estatales que aún pintan parte del territorio mexicano de azul en estados como Guanajuato, Puebla, Baja California y Aguascalientes.Esta semana algunos panistas como los senadores Roberto Gil Zuarth, Jorge Luis Preciado y Héctor Larios; el diputado Marko Cortés y los ex gobernadores Moreno Valle y Antonio Adame comenzaron a sonar como los posibles aspirantes a ocupar el máximo cargo desde su partido, o como algunos militantes dicen, “lo que queda de él”.Héctor Moreno, militante del PAN desde 2002 y actual director del Departamento de Cultura del PAN en la delegación Miguel Hidalgo, cree que quien tome la presidencia de Acción Nacional debe regresar a sus militantes la posibilidad de salir a la calle y participar activamente. Mientras muestra su credencial azul con una foto donde luce como un adolescente, dice que el expresidente Felipe Calderón, “solo vio al partido como una forma de mantener su poder en Los Pinos y llevó al PAN a su situación actual”. Con la voz quebrada, Moreno dice sentir frustración por una campaña fallida en la que, dice, “fue la persecución facciosa de la PGR lo que llevó a Ricardo Anaya a perder. Una persecución que lo acusó de lavado de dinero, ante lo que nadie levantó la voz”.
Héctor Moreno espera que el partido que le abrió las puertas “vuelva a tener la calidez que los llevó a ser la oposición principal del partido hegemónico”. Para Carlos Gelista estos meses, “serán un tiempo de reflexión”, augura con una voz que denota seguridad.Mientras tanto el PAN se debate entre los malos resultados —que lo regresaron al número de votos que tenían más de veinte años atrás— y las conclusiones de diversos grupos internos que se echan la culpa del fracaso electoral entre sí. Si el partido permanece unido buscará recuperar los territorios perdidos rumbo a las elecciones de 2021. El 12 de julio, los líderes estatales pidieron una renovación ordenada, transparente y con equidad, además de su deseo convertirse en una oposición que denuncie cualquier abuso a los ciudadanos por parte del virtual ganador.Mientras tanto en la sede del partido, donde Vicente Fox y Felipe Calderón celebraron su victoria electoral, una nube gris que persigue a los panistas desde 2012, se ha convertido en tormenta.
El PAN, que desde la derecha se perfilaba como la principal oposición al PRI, atraviesa una irremediable debacle.
Sobre avenida Coyoacán, una de las más emblemáticas de la delegación Benito Juárez —uno de los bastiones panistas de la Ciudad de México— hay un edificio color arena con forma de cubo que es la sede del Partido Acción Nacional. Ahí, hace unas semanas colgaban unas pancartas comparando a Ricardo Anaya con “ya sabes quién”. Ahora, tras las elecciones, la pancarta desapareció.
El Acción Nacional, que desde la derecha se perfilaba como la principal oposición al PRI, atraviesa una irremediable debacle. Si se consideran solo los sufragios por el PAN, Anaya tuvo 9 millones 996 mil votos, apenas por encima de los 9 millones 147 mil de Diego Fernández de Cevallos cuando contendió por la presidencia, a pesar de que en 1994 la lista nominal solo tenía a 45.7 millones de inscritos, la mitad que actualmente. Además, Ricardo Anaya obtuvo 108 mil votos menos que Josefina Vázquez Mota, quien hace seis años había hundido al PAN hasta el tercer lugar en las elecciones.
Los analistas dicen que tras el resultado —el peor desde el año 1994—las facciones del PAN están tejiendo la trama de una película de intriga para reconstruir o refundar al partido que significó la alternancia política en el cambio de siglo con Vicente Fox; para muchos una alternancia fallida. Desde la tarde del 1 de julio, cuando Ricardo Anaya reconoció en un discurso el triunfo de AMLO, desapareció de los medios y de las redes sociales. Muchos se preguntaron dónde estaba el “chico maravilla”, mientras que otros tomaron su ausencia más personal y corrieron el rumor de que Anaya retomaría la presidencia de su partido. Cuando alguien se preocupó por negarlo, la nota ya ocupaba las columnas de varios periódicos.
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Héctor Moreno espera que el partido que le abrió las puertas “vuelva a tener la calidez que los llevó a ser la oposición principal del partido hegemónico”. Para Carlos Gelista estos meses, “serán un tiempo de reflexión”, augura con una voz que denota seguridad.Mientras tanto el PAN se debate entre los malos resultados —que lo regresaron al número de votos que tenían más de veinte años atrás— y las conclusiones de diversos grupos internos que se echan la culpa del fracaso electoral entre sí. Si el partido permanece unido buscará recuperar los territorios perdidos rumbo a las elecciones de 2021. El 12 de julio, los líderes estatales pidieron una renovación ordenada, transparente y con equidad, además de su deseo convertirse en una oposición que denuncie cualquier abuso a los ciudadanos por parte del virtual ganador.Mientras tanto en la sede del partido, donde Vicente Fox y Felipe Calderón celebraron su victoria electoral, una nube gris que persigue a los panistas desde 2012, se ha convertido en tormenta.
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Los analistas dicen que tras el resultado —el peor desde el año 1994—las facciones del PAN están tejiendo la trama de una película de intriga para reconstruir o refundar al partido que significó la alternancia política en el cambio de siglo con Vicente Fox; para muchos una alternancia fallida. Desde la tarde del 1 de julio, cuando Ricardo Anaya reconoció en un discurso el triunfo de AMLO, desapareció de los medios y de las redes sociales. Muchos se preguntaron dónde estaba el “chico maravilla”, mientras que otros tomaron su ausencia más personal y corrieron el rumor de que Anaya retomaría la presidencia de su partido. Cuando alguien se preocupó por negarlo, la nota ya ocupaba las columnas de varios periódicos.
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Para Carlos Gelista, ex-diputado panista, el error fue el enfoque de la campaña presidencial. “Debió haber ido con el ánimo de la gente y en contra de la permanencia del PRI en el poder, debió convencer al país de que él era la mejor opción”, dijo en entrevista para Gatopardo.Gelista quien también fue presidente del PAN en el Distrito Federal en 2003, piensa que “quienes tomaron estas decisiones de campaña tendrán que aceptar su tramo de responsabilidad e intentar componer lo que hicieron, sin ánimos de sustituir a un grupo con el otro a través de la venganza.”El PAN, que en sus estatutos se dibuja como un partido de ideales humanistas, se encuentra dividido por grupos de poder que podrían reclamar la presidencia del blanquiazul — que hoy ocupa Damián Zepeda— en septiembre u octubre. Muchos de estos grupos están liderados por exgobernadores y exdirigentes del partido con ideologías de ultra derecha, lo que se conoce como El Yunque (del que forman parte personajes como Luis Felipe Bravo Mena, Manuel Espino y César Nava); otros por Calderón, algunos más por Anaya; uno más pequeño encabezado por el exgobernador poblano Rafael Moreno Valle y un último que se está formado con una red de siete gobernadores estatales que aún pintan parte del territorio mexicano de azul en estados como Guanajuato, Puebla, Baja California y Aguascalientes.Esta semana algunos panistas como los senadores Roberto Gil Zuarth, Jorge Luis Preciado y Héctor Larios; el diputado Marko Cortés y los ex gobernadores Moreno Valle y Antonio Adame comenzaron a sonar como los posibles aspirantes a ocupar el máximo cargo desde su partido, o como algunos militantes dicen, “lo que queda de él”.Héctor Moreno, militante del PAN desde 2002 y actual director del Departamento de Cultura del PAN en la delegación Miguel Hidalgo, cree que quien tome la presidencia de Acción Nacional debe regresar a sus militantes la posibilidad de salir a la calle y participar activamente. Mientras muestra su credencial azul con una foto donde luce como un adolescente, dice que el expresidente Felipe Calderón, “solo vio al partido como una forma de mantener su poder en Los Pinos y llevó al PAN a su situación actual”. Con la voz quebrada, Moreno dice sentir frustración por una campaña fallida en la que, dice, “fue la persecución facciosa de la PGR lo que llevó a Ricardo Anaya a perder. Una persecución que lo acusó de lavado de dinero, ante lo que nadie levantó la voz”.
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