La música latinoamericana no sería como la conocemos sin los aportes de Dámaso Pérez Prado. El “Rey del mambo” nació el 11 de diciembre de 1917 en Matanzas, Cuba. Figura clave de los sonidos de su país de origen, Pérez Prado pronto extendió los ritmos caribeños más allá de la isla.El cara e’foca –como le tituló Benny Moré, “El Bárbaro del Ritmo”– desembarcó en tierras mexicanas en octubre de 1949 para enseñar los ritmos aprendidos de Arsenio Rodríguez y Orestes López, los creadores del mambo. Ellos hacían arreglos de danzón con notas de swing, que le daba más cabida a las percusiones y un compás mucho más acelerado.
Para la Ciudad de México, la década de los cincuenta fue algo así como la segunda ola de la modernidad, gracias en parte a la importación y “tropicalización” de productos culturales de Europa y Estados Unidos. El Rey del mambo compartió esa base con su nuevo estilo, que se cargaba mucho más hacia la influencia norteamericana del jazz y con el que amplió la orquesta tradicional para tener cinco trompetas, cinco saxofones, contrabajo, batería, maracas, cencerro, bongó y tumbadoras.El mambo iluminó el panorama musical con una mezcla de los tradicionales sonidos caribeños con lo más caliente de las big-bands estadounidenses.[caption id="attachment_206526" align="aligncenter" width="500"]
Dámaso Pérez Prado.[/caption]La revolución musical de Pérez Prado definió los sonidos de la región; sin embargo, su influencia va más allá de la música. Estos son algunos homenajes que se le han hecho al Rey del Mambo desde diversas disciplinas: desde su propia orquesta amenizando una de las entregas de premios cinematográficos más relevantes de Iberoamérica, la reinterpretación de una de sus canciones para la película más famosa de Fellini, La Dolce Vita, hasta una serie de cápsulas temáticas de la Fonoteca Nacional.Los músicos de José
Habana Ensemble
Rossy de Palma y la Orquesta Pérez Prado (Premios Fénix 2017)
Cien años de Pérez Prado, Fonoteca Nacional
Festival del Centro Histórico de la Ciudad de México 2017
“Patricia”, reinterpretada por Nino Rota
El mambo generó en México y el resto de Latinoamérica un movimiento similar a lo que los Beatles en los países angloparlantes y por eso hoy, cien años después del nacimiento de Dámaso Pérez Prado, no está de más hablar de lo que hizo, o mejor aún, escucharlo.
* * *
También te recomendamos:Las mejores canciones de Agustín Lara.José Alfredo Jiménez, rey de la canción ranchera.
¡Gracias!
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La revolución musical de Pérez Prado cambió el panorama sonoro de América Latina. Repasamos su influencia en el centenario de su nacimiento.
La música latinoamericana no sería como la conocemos sin los aportes de Dámaso Pérez Prado. El “Rey del mambo” nació el 11 de diciembre de 1917 en Matanzas, Cuba. Figura clave de los sonidos de su país de origen, Pérez Prado pronto extendió los ritmos caribeños más allá de la isla.El cara e’foca –como le tituló Benny Moré, “El Bárbaro del Ritmo”– desembarcó en tierras mexicanas en octubre de 1949 para enseñar los ritmos aprendidos de Arsenio Rodríguez y Orestes López, los creadores del mambo. Ellos hacían arreglos de danzón con notas de swing, que le daba más cabida a las percusiones y un compás mucho más acelerado.
Para la Ciudad de México, la década de los cincuenta fue algo así como la segunda ola de la modernidad, gracias en parte a la importación y “tropicalización” de productos culturales de Europa y Estados Unidos. El Rey del mambo compartió esa base con su nuevo estilo, que se cargaba mucho más hacia la influencia norteamericana del jazz y con el que amplió la orquesta tradicional para tener cinco trompetas, cinco saxofones, contrabajo, batería, maracas, cencerro, bongó y tumbadoras.El mambo iluminó el panorama musical con una mezcla de los tradicionales sonidos caribeños con lo más caliente de las big-bands estadounidenses.[caption id="attachment_206526" align="aligncenter" width="500"]
Dámaso Pérez Prado.[/caption]La revolución musical de Pérez Prado definió los sonidos de la región; sin embargo, su influencia va más allá de la música. Estos son algunos homenajes que se le han hecho al Rey del Mambo desde diversas disciplinas: desde su propia orquesta amenizando una de las entregas de premios cinematográficos más relevantes de Iberoamérica, la reinterpretación de una de sus canciones para la película más famosa de Fellini, La Dolce Vita, hasta una serie de cápsulas temáticas de la Fonoteca Nacional.Los músicos de José
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Rossy de Palma y la Orquesta Pérez Prado (Premios Fénix 2017)
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“Patricia”, reinterpretada por Nino Rota
El mambo generó en México y el resto de Latinoamérica un movimiento similar a lo que los Beatles en los países angloparlantes y por eso hoy, cien años después del nacimiento de Dámaso Pérez Prado, no está de más hablar de lo que hizo, o mejor aún, escucharlo.
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La revolución musical de Pérez Prado cambió el panorama sonoro de América Latina. Repasamos su influencia en el centenario de su nacimiento.
La música latinoamericana no sería como la conocemos sin los aportes de Dámaso Pérez Prado. El “Rey del mambo” nació el 11 de diciembre de 1917 en Matanzas, Cuba. Figura clave de los sonidos de su país de origen, Pérez Prado pronto extendió los ritmos caribeños más allá de la isla.El cara e’foca –como le tituló Benny Moré, “El Bárbaro del Ritmo”– desembarcó en tierras mexicanas en octubre de 1949 para enseñar los ritmos aprendidos de Arsenio Rodríguez y Orestes López, los creadores del mambo. Ellos hacían arreglos de danzón con notas de swing, que le daba más cabida a las percusiones y un compás mucho más acelerado.
Para la Ciudad de México, la década de los cincuenta fue algo así como la segunda ola de la modernidad, gracias en parte a la importación y “tropicalización” de productos culturales de Europa y Estados Unidos. El Rey del mambo compartió esa base con su nuevo estilo, que se cargaba mucho más hacia la influencia norteamericana del jazz y con el que amplió la orquesta tradicional para tener cinco trompetas, cinco saxofones, contrabajo, batería, maracas, cencerro, bongó y tumbadoras.El mambo iluminó el panorama musical con una mezcla de los tradicionales sonidos caribeños con lo más caliente de las big-bands estadounidenses.[caption id="attachment_206526" align="aligncenter" width="500"]
Dámaso Pérez Prado.[/caption]La revolución musical de Pérez Prado definió los sonidos de la región; sin embargo, su influencia va más allá de la música. Estos son algunos homenajes que se le han hecho al Rey del Mambo desde diversas disciplinas: desde su propia orquesta amenizando una de las entregas de premios cinematográficos más relevantes de Iberoamérica, la reinterpretación de una de sus canciones para la película más famosa de Fellini, La Dolce Vita, hasta una serie de cápsulas temáticas de la Fonoteca Nacional.Los músicos de José
Habana Ensemble
Rossy de Palma y la Orquesta Pérez Prado (Premios Fénix 2017)
Cien años de Pérez Prado, Fonoteca Nacional
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“Patricia”, reinterpretada por Nino Rota
El mambo generó en México y el resto de Latinoamérica un movimiento similar a lo que los Beatles en los países angloparlantes y por eso hoy, cien años después del nacimiento de Dámaso Pérez Prado, no está de más hablar de lo que hizo, o mejor aún, escucharlo.
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La revolución musical de Pérez Prado cambió el panorama sonoro de América Latina. Repasamos su influencia en el centenario de su nacimiento.
La música latinoamericana no sería como la conocemos sin los aportes de Dámaso Pérez Prado. El “Rey del mambo” nació el 11 de diciembre de 1917 en Matanzas, Cuba. Figura clave de los sonidos de su país de origen, Pérez Prado pronto extendió los ritmos caribeños más allá de la isla.El cara e’foca –como le tituló Benny Moré, “El Bárbaro del Ritmo”– desembarcó en tierras mexicanas en octubre de 1949 para enseñar los ritmos aprendidos de Arsenio Rodríguez y Orestes López, los creadores del mambo. Ellos hacían arreglos de danzón con notas de swing, que le daba más cabida a las percusiones y un compás mucho más acelerado.
Para la Ciudad de México, la década de los cincuenta fue algo así como la segunda ola de la modernidad, gracias en parte a la importación y “tropicalización” de productos culturales de Europa y Estados Unidos. El Rey del mambo compartió esa base con su nuevo estilo, que se cargaba mucho más hacia la influencia norteamericana del jazz y con el que amplió la orquesta tradicional para tener cinco trompetas, cinco saxofones, contrabajo, batería, maracas, cencerro, bongó y tumbadoras.El mambo iluminó el panorama musical con una mezcla de los tradicionales sonidos caribeños con lo más caliente de las big-bands estadounidenses.[caption id="attachment_206526" align="aligncenter" width="500"]
Dámaso Pérez Prado.[/caption]La revolución musical de Pérez Prado definió los sonidos de la región; sin embargo, su influencia va más allá de la música. Estos son algunos homenajes que se le han hecho al Rey del Mambo desde diversas disciplinas: desde su propia orquesta amenizando una de las entregas de premios cinematográficos más relevantes de Iberoamérica, la reinterpretación de una de sus canciones para la película más famosa de Fellini, La Dolce Vita, hasta una serie de cápsulas temáticas de la Fonoteca Nacional.Los músicos de José
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La música latinoamericana no sería como la conocemos sin los aportes de Dámaso Pérez Prado. El “Rey del mambo” nació el 11 de diciembre de 1917 en Matanzas, Cuba. Figura clave de los sonidos de su país de origen, Pérez Prado pronto extendió los ritmos caribeños más allá de la isla.El cara e’foca –como le tituló Benny Moré, “El Bárbaro del Ritmo”– desembarcó en tierras mexicanas en octubre de 1949 para enseñar los ritmos aprendidos de Arsenio Rodríguez y Orestes López, los creadores del mambo. Ellos hacían arreglos de danzón con notas de swing, que le daba más cabida a las percusiones y un compás mucho más acelerado.
Para la Ciudad de México, la década de los cincuenta fue algo así como la segunda ola de la modernidad, gracias en parte a la importación y “tropicalización” de productos culturales de Europa y Estados Unidos. El Rey del mambo compartió esa base con su nuevo estilo, que se cargaba mucho más hacia la influencia norteamericana del jazz y con el que amplió la orquesta tradicional para tener cinco trompetas, cinco saxofones, contrabajo, batería, maracas, cencerro, bongó y tumbadoras.El mambo iluminó el panorama musical con una mezcla de los tradicionales sonidos caribeños con lo más caliente de las big-bands estadounidenses.[caption id="attachment_206526" align="aligncenter" width="500"]
Dámaso Pérez Prado.[/caption]La revolución musical de Pérez Prado definió los sonidos de la región; sin embargo, su influencia va más allá de la música. Estos son algunos homenajes que se le han hecho al Rey del Mambo desde diversas disciplinas: desde su propia orquesta amenizando una de las entregas de premios cinematográficos más relevantes de Iberoamérica, la reinterpretación de una de sus canciones para la película más famosa de Fellini, La Dolce Vita, hasta una serie de cápsulas temáticas de la Fonoteca Nacional.Los músicos de José
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Para la Ciudad de México, la década de los cincuenta fue algo así como la segunda ola de la modernidad, gracias en parte a la importación y “tropicalización” de productos culturales de Europa y Estados Unidos. El Rey del mambo compartió esa base con su nuevo estilo, que se cargaba mucho más hacia la influencia norteamericana del jazz y con el que amplió la orquesta tradicional para tener cinco trompetas, cinco saxofones, contrabajo, batería, maracas, cencerro, bongó y tumbadoras.El mambo iluminó el panorama musical con una mezcla de los tradicionales sonidos caribeños con lo más caliente de las big-bands estadounidenses.[caption id="attachment_206526" align="aligncenter" width="500"]
Dámaso Pérez Prado.[/caption]La revolución musical de Pérez Prado definió los sonidos de la región; sin embargo, su influencia va más allá de la música. Estos son algunos homenajes que se le han hecho al Rey del Mambo desde diversas disciplinas: desde su propia orquesta amenizando una de las entregas de premios cinematográficos más relevantes de Iberoamérica, la reinterpretación de una de sus canciones para la película más famosa de Fellini, La Dolce Vita, hasta una serie de cápsulas temáticas de la Fonoteca Nacional.Los músicos de José
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