Ernesto Contreras: Soñando en otro idioma

Ernesto Contreras: Soñando en otro idioma

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En su tercer largometraje, el director mexicano Ernesto Contreras analiza la pérdida de uno de los pilares de nuestra cultura: la lengua.

Texto de
Fotografía de
Realización de
Ilustración de
Traducción de

La noticia rondó entre algunos diarios de circulación nacional en septiembre de 2012: la lengua indígena zoque-ayapaneco —variación lingüística del mixe-zoque de Tabasco— desaparecería por completo al morir sus únicos hablantes: dos hombres de 70 y 77 años. De este reporte periodístico el guionista veracruzano Carlos Contreras obtuvo la idea principal sobre la que camina Sueño en otro idioma, tercer largometraje de su hermano Ernesto, director de Párpados azules y Las oscuras primaveras. “A partir ahí, Carlos vio una posible célula para hacer algo muy cinematográfico, me lo contó y no imaginé hacia dónde nos llevaría esta historia. Él creó todo un universo para contar este cuento”, dice el director en entrevista con Gatopardo.

En ese universo se cuenta la historia de Isauro (José Manuel Poncelis) y Evaristo (Eligio Meléndez), los últimos hablantes de la lengua zikril, que se encuentra al borde de la desaparición debido a un conflicto del pasado entre ellos. Temiendo la pérdida del idioma, un joven lingüista (Fernando Álvarez Rebeil) llega a este pueblo en medio de la selva para intentar salvar esta herencia lingüística y reconciliar a los dos hombres mayores. Además de la pérdida de una lengua, el director asegura que esta cinta “habla de la identidad, la diversidad, la inclusión, la aceptación, la amistad, el amor y, sobre todo, qué está pasando con nuestra cultura. Ver cómo nuestras raíces de pronto son barridas o desaparecen sin que nos demos cuenta”.

***

Lee un poco más sobre el cine mexicano contemporáneo:

La 4ª Compañía: Ficción noir y una mirada al pasado.

El vigilante: Testigo de un crimen

Oso Polar: El cine a la mano

***

Para la filmación, Contreras tenía en mente regresar a Veracruz, específicamente a la región de los Tuxtlas, Catemaco y San Andrés, donde solía vacacionar junto a su hermano y sus padres. “Quería tener esos verdes y esos colores en pantalla y trabajamos mucho para conseguir los recursos necesarios y tener un esquema de producción que nos permitiera filmar allá”, explica, recordando que durante las seis semanas de rodaje, el equipo se enfrentó a condiciones climáticas adversas que dotaron de personalidad a la cinta. Tal vez el elemento más complicado de la filmación, más que la constante lluvia, el frío o los piquetes de moscos, fue la creación de un lenguaje, sonidos y reglas gramaticales que los actores y el equipo detrás de la cámara aprendieron: “Tuvimos contacto con lingüistas y hablantes de algunas lenguas en vías de desaparición, empecé a dudar si debía usar algo real porque alguien se podía sentir usado y yo no quería que nadie fuera a sentirse así, al contrario, esta película es una reflexión sobre el significado de las lenguas y el conocimiento”, cuenta el director.El compromiso de Contreras y su equipo fue recompensado en el Festival de Cine de Sundance de 2017, con el premio de la audiencia en la sección World Cinema, y casi dos meses después con el Premio de la Prensa del Festival Internacional de Cine de Guadalajara. “Creo que hay ciertas películas a las que les ayuda tener vida en festivales, ciclos o muestras dentro y fuera de México. Cuando tienes la fortuna de ser favorecido con un premio como el de Sundance, la gente se entera de la película; hubo muchas reacciones, ruido y eso nos ayuda a que se sepa de nuestro trabajo”, dice.

Ernesto Contreras Sueño en Otro Idioma - int

Contreras se confiesa agradecido de poder hacer una película luminosa y mucho más optimista que sus trabajos anteriores, así como seguir trabajando en un negocio que ama: “Soy afortunado de poder hacer las películas que he querido hacer, con lo que quiero decir y contar. Una de las mejores cosas de ser director de cine es que cuando decides apostar por una película, es un viaje que te lleva a muchos lados y eso es gozoso. Es el sentido de mi vida y de mi trabajo”, concluye.

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En su tercer largometraje, el director mexicano Ernesto Contreras analiza la pérdida de uno de los pilares de nuestra cultura: la lengua.

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La noticia rondó entre algunos diarios de circulación nacional en septiembre de 2012: la lengua indígena zoque-ayapaneco —variación lingüística del mixe-zoque de Tabasco— desaparecería por completo al morir sus únicos hablantes: dos hombres de 70 y 77 años. De este reporte periodístico el guionista veracruzano Carlos Contreras obtuvo la idea principal sobre la que camina Sueño en otro idioma, tercer largometraje de su hermano Ernesto, director de Párpados azules y Las oscuras primaveras. “A partir ahí, Carlos vio una posible célula para hacer algo muy cinematográfico, me lo contó y no imaginé hacia dónde nos llevaría esta historia. Él creó todo un universo para contar este cuento”, dice el director en entrevista con Gatopardo.

En ese universo se cuenta la historia de Isauro (José Manuel Poncelis) y Evaristo (Eligio Meléndez), los últimos hablantes de la lengua zikril, que se encuentra al borde de la desaparición debido a un conflicto del pasado entre ellos. Temiendo la pérdida del idioma, un joven lingüista (Fernando Álvarez Rebeil) llega a este pueblo en medio de la selva para intentar salvar esta herencia lingüística y reconciliar a los dos hombres mayores. Además de la pérdida de una lengua, el director asegura que esta cinta “habla de la identidad, la diversidad, la inclusión, la aceptación, la amistad, el amor y, sobre todo, qué está pasando con nuestra cultura. Ver cómo nuestras raíces de pronto son barridas o desaparecen sin que nos demos cuenta”.

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La 4ª Compañía: Ficción noir y una mirada al pasado.

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Para la filmación, Contreras tenía en mente regresar a Veracruz, específicamente a la región de los Tuxtlas, Catemaco y San Andrés, donde solía vacacionar junto a su hermano y sus padres. “Quería tener esos verdes y esos colores en pantalla y trabajamos mucho para conseguir los recursos necesarios y tener un esquema de producción que nos permitiera filmar allá”, explica, recordando que durante las seis semanas de rodaje, el equipo se enfrentó a condiciones climáticas adversas que dotaron de personalidad a la cinta. Tal vez el elemento más complicado de la filmación, más que la constante lluvia, el frío o los piquetes de moscos, fue la creación de un lenguaje, sonidos y reglas gramaticales que los actores y el equipo detrás de la cámara aprendieron: “Tuvimos contacto con lingüistas y hablantes de algunas lenguas en vías de desaparición, empecé a dudar si debía usar algo real porque alguien se podía sentir usado y yo no quería que nadie fuera a sentirse así, al contrario, esta película es una reflexión sobre el significado de las lenguas y el conocimiento”, cuenta el director.El compromiso de Contreras y su equipo fue recompensado en el Festival de Cine de Sundance de 2017, con el premio de la audiencia en la sección World Cinema, y casi dos meses después con el Premio de la Prensa del Festival Internacional de Cine de Guadalajara. “Creo que hay ciertas películas a las que les ayuda tener vida en festivales, ciclos o muestras dentro y fuera de México. Cuando tienes la fortuna de ser favorecido con un premio como el de Sundance, la gente se entera de la película; hubo muchas reacciones, ruido y eso nos ayuda a que se sepa de nuestro trabajo”, dice.

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Contreras se confiesa agradecido de poder hacer una película luminosa y mucho más optimista que sus trabajos anteriores, así como seguir trabajando en un negocio que ama: “Soy afortunado de poder hacer las películas que he querido hacer, con lo que quiero decir y contar. Una de las mejores cosas de ser director de cine es que cuando decides apostar por una película, es un viaje que te lleva a muchos lados y eso es gozoso. Es el sentido de mi vida y de mi trabajo”, concluye.

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La noticia rondó entre algunos diarios de circulación nacional en septiembre de 2012: la lengua indígena zoque-ayapaneco —variación lingüística del mixe-zoque de Tabasco— desaparecería por completo al morir sus únicos hablantes: dos hombres de 70 y 77 años. De este reporte periodístico el guionista veracruzano Carlos Contreras obtuvo la idea principal sobre la que camina Sueño en otro idioma, tercer largometraje de su hermano Ernesto, director de Párpados azules y Las oscuras primaveras. “A partir ahí, Carlos vio una posible célula para hacer algo muy cinematográfico, me lo contó y no imaginé hacia dónde nos llevaría esta historia. Él creó todo un universo para contar este cuento”, dice el director en entrevista con Gatopardo.

En ese universo se cuenta la historia de Isauro (José Manuel Poncelis) y Evaristo (Eligio Meléndez), los últimos hablantes de la lengua zikril, que se encuentra al borde de la desaparición debido a un conflicto del pasado entre ellos. Temiendo la pérdida del idioma, un joven lingüista (Fernando Álvarez Rebeil) llega a este pueblo en medio de la selva para intentar salvar esta herencia lingüística y reconciliar a los dos hombres mayores. Además de la pérdida de una lengua, el director asegura que esta cinta “habla de la identidad, la diversidad, la inclusión, la aceptación, la amistad, el amor y, sobre todo, qué está pasando con nuestra cultura. Ver cómo nuestras raíces de pronto son barridas o desaparecen sin que nos demos cuenta”.

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En ese universo se cuenta la historia de Isauro (José Manuel Poncelis) y Evaristo (Eligio Meléndez), los últimos hablantes de la lengua zikril, que se encuentra al borde de la desaparición debido a un conflicto del pasado entre ellos. Temiendo la pérdida del idioma, un joven lingüista (Fernando Álvarez Rebeil) llega a este pueblo en medio de la selva para intentar salvar esta herencia lingüística y reconciliar a los dos hombres mayores. Además de la pérdida de una lengua, el director asegura que esta cinta “habla de la identidad, la diversidad, la inclusión, la aceptación, la amistad, el amor y, sobre todo, qué está pasando con nuestra cultura. Ver cómo nuestras raíces de pronto son barridas o desaparecen sin que nos demos cuenta”.

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Contreras se confiesa agradecido de poder hacer una película luminosa y mucho más optimista que sus trabajos anteriores, así como seguir trabajando en un negocio que ama: “Soy afortunado de poder hacer las películas que he querido hacer, con lo que quiero decir y contar. Una de las mejores cosas de ser director de cine es que cuando decides apostar por una película, es un viaje que te lleva a muchos lados y eso es gozoso. Es el sentido de mi vida y de mi trabajo”, concluye.

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En ese universo se cuenta la historia de Isauro (José Manuel Poncelis) y Evaristo (Eligio Meléndez), los últimos hablantes de la lengua zikril, que se encuentra al borde de la desaparición debido a un conflicto del pasado entre ellos. Temiendo la pérdida del idioma, un joven lingüista (Fernando Álvarez Rebeil) llega a este pueblo en medio de la selva para intentar salvar esta herencia lingüística y reconciliar a los dos hombres mayores. Además de la pérdida de una lengua, el director asegura que esta cinta “habla de la identidad, la diversidad, la inclusión, la aceptación, la amistad, el amor y, sobre todo, qué está pasando con nuestra cultura. Ver cómo nuestras raíces de pronto son barridas o desaparecen sin que nos demos cuenta”.

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Para la filmación, Contreras tenía en mente regresar a Veracruz, específicamente a la región de los Tuxtlas, Catemaco y San Andrés, donde solía vacacionar junto a su hermano y sus padres. “Quería tener esos verdes y esos colores en pantalla y trabajamos mucho para conseguir los recursos necesarios y tener un esquema de producción que nos permitiera filmar allá”, explica, recordando que durante las seis semanas de rodaje, el equipo se enfrentó a condiciones climáticas adversas que dotaron de personalidad a la cinta. Tal vez el elemento más complicado de la filmación, más que la constante lluvia, el frío o los piquetes de moscos, fue la creación de un lenguaje, sonidos y reglas gramaticales que los actores y el equipo detrás de la cámara aprendieron: “Tuvimos contacto con lingüistas y hablantes de algunas lenguas en vías de desaparición, empecé a dudar si debía usar algo real porque alguien se podía sentir usado y yo no quería que nadie fuera a sentirse así, al contrario, esta película es una reflexión sobre el significado de las lenguas y el conocimiento”, cuenta el director.El compromiso de Contreras y su equipo fue recompensado en el Festival de Cine de Sundance de 2017, con el premio de la audiencia en la sección World Cinema, y casi dos meses después con el Premio de la Prensa del Festival Internacional de Cine de Guadalajara. “Creo que hay ciertas películas a las que les ayuda tener vida en festivales, ciclos o muestras dentro y fuera de México. Cuando tienes la fortuna de ser favorecido con un premio como el de Sundance, la gente se entera de la película; hubo muchas reacciones, ruido y eso nos ayuda a que se sepa de nuestro trabajo”, dice.

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Contreras se confiesa agradecido de poder hacer una película luminosa y mucho más optimista que sus trabajos anteriores, así como seguir trabajando en un negocio que ama: “Soy afortunado de poder hacer las películas que he querido hacer, con lo que quiero decir y contar. Una de las mejores cosas de ser director de cine es que cuando decides apostar por una película, es un viaje que te lleva a muchos lados y eso es gozoso. Es el sentido de mi vida y de mi trabajo”, concluye.

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La noticia rondó entre algunos diarios de circulación nacional en septiembre de 2012: la lengua indígena zoque-ayapaneco —variación lingüística del mixe-zoque de Tabasco— desaparecería por completo al morir sus únicos hablantes: dos hombres de 70 y 77 años. De este reporte periodístico el guionista veracruzano Carlos Contreras obtuvo la idea principal sobre la que camina Sueño en otro idioma, tercer largometraje de su hermano Ernesto, director de Párpados azules y Las oscuras primaveras. “A partir ahí, Carlos vio una posible célula para hacer algo muy cinematográfico, me lo contó y no imaginé hacia dónde nos llevaría esta historia. Él creó todo un universo para contar este cuento”, dice el director en entrevista con Gatopardo.

En ese universo se cuenta la historia de Isauro (José Manuel Poncelis) y Evaristo (Eligio Meléndez), los últimos hablantes de la lengua zikril, que se encuentra al borde de la desaparición debido a un conflicto del pasado entre ellos. Temiendo la pérdida del idioma, un joven lingüista (Fernando Álvarez Rebeil) llega a este pueblo en medio de la selva para intentar salvar esta herencia lingüística y reconciliar a los dos hombres mayores. Además de la pérdida de una lengua, el director asegura que esta cinta “habla de la identidad, la diversidad, la inclusión, la aceptación, la amistad, el amor y, sobre todo, qué está pasando con nuestra cultura. Ver cómo nuestras raíces de pronto son barridas o desaparecen sin que nos demos cuenta”.

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En ese universo se cuenta la historia de Isauro (José Manuel Poncelis) y Evaristo (Eligio Meléndez), los últimos hablantes de la lengua zikril, que se encuentra al borde de la desaparición debido a un conflicto del pasado entre ellos. Temiendo la pérdida del idioma, un joven lingüista (Fernando Álvarez Rebeil) llega a este pueblo en medio de la selva para intentar salvar esta herencia lingüística y reconciliar a los dos hombres mayores. Además de la pérdida de una lengua, el director asegura que esta cinta “habla de la identidad, la diversidad, la inclusión, la aceptación, la amistad, el amor y, sobre todo, qué está pasando con nuestra cultura. Ver cómo nuestras raíces de pronto son barridas o desaparecen sin que nos demos cuenta”.

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En ese universo se cuenta la historia de Isauro (José Manuel Poncelis) y Evaristo (Eligio Meléndez), los últimos hablantes de la lengua zikril, que se encuentra al borde de la desaparición debido a un conflicto del pasado entre ellos. Temiendo la pérdida del idioma, un joven lingüista (Fernando Álvarez Rebeil) llega a este pueblo en medio de la selva para intentar salvar esta herencia lingüística y reconciliar a los dos hombres mayores. Además de la pérdida de una lengua, el director asegura que esta cinta “habla de la identidad, la diversidad, la inclusión, la aceptación, la amistad, el amor y, sobre todo, qué está pasando con nuestra cultura. Ver cómo nuestras raíces de pronto son barridas o desaparecen sin que nos demos cuenta”.

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En su tercer largometraje, el director mexicano Ernesto Contreras analiza la pérdida de uno de los pilares de nuestra cultura: la lengua.

La noticia rondó entre algunos diarios de circulación nacional en septiembre de 2012: la lengua indígena zoque-ayapaneco —variación lingüística del mixe-zoque de Tabasco— desaparecería por completo al morir sus únicos hablantes: dos hombres de 70 y 77 años. De este reporte periodístico el guionista veracruzano Carlos Contreras obtuvo la idea principal sobre la que camina Sueño en otro idioma, tercer largometraje de su hermano Ernesto, director de Párpados azules y Las oscuras primaveras. “A partir ahí, Carlos vio una posible célula para hacer algo muy cinematográfico, me lo contó y no imaginé hacia dónde nos llevaría esta historia. Él creó todo un universo para contar este cuento”, dice el director en entrevista con Gatopardo.

En ese universo se cuenta la historia de Isauro (José Manuel Poncelis) y Evaristo (Eligio Meléndez), los últimos hablantes de la lengua zikril, que se encuentra al borde de la desaparición debido a un conflicto del pasado entre ellos. Temiendo la pérdida del idioma, un joven lingüista (Fernando Álvarez Rebeil) llega a este pueblo en medio de la selva para intentar salvar esta herencia lingüística y reconciliar a los dos hombres mayores. Además de la pérdida de una lengua, el director asegura que esta cinta “habla de la identidad, la diversidad, la inclusión, la aceptación, la amistad, el amor y, sobre todo, qué está pasando con nuestra cultura. Ver cómo nuestras raíces de pronto son barridas o desaparecen sin que nos demos cuenta”.

***

Lee un poco más sobre el cine mexicano contemporáneo:

La 4ª Compañía: Ficción noir y una mirada al pasado.

El vigilante: Testigo de un crimen

Oso Polar: El cine a la mano

***

Para la filmación, Contreras tenía en mente regresar a Veracruz, específicamente a la región de los Tuxtlas, Catemaco y San Andrés, donde solía vacacionar junto a su hermano y sus padres. “Quería tener esos verdes y esos colores en pantalla y trabajamos mucho para conseguir los recursos necesarios y tener un esquema de producción que nos permitiera filmar allá”, explica, recordando que durante las seis semanas de rodaje, el equipo se enfrentó a condiciones climáticas adversas que dotaron de personalidad a la cinta. Tal vez el elemento más complicado de la filmación, más que la constante lluvia, el frío o los piquetes de moscos, fue la creación de un lenguaje, sonidos y reglas gramaticales que los actores y el equipo detrás de la cámara aprendieron: “Tuvimos contacto con lingüistas y hablantes de algunas lenguas en vías de desaparición, empecé a dudar si debía usar algo real porque alguien se podía sentir usado y yo no quería que nadie fuera a sentirse así, al contrario, esta película es una reflexión sobre el significado de las lenguas y el conocimiento”, cuenta el director.El compromiso de Contreras y su equipo fue recompensado en el Festival de Cine de Sundance de 2017, con el premio de la audiencia en la sección World Cinema, y casi dos meses después con el Premio de la Prensa del Festival Internacional de Cine de Guadalajara. “Creo que hay ciertas películas a las que les ayuda tener vida en festivales, ciclos o muestras dentro y fuera de México. Cuando tienes la fortuna de ser favorecido con un premio como el de Sundance, la gente se entera de la película; hubo muchas reacciones, ruido y eso nos ayuda a que se sepa de nuestro trabajo”, dice.

Ernesto Contreras Sueño en Otro Idioma - int

Contreras se confiesa agradecido de poder hacer una película luminosa y mucho más optimista que sus trabajos anteriores, así como seguir trabajando en un negocio que ama: “Soy afortunado de poder hacer las películas que he querido hacer, con lo que quiero decir y contar. Una de las mejores cosas de ser director de cine es que cuando decides apostar por una película, es un viaje que te lleva a muchos lados y eso es gozoso. Es el sentido de mi vida y de mi trabajo”, concluye.

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Ernesto Contreras: Soñando en otro idioma

Ernesto Contreras: Soñando en otro idioma

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Fotografía de
Realización de
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Traducción de
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18
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En su tercer largometraje, el director mexicano Ernesto Contreras analiza la pérdida de uno de los pilares de nuestra cultura: la lengua.

La noticia rondó entre algunos diarios de circulación nacional en septiembre de 2012: la lengua indígena zoque-ayapaneco —variación lingüística del mixe-zoque de Tabasco— desaparecería por completo al morir sus únicos hablantes: dos hombres de 70 y 77 años. De este reporte periodístico el guionista veracruzano Carlos Contreras obtuvo la idea principal sobre la que camina Sueño en otro idioma, tercer largometraje de su hermano Ernesto, director de Párpados azules y Las oscuras primaveras. “A partir ahí, Carlos vio una posible célula para hacer algo muy cinematográfico, me lo contó y no imaginé hacia dónde nos llevaría esta historia. Él creó todo un universo para contar este cuento”, dice el director en entrevista con Gatopardo.

En ese universo se cuenta la historia de Isauro (José Manuel Poncelis) y Evaristo (Eligio Meléndez), los últimos hablantes de la lengua zikril, que se encuentra al borde de la desaparición debido a un conflicto del pasado entre ellos. Temiendo la pérdida del idioma, un joven lingüista (Fernando Álvarez Rebeil) llega a este pueblo en medio de la selva para intentar salvar esta herencia lingüística y reconciliar a los dos hombres mayores. Además de la pérdida de una lengua, el director asegura que esta cinta “habla de la identidad, la diversidad, la inclusión, la aceptación, la amistad, el amor y, sobre todo, qué está pasando con nuestra cultura. Ver cómo nuestras raíces de pronto son barridas o desaparecen sin que nos demos cuenta”.

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Para la filmación, Contreras tenía en mente regresar a Veracruz, específicamente a la región de los Tuxtlas, Catemaco y San Andrés, donde solía vacacionar junto a su hermano y sus padres. “Quería tener esos verdes y esos colores en pantalla y trabajamos mucho para conseguir los recursos necesarios y tener un esquema de producción que nos permitiera filmar allá”, explica, recordando que durante las seis semanas de rodaje, el equipo se enfrentó a condiciones climáticas adversas que dotaron de personalidad a la cinta. Tal vez el elemento más complicado de la filmación, más que la constante lluvia, el frío o los piquetes de moscos, fue la creación de un lenguaje, sonidos y reglas gramaticales que los actores y el equipo detrás de la cámara aprendieron: “Tuvimos contacto con lingüistas y hablantes de algunas lenguas en vías de desaparición, empecé a dudar si debía usar algo real porque alguien se podía sentir usado y yo no quería que nadie fuera a sentirse así, al contrario, esta película es una reflexión sobre el significado de las lenguas y el conocimiento”, cuenta el director.El compromiso de Contreras y su equipo fue recompensado en el Festival de Cine de Sundance de 2017, con el premio de la audiencia en la sección World Cinema, y casi dos meses después con el Premio de la Prensa del Festival Internacional de Cine de Guadalajara. “Creo que hay ciertas películas a las que les ayuda tener vida en festivales, ciclos o muestras dentro y fuera de México. Cuando tienes la fortuna de ser favorecido con un premio como el de Sundance, la gente se entera de la película; hubo muchas reacciones, ruido y eso nos ayuda a que se sepa de nuestro trabajo”, dice.

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Contreras se confiesa agradecido de poder hacer una película luminosa y mucho más optimista que sus trabajos anteriores, así como seguir trabajando en un negocio que ama: “Soy afortunado de poder hacer las películas que he querido hacer, con lo que quiero decir y contar. Una de las mejores cosas de ser director de cine es que cuando decides apostar por una película, es un viaje que te lleva a muchos lados y eso es gozoso. Es el sentido de mi vida y de mi trabajo”, concluye.

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La noticia rondó entre algunos diarios de circulación nacional en septiembre de 2012: la lengua indígena zoque-ayapaneco —variación lingüística del mixe-zoque de Tabasco— desaparecería por completo al morir sus únicos hablantes: dos hombres de 70 y 77 años. De este reporte periodístico el guionista veracruzano Carlos Contreras obtuvo la idea principal sobre la que camina Sueño en otro idioma, tercer largometraje de su hermano Ernesto, director de Párpados azules y Las oscuras primaveras. “A partir ahí, Carlos vio una posible célula para hacer algo muy cinematográfico, me lo contó y no imaginé hacia dónde nos llevaría esta historia. Él creó todo un universo para contar este cuento”, dice el director en entrevista con Gatopardo.

En ese universo se cuenta la historia de Isauro (José Manuel Poncelis) y Evaristo (Eligio Meléndez), los últimos hablantes de la lengua zikril, que se encuentra al borde de la desaparición debido a un conflicto del pasado entre ellos. Temiendo la pérdida del idioma, un joven lingüista (Fernando Álvarez Rebeil) llega a este pueblo en medio de la selva para intentar salvar esta herencia lingüística y reconciliar a los dos hombres mayores. Además de la pérdida de una lengua, el director asegura que esta cinta “habla de la identidad, la diversidad, la inclusión, la aceptación, la amistad, el amor y, sobre todo, qué está pasando con nuestra cultura. Ver cómo nuestras raíces de pronto son barridas o desaparecen sin que nos demos cuenta”.

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Contreras se confiesa agradecido de poder hacer una película luminosa y mucho más optimista que sus trabajos anteriores, así como seguir trabajando en un negocio que ama: “Soy afortunado de poder hacer las películas que he querido hacer, con lo que quiero decir y contar. Una de las mejores cosas de ser director de cine es que cuando decides apostar por una película, es un viaje que te lleva a muchos lados y eso es gozoso. Es el sentido de mi vida y de mi trabajo”, concluye.

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En ese universo se cuenta la historia de Isauro (José Manuel Poncelis) y Evaristo (Eligio Meléndez), los últimos hablantes de la lengua zikril, que se encuentra al borde de la desaparición debido a un conflicto del pasado entre ellos. Temiendo la pérdida del idioma, un joven lingüista (Fernando Álvarez Rebeil) llega a este pueblo en medio de la selva para intentar salvar esta herencia lingüística y reconciliar a los dos hombres mayores. Además de la pérdida de una lengua, el director asegura que esta cinta “habla de la identidad, la diversidad, la inclusión, la aceptación, la amistad, el amor y, sobre todo, qué está pasando con nuestra cultura. Ver cómo nuestras raíces de pronto son barridas o desaparecen sin que nos demos cuenta”.

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Para la filmación, Contreras tenía en mente regresar a Veracruz, específicamente a la región de los Tuxtlas, Catemaco y San Andrés, donde solía vacacionar junto a su hermano y sus padres. “Quería tener esos verdes y esos colores en pantalla y trabajamos mucho para conseguir los recursos necesarios y tener un esquema de producción que nos permitiera filmar allá”, explica, recordando que durante las seis semanas de rodaje, el equipo se enfrentó a condiciones climáticas adversas que dotaron de personalidad a la cinta. Tal vez el elemento más complicado de la filmación, más que la constante lluvia, el frío o los piquetes de moscos, fue la creación de un lenguaje, sonidos y reglas gramaticales que los actores y el equipo detrás de la cámara aprendieron: “Tuvimos contacto con lingüistas y hablantes de algunas lenguas en vías de desaparición, empecé a dudar si debía usar algo real porque alguien se podía sentir usado y yo no quería que nadie fuera a sentirse así, al contrario, esta película es una reflexión sobre el significado de las lenguas y el conocimiento”, cuenta el director.El compromiso de Contreras y su equipo fue recompensado en el Festival de Cine de Sundance de 2017, con el premio de la audiencia en la sección World Cinema, y casi dos meses después con el Premio de la Prensa del Festival Internacional de Cine de Guadalajara. “Creo que hay ciertas películas a las que les ayuda tener vida en festivales, ciclos o muestras dentro y fuera de México. Cuando tienes la fortuna de ser favorecido con un premio como el de Sundance, la gente se entera de la película; hubo muchas reacciones, ruido y eso nos ayuda a que se sepa de nuestro trabajo”, dice.

Ernesto Contreras Sueño en Otro Idioma - int

Contreras se confiesa agradecido de poder hacer una película luminosa y mucho más optimista que sus trabajos anteriores, así como seguir trabajando en un negocio que ama: “Soy afortunado de poder hacer las películas que he querido hacer, con lo que quiero decir y contar. Una de las mejores cosas de ser director de cine es que cuando decides apostar por una película, es un viaje que te lleva a muchos lados y eso es gozoso. Es el sentido de mi vida y de mi trabajo”, concluye.

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La noticia rondó entre algunos diarios de circulación nacional en septiembre de 2012: la lengua indígena zoque-ayapaneco —variación lingüística del mixe-zoque de Tabasco— desaparecería por completo al morir sus únicos hablantes: dos hombres de 70 y 77 años. De este reporte periodístico el guionista veracruzano Carlos Contreras obtuvo la idea principal sobre la que camina Sueño en otro idioma, tercer largometraje de su hermano Ernesto, director de Párpados azules y Las oscuras primaveras. “A partir ahí, Carlos vio una posible célula para hacer algo muy cinematográfico, me lo contó y no imaginé hacia dónde nos llevaría esta historia. Él creó todo un universo para contar este cuento”, dice el director en entrevista con Gatopardo.

En ese universo se cuenta la historia de Isauro (José Manuel Poncelis) y Evaristo (Eligio Meléndez), los últimos hablantes de la lengua zikril, que se encuentra al borde de la desaparición debido a un conflicto del pasado entre ellos. Temiendo la pérdida del idioma, un joven lingüista (Fernando Álvarez Rebeil) llega a este pueblo en medio de la selva para intentar salvar esta herencia lingüística y reconciliar a los dos hombres mayores. Además de la pérdida de una lengua, el director asegura que esta cinta “habla de la identidad, la diversidad, la inclusión, la aceptación, la amistad, el amor y, sobre todo, qué está pasando con nuestra cultura. Ver cómo nuestras raíces de pronto son barridas o desaparecen sin que nos demos cuenta”.

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Ernesto Contreras Sueño en Otro Idioma - int

Contreras se confiesa agradecido de poder hacer una película luminosa y mucho más optimista que sus trabajos anteriores, así como seguir trabajando en un negocio que ama: “Soy afortunado de poder hacer las películas que he querido hacer, con lo que quiero decir y contar. Una de las mejores cosas de ser director de cine es que cuando decides apostar por una película, es un viaje que te lleva a muchos lados y eso es gozoso. Es el sentido de mi vida y de mi trabajo”, concluye.

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