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La futbolista que le ganó la batalla a Donald Trump

La futbolista que le ganó la batalla a Donald Trump

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La victoria de Megan Rapinoe y las campeonas del mundo rumbo a la igualdad salarial.

Entre jerseys blanquiazules y naranjas el ambiente de fiesta se respiraba en cada rincón del Parc Olympique Lyonnais. Las dos mejores selecciones de Francia 2019 estaban por disputar la octava edición del máximo torneo femenino de futbol. Estados Unidos y Holanda mantuvieron marcador en cero hasta el minuto 61 cuando la número tres de la selección holandesa recibió a Alex Morgan, una de las favoritas de la alineación estadounidense, con una patada merecedora de penal. Y, así fue. A cuenta de la capitana Megan Rapinoe corrió el gol que le dio a las estadounidenses la ventaja sobre su rival. Con un grito de euforia, la celebración se vivió en todo el estadio. La chica con cabellera rosada se dirigió a la afición con una sonrisa en el rostro y dedicó su ya característico movimiento para celebrar. Abrió los brazos de lado, los gritos no cesaban, la sonrisa se mantuvo hasta que su equipo llegó y todas se fundieron en un abrazo. Ocho minutos más tarde, una de las jugadoras más jóvenes de la selección estadounidense, Rose Lavelle, marcó el gol con el que Estados Unidos se consolidó como el número uno de la copa. Apenas sonó el silbato anunciando el final del partido, el equipo corrió al centro de la cancha a celebrar y la afición las acompañó. Por cuarta ocasión, la selección femenil de Estados Unidos regresaría como campeona. Sin embargo, Rapinoe y su equipo supieron que acababan de ganar mucho más que la Copa del Mundo, cuando al momento de la entrega de trofeos, la multitud comenzó a corear “¡Igualdad salarial!, ¡igualdad salarial!”.

***

Meses antes del inicio del torneo, algunas de las jugadoras de la selección estadounidenses, entre ellas Rapinoe, presentaron una demanda contra la Federación de Fútbol de Estados Unidos con la que buscaban que su trabajo fuera pagado de la misma manera en la que se les reditúa a sus compañeros de la selección varonil. La exigencia por igualdad salarial se convirtió en una de las luchas políticas que estuvieron bastante activas durante la temporada deportiva y Megan Rapinoe fue una de las principales en defender la causa. Tan solo un día antes de la gran final en Francia, la delantera evidenció la enorme brecha marcada por la FIFA. Mientras que las ganadoras de la Copa en 2019 se llevarían a casa 30 millones de dólares, el primer lugar en el Mundial de Futbol masculino del año pasado se llevó 400 millones de dólares. No obstante, el reclamo de las jugadoras fue rechazado por la FIFA en mayo de este año.

En ese entonces, la Federación aseguró que los fondos tenían que ver con las decisiones comerciales. La presión no se detuvo, no solo las atletas exigían igualdad salarial, la misma afición mostró su completo apoyo. Durante la Copa, la Federación aseguró que haría lo necesario para que la medida se pusiera en vigor para el próximo torneo, 2023. Sin embargo, el camino que Rapinoe y su equipo habían empezado a trazar, ya traía mucha gente atrás y la exigencia por “¡Igualdad salarial!”, se convirtió en un lema de resistencia en la Copa. El reconocimiento del trabajo de las futbolistas no fue la única batalla que Megan Rapinoe luchó dentro y fuera del campo. La delantera estadounidenses de 34 años que actualmente juega con el Seattle Reign FC, es también activista por los derechos LGTB. El apoyo de su novia Sue Bird, jugadora olímpica de baloncesto, ayudó a visibilizar la imagen de parejas homosexuales dentro del campo deportivo. Por otro lado también se manifestó como una fuerte opositora del presidente Trump y el trato que da su administración a las minorías. Lo ha criticado por sus acciones misóginas y racistas. Como es bien sabido, Donald Trump es un activo usuario de Twitter y fue en ese campo que durante la temporada deportiva protagonizó una pelea con Rapinoe. La capitana aseguró que de ganar la Copa, no asistiría a la Casa Blanca. “Soy una gran fan del equipo estadounidense y del fútbol femenino, pero Megan debe ganar primero antes de hablar. ¡Termina el trabajo!”, respondió Donald Trump a un video que se viralizó en redes. Días después de ganar la Copa y con una sonrisa en el rostro, Megan Rapinoe reviró y en televisión abierta durante una entrevista con ESPN dijo “yo ya cumplí con mi parte del acuerdo”. "Queremos cambiar el mundo. Queremos cambiar la forma en la que la gente nos mira. Queremos cambiar el juego para siempre", aseguró Megan. La selección estadounidense decidió rechazar la invitación de Trump y no asistir a la Casa Blanca, pero en su regreso triunfal a Nueva York, la ciudad vibró. Entre fanfarrias, aplausos y confeti, familias enteras se reunieron en la avenida Broadway para celebrar la victoria de su Selección Femenil. Megan Rapinoe y el equipo portaban cuatro estrellas doradas en el pecho y las sonrisas no abandonaron en ningún momento su rostro. La gente quería verlas, sabían que eran las mejores del mundo. A pesar de que Rapinoe regresó con la Bota de Oro y el Balón de Oro además de la copa, no hubo protagonismos. Si algo sabe hacer la capitana es respetar y reconocer el trabajo de todo su equipo. Lo dejó claro en el discurso que dio frente al decenas de personas.

“Este equipo es fuerte, tiene sentido del humor, es rudo, pareciera que nadie puede meterse con este equipo”, dijo Rapinoe mientras aplaudía a sus compañeras. “Tenemos el pelo rosa, el pelo púrpura, tenemos tatuajes y rastas, tenemos chicas negras y blancas, tenemos chicas heterosexuales y chicas homosexuales”. Más adelante, Rapinoe dejó de lado por unos segundos el mero propósito deportivo y se dirigió a todos los asistentes. “Es importante comenzar a amar más y odiar menos, escuchar más y hablar menos. Cada persona que está aquí y los que no están aquí, los que quieren estar y los que no, es de todos nosotros la responsabilidad de hacer este mundo un lugar mejor”. “Sí hacemos deporte, sí somos atletas, pero al final, somos más que eso”. Megan Rapinoe sonrió, el escenario era suyo, la gente la escuchaba y su imagen se viralizó en redes. No solo los estadounidenses le aplaudían, ciudadanos de todo el mundo celebraron su batalla.

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La victoria de Megan Rapinoe y las campeonas del mundo rumbo a la igualdad salarial.

Entre jerseys blanquiazules y naranjas el ambiente de fiesta se respiraba en cada rincón del Parc Olympique Lyonnais. Las dos mejores selecciones de Francia 2019 estaban por disputar la octava edición del máximo torneo femenino de futbol. Estados Unidos y Holanda mantuvieron marcador en cero hasta el minuto 61 cuando la número tres de la selección holandesa recibió a Alex Morgan, una de las favoritas de la alineación estadounidense, con una patada merecedora de penal. Y, así fue. A cuenta de la capitana Megan Rapinoe corrió el gol que le dio a las estadounidenses la ventaja sobre su rival. Con un grito de euforia, la celebración se vivió en todo el estadio. La chica con cabellera rosada se dirigió a la afición con una sonrisa en el rostro y dedicó su ya característico movimiento para celebrar. Abrió los brazos de lado, los gritos no cesaban, la sonrisa se mantuvo hasta que su equipo llegó y todas se fundieron en un abrazo. Ocho minutos más tarde, una de las jugadoras más jóvenes de la selección estadounidense, Rose Lavelle, marcó el gol con el que Estados Unidos se consolidó como el número uno de la copa. Apenas sonó el silbato anunciando el final del partido, el equipo corrió al centro de la cancha a celebrar y la afición las acompañó. Por cuarta ocasión, la selección femenil de Estados Unidos regresaría como campeona. Sin embargo, Rapinoe y su equipo supieron que acababan de ganar mucho más que la Copa del Mundo, cuando al momento de la entrega de trofeos, la multitud comenzó a corear “¡Igualdad salarial!, ¡igualdad salarial!”.

***

Meses antes del inicio del torneo, algunas de las jugadoras de la selección estadounidenses, entre ellas Rapinoe, presentaron una demanda contra la Federación de Fútbol de Estados Unidos con la que buscaban que su trabajo fuera pagado de la misma manera en la que se les reditúa a sus compañeros de la selección varonil. La exigencia por igualdad salarial se convirtió en una de las luchas políticas que estuvieron bastante activas durante la temporada deportiva y Megan Rapinoe fue una de las principales en defender la causa. Tan solo un día antes de la gran final en Francia, la delantera evidenció la enorme brecha marcada por la FIFA. Mientras que las ganadoras de la Copa en 2019 se llevarían a casa 30 millones de dólares, el primer lugar en el Mundial de Futbol masculino del año pasado se llevó 400 millones de dólares. No obstante, el reclamo de las jugadoras fue rechazado por la FIFA en mayo de este año.

En ese entonces, la Federación aseguró que los fondos tenían que ver con las decisiones comerciales. La presión no se detuvo, no solo las atletas exigían igualdad salarial, la misma afición mostró su completo apoyo. Durante la Copa, la Federación aseguró que haría lo necesario para que la medida se pusiera en vigor para el próximo torneo, 2023. Sin embargo, el camino que Rapinoe y su equipo habían empezado a trazar, ya traía mucha gente atrás y la exigencia por “¡Igualdad salarial!”, se convirtió en un lema de resistencia en la Copa. El reconocimiento del trabajo de las futbolistas no fue la única batalla que Megan Rapinoe luchó dentro y fuera del campo. La delantera estadounidenses de 34 años que actualmente juega con el Seattle Reign FC, es también activista por los derechos LGTB. El apoyo de su novia Sue Bird, jugadora olímpica de baloncesto, ayudó a visibilizar la imagen de parejas homosexuales dentro del campo deportivo. Por otro lado también se manifestó como una fuerte opositora del presidente Trump y el trato que da su administración a las minorías. Lo ha criticado por sus acciones misóginas y racistas. Como es bien sabido, Donald Trump es un activo usuario de Twitter y fue en ese campo que durante la temporada deportiva protagonizó una pelea con Rapinoe. La capitana aseguró que de ganar la Copa, no asistiría a la Casa Blanca. “Soy una gran fan del equipo estadounidense y del fútbol femenino, pero Megan debe ganar primero antes de hablar. ¡Termina el trabajo!”, respondió Donald Trump a un video que se viralizó en redes. Días después de ganar la Copa y con una sonrisa en el rostro, Megan Rapinoe reviró y en televisión abierta durante una entrevista con ESPN dijo “yo ya cumplí con mi parte del acuerdo”. "Queremos cambiar el mundo. Queremos cambiar la forma en la que la gente nos mira. Queremos cambiar el juego para siempre", aseguró Megan. La selección estadounidense decidió rechazar la invitación de Trump y no asistir a la Casa Blanca, pero en su regreso triunfal a Nueva York, la ciudad vibró. Entre fanfarrias, aplausos y confeti, familias enteras se reunieron en la avenida Broadway para celebrar la victoria de su Selección Femenil. Megan Rapinoe y el equipo portaban cuatro estrellas doradas en el pecho y las sonrisas no abandonaron en ningún momento su rostro. La gente quería verlas, sabían que eran las mejores del mundo. A pesar de que Rapinoe regresó con la Bota de Oro y el Balón de Oro además de la copa, no hubo protagonismos. Si algo sabe hacer la capitana es respetar y reconocer el trabajo de todo su equipo. Lo dejó claro en el discurso que dio frente al decenas de personas.

“Este equipo es fuerte, tiene sentido del humor, es rudo, pareciera que nadie puede meterse con este equipo”, dijo Rapinoe mientras aplaudía a sus compañeras. “Tenemos el pelo rosa, el pelo púrpura, tenemos tatuajes y rastas, tenemos chicas negras y blancas, tenemos chicas heterosexuales y chicas homosexuales”. Más adelante, Rapinoe dejó de lado por unos segundos el mero propósito deportivo y se dirigió a todos los asistentes. “Es importante comenzar a amar más y odiar menos, escuchar más y hablar menos. Cada persona que está aquí y los que no están aquí, los que quieren estar y los que no, es de todos nosotros la responsabilidad de hacer este mundo un lugar mejor”. “Sí hacemos deporte, sí somos atletas, pero al final, somos más que eso”. Megan Rapinoe sonrió, el escenario era suyo, la gente la escuchaba y su imagen se viralizó en redes. No solo los estadounidenses le aplaudían, ciudadanos de todo el mundo celebraron su batalla.

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Entre jerseys blanquiazules y naranjas el ambiente de fiesta se respiraba en cada rincón del Parc Olympique Lyonnais. Las dos mejores selecciones de Francia 2019 estaban por disputar la octava edición del máximo torneo femenino de futbol. Estados Unidos y Holanda mantuvieron marcador en cero hasta el minuto 61 cuando la número tres de la selección holandesa recibió a Alex Morgan, una de las favoritas de la alineación estadounidense, con una patada merecedora de penal. Y, así fue. A cuenta de la capitana Megan Rapinoe corrió el gol que le dio a las estadounidenses la ventaja sobre su rival. Con un grito de euforia, la celebración se vivió en todo el estadio. La chica con cabellera rosada se dirigió a la afición con una sonrisa en el rostro y dedicó su ya característico movimiento para celebrar. Abrió los brazos de lado, los gritos no cesaban, la sonrisa se mantuvo hasta que su equipo llegó y todas se fundieron en un abrazo. Ocho minutos más tarde, una de las jugadoras más jóvenes de la selección estadounidense, Rose Lavelle, marcó el gol con el que Estados Unidos se consolidó como el número uno de la copa. Apenas sonó el silbato anunciando el final del partido, el equipo corrió al centro de la cancha a celebrar y la afición las acompañó. Por cuarta ocasión, la selección femenil de Estados Unidos regresaría como campeona. Sin embargo, Rapinoe y su equipo supieron que acababan de ganar mucho más que la Copa del Mundo, cuando al momento de la entrega de trofeos, la multitud comenzó a corear “¡Igualdad salarial!, ¡igualdad salarial!”.

***

Meses antes del inicio del torneo, algunas de las jugadoras de la selección estadounidenses, entre ellas Rapinoe, presentaron una demanda contra la Federación de Fútbol de Estados Unidos con la que buscaban que su trabajo fuera pagado de la misma manera en la que se les reditúa a sus compañeros de la selección varonil. La exigencia por igualdad salarial se convirtió en una de las luchas políticas que estuvieron bastante activas durante la temporada deportiva y Megan Rapinoe fue una de las principales en defender la causa. Tan solo un día antes de la gran final en Francia, la delantera evidenció la enorme brecha marcada por la FIFA. Mientras que las ganadoras de la Copa en 2019 se llevarían a casa 30 millones de dólares, el primer lugar en el Mundial de Futbol masculino del año pasado se llevó 400 millones de dólares. No obstante, el reclamo de las jugadoras fue rechazado por la FIFA en mayo de este año.

En ese entonces, la Federación aseguró que los fondos tenían que ver con las decisiones comerciales. La presión no se detuvo, no solo las atletas exigían igualdad salarial, la misma afición mostró su completo apoyo. Durante la Copa, la Federación aseguró que haría lo necesario para que la medida se pusiera en vigor para el próximo torneo, 2023. Sin embargo, el camino que Rapinoe y su equipo habían empezado a trazar, ya traía mucha gente atrás y la exigencia por “¡Igualdad salarial!”, se convirtió en un lema de resistencia en la Copa. El reconocimiento del trabajo de las futbolistas no fue la única batalla que Megan Rapinoe luchó dentro y fuera del campo. La delantera estadounidenses de 34 años que actualmente juega con el Seattle Reign FC, es también activista por los derechos LGTB. El apoyo de su novia Sue Bird, jugadora olímpica de baloncesto, ayudó a visibilizar la imagen de parejas homosexuales dentro del campo deportivo. Por otro lado también se manifestó como una fuerte opositora del presidente Trump y el trato que da su administración a las minorías. Lo ha criticado por sus acciones misóginas y racistas. Como es bien sabido, Donald Trump es un activo usuario de Twitter y fue en ese campo que durante la temporada deportiva protagonizó una pelea con Rapinoe. La capitana aseguró que de ganar la Copa, no asistiría a la Casa Blanca. “Soy una gran fan del equipo estadounidense y del fútbol femenino, pero Megan debe ganar primero antes de hablar. ¡Termina el trabajo!”, respondió Donald Trump a un video que se viralizó en redes. Días después de ganar la Copa y con una sonrisa en el rostro, Megan Rapinoe reviró y en televisión abierta durante una entrevista con ESPN dijo “yo ya cumplí con mi parte del acuerdo”. "Queremos cambiar el mundo. Queremos cambiar la forma en la que la gente nos mira. Queremos cambiar el juego para siempre", aseguró Megan. La selección estadounidense decidió rechazar la invitación de Trump y no asistir a la Casa Blanca, pero en su regreso triunfal a Nueva York, la ciudad vibró. Entre fanfarrias, aplausos y confeti, familias enteras se reunieron en la avenida Broadway para celebrar la victoria de su Selección Femenil. Megan Rapinoe y el equipo portaban cuatro estrellas doradas en el pecho y las sonrisas no abandonaron en ningún momento su rostro. La gente quería verlas, sabían que eran las mejores del mundo. A pesar de que Rapinoe regresó con la Bota de Oro y el Balón de Oro además de la copa, no hubo protagonismos. Si algo sabe hacer la capitana es respetar y reconocer el trabajo de todo su equipo. Lo dejó claro en el discurso que dio frente al decenas de personas.

“Este equipo es fuerte, tiene sentido del humor, es rudo, pareciera que nadie puede meterse con este equipo”, dijo Rapinoe mientras aplaudía a sus compañeras. “Tenemos el pelo rosa, el pelo púrpura, tenemos tatuajes y rastas, tenemos chicas negras y blancas, tenemos chicas heterosexuales y chicas homosexuales”. Más adelante, Rapinoe dejó de lado por unos segundos el mero propósito deportivo y se dirigió a todos los asistentes. “Es importante comenzar a amar más y odiar menos, escuchar más y hablar menos. Cada persona que está aquí y los que no están aquí, los que quieren estar y los que no, es de todos nosotros la responsabilidad de hacer este mundo un lugar mejor”. “Sí hacemos deporte, sí somos atletas, pero al final, somos más que eso”. Megan Rapinoe sonrió, el escenario era suyo, la gente la escuchaba y su imagen se viralizó en redes. No solo los estadounidenses le aplaudían, ciudadanos de todo el mundo celebraron su batalla.

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Entre jerseys blanquiazules y naranjas el ambiente de fiesta se respiraba en cada rincón del Parc Olympique Lyonnais. Las dos mejores selecciones de Francia 2019 estaban por disputar la octava edición del máximo torneo femenino de futbol. Estados Unidos y Holanda mantuvieron marcador en cero hasta el minuto 61 cuando la número tres de la selección holandesa recibió a Alex Morgan, una de las favoritas de la alineación estadounidense, con una patada merecedora de penal. Y, así fue. A cuenta de la capitana Megan Rapinoe corrió el gol que le dio a las estadounidenses la ventaja sobre su rival. Con un grito de euforia, la celebración se vivió en todo el estadio. La chica con cabellera rosada se dirigió a la afición con una sonrisa en el rostro y dedicó su ya característico movimiento para celebrar. Abrió los brazos de lado, los gritos no cesaban, la sonrisa se mantuvo hasta que su equipo llegó y todas se fundieron en un abrazo. Ocho minutos más tarde, una de las jugadoras más jóvenes de la selección estadounidense, Rose Lavelle, marcó el gol con el que Estados Unidos se consolidó como el número uno de la copa. Apenas sonó el silbato anunciando el final del partido, el equipo corrió al centro de la cancha a celebrar y la afición las acompañó. Por cuarta ocasión, la selección femenil de Estados Unidos regresaría como campeona. Sin embargo, Rapinoe y su equipo supieron que acababan de ganar mucho más que la Copa del Mundo, cuando al momento de la entrega de trofeos, la multitud comenzó a corear “¡Igualdad salarial!, ¡igualdad salarial!”.

***

Meses antes del inicio del torneo, algunas de las jugadoras de la selección estadounidenses, entre ellas Rapinoe, presentaron una demanda contra la Federación de Fútbol de Estados Unidos con la que buscaban que su trabajo fuera pagado de la misma manera en la que se les reditúa a sus compañeros de la selección varonil. La exigencia por igualdad salarial se convirtió en una de las luchas políticas que estuvieron bastante activas durante la temporada deportiva y Megan Rapinoe fue una de las principales en defender la causa. Tan solo un día antes de la gran final en Francia, la delantera evidenció la enorme brecha marcada por la FIFA. Mientras que las ganadoras de la Copa en 2019 se llevarían a casa 30 millones de dólares, el primer lugar en el Mundial de Futbol masculino del año pasado se llevó 400 millones de dólares. No obstante, el reclamo de las jugadoras fue rechazado por la FIFA en mayo de este año.

En ese entonces, la Federación aseguró que los fondos tenían que ver con las decisiones comerciales. La presión no se detuvo, no solo las atletas exigían igualdad salarial, la misma afición mostró su completo apoyo. Durante la Copa, la Federación aseguró que haría lo necesario para que la medida se pusiera en vigor para el próximo torneo, 2023. Sin embargo, el camino que Rapinoe y su equipo habían empezado a trazar, ya traía mucha gente atrás y la exigencia por “¡Igualdad salarial!”, se convirtió en un lema de resistencia en la Copa. El reconocimiento del trabajo de las futbolistas no fue la única batalla que Megan Rapinoe luchó dentro y fuera del campo. La delantera estadounidenses de 34 años que actualmente juega con el Seattle Reign FC, es también activista por los derechos LGTB. El apoyo de su novia Sue Bird, jugadora olímpica de baloncesto, ayudó a visibilizar la imagen de parejas homosexuales dentro del campo deportivo. Por otro lado también se manifestó como una fuerte opositora del presidente Trump y el trato que da su administración a las minorías. Lo ha criticado por sus acciones misóginas y racistas. Como es bien sabido, Donald Trump es un activo usuario de Twitter y fue en ese campo que durante la temporada deportiva protagonizó una pelea con Rapinoe. La capitana aseguró que de ganar la Copa, no asistiría a la Casa Blanca. “Soy una gran fan del equipo estadounidense y del fútbol femenino, pero Megan debe ganar primero antes de hablar. ¡Termina el trabajo!”, respondió Donald Trump a un video que se viralizó en redes. Días después de ganar la Copa y con una sonrisa en el rostro, Megan Rapinoe reviró y en televisión abierta durante una entrevista con ESPN dijo “yo ya cumplí con mi parte del acuerdo”. "Queremos cambiar el mundo. Queremos cambiar la forma en la que la gente nos mira. Queremos cambiar el juego para siempre", aseguró Megan. La selección estadounidense decidió rechazar la invitación de Trump y no asistir a la Casa Blanca, pero en su regreso triunfal a Nueva York, la ciudad vibró. Entre fanfarrias, aplausos y confeti, familias enteras se reunieron en la avenida Broadway para celebrar la victoria de su Selección Femenil. Megan Rapinoe y el equipo portaban cuatro estrellas doradas en el pecho y las sonrisas no abandonaron en ningún momento su rostro. La gente quería verlas, sabían que eran las mejores del mundo. A pesar de que Rapinoe regresó con la Bota de Oro y el Balón de Oro además de la copa, no hubo protagonismos. Si algo sabe hacer la capitana es respetar y reconocer el trabajo de todo su equipo. Lo dejó claro en el discurso que dio frente al decenas de personas.

“Este equipo es fuerte, tiene sentido del humor, es rudo, pareciera que nadie puede meterse con este equipo”, dijo Rapinoe mientras aplaudía a sus compañeras. “Tenemos el pelo rosa, el pelo púrpura, tenemos tatuajes y rastas, tenemos chicas negras y blancas, tenemos chicas heterosexuales y chicas homosexuales”. Más adelante, Rapinoe dejó de lado por unos segundos el mero propósito deportivo y se dirigió a todos los asistentes. “Es importante comenzar a amar más y odiar menos, escuchar más y hablar menos. Cada persona que está aquí y los que no están aquí, los que quieren estar y los que no, es de todos nosotros la responsabilidad de hacer este mundo un lugar mejor”. “Sí hacemos deporte, sí somos atletas, pero al final, somos más que eso”. Megan Rapinoe sonrió, el escenario era suyo, la gente la escuchaba y su imagen se viralizó en redes. No solo los estadounidenses le aplaudían, ciudadanos de todo el mundo celebraron su batalla.

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En ese entonces, la Federación aseguró que los fondos tenían que ver con las decisiones comerciales. La presión no se detuvo, no solo las atletas exigían igualdad salarial, la misma afición mostró su completo apoyo. Durante la Copa, la Federación aseguró que haría lo necesario para que la medida se pusiera en vigor para el próximo torneo, 2023. Sin embargo, el camino que Rapinoe y su equipo habían empezado a trazar, ya traía mucha gente atrás y la exigencia por “¡Igualdad salarial!”, se convirtió en un lema de resistencia en la Copa. El reconocimiento del trabajo de las futbolistas no fue la única batalla que Megan Rapinoe luchó dentro y fuera del campo. La delantera estadounidenses de 34 años que actualmente juega con el Seattle Reign FC, es también activista por los derechos LGTB. El apoyo de su novia Sue Bird, jugadora olímpica de baloncesto, ayudó a visibilizar la imagen de parejas homosexuales dentro del campo deportivo. Por otro lado también se manifestó como una fuerte opositora del presidente Trump y el trato que da su administración a las minorías. Lo ha criticado por sus acciones misóginas y racistas. Como es bien sabido, Donald Trump es un activo usuario de Twitter y fue en ese campo que durante la temporada deportiva protagonizó una pelea con Rapinoe. La capitana aseguró que de ganar la Copa, no asistiría a la Casa Blanca. “Soy una gran fan del equipo estadounidense y del fútbol femenino, pero Megan debe ganar primero antes de hablar. ¡Termina el trabajo!”, respondió Donald Trump a un video que se viralizó en redes. Días después de ganar la Copa y con una sonrisa en el rostro, Megan Rapinoe reviró y en televisión abierta durante una entrevista con ESPN dijo “yo ya cumplí con mi parte del acuerdo”. "Queremos cambiar el mundo. Queremos cambiar la forma en la que la gente nos mira. Queremos cambiar el juego para siempre", aseguró Megan. La selección estadounidense decidió rechazar la invitación de Trump y no asistir a la Casa Blanca, pero en su regreso triunfal a Nueva York, la ciudad vibró. Entre fanfarrias, aplausos y confeti, familias enteras se reunieron en la avenida Broadway para celebrar la victoria de su Selección Femenil. Megan Rapinoe y el equipo portaban cuatro estrellas doradas en el pecho y las sonrisas no abandonaron en ningún momento su rostro. La gente quería verlas, sabían que eran las mejores del mundo. A pesar de que Rapinoe regresó con la Bota de Oro y el Balón de Oro además de la copa, no hubo protagonismos. Si algo sabe hacer la capitana es respetar y reconocer el trabajo de todo su equipo. Lo dejó claro en el discurso que dio frente al decenas de personas.

“Este equipo es fuerte, tiene sentido del humor, es rudo, pareciera que nadie puede meterse con este equipo”, dijo Rapinoe mientras aplaudía a sus compañeras. “Tenemos el pelo rosa, el pelo púrpura, tenemos tatuajes y rastas, tenemos chicas negras y blancas, tenemos chicas heterosexuales y chicas homosexuales”. Más adelante, Rapinoe dejó de lado por unos segundos el mero propósito deportivo y se dirigió a todos los asistentes. “Es importante comenzar a amar más y odiar menos, escuchar más y hablar menos. Cada persona que está aquí y los que no están aquí, los que quieren estar y los que no, es de todos nosotros la responsabilidad de hacer este mundo un lugar mejor”. “Sí hacemos deporte, sí somos atletas, pero al final, somos más que eso”. Megan Rapinoe sonrió, el escenario era suyo, la gente la escuchaba y su imagen se viralizó en redes. No solo los estadounidenses le aplaudían, ciudadanos de todo el mundo celebraron su batalla.

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Entre jerseys blanquiazules y naranjas el ambiente de fiesta se respiraba en cada rincón del Parc Olympique Lyonnais. Las dos mejores selecciones de Francia 2019 estaban por disputar la octava edición del máximo torneo femenino de futbol. Estados Unidos y Holanda mantuvieron marcador en cero hasta el minuto 61 cuando la número tres de la selección holandesa recibió a Alex Morgan, una de las favoritas de la alineación estadounidense, con una patada merecedora de penal. Y, así fue. A cuenta de la capitana Megan Rapinoe corrió el gol que le dio a las estadounidenses la ventaja sobre su rival. Con un grito de euforia, la celebración se vivió en todo el estadio. La chica con cabellera rosada se dirigió a la afición con una sonrisa en el rostro y dedicó su ya característico movimiento para celebrar. Abrió los brazos de lado, los gritos no cesaban, la sonrisa se mantuvo hasta que su equipo llegó y todas se fundieron en un abrazo. Ocho minutos más tarde, una de las jugadoras más jóvenes de la selección estadounidense, Rose Lavelle, marcó el gol con el que Estados Unidos se consolidó como el número uno de la copa. Apenas sonó el silbato anunciando el final del partido, el equipo corrió al centro de la cancha a celebrar y la afición las acompañó. Por cuarta ocasión, la selección femenil de Estados Unidos regresaría como campeona. Sin embargo, Rapinoe y su equipo supieron que acababan de ganar mucho más que la Copa del Mundo, cuando al momento de la entrega de trofeos, la multitud comenzó a corear “¡Igualdad salarial!, ¡igualdad salarial!”.

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Meses antes del inicio del torneo, algunas de las jugadoras de la selección estadounidenses, entre ellas Rapinoe, presentaron una demanda contra la Federación de Fútbol de Estados Unidos con la que buscaban que su trabajo fuera pagado de la misma manera en la que se les reditúa a sus compañeros de la selección varonil. La exigencia por igualdad salarial se convirtió en una de las luchas políticas que estuvieron bastante activas durante la temporada deportiva y Megan Rapinoe fue una de las principales en defender la causa. Tan solo un día antes de la gran final en Francia, la delantera evidenció la enorme brecha marcada por la FIFA. Mientras que las ganadoras de la Copa en 2019 se llevarían a casa 30 millones de dólares, el primer lugar en el Mundial de Futbol masculino del año pasado se llevó 400 millones de dólares. No obstante, el reclamo de las jugadoras fue rechazado por la FIFA en mayo de este año.

En ese entonces, la Federación aseguró que los fondos tenían que ver con las decisiones comerciales. La presión no se detuvo, no solo las atletas exigían igualdad salarial, la misma afición mostró su completo apoyo. Durante la Copa, la Federación aseguró que haría lo necesario para que la medida se pusiera en vigor para el próximo torneo, 2023. Sin embargo, el camino que Rapinoe y su equipo habían empezado a trazar, ya traía mucha gente atrás y la exigencia por “¡Igualdad salarial!”, se convirtió en un lema de resistencia en la Copa. El reconocimiento del trabajo de las futbolistas no fue la única batalla que Megan Rapinoe luchó dentro y fuera del campo. La delantera estadounidenses de 34 años que actualmente juega con el Seattle Reign FC, es también activista por los derechos LGTB. El apoyo de su novia Sue Bird, jugadora olímpica de baloncesto, ayudó a visibilizar la imagen de parejas homosexuales dentro del campo deportivo. Por otro lado también se manifestó como una fuerte opositora del presidente Trump y el trato que da su administración a las minorías. Lo ha criticado por sus acciones misóginas y racistas. Como es bien sabido, Donald Trump es un activo usuario de Twitter y fue en ese campo que durante la temporada deportiva protagonizó una pelea con Rapinoe. La capitana aseguró que de ganar la Copa, no asistiría a la Casa Blanca. “Soy una gran fan del equipo estadounidense y del fútbol femenino, pero Megan debe ganar primero antes de hablar. ¡Termina el trabajo!”, respondió Donald Trump a un video que se viralizó en redes. Días después de ganar la Copa y con una sonrisa en el rostro, Megan Rapinoe reviró y en televisión abierta durante una entrevista con ESPN dijo “yo ya cumplí con mi parte del acuerdo”. "Queremos cambiar el mundo. Queremos cambiar la forma en la que la gente nos mira. Queremos cambiar el juego para siempre", aseguró Megan. La selección estadounidense decidió rechazar la invitación de Trump y no asistir a la Casa Blanca, pero en su regreso triunfal a Nueva York, la ciudad vibró. Entre fanfarrias, aplausos y confeti, familias enteras se reunieron en la avenida Broadway para celebrar la victoria de su Selección Femenil. Megan Rapinoe y el equipo portaban cuatro estrellas doradas en el pecho y las sonrisas no abandonaron en ningún momento su rostro. La gente quería verlas, sabían que eran las mejores del mundo. A pesar de que Rapinoe regresó con la Bota de Oro y el Balón de Oro además de la copa, no hubo protagonismos. Si algo sabe hacer la capitana es respetar y reconocer el trabajo de todo su equipo. Lo dejó claro en el discurso que dio frente al decenas de personas.

“Este equipo es fuerte, tiene sentido del humor, es rudo, pareciera que nadie puede meterse con este equipo”, dijo Rapinoe mientras aplaudía a sus compañeras. “Tenemos el pelo rosa, el pelo púrpura, tenemos tatuajes y rastas, tenemos chicas negras y blancas, tenemos chicas heterosexuales y chicas homosexuales”. Más adelante, Rapinoe dejó de lado por unos segundos el mero propósito deportivo y se dirigió a todos los asistentes. “Es importante comenzar a amar más y odiar menos, escuchar más y hablar menos. Cada persona que está aquí y los que no están aquí, los que quieren estar y los que no, es de todos nosotros la responsabilidad de hacer este mundo un lugar mejor”. “Sí hacemos deporte, sí somos atletas, pero al final, somos más que eso”. Megan Rapinoe sonrió, el escenario era suyo, la gente la escuchaba y su imagen se viralizó en redes. No solo los estadounidenses le aplaudían, ciudadanos de todo el mundo celebraron su batalla.

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