Grupo Frontera y Yahritza y su Esencia, representantes del “regional mexicano” se presentan hoy, 15 de septiembre, en el Zócalo. ¿Qué distingue a tan variado género?, ¿cómo comenzó? y ¿qué se puede decir de las mancuernas entre políticos y bandas de música?
En el tablado de la política mexicana no es inusual que las figuras del poder recurran a todo tipo de pasodobles con tal de congraciarse con sus audiencias, su militancia o sus posibles votantes. Desde luego que la relación entre el espectáculo y la política tiene una larga historia y no es exclusiva del actual presidente y su decisión de invitar a Grupo Frontera y a los vapuleados Yahritza y su Esencia a dar un concierto masivo en el Zócalo capitalino este 15 de septiembre, con motivo del Grito de la Independencia.
Los encuentros entre los políticos y los intérpretes musicales son bastante frecuentes. Quién no se ha topado alguna vez en Youtube con el bochornoso momento en el que Marilyn Monroe, con algunas copas de más, le cantó “Happy Birthday, Mr. President” a John F. Kennedy, en el Madison Square Garden. En estas latitudes, tal vez el culmen de esta maquiavélica táctica política fue el video “Solidaridad”, de 1990, en el cual afamadas figuras del mundo del show business de ese entonces, como Daniela Romo, Mijares y el grupo Garibaldi, aparecieron entonando felices, sin ningún pudor, un larguísimo jingle a favor de un programa gubernamental puesto en marcha por el entonces presidente Carlos Salinas de Gortari.
Sobran ejemplos. “Me da mucho gusto saludar a don Vicente Fernández, agradecerle el que esté aquí, acompañando esta celebración del Día del Ejército y amenizando esta celebración. Gracias por las canciones dedicadas el día de hoy a nuestro glorioso Ejército Mexicano”. Así saludaba el entonces presidente Enrique Peña Nieto al cantante de rancheras en un concierto para las Fuerzas Armadas de México.
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Hoy en día, estos curiosos vínculos no son muy diferentes. En septiembre de 2022, 280 mil personas (según cifras del gobierno capitalino) asistieron al Zócalo para escuchar a Grupo Firme, convocado por la exjefa de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum. La magnitud del evento fue tal que rompió el récord de asistencia a un concierto en la plaza mayor. Ni Rosalía (con cerca de 160 mil personas) ni Paul McCartney (200 mil) ni Shakira o Justin Bieber (210 mil) han logrado abarrotar el Zócalo como Grupo Firme: y hoy sabremos si Grupo Frontera y Yahritza y su Esencia superarán o no el récord, aunque seguramente les ayudará —y mucho— que cualquier Día de la Independencia, salvo por los que cayeron en la pandemia, el Zócalo se hastía de gente.
El propio López Obrador ha citado las letras de Grupo Firme para burlarse de sus críticos y ha alabado a la banda, admitiendo que les gusta mucho a los jóvenes, en contraste con los narcocorridos. No es casualidad que los políticos se valgan de la fama conseguida por esta agrupación y otras, pues son un fenómeno de ventas y entre la crítica.
¿Pero a qué se debe el éxito de Grupo Firme, Grupo Frontera y Yahritza y su Esencia, los más recientes invitados al Zócalo?, ¿cuáles son las características de su estilo? De acuerdo con el investigador Luis Díaz-Santana Garza, en las décadas de los setenta y ochenta comenzó a crearse un movimiento musical al amparo de la industria discográfica. Se le conoció como “onda grupera” o “movimiento grupero”. Esta tendencia tenía como objetivo promover y comercializar discos grabados por una extensa variedad de grupos. Con todo, ¿a qué exactamente hace referencia el término “grupero”? Vale la pena subrayar que los géneros eran y son muy variados, como lo reconoce Billboard, se puede tratar de mariachi, música norteña, banda, quebradita, duranguense, tejano, cumbia, rock, corridos tumbados y hasta balada —es decir, no todos suenan como Grupo Frontera ni como Yahritza y su Esencia—. Tiene sentido entonces que su instrumentación sea heterogénea. No obstante, comparten una característica. “Era una música de raíces rurales, pero con gran influencia de la cultura urbana y con ambiciones cosmopolitas”, señala Díaz-Santana Garza en Historia de la música norteña mexicana (Plaza y Valdés, 2015). Los precursores de esta corriente son Los Tigres del Norte y algunos de sus exponentes más importantes son Grupo Bronco y Los Temerarios.
Otra de sus características es su presencia binacional, pues su audiencia está presente tanto en México como en Estados Unidos. En 1994 la revista estadounidense Billboard, para poder etiquetar este creciente mercado, ubicó a sus exponentes en la categoría regional mexican songs, para distinguirlos de la “música latina”. La publicación Furia Musical, vocera informal del movimiento grupero, que publicaba chismes y anécdotas sobre los artistas vinculados con este estilo, podía vanagloriarse a mitad de la década de los noventa de tirajes de 750 mil copias únicamente en territorio estadounidense.
Tras la euforia de la música grupera en las décadas de los ochenta y noventa, que presentó esta mezcla de estilos musicales regionales con influencias modernas, el nuevo milenio trajo consigo una revitalización del género norteño y de banda. En los últimos años han surgido solistas como El Fantasma, Lenin Ramírez y Christian Nodal, además de bandas como Calibre 50, Grupo Frontera, Los Dos Carnales, La Banda Sinaloense MS de Sergio Lizárraga, además de Grupo Firme.
El lector podrá fruncir el ceño frente a esta retahíla de nombres, pero como advertía Carlos Monsiváis en “La hora del gusto”: “Todos en contra de lo vulgar, de la baratura y el fracaso de la estética, de lo estridente, de lo que irrita y provoca sonrisas del paternalismo cultivado, de lo hecho en serie con la intención de ser tomado en serio, del despropósito monumental. ¿Qué es el “mal gusto”? ¿Y tú me lo preguntas, tú que vienes de colectividades que dan calor de hogar y, por lo tanto, fidelidad admirativa a los desastres artísticos?”
Entre estos grupos hay diferencias y subgéneros. Algunos mezclan el reguetón y lo norteño, mientras otros incorporan el corrido en sus composiciones. Ciertas bandas dan preeminencia a los instrumentos de aliento y otras destacan por su uso de la tambora. Algunos de sus integrantes visten botas vaqueras, sombreros, camisas con botones y cinturones con grandes hebillas, mientras que otros portan cadenas gruesas, relojes grandes y lentes de sol de algún diseñador famoso.
Las letras de estas bandas parecen ser las convencionales dentro del repertorio musical mexicano. Las de Grupo Firme, conjunto integrado por Eduin Caz, Jhonny Caz, Abraham Hernández (voz), Dylan Camacho (acordeón), Joaquín Ruiz (bajo), Christian Téllez (bajo) y José Fito Rubio (batería), poseen una buena dosis de machismo y violencia. Van desde el despecho en “El tóxico” (“Porque para amarme/ te di mil razones./ Voy a darte el doble/ pero pa’ que me odies,/ y con ganas de no haberme conocido/ voy a ser tu peor castigo,/ voy a ser la piedra en tu camino”) o “El patrocinador” (“Busca patrocinador/ pa’ que te cancele la boda en Hawái/ cuando vea una más buena que tú”) hasta relatos de héroes baleados similares a los de los corridos populares, como en “Se fue la pantera” (“Rezan por él una madre y su mujer,/ una niña le llora al retrato de él./ Papi, sé que me escuchas, soy tu bebé// Cuarenta balas no eran nada/ para el miedo que le cargaban”).
Grupo Frontera, que como mencioné estará en el Zócalo capitalino este 15 de septiembre, es una banda estadounidense, aunque se especializa en el norteño mexicano y también es representante del regional mexicano. Ha logrado colocar varias canciones en la lista de éxitos Billboard. Recientemente, Claudia Sheinbaum saludó su presencia desde X (antes Twitter) haciendo referencia a una de sus canciones más conocidas y al adaptar uno de sus versos: “la transformación no se va, no se va, no se va”.
Este conjunto ha tenido un ascenso fulgurante. Apenas surgió en 2022 en la región fronteriza entre McAllen, Texas, y Reynosa, Tamaulipas. Ganó reconocimiento tanto en México como al sur de Estados Unidos debido a su interpretación de la canción “No se va” (composición original de la agrupación pop colombiana Morat), la misma que citó la exjefa de gobierno en sus redes sociales. En abril de este año, Grupo Frontera sorprendió al aparecer por primera vez en las listas de éxitos internacionales con el lanzamiento de “Un x100to”, una cumbia norteña que marcó la entrada de Bad Bunny al universo de la música regional mexicana y que propulsó al grupo hacia una audiencia inexplorada.
“Me queda un por ciento/ y lo usaré solo para decirte lo mucho que lo siento./ Que si me ven con otra en una disco, solo es/ perdiendo el tiempo./ Baby, ¿pa’ qué te miento?”, dice la letra del éxito más sonado de este grupo. Con un sonido más pop, a veces próximo al reguetón, las canciones de Grupo Frontera son menos agresivas en relación con otros representantes del género. Tal vez su concierto el Día de la Independencia en el Zócalo sea la oportunidad para que esta banda alcance la unión que desea con el público mexicano.
Juan Javier Cantú, acordeón y cantante de este quinteto, declaró hace poco: “el Zócalo es, simplemente, el sueño más grande que se puede tener”. Por su parte, Yahritza y su Esencia es una banda, también originaria de Estados Unidos, que se especializa en los subgéneros sierreño urbano y en corridos tumbados, del regional mexicano. Esta agrupación, proveniente de Yakima, Washington, y que ha grabado canciones con Grupo Frontera, está formada por los hermanos Yahritza, Armando y Jaime Martínez. Hace algunas semanas se vieron involucrados en una polémica cuando declararon que no les gustaba la comida mexicana ni el ruido en las calles, lo que les trajo críticas de sus fans mexicanos.
A pesar de las diferencias entre estos grupos, si el aficionado al regional mexicano pone una playlist en su plataforma preferida, luego de escuchar algunas canciones, llegará un momento en el que la estridencia de todas las melodías y las letras le sonarán igual; este mecanismo parece ser deliberado. Se convierten en lo que el compositor Jacques Attali llama ruido de fondo. El regional mexicano alcanza, día con día, su cualidad de omnisciente: suena en las oficinas, en las tiendas, en el transporte público, en los taxis y en las fiestas, con esa agresividad pasiva que parece colarse en la identidad nacional o al menos la intenta representar.
“Esa música no es inocente. No es más que una forma de dominar los ruidos penosos del trabajo”, escribe Attali sobre la música en serie. No importa si quien escucha es mujer u hombre, adolescente o anciano, las letras continúan siendo, la mayoría de las veces, más que belicosas, hirientes: “En tu perra vida/ vuelves a dormir conmigo,/ yo en cualquier esquina/ me hallo una de tu tipo,/ tú que encuentres otro igual/ eso sí va a estar canijo”, canta Grupo Firme. Hoy en día el regional mexicano tal vez da cuenta de la turbulencia latente de nuestros tiempos, a pesar de que López Obrador la califique como “música muy buena para jóvenes, pero buena, buena, buena”.