Toma la foto, hijo, qué más da. ¿Te miro o quieres que me ponga como si estuviera leyendo? Dale, miro para el periódico. No, no, no es casual que esté ahora aquí, yo vengo todas las mañanas o las tardes, siempre que llegue a tiempo al estanquillo de la esquina, no haya cola y pueda comprar el Granma o el Juventud Rebelde. Me siento en este banquito a leer las noticias, pero en realidad no leo nada, en Cuba no hay noticias, en este país no pasa nada. Aquí ya pasó lo que iba a pasar hace sesenta años y estamos esperando que vuelva a suceder algo nuevo que mueva el piso y cambie las cosas. Entonces hago como que leo, porque en realidad lo que hago es salir de casa para sentir la bulla de la calle y la gente que va y viene del trabajo y los niños que entran y salen de las escuelas. Es lo que me invento para escaparme de casa. No hay nada como la soledad, la soledad es lo peor y siempre le estoy huyendo. Mira las noticias de hoy para que veas, para que no creas que exagero. En portada: “Internet y la guerra que se nos hace”. Te leo el primer párrafo: “El monto de dinero empleado por Estados Unidos para promover un supuesto cambio de régimen en Cuba, se camufla con el eufemismo de programas a favor de la democracia con el que se financian grupos mercenarios, becas para promover falsos liderazgos entre los jóvenes cubanos y esta guerra sucia en internet”. Es lo mismo de hace décadas, una verborrea que nadie se traga ya y que está vieja: nosotros somos los buenos y todos los demás son los malos porque son amiguitos de Estados Unidos. Mira esta otra noticia: “Desde la Primera Trinchera Antiimperialista de América: la primera delegada al XI Congreso de la Unión de Jóvenes Comunistas”. ¿Quién está pa esto? ¿Quién se puede leer eso? ¿A quién le interesa? ¿A los jóvenes se les puede hablar así? Claro que no, por eso no se sienten identificados con el país, con la Revolución o con lo que sea, por eso en lo único que piensan es en irse, porque aquí de lo único que se habla a la altura del 2020 es de comunismo, de socialismo, de principios y valores y del copón divino. Es como si los que dirigen el país hablaran otro idioma, diferente al de la calle o como si ellos vivieran en una urna de cristal, en una burbuja, en un planeta distinto al de las personas de a pie. Ellos crearon una cosa y por miedo a perderla, ellos mismos la jodieron, la echaron a perder. Esto hubiera sido un paraíso, de hecho, lo fue en algún momento, pero ya no queda ni rastro de aquello. Eso es una ley de la vida, uno no puede apretar y apretar y apretar porque un día la situación se va de rosca. Y así está Cuba hoy: ida de rosca. Un país sin sueños ni esperanzas. Un país triste y aburrido. Yo que me siento aquí casi todos los días veo las caras de la gente por la mañana cuando va al trabajo y cuando regresa. Son iguales, no varían, siempre largas. No es normal que en un país todo el mundo salga temprano de sus casas con una cara triste, por algo será. La gente se levanta sin ganas de vivir en este país, sin ganas de hacer algo por este país, porque es que ya no hay remedio, esa fuerza que había antes, esa alegría, se la robaron al pueblo, nos tiraron un camión de tristeza encima y ya todos estamos embarrados. Te lo digo, sin matraca, no hay nada tan duro como la soledad. La soledad nos está comiendo poco a poco y no va a dejar ni a un solo cubano vivo. Las familias enteras están partidas, mírame a mí, era tan feliz con mis dos hijos y mis tres nietos y todos se fueron, no queda nadie aquí. Estoy sola. Pero no solo se fueron ellos, también se fueron mis vecinos, los hijos de mis vecinos, mis amigos, sus hijos, todo el mundo se va. Y si al menos tuviera vivo a mi esposo, pero no, ya hace nueve años que soy viuda. Mis hijos quieren sacarme con ellos y yo les he dicho que no. Ya estoy vieja para irme a vivir a otro lugar, mis últimos cartuchazos los voy a tirar en mi tierra. Estaba loca por que se acabara diciembre, porque diciembre es un oasis, un espejismo. La gente hace como que está alegre, aunque en realidad no lo está. Nos hemos vuelto unos autómatas y quería que esa falsa realidad se acabará, que todo volviera a la normalidad, al día a día, a mi banquito, al periódico, a ver la gente pasar. En diciembre la gente celebra la navidad, la gente viene de afuera después de pasarse todo el año sin vivir Cuba y todo en las casas parece alegría. Mira enero la tristeza que es porque todo vuelve a la normalidad, a su estado real, se acaba la algarabía y las fiestas y los que vinieron se van. Diciembre es el peor mes del año, diciembre es una farsa, un mes que no debiera existir, una probadita de lo que pudiera ser este país. Ya yo ni me inmuto con él, porque después viene la resaca, la nostalgia, el sufrimiento. Les tengo dicho a mi familia que vengan a verme en otro mes, en cualquiera menos en diciembre. Si no hubiese decidido eso, no hubiese cuerpo que aguantara enero y febrero, los meses de arranque, porque estuviera padeciendo todos los fantasmas que siempre deja el fin de año. ¿Que qué espero de este año? Por favor niño, no me hagas preguntas tontas, nada, ya te dije que de este país ya no se puede esperar nada, que ya todo pasó, que estamos viviendo la vida al revés, que vamos en retroceso. El 2020 en este país va a ser como el 2019, como el 2018, como el 17, como el 2000 y así. Cuba está parado en el tiempo. Todos los años es lo mismo y lo mismo, sin sobresalto, es como que la vida aquí se repite. Cuba necesita un terremoto que la remueva, como lo que pasó en 1959, que cambió todo. Cuba tiene que cambiar. Fíjate, no es debe, es tiene, no es una necesidad, es una obligación. A fin de cuentas, el mundo se está acabando. No llevamos ni dos semanas de este año y Australia se está quemando, el mundo está a punto de una nueva guerra. No se puede perder más tiempo para el cambio. ¿Cómo? ¿Cómo es eso de ese grupo? ¿Aquí en Cuba? Pues no sabía que un grupo opositor estaba llenado de pintura roja como si fuera sangre los bustos de José Martí y carteles de Fidel Castro, es bien raro eso porque en sesenta años aquí nadie ni siquiera ha osado levantar la mano. Creo que eso es un extremismo porque ni Martí ni Fidel están vivos, pero que esté pasando eso puede ser el inicio de algo, hay que ver qué pasa, pero no creo que esa sea la vía para que el país se encarrile. No, de nada, gracias a ti por este ratico, muchacho. ¿Abraham como Lincoln, como la Biblia? Bonito nombre. Oye, enséñame la foto que me hiciste al menos. ¿No?Luisa de la Caridad Benavides Arias, 78 años.
"El 2020 va a ser igual al 2019 o al año 2000, porque Cuba está parada en el tiempo".
Toma la foto, hijo, qué más da. ¿Te miro o quieres que me ponga como si estuviera leyendo? Dale, miro para el periódico. No, no, no es casual que esté ahora aquí, yo vengo todas las mañanas o las tardes, siempre que llegue a tiempo al estanquillo de la esquina, no haya cola y pueda comprar el Granma o el Juventud Rebelde. Me siento en este banquito a leer las noticias, pero en realidad no leo nada, en Cuba no hay noticias, en este país no pasa nada. Aquí ya pasó lo que iba a pasar hace sesenta años y estamos esperando que vuelva a suceder algo nuevo que mueva el piso y cambie las cosas. Entonces hago como que leo, porque en realidad lo que hago es salir de casa para sentir la bulla de la calle y la gente que va y viene del trabajo y los niños que entran y salen de las escuelas. Es lo que me invento para escaparme de casa. No hay nada como la soledad, la soledad es lo peor y siempre le estoy huyendo. Mira las noticias de hoy para que veas, para que no creas que exagero. En portada: “Internet y la guerra que se nos hace”. Te leo el primer párrafo: “El monto de dinero empleado por Estados Unidos para promover un supuesto cambio de régimen en Cuba, se camufla con el eufemismo de programas a favor de la democracia con el que se financian grupos mercenarios, becas para promover falsos liderazgos entre los jóvenes cubanos y esta guerra sucia en internet”. Es lo mismo de hace décadas, una verborrea que nadie se traga ya y que está vieja: nosotros somos los buenos y todos los demás son los malos porque son amiguitos de Estados Unidos. Mira esta otra noticia: “Desde la Primera Trinchera Antiimperialista de América: la primera delegada al XI Congreso de la Unión de Jóvenes Comunistas”. ¿Quién está pa esto? ¿Quién se puede leer eso? ¿A quién le interesa? ¿A los jóvenes se les puede hablar así? Claro que no, por eso no se sienten identificados con el país, con la Revolución o con lo que sea, por eso en lo único que piensan es en irse, porque aquí de lo único que se habla a la altura del 2020 es de comunismo, de socialismo, de principios y valores y del copón divino. Es como si los que dirigen el país hablaran otro idioma, diferente al de la calle o como si ellos vivieran en una urna de cristal, en una burbuja, en un planeta distinto al de las personas de a pie. Ellos crearon una cosa y por miedo a perderla, ellos mismos la jodieron, la echaron a perder. Esto hubiera sido un paraíso, de hecho, lo fue en algún momento, pero ya no queda ni rastro de aquello. Eso es una ley de la vida, uno no puede apretar y apretar y apretar porque un día la situación se va de rosca. Y así está Cuba hoy: ida de rosca. Un país sin sueños ni esperanzas. Un país triste y aburrido. Yo que me siento aquí casi todos los días veo las caras de la gente por la mañana cuando va al trabajo y cuando regresa. Son iguales, no varían, siempre largas. No es normal que en un país todo el mundo salga temprano de sus casas con una cara triste, por algo será. La gente se levanta sin ganas de vivir en este país, sin ganas de hacer algo por este país, porque es que ya no hay remedio, esa fuerza que había antes, esa alegría, se la robaron al pueblo, nos tiraron un camión de tristeza encima y ya todos estamos embarrados. Te lo digo, sin matraca, no hay nada tan duro como la soledad. La soledad nos está comiendo poco a poco y no va a dejar ni a un solo cubano vivo. Las familias enteras están partidas, mírame a mí, era tan feliz con mis dos hijos y mis tres nietos y todos se fueron, no queda nadie aquí. Estoy sola. Pero no solo se fueron ellos, también se fueron mis vecinos, los hijos de mis vecinos, mis amigos, sus hijos, todo el mundo se va. Y si al menos tuviera vivo a mi esposo, pero no, ya hace nueve años que soy viuda. Mis hijos quieren sacarme con ellos y yo les he dicho que no. Ya estoy vieja para irme a vivir a otro lugar, mis últimos cartuchazos los voy a tirar en mi tierra. Estaba loca por que se acabara diciembre, porque diciembre es un oasis, un espejismo. La gente hace como que está alegre, aunque en realidad no lo está. Nos hemos vuelto unos autómatas y quería que esa falsa realidad se acabará, que todo volviera a la normalidad, al día a día, a mi banquito, al periódico, a ver la gente pasar. En diciembre la gente celebra la navidad, la gente viene de afuera después de pasarse todo el año sin vivir Cuba y todo en las casas parece alegría. Mira enero la tristeza que es porque todo vuelve a la normalidad, a su estado real, se acaba la algarabía y las fiestas y los que vinieron se van. Diciembre es el peor mes del año, diciembre es una farsa, un mes que no debiera existir, una probadita de lo que pudiera ser este país. Ya yo ni me inmuto con él, porque después viene la resaca, la nostalgia, el sufrimiento. Les tengo dicho a mi familia que vengan a verme en otro mes, en cualquiera menos en diciembre. Si no hubiese decidido eso, no hubiese cuerpo que aguantara enero y febrero, los meses de arranque, porque estuviera padeciendo todos los fantasmas que siempre deja el fin de año. ¿Que qué espero de este año? Por favor niño, no me hagas preguntas tontas, nada, ya te dije que de este país ya no se puede esperar nada, que ya todo pasó, que estamos viviendo la vida al revés, que vamos en retroceso. El 2020 en este país va a ser como el 2019, como el 2018, como el 17, como el 2000 y así. Cuba está parado en el tiempo. Todos los años es lo mismo y lo mismo, sin sobresalto, es como que la vida aquí se repite. Cuba necesita un terremoto que la remueva, como lo que pasó en 1959, que cambió todo. Cuba tiene que cambiar. Fíjate, no es debe, es tiene, no es una necesidad, es una obligación. A fin de cuentas, el mundo se está acabando. No llevamos ni dos semanas de este año y Australia se está quemando, el mundo está a punto de una nueva guerra. No se puede perder más tiempo para el cambio. ¿Cómo? ¿Cómo es eso de ese grupo? ¿Aquí en Cuba? Pues no sabía que un grupo opositor estaba llenado de pintura roja como si fuera sangre los bustos de José Martí y carteles de Fidel Castro, es bien raro eso porque en sesenta años aquí nadie ni siquiera ha osado levantar la mano. Creo que eso es un extremismo porque ni Martí ni Fidel están vivos, pero que esté pasando eso puede ser el inicio de algo, hay que ver qué pasa, pero no creo que esa sea la vía para que el país se encarrile. No, de nada, gracias a ti por este ratico, muchacho. ¿Abraham como Lincoln, como la Biblia? Bonito nombre. Oye, enséñame la foto que me hiciste al menos. ¿No?Luisa de la Caridad Benavides Arias, 78 años.
Toma la foto, hijo, qué más da. ¿Te miro o quieres que me ponga como si estuviera leyendo? Dale, miro para el periódico. No, no, no es casual que esté ahora aquí, yo vengo todas las mañanas o las tardes, siempre que llegue a tiempo al estanquillo de la esquina, no haya cola y pueda comprar el Granma o el Juventud Rebelde. Me siento en este banquito a leer las noticias, pero en realidad no leo nada, en Cuba no hay noticias, en este país no pasa nada. Aquí ya pasó lo que iba a pasar hace sesenta años y estamos esperando que vuelva a suceder algo nuevo que mueva el piso y cambie las cosas. Entonces hago como que leo, porque en realidad lo que hago es salir de casa para sentir la bulla de la calle y la gente que va y viene del trabajo y los niños que entran y salen de las escuelas. Es lo que me invento para escaparme de casa. No hay nada como la soledad, la soledad es lo peor y siempre le estoy huyendo. Mira las noticias de hoy para que veas, para que no creas que exagero. En portada: “Internet y la guerra que se nos hace”. Te leo el primer párrafo: “El monto de dinero empleado por Estados Unidos para promover un supuesto cambio de régimen en Cuba, se camufla con el eufemismo de programas a favor de la democracia con el que se financian grupos mercenarios, becas para promover falsos liderazgos entre los jóvenes cubanos y esta guerra sucia en internet”. Es lo mismo de hace décadas, una verborrea que nadie se traga ya y que está vieja: nosotros somos los buenos y todos los demás son los malos porque son amiguitos de Estados Unidos. Mira esta otra noticia: “Desde la Primera Trinchera Antiimperialista de América: la primera delegada al XI Congreso de la Unión de Jóvenes Comunistas”. ¿Quién está pa esto? ¿Quién se puede leer eso? ¿A quién le interesa? ¿A los jóvenes se les puede hablar así? Claro que no, por eso no se sienten identificados con el país, con la Revolución o con lo que sea, por eso en lo único que piensan es en irse, porque aquí de lo único que se habla a la altura del 2020 es de comunismo, de socialismo, de principios y valores y del copón divino. Es como si los que dirigen el país hablaran otro idioma, diferente al de la calle o como si ellos vivieran en una urna de cristal, en una burbuja, en un planeta distinto al de las personas de a pie. Ellos crearon una cosa y por miedo a perderla, ellos mismos la jodieron, la echaron a perder. Esto hubiera sido un paraíso, de hecho, lo fue en algún momento, pero ya no queda ni rastro de aquello. Eso es una ley de la vida, uno no puede apretar y apretar y apretar porque un día la situación se va de rosca. Y así está Cuba hoy: ida de rosca. Un país sin sueños ni esperanzas. Un país triste y aburrido. Yo que me siento aquí casi todos los días veo las caras de la gente por la mañana cuando va al trabajo y cuando regresa. Son iguales, no varían, siempre largas. No es normal que en un país todo el mundo salga temprano de sus casas con una cara triste, por algo será. La gente se levanta sin ganas de vivir en este país, sin ganas de hacer algo por este país, porque es que ya no hay remedio, esa fuerza que había antes, esa alegría, se la robaron al pueblo, nos tiraron un camión de tristeza encima y ya todos estamos embarrados. Te lo digo, sin matraca, no hay nada tan duro como la soledad. La soledad nos está comiendo poco a poco y no va a dejar ni a un solo cubano vivo. Las familias enteras están partidas, mírame a mí, era tan feliz con mis dos hijos y mis tres nietos y todos se fueron, no queda nadie aquí. Estoy sola. Pero no solo se fueron ellos, también se fueron mis vecinos, los hijos de mis vecinos, mis amigos, sus hijos, todo el mundo se va. Y si al menos tuviera vivo a mi esposo, pero no, ya hace nueve años que soy viuda. Mis hijos quieren sacarme con ellos y yo les he dicho que no. Ya estoy vieja para irme a vivir a otro lugar, mis últimos cartuchazos los voy a tirar en mi tierra. Estaba loca por que se acabara diciembre, porque diciembre es un oasis, un espejismo. La gente hace como que está alegre, aunque en realidad no lo está. Nos hemos vuelto unos autómatas y quería que esa falsa realidad se acabará, que todo volviera a la normalidad, al día a día, a mi banquito, al periódico, a ver la gente pasar. En diciembre la gente celebra la navidad, la gente viene de afuera después de pasarse todo el año sin vivir Cuba y todo en las casas parece alegría. Mira enero la tristeza que es porque todo vuelve a la normalidad, a su estado real, se acaba la algarabía y las fiestas y los que vinieron se van. Diciembre es el peor mes del año, diciembre es una farsa, un mes que no debiera existir, una probadita de lo que pudiera ser este país. Ya yo ni me inmuto con él, porque después viene la resaca, la nostalgia, el sufrimiento. Les tengo dicho a mi familia que vengan a verme en otro mes, en cualquiera menos en diciembre. Si no hubiese decidido eso, no hubiese cuerpo que aguantara enero y febrero, los meses de arranque, porque estuviera padeciendo todos los fantasmas que siempre deja el fin de año. ¿Que qué espero de este año? Por favor niño, no me hagas preguntas tontas, nada, ya te dije que de este país ya no se puede esperar nada, que ya todo pasó, que estamos viviendo la vida al revés, que vamos en retroceso. El 2020 en este país va a ser como el 2019, como el 2018, como el 17, como el 2000 y así. Cuba está parado en el tiempo. Todos los años es lo mismo y lo mismo, sin sobresalto, es como que la vida aquí se repite. Cuba necesita un terremoto que la remueva, como lo que pasó en 1959, que cambió todo. Cuba tiene que cambiar. Fíjate, no es debe, es tiene, no es una necesidad, es una obligación. A fin de cuentas, el mundo se está acabando. No llevamos ni dos semanas de este año y Australia se está quemando, el mundo está a punto de una nueva guerra. No se puede perder más tiempo para el cambio. ¿Cómo? ¿Cómo es eso de ese grupo? ¿Aquí en Cuba? Pues no sabía que un grupo opositor estaba llenado de pintura roja como si fuera sangre los bustos de José Martí y carteles de Fidel Castro, es bien raro eso porque en sesenta años aquí nadie ni siquiera ha osado levantar la mano. Creo que eso es un extremismo porque ni Martí ni Fidel están vivos, pero que esté pasando eso puede ser el inicio de algo, hay que ver qué pasa, pero no creo que esa sea la vía para que el país se encarrile. No, de nada, gracias a ti por este ratico, muchacho. ¿Abraham como Lincoln, como la Biblia? Bonito nombre. Oye, enséñame la foto que me hiciste al menos. ¿No?Luisa de la Caridad Benavides Arias, 78 años.
"El 2020 va a ser igual al 2019 o al año 2000, porque Cuba está parada en el tiempo".
Toma la foto, hijo, qué más da. ¿Te miro o quieres que me ponga como si estuviera leyendo? Dale, miro para el periódico. No, no, no es casual que esté ahora aquí, yo vengo todas las mañanas o las tardes, siempre que llegue a tiempo al estanquillo de la esquina, no haya cola y pueda comprar el Granma o el Juventud Rebelde. Me siento en este banquito a leer las noticias, pero en realidad no leo nada, en Cuba no hay noticias, en este país no pasa nada. Aquí ya pasó lo que iba a pasar hace sesenta años y estamos esperando que vuelva a suceder algo nuevo que mueva el piso y cambie las cosas. Entonces hago como que leo, porque en realidad lo que hago es salir de casa para sentir la bulla de la calle y la gente que va y viene del trabajo y los niños que entran y salen de las escuelas. Es lo que me invento para escaparme de casa. No hay nada como la soledad, la soledad es lo peor y siempre le estoy huyendo. Mira las noticias de hoy para que veas, para que no creas que exagero. En portada: “Internet y la guerra que se nos hace”. Te leo el primer párrafo: “El monto de dinero empleado por Estados Unidos para promover un supuesto cambio de régimen en Cuba, se camufla con el eufemismo de programas a favor de la democracia con el que se financian grupos mercenarios, becas para promover falsos liderazgos entre los jóvenes cubanos y esta guerra sucia en internet”. Es lo mismo de hace décadas, una verborrea que nadie se traga ya y que está vieja: nosotros somos los buenos y todos los demás son los malos porque son amiguitos de Estados Unidos. Mira esta otra noticia: “Desde la Primera Trinchera Antiimperialista de América: la primera delegada al XI Congreso de la Unión de Jóvenes Comunistas”. ¿Quién está pa esto? ¿Quién se puede leer eso? ¿A quién le interesa? ¿A los jóvenes se les puede hablar así? Claro que no, por eso no se sienten identificados con el país, con la Revolución o con lo que sea, por eso en lo único que piensan es en irse, porque aquí de lo único que se habla a la altura del 2020 es de comunismo, de socialismo, de principios y valores y del copón divino. Es como si los que dirigen el país hablaran otro idioma, diferente al de la calle o como si ellos vivieran en una urna de cristal, en una burbuja, en un planeta distinto al de las personas de a pie. Ellos crearon una cosa y por miedo a perderla, ellos mismos la jodieron, la echaron a perder. Esto hubiera sido un paraíso, de hecho, lo fue en algún momento, pero ya no queda ni rastro de aquello. Eso es una ley de la vida, uno no puede apretar y apretar y apretar porque un día la situación se va de rosca. Y así está Cuba hoy: ida de rosca. Un país sin sueños ni esperanzas. Un país triste y aburrido. Yo que me siento aquí casi todos los días veo las caras de la gente por la mañana cuando va al trabajo y cuando regresa. Son iguales, no varían, siempre largas. No es normal que en un país todo el mundo salga temprano de sus casas con una cara triste, por algo será. La gente se levanta sin ganas de vivir en este país, sin ganas de hacer algo por este país, porque es que ya no hay remedio, esa fuerza que había antes, esa alegría, se la robaron al pueblo, nos tiraron un camión de tristeza encima y ya todos estamos embarrados. Te lo digo, sin matraca, no hay nada tan duro como la soledad. La soledad nos está comiendo poco a poco y no va a dejar ni a un solo cubano vivo. Las familias enteras están partidas, mírame a mí, era tan feliz con mis dos hijos y mis tres nietos y todos se fueron, no queda nadie aquí. Estoy sola. Pero no solo se fueron ellos, también se fueron mis vecinos, los hijos de mis vecinos, mis amigos, sus hijos, todo el mundo se va. Y si al menos tuviera vivo a mi esposo, pero no, ya hace nueve años que soy viuda. Mis hijos quieren sacarme con ellos y yo les he dicho que no. Ya estoy vieja para irme a vivir a otro lugar, mis últimos cartuchazos los voy a tirar en mi tierra. Estaba loca por que se acabara diciembre, porque diciembre es un oasis, un espejismo. La gente hace como que está alegre, aunque en realidad no lo está. Nos hemos vuelto unos autómatas y quería que esa falsa realidad se acabará, que todo volviera a la normalidad, al día a día, a mi banquito, al periódico, a ver la gente pasar. En diciembre la gente celebra la navidad, la gente viene de afuera después de pasarse todo el año sin vivir Cuba y todo en las casas parece alegría. Mira enero la tristeza que es porque todo vuelve a la normalidad, a su estado real, se acaba la algarabía y las fiestas y los que vinieron se van. Diciembre es el peor mes del año, diciembre es una farsa, un mes que no debiera existir, una probadita de lo que pudiera ser este país. Ya yo ni me inmuto con él, porque después viene la resaca, la nostalgia, el sufrimiento. Les tengo dicho a mi familia que vengan a verme en otro mes, en cualquiera menos en diciembre. Si no hubiese decidido eso, no hubiese cuerpo que aguantara enero y febrero, los meses de arranque, porque estuviera padeciendo todos los fantasmas que siempre deja el fin de año. ¿Que qué espero de este año? Por favor niño, no me hagas preguntas tontas, nada, ya te dije que de este país ya no se puede esperar nada, que ya todo pasó, que estamos viviendo la vida al revés, que vamos en retroceso. El 2020 en este país va a ser como el 2019, como el 2018, como el 17, como el 2000 y así. Cuba está parado en el tiempo. Todos los años es lo mismo y lo mismo, sin sobresalto, es como que la vida aquí se repite. Cuba necesita un terremoto que la remueva, como lo que pasó en 1959, que cambió todo. Cuba tiene que cambiar. Fíjate, no es debe, es tiene, no es una necesidad, es una obligación. A fin de cuentas, el mundo se está acabando. No llevamos ni dos semanas de este año y Australia se está quemando, el mundo está a punto de una nueva guerra. No se puede perder más tiempo para el cambio. ¿Cómo? ¿Cómo es eso de ese grupo? ¿Aquí en Cuba? Pues no sabía que un grupo opositor estaba llenado de pintura roja como si fuera sangre los bustos de José Martí y carteles de Fidel Castro, es bien raro eso porque en sesenta años aquí nadie ni siquiera ha osado levantar la mano. Creo que eso es un extremismo porque ni Martí ni Fidel están vivos, pero que esté pasando eso puede ser el inicio de algo, hay que ver qué pasa, pero no creo que esa sea la vía para que el país se encarrile. No, de nada, gracias a ti por este ratico, muchacho. ¿Abraham como Lincoln, como la Biblia? Bonito nombre. Oye, enséñame la foto que me hiciste al menos. ¿No?Luisa de la Caridad Benavides Arias, 78 años.
Toma la foto, hijo, qué más da. ¿Te miro o quieres que me ponga como si estuviera leyendo? Dale, miro para el periódico. No, no, no es casual que esté ahora aquí, yo vengo todas las mañanas o las tardes, siempre que llegue a tiempo al estanquillo de la esquina, no haya cola y pueda comprar el Granma o el Juventud Rebelde. Me siento en este banquito a leer las noticias, pero en realidad no leo nada, en Cuba no hay noticias, en este país no pasa nada. Aquí ya pasó lo que iba a pasar hace sesenta años y estamos esperando que vuelva a suceder algo nuevo que mueva el piso y cambie las cosas. Entonces hago como que leo, porque en realidad lo que hago es salir de casa para sentir la bulla de la calle y la gente que va y viene del trabajo y los niños que entran y salen de las escuelas. Es lo que me invento para escaparme de casa. No hay nada como la soledad, la soledad es lo peor y siempre le estoy huyendo. Mira las noticias de hoy para que veas, para que no creas que exagero. En portada: “Internet y la guerra que se nos hace”. Te leo el primer párrafo: “El monto de dinero empleado por Estados Unidos para promover un supuesto cambio de régimen en Cuba, se camufla con el eufemismo de programas a favor de la democracia con el que se financian grupos mercenarios, becas para promover falsos liderazgos entre los jóvenes cubanos y esta guerra sucia en internet”. Es lo mismo de hace décadas, una verborrea que nadie se traga ya y que está vieja: nosotros somos los buenos y todos los demás son los malos porque son amiguitos de Estados Unidos. Mira esta otra noticia: “Desde la Primera Trinchera Antiimperialista de América: la primera delegada al XI Congreso de la Unión de Jóvenes Comunistas”. ¿Quién está pa esto? ¿Quién se puede leer eso? ¿A quién le interesa? ¿A los jóvenes se les puede hablar así? Claro que no, por eso no se sienten identificados con el país, con la Revolución o con lo que sea, por eso en lo único que piensan es en irse, porque aquí de lo único que se habla a la altura del 2020 es de comunismo, de socialismo, de principios y valores y del copón divino. Es como si los que dirigen el país hablaran otro idioma, diferente al de la calle o como si ellos vivieran en una urna de cristal, en una burbuja, en un planeta distinto al de las personas de a pie. Ellos crearon una cosa y por miedo a perderla, ellos mismos la jodieron, la echaron a perder. Esto hubiera sido un paraíso, de hecho, lo fue en algún momento, pero ya no queda ni rastro de aquello. Eso es una ley de la vida, uno no puede apretar y apretar y apretar porque un día la situación se va de rosca. Y así está Cuba hoy: ida de rosca. Un país sin sueños ni esperanzas. Un país triste y aburrido. Yo que me siento aquí casi todos los días veo las caras de la gente por la mañana cuando va al trabajo y cuando regresa. Son iguales, no varían, siempre largas. No es normal que en un país todo el mundo salga temprano de sus casas con una cara triste, por algo será. La gente se levanta sin ganas de vivir en este país, sin ganas de hacer algo por este país, porque es que ya no hay remedio, esa fuerza que había antes, esa alegría, se la robaron al pueblo, nos tiraron un camión de tristeza encima y ya todos estamos embarrados. Te lo digo, sin matraca, no hay nada tan duro como la soledad. La soledad nos está comiendo poco a poco y no va a dejar ni a un solo cubano vivo. Las familias enteras están partidas, mírame a mí, era tan feliz con mis dos hijos y mis tres nietos y todos se fueron, no queda nadie aquí. Estoy sola. Pero no solo se fueron ellos, también se fueron mis vecinos, los hijos de mis vecinos, mis amigos, sus hijos, todo el mundo se va. Y si al menos tuviera vivo a mi esposo, pero no, ya hace nueve años que soy viuda. Mis hijos quieren sacarme con ellos y yo les he dicho que no. Ya estoy vieja para irme a vivir a otro lugar, mis últimos cartuchazos los voy a tirar en mi tierra. Estaba loca por que se acabara diciembre, porque diciembre es un oasis, un espejismo. La gente hace como que está alegre, aunque en realidad no lo está. Nos hemos vuelto unos autómatas y quería que esa falsa realidad se acabará, que todo volviera a la normalidad, al día a día, a mi banquito, al periódico, a ver la gente pasar. En diciembre la gente celebra la navidad, la gente viene de afuera después de pasarse todo el año sin vivir Cuba y todo en las casas parece alegría. Mira enero la tristeza que es porque todo vuelve a la normalidad, a su estado real, se acaba la algarabía y las fiestas y los que vinieron se van. Diciembre es el peor mes del año, diciembre es una farsa, un mes que no debiera existir, una probadita de lo que pudiera ser este país. Ya yo ni me inmuto con él, porque después viene la resaca, la nostalgia, el sufrimiento. Les tengo dicho a mi familia que vengan a verme en otro mes, en cualquiera menos en diciembre. Si no hubiese decidido eso, no hubiese cuerpo que aguantara enero y febrero, los meses de arranque, porque estuviera padeciendo todos los fantasmas que siempre deja el fin de año. ¿Que qué espero de este año? Por favor niño, no me hagas preguntas tontas, nada, ya te dije que de este país ya no se puede esperar nada, que ya todo pasó, que estamos viviendo la vida al revés, que vamos en retroceso. El 2020 en este país va a ser como el 2019, como el 2018, como el 17, como el 2000 y así. Cuba está parado en el tiempo. Todos los años es lo mismo y lo mismo, sin sobresalto, es como que la vida aquí se repite. Cuba necesita un terremoto que la remueva, como lo que pasó en 1959, que cambió todo. Cuba tiene que cambiar. Fíjate, no es debe, es tiene, no es una necesidad, es una obligación. A fin de cuentas, el mundo se está acabando. No llevamos ni dos semanas de este año y Australia se está quemando, el mundo está a punto de una nueva guerra. No se puede perder más tiempo para el cambio. ¿Cómo? ¿Cómo es eso de ese grupo? ¿Aquí en Cuba? Pues no sabía que un grupo opositor estaba llenado de pintura roja como si fuera sangre los bustos de José Martí y carteles de Fidel Castro, es bien raro eso porque en sesenta años aquí nadie ni siquiera ha osado levantar la mano. Creo que eso es un extremismo porque ni Martí ni Fidel están vivos, pero que esté pasando eso puede ser el inicio de algo, hay que ver qué pasa, pero no creo que esa sea la vía para que el país se encarrile. No, de nada, gracias a ti por este ratico, muchacho. ¿Abraham como Lincoln, como la Biblia? Bonito nombre. Oye, enséñame la foto que me hiciste al menos. ¿No?Luisa de la Caridad Benavides Arias, 78 años.
"El 2020 va a ser igual al 2019 o al año 2000, porque Cuba está parada en el tiempo".
Toma la foto, hijo, qué más da. ¿Te miro o quieres que me ponga como si estuviera leyendo? Dale, miro para el periódico. No, no, no es casual que esté ahora aquí, yo vengo todas las mañanas o las tardes, siempre que llegue a tiempo al estanquillo de la esquina, no haya cola y pueda comprar el Granma o el Juventud Rebelde. Me siento en este banquito a leer las noticias, pero en realidad no leo nada, en Cuba no hay noticias, en este país no pasa nada. Aquí ya pasó lo que iba a pasar hace sesenta años y estamos esperando que vuelva a suceder algo nuevo que mueva el piso y cambie las cosas. Entonces hago como que leo, porque en realidad lo que hago es salir de casa para sentir la bulla de la calle y la gente que va y viene del trabajo y los niños que entran y salen de las escuelas. Es lo que me invento para escaparme de casa. No hay nada como la soledad, la soledad es lo peor y siempre le estoy huyendo. Mira las noticias de hoy para que veas, para que no creas que exagero. En portada: “Internet y la guerra que se nos hace”. Te leo el primer párrafo: “El monto de dinero empleado por Estados Unidos para promover un supuesto cambio de régimen en Cuba, se camufla con el eufemismo de programas a favor de la democracia con el que se financian grupos mercenarios, becas para promover falsos liderazgos entre los jóvenes cubanos y esta guerra sucia en internet”. Es lo mismo de hace décadas, una verborrea que nadie se traga ya y que está vieja: nosotros somos los buenos y todos los demás son los malos porque son amiguitos de Estados Unidos. Mira esta otra noticia: “Desde la Primera Trinchera Antiimperialista de América: la primera delegada al XI Congreso de la Unión de Jóvenes Comunistas”. ¿Quién está pa esto? ¿Quién se puede leer eso? ¿A quién le interesa? ¿A los jóvenes se les puede hablar así? Claro que no, por eso no se sienten identificados con el país, con la Revolución o con lo que sea, por eso en lo único que piensan es en irse, porque aquí de lo único que se habla a la altura del 2020 es de comunismo, de socialismo, de principios y valores y del copón divino. Es como si los que dirigen el país hablaran otro idioma, diferente al de la calle o como si ellos vivieran en una urna de cristal, en una burbuja, en un planeta distinto al de las personas de a pie. Ellos crearon una cosa y por miedo a perderla, ellos mismos la jodieron, la echaron a perder. Esto hubiera sido un paraíso, de hecho, lo fue en algún momento, pero ya no queda ni rastro de aquello. Eso es una ley de la vida, uno no puede apretar y apretar y apretar porque un día la situación se va de rosca. Y así está Cuba hoy: ida de rosca. Un país sin sueños ni esperanzas. Un país triste y aburrido. Yo que me siento aquí casi todos los días veo las caras de la gente por la mañana cuando va al trabajo y cuando regresa. Son iguales, no varían, siempre largas. No es normal que en un país todo el mundo salga temprano de sus casas con una cara triste, por algo será. La gente se levanta sin ganas de vivir en este país, sin ganas de hacer algo por este país, porque es que ya no hay remedio, esa fuerza que había antes, esa alegría, se la robaron al pueblo, nos tiraron un camión de tristeza encima y ya todos estamos embarrados. Te lo digo, sin matraca, no hay nada tan duro como la soledad. La soledad nos está comiendo poco a poco y no va a dejar ni a un solo cubano vivo. Las familias enteras están partidas, mírame a mí, era tan feliz con mis dos hijos y mis tres nietos y todos se fueron, no queda nadie aquí. Estoy sola. Pero no solo se fueron ellos, también se fueron mis vecinos, los hijos de mis vecinos, mis amigos, sus hijos, todo el mundo se va. Y si al menos tuviera vivo a mi esposo, pero no, ya hace nueve años que soy viuda. Mis hijos quieren sacarme con ellos y yo les he dicho que no. Ya estoy vieja para irme a vivir a otro lugar, mis últimos cartuchazos los voy a tirar en mi tierra. Estaba loca por que se acabara diciembre, porque diciembre es un oasis, un espejismo. La gente hace como que está alegre, aunque en realidad no lo está. Nos hemos vuelto unos autómatas y quería que esa falsa realidad se acabará, que todo volviera a la normalidad, al día a día, a mi banquito, al periódico, a ver la gente pasar. En diciembre la gente celebra la navidad, la gente viene de afuera después de pasarse todo el año sin vivir Cuba y todo en las casas parece alegría. Mira enero la tristeza que es porque todo vuelve a la normalidad, a su estado real, se acaba la algarabía y las fiestas y los que vinieron se van. Diciembre es el peor mes del año, diciembre es una farsa, un mes que no debiera existir, una probadita de lo que pudiera ser este país. Ya yo ni me inmuto con él, porque después viene la resaca, la nostalgia, el sufrimiento. Les tengo dicho a mi familia que vengan a verme en otro mes, en cualquiera menos en diciembre. Si no hubiese decidido eso, no hubiese cuerpo que aguantara enero y febrero, los meses de arranque, porque estuviera padeciendo todos los fantasmas que siempre deja el fin de año. ¿Que qué espero de este año? Por favor niño, no me hagas preguntas tontas, nada, ya te dije que de este país ya no se puede esperar nada, que ya todo pasó, que estamos viviendo la vida al revés, que vamos en retroceso. El 2020 en este país va a ser como el 2019, como el 2018, como el 17, como el 2000 y así. Cuba está parado en el tiempo. Todos los años es lo mismo y lo mismo, sin sobresalto, es como que la vida aquí se repite. Cuba necesita un terremoto que la remueva, como lo que pasó en 1959, que cambió todo. Cuba tiene que cambiar. Fíjate, no es debe, es tiene, no es una necesidad, es una obligación. A fin de cuentas, el mundo se está acabando. No llevamos ni dos semanas de este año y Australia se está quemando, el mundo está a punto de una nueva guerra. No se puede perder más tiempo para el cambio. ¿Cómo? ¿Cómo es eso de ese grupo? ¿Aquí en Cuba? Pues no sabía que un grupo opositor estaba llenado de pintura roja como si fuera sangre los bustos de José Martí y carteles de Fidel Castro, es bien raro eso porque en sesenta años aquí nadie ni siquiera ha osado levantar la mano. Creo que eso es un extremismo porque ni Martí ni Fidel están vivos, pero que esté pasando eso puede ser el inicio de algo, hay que ver qué pasa, pero no creo que esa sea la vía para que el país se encarrile. No, de nada, gracias a ti por este ratico, muchacho. ¿Abraham como Lincoln, como la Biblia? Bonito nombre. Oye, enséñame la foto que me hiciste al menos. ¿No?Luisa de la Caridad Benavides Arias, 78 años.
"El 2020 va a ser igual al 2019 o al año 2000, porque Cuba está parada en el tiempo".
Toma la foto, hijo, qué más da. ¿Te miro o quieres que me ponga como si estuviera leyendo? Dale, miro para el periódico. No, no, no es casual que esté ahora aquí, yo vengo todas las mañanas o las tardes, siempre que llegue a tiempo al estanquillo de la esquina, no haya cola y pueda comprar el Granma o el Juventud Rebelde. Me siento en este banquito a leer las noticias, pero en realidad no leo nada, en Cuba no hay noticias, en este país no pasa nada. Aquí ya pasó lo que iba a pasar hace sesenta años y estamos esperando que vuelva a suceder algo nuevo que mueva el piso y cambie las cosas. Entonces hago como que leo, porque en realidad lo que hago es salir de casa para sentir la bulla de la calle y la gente que va y viene del trabajo y los niños que entran y salen de las escuelas. Es lo que me invento para escaparme de casa. No hay nada como la soledad, la soledad es lo peor y siempre le estoy huyendo. Mira las noticias de hoy para que veas, para que no creas que exagero. En portada: “Internet y la guerra que se nos hace”. Te leo el primer párrafo: “El monto de dinero empleado por Estados Unidos para promover un supuesto cambio de régimen en Cuba, se camufla con el eufemismo de programas a favor de la democracia con el que se financian grupos mercenarios, becas para promover falsos liderazgos entre los jóvenes cubanos y esta guerra sucia en internet”. Es lo mismo de hace décadas, una verborrea que nadie se traga ya y que está vieja: nosotros somos los buenos y todos los demás son los malos porque son amiguitos de Estados Unidos. Mira esta otra noticia: “Desde la Primera Trinchera Antiimperialista de América: la primera delegada al XI Congreso de la Unión de Jóvenes Comunistas”. ¿Quién está pa esto? ¿Quién se puede leer eso? ¿A quién le interesa? ¿A los jóvenes se les puede hablar así? Claro que no, por eso no se sienten identificados con el país, con la Revolución o con lo que sea, por eso en lo único que piensan es en irse, porque aquí de lo único que se habla a la altura del 2020 es de comunismo, de socialismo, de principios y valores y del copón divino. Es como si los que dirigen el país hablaran otro idioma, diferente al de la calle o como si ellos vivieran en una urna de cristal, en una burbuja, en un planeta distinto al de las personas de a pie. Ellos crearon una cosa y por miedo a perderla, ellos mismos la jodieron, la echaron a perder. Esto hubiera sido un paraíso, de hecho, lo fue en algún momento, pero ya no queda ni rastro de aquello. Eso es una ley de la vida, uno no puede apretar y apretar y apretar porque un día la situación se va de rosca. Y así está Cuba hoy: ida de rosca. Un país sin sueños ni esperanzas. Un país triste y aburrido. Yo que me siento aquí casi todos los días veo las caras de la gente por la mañana cuando va al trabajo y cuando regresa. Son iguales, no varían, siempre largas. No es normal que en un país todo el mundo salga temprano de sus casas con una cara triste, por algo será. La gente se levanta sin ganas de vivir en este país, sin ganas de hacer algo por este país, porque es que ya no hay remedio, esa fuerza que había antes, esa alegría, se la robaron al pueblo, nos tiraron un camión de tristeza encima y ya todos estamos embarrados. Te lo digo, sin matraca, no hay nada tan duro como la soledad. La soledad nos está comiendo poco a poco y no va a dejar ni a un solo cubano vivo. Las familias enteras están partidas, mírame a mí, era tan feliz con mis dos hijos y mis tres nietos y todos se fueron, no queda nadie aquí. Estoy sola. Pero no solo se fueron ellos, también se fueron mis vecinos, los hijos de mis vecinos, mis amigos, sus hijos, todo el mundo se va. Y si al menos tuviera vivo a mi esposo, pero no, ya hace nueve años que soy viuda. Mis hijos quieren sacarme con ellos y yo les he dicho que no. Ya estoy vieja para irme a vivir a otro lugar, mis últimos cartuchazos los voy a tirar en mi tierra. Estaba loca por que se acabara diciembre, porque diciembre es un oasis, un espejismo. La gente hace como que está alegre, aunque en realidad no lo está. Nos hemos vuelto unos autómatas y quería que esa falsa realidad se acabará, que todo volviera a la normalidad, al día a día, a mi banquito, al periódico, a ver la gente pasar. En diciembre la gente celebra la navidad, la gente viene de afuera después de pasarse todo el año sin vivir Cuba y todo en las casas parece alegría. Mira enero la tristeza que es porque todo vuelve a la normalidad, a su estado real, se acaba la algarabía y las fiestas y los que vinieron se van. Diciembre es el peor mes del año, diciembre es una farsa, un mes que no debiera existir, una probadita de lo que pudiera ser este país. Ya yo ni me inmuto con él, porque después viene la resaca, la nostalgia, el sufrimiento. Les tengo dicho a mi familia que vengan a verme en otro mes, en cualquiera menos en diciembre. Si no hubiese decidido eso, no hubiese cuerpo que aguantara enero y febrero, los meses de arranque, porque estuviera padeciendo todos los fantasmas que siempre deja el fin de año. ¿Que qué espero de este año? Por favor niño, no me hagas preguntas tontas, nada, ya te dije que de este país ya no se puede esperar nada, que ya todo pasó, que estamos viviendo la vida al revés, que vamos en retroceso. El 2020 en este país va a ser como el 2019, como el 2018, como el 17, como el 2000 y así. Cuba está parado en el tiempo. Todos los años es lo mismo y lo mismo, sin sobresalto, es como que la vida aquí se repite. Cuba necesita un terremoto que la remueva, como lo que pasó en 1959, que cambió todo. Cuba tiene que cambiar. Fíjate, no es debe, es tiene, no es una necesidad, es una obligación. A fin de cuentas, el mundo se está acabando. No llevamos ni dos semanas de este año y Australia se está quemando, el mundo está a punto de una nueva guerra. No se puede perder más tiempo para el cambio. ¿Cómo? ¿Cómo es eso de ese grupo? ¿Aquí en Cuba? Pues no sabía que un grupo opositor estaba llenado de pintura roja como si fuera sangre los bustos de José Martí y carteles de Fidel Castro, es bien raro eso porque en sesenta años aquí nadie ni siquiera ha osado levantar la mano. Creo que eso es un extremismo porque ni Martí ni Fidel están vivos, pero que esté pasando eso puede ser el inicio de algo, hay que ver qué pasa, pero no creo que esa sea la vía para que el país se encarrile. No, de nada, gracias a ti por este ratico, muchacho. ¿Abraham como Lincoln, como la Biblia? Bonito nombre. Oye, enséñame la foto que me hiciste al menos. ¿No?Luisa de la Caridad Benavides Arias, 78 años.
"El 2020 va a ser igual al 2019 o al año 2000, porque Cuba está parada en el tiempo".
Toma la foto, hijo, qué más da. ¿Te miro o quieres que me ponga como si estuviera leyendo? Dale, miro para el periódico. No, no, no es casual que esté ahora aquí, yo vengo todas las mañanas o las tardes, siempre que llegue a tiempo al estanquillo de la esquina, no haya cola y pueda comprar el Granma o el Juventud Rebelde. Me siento en este banquito a leer las noticias, pero en realidad no leo nada, en Cuba no hay noticias, en este país no pasa nada. Aquí ya pasó lo que iba a pasar hace sesenta años y estamos esperando que vuelva a suceder algo nuevo que mueva el piso y cambie las cosas. Entonces hago como que leo, porque en realidad lo que hago es salir de casa para sentir la bulla de la calle y la gente que va y viene del trabajo y los niños que entran y salen de las escuelas. Es lo que me invento para escaparme de casa. No hay nada como la soledad, la soledad es lo peor y siempre le estoy huyendo. Mira las noticias de hoy para que veas, para que no creas que exagero. En portada: “Internet y la guerra que se nos hace”. Te leo el primer párrafo: “El monto de dinero empleado por Estados Unidos para promover un supuesto cambio de régimen en Cuba, se camufla con el eufemismo de programas a favor de la democracia con el que se financian grupos mercenarios, becas para promover falsos liderazgos entre los jóvenes cubanos y esta guerra sucia en internet”. Es lo mismo de hace décadas, una verborrea que nadie se traga ya y que está vieja: nosotros somos los buenos y todos los demás son los malos porque son amiguitos de Estados Unidos. Mira esta otra noticia: “Desde la Primera Trinchera Antiimperialista de América: la primera delegada al XI Congreso de la Unión de Jóvenes Comunistas”. ¿Quién está pa esto? ¿Quién se puede leer eso? ¿A quién le interesa? ¿A los jóvenes se les puede hablar así? Claro que no, por eso no se sienten identificados con el país, con la Revolución o con lo que sea, por eso en lo único que piensan es en irse, porque aquí de lo único que se habla a la altura del 2020 es de comunismo, de socialismo, de principios y valores y del copón divino. Es como si los que dirigen el país hablaran otro idioma, diferente al de la calle o como si ellos vivieran en una urna de cristal, en una burbuja, en un planeta distinto al de las personas de a pie. Ellos crearon una cosa y por miedo a perderla, ellos mismos la jodieron, la echaron a perder. Esto hubiera sido un paraíso, de hecho, lo fue en algún momento, pero ya no queda ni rastro de aquello. Eso es una ley de la vida, uno no puede apretar y apretar y apretar porque un día la situación se va de rosca. Y así está Cuba hoy: ida de rosca. Un país sin sueños ni esperanzas. Un país triste y aburrido. Yo que me siento aquí casi todos los días veo las caras de la gente por la mañana cuando va al trabajo y cuando regresa. Son iguales, no varían, siempre largas. No es normal que en un país todo el mundo salga temprano de sus casas con una cara triste, por algo será. La gente se levanta sin ganas de vivir en este país, sin ganas de hacer algo por este país, porque es que ya no hay remedio, esa fuerza que había antes, esa alegría, se la robaron al pueblo, nos tiraron un camión de tristeza encima y ya todos estamos embarrados. Te lo digo, sin matraca, no hay nada tan duro como la soledad. La soledad nos está comiendo poco a poco y no va a dejar ni a un solo cubano vivo. Las familias enteras están partidas, mírame a mí, era tan feliz con mis dos hijos y mis tres nietos y todos se fueron, no queda nadie aquí. Estoy sola. Pero no solo se fueron ellos, también se fueron mis vecinos, los hijos de mis vecinos, mis amigos, sus hijos, todo el mundo se va. Y si al menos tuviera vivo a mi esposo, pero no, ya hace nueve años que soy viuda. Mis hijos quieren sacarme con ellos y yo les he dicho que no. Ya estoy vieja para irme a vivir a otro lugar, mis últimos cartuchazos los voy a tirar en mi tierra. Estaba loca por que se acabara diciembre, porque diciembre es un oasis, un espejismo. La gente hace como que está alegre, aunque en realidad no lo está. Nos hemos vuelto unos autómatas y quería que esa falsa realidad se acabará, que todo volviera a la normalidad, al día a día, a mi banquito, al periódico, a ver la gente pasar. En diciembre la gente celebra la navidad, la gente viene de afuera después de pasarse todo el año sin vivir Cuba y todo en las casas parece alegría. Mira enero la tristeza que es porque todo vuelve a la normalidad, a su estado real, se acaba la algarabía y las fiestas y los que vinieron se van. Diciembre es el peor mes del año, diciembre es una farsa, un mes que no debiera existir, una probadita de lo que pudiera ser este país. Ya yo ni me inmuto con él, porque después viene la resaca, la nostalgia, el sufrimiento. Les tengo dicho a mi familia que vengan a verme en otro mes, en cualquiera menos en diciembre. Si no hubiese decidido eso, no hubiese cuerpo que aguantara enero y febrero, los meses de arranque, porque estuviera padeciendo todos los fantasmas que siempre deja el fin de año. ¿Que qué espero de este año? Por favor niño, no me hagas preguntas tontas, nada, ya te dije que de este país ya no se puede esperar nada, que ya todo pasó, que estamos viviendo la vida al revés, que vamos en retroceso. El 2020 en este país va a ser como el 2019, como el 2018, como el 17, como el 2000 y así. Cuba está parado en el tiempo. Todos los años es lo mismo y lo mismo, sin sobresalto, es como que la vida aquí se repite. Cuba necesita un terremoto que la remueva, como lo que pasó en 1959, que cambió todo. Cuba tiene que cambiar. Fíjate, no es debe, es tiene, no es una necesidad, es una obligación. A fin de cuentas, el mundo se está acabando. No llevamos ni dos semanas de este año y Australia se está quemando, el mundo está a punto de una nueva guerra. No se puede perder más tiempo para el cambio. ¿Cómo? ¿Cómo es eso de ese grupo? ¿Aquí en Cuba? Pues no sabía que un grupo opositor estaba llenado de pintura roja como si fuera sangre los bustos de José Martí y carteles de Fidel Castro, es bien raro eso porque en sesenta años aquí nadie ni siquiera ha osado levantar la mano. Creo que eso es un extremismo porque ni Martí ni Fidel están vivos, pero que esté pasando eso puede ser el inicio de algo, hay que ver qué pasa, pero no creo que esa sea la vía para que el país se encarrile. No, de nada, gracias a ti por este ratico, muchacho. ¿Abraham como Lincoln, como la Biblia? Bonito nombre. Oye, enséñame la foto que me hiciste al menos. ¿No?Luisa de la Caridad Benavides Arias, 78 años.
"El 2020 va a ser igual al 2019 o al año 2000, porque Cuba está parada en el tiempo".
Toma la foto, hijo, qué más da. ¿Te miro o quieres que me ponga como si estuviera leyendo? Dale, miro para el periódico. No, no, no es casual que esté ahora aquí, yo vengo todas las mañanas o las tardes, siempre que llegue a tiempo al estanquillo de la esquina, no haya cola y pueda comprar el Granma o el Juventud Rebelde. Me siento en este banquito a leer las noticias, pero en realidad no leo nada, en Cuba no hay noticias, en este país no pasa nada. Aquí ya pasó lo que iba a pasar hace sesenta años y estamos esperando que vuelva a suceder algo nuevo que mueva el piso y cambie las cosas. Entonces hago como que leo, porque en realidad lo que hago es salir de casa para sentir la bulla de la calle y la gente que va y viene del trabajo y los niños que entran y salen de las escuelas. Es lo que me invento para escaparme de casa. No hay nada como la soledad, la soledad es lo peor y siempre le estoy huyendo. Mira las noticias de hoy para que veas, para que no creas que exagero. En portada: “Internet y la guerra que se nos hace”. Te leo el primer párrafo: “El monto de dinero empleado por Estados Unidos para promover un supuesto cambio de régimen en Cuba, se camufla con el eufemismo de programas a favor de la democracia con el que se financian grupos mercenarios, becas para promover falsos liderazgos entre los jóvenes cubanos y esta guerra sucia en internet”. Es lo mismo de hace décadas, una verborrea que nadie se traga ya y que está vieja: nosotros somos los buenos y todos los demás son los malos porque son amiguitos de Estados Unidos. Mira esta otra noticia: “Desde la Primera Trinchera Antiimperialista de América: la primera delegada al XI Congreso de la Unión de Jóvenes Comunistas”. ¿Quién está pa esto? ¿Quién se puede leer eso? ¿A quién le interesa? ¿A los jóvenes se les puede hablar así? Claro que no, por eso no se sienten identificados con el país, con la Revolución o con lo que sea, por eso en lo único que piensan es en irse, porque aquí de lo único que se habla a la altura del 2020 es de comunismo, de socialismo, de principios y valores y del copón divino. Es como si los que dirigen el país hablaran otro idioma, diferente al de la calle o como si ellos vivieran en una urna de cristal, en una burbuja, en un planeta distinto al de las personas de a pie. Ellos crearon una cosa y por miedo a perderla, ellos mismos la jodieron, la echaron a perder. Esto hubiera sido un paraíso, de hecho, lo fue en algún momento, pero ya no queda ni rastro de aquello. Eso es una ley de la vida, uno no puede apretar y apretar y apretar porque un día la situación se va de rosca. Y así está Cuba hoy: ida de rosca. Un país sin sueños ni esperanzas. Un país triste y aburrido. Yo que me siento aquí casi todos los días veo las caras de la gente por la mañana cuando va al trabajo y cuando regresa. Son iguales, no varían, siempre largas. No es normal que en un país todo el mundo salga temprano de sus casas con una cara triste, por algo será. La gente se levanta sin ganas de vivir en este país, sin ganas de hacer algo por este país, porque es que ya no hay remedio, esa fuerza que había antes, esa alegría, se la robaron al pueblo, nos tiraron un camión de tristeza encima y ya todos estamos embarrados. Te lo digo, sin matraca, no hay nada tan duro como la soledad. La soledad nos está comiendo poco a poco y no va a dejar ni a un solo cubano vivo. Las familias enteras están partidas, mírame a mí, era tan feliz con mis dos hijos y mis tres nietos y todos se fueron, no queda nadie aquí. Estoy sola. Pero no solo se fueron ellos, también se fueron mis vecinos, los hijos de mis vecinos, mis amigos, sus hijos, todo el mundo se va. Y si al menos tuviera vivo a mi esposo, pero no, ya hace nueve años que soy viuda. Mis hijos quieren sacarme con ellos y yo les he dicho que no. Ya estoy vieja para irme a vivir a otro lugar, mis últimos cartuchazos los voy a tirar en mi tierra. Estaba loca por que se acabara diciembre, porque diciembre es un oasis, un espejismo. La gente hace como que está alegre, aunque en realidad no lo está. Nos hemos vuelto unos autómatas y quería que esa falsa realidad se acabará, que todo volviera a la normalidad, al día a día, a mi banquito, al periódico, a ver la gente pasar. En diciembre la gente celebra la navidad, la gente viene de afuera después de pasarse todo el año sin vivir Cuba y todo en las casas parece alegría. Mira enero la tristeza que es porque todo vuelve a la normalidad, a su estado real, se acaba la algarabía y las fiestas y los que vinieron se van. Diciembre es el peor mes del año, diciembre es una farsa, un mes que no debiera existir, una probadita de lo que pudiera ser este país. Ya yo ni me inmuto con él, porque después viene la resaca, la nostalgia, el sufrimiento. Les tengo dicho a mi familia que vengan a verme en otro mes, en cualquiera menos en diciembre. Si no hubiese decidido eso, no hubiese cuerpo que aguantara enero y febrero, los meses de arranque, porque estuviera padeciendo todos los fantasmas que siempre deja el fin de año. ¿Que qué espero de este año? Por favor niño, no me hagas preguntas tontas, nada, ya te dije que de este país ya no se puede esperar nada, que ya todo pasó, que estamos viviendo la vida al revés, que vamos en retroceso. El 2020 en este país va a ser como el 2019, como el 2018, como el 17, como el 2000 y así. Cuba está parado en el tiempo. Todos los años es lo mismo y lo mismo, sin sobresalto, es como que la vida aquí se repite. Cuba necesita un terremoto que la remueva, como lo que pasó en 1959, que cambió todo. Cuba tiene que cambiar. Fíjate, no es debe, es tiene, no es una necesidad, es una obligación. A fin de cuentas, el mundo se está acabando. No llevamos ni dos semanas de este año y Australia se está quemando, el mundo está a punto de una nueva guerra. No se puede perder más tiempo para el cambio. ¿Cómo? ¿Cómo es eso de ese grupo? ¿Aquí en Cuba? Pues no sabía que un grupo opositor estaba llenado de pintura roja como si fuera sangre los bustos de José Martí y carteles de Fidel Castro, es bien raro eso porque en sesenta años aquí nadie ni siquiera ha osado levantar la mano. Creo que eso es un extremismo porque ni Martí ni Fidel están vivos, pero que esté pasando eso puede ser el inicio de algo, hay que ver qué pasa, pero no creo que esa sea la vía para que el país se encarrile. No, de nada, gracias a ti por este ratico, muchacho. ¿Abraham como Lincoln, como la Biblia? Bonito nombre. Oye, enséñame la foto que me hiciste al menos. ¿No?Luisa de la Caridad Benavides Arias, 78 años.
"El 2020 va a ser igual al 2019 o al año 2000, porque Cuba está parada en el tiempo".
Toma la foto, hijo, qué más da. ¿Te miro o quieres que me ponga como si estuviera leyendo? Dale, miro para el periódico. No, no, no es casual que esté ahora aquí, yo vengo todas las mañanas o las tardes, siempre que llegue a tiempo al estanquillo de la esquina, no haya cola y pueda comprar el Granma o el Juventud Rebelde. Me siento en este banquito a leer las noticias, pero en realidad no leo nada, en Cuba no hay noticias, en este país no pasa nada. Aquí ya pasó lo que iba a pasar hace sesenta años y estamos esperando que vuelva a suceder algo nuevo que mueva el piso y cambie las cosas. Entonces hago como que leo, porque en realidad lo que hago es salir de casa para sentir la bulla de la calle y la gente que va y viene del trabajo y los niños que entran y salen de las escuelas. Es lo que me invento para escaparme de casa. No hay nada como la soledad, la soledad es lo peor y siempre le estoy huyendo. Mira las noticias de hoy para que veas, para que no creas que exagero. En portada: “Internet y la guerra que se nos hace”. Te leo el primer párrafo: “El monto de dinero empleado por Estados Unidos para promover un supuesto cambio de régimen en Cuba, se camufla con el eufemismo de programas a favor de la democracia con el que se financian grupos mercenarios, becas para promover falsos liderazgos entre los jóvenes cubanos y esta guerra sucia en internet”. Es lo mismo de hace décadas, una verborrea que nadie se traga ya y que está vieja: nosotros somos los buenos y todos los demás son los malos porque son amiguitos de Estados Unidos. Mira esta otra noticia: “Desde la Primera Trinchera Antiimperialista de América: la primera delegada al XI Congreso de la Unión de Jóvenes Comunistas”. ¿Quién está pa esto? ¿Quién se puede leer eso? ¿A quién le interesa? ¿A los jóvenes se les puede hablar así? Claro que no, por eso no se sienten identificados con el país, con la Revolución o con lo que sea, por eso en lo único que piensan es en irse, porque aquí de lo único que se habla a la altura del 2020 es de comunismo, de socialismo, de principios y valores y del copón divino. Es como si los que dirigen el país hablaran otro idioma, diferente al de la calle o como si ellos vivieran en una urna de cristal, en una burbuja, en un planeta distinto al de las personas de a pie. Ellos crearon una cosa y por miedo a perderla, ellos mismos la jodieron, la echaron a perder. Esto hubiera sido un paraíso, de hecho, lo fue en algún momento, pero ya no queda ni rastro de aquello. Eso es una ley de la vida, uno no puede apretar y apretar y apretar porque un día la situación se va de rosca. Y así está Cuba hoy: ida de rosca. Un país sin sueños ni esperanzas. Un país triste y aburrido. Yo que me siento aquí casi todos los días veo las caras de la gente por la mañana cuando va al trabajo y cuando regresa. Son iguales, no varían, siempre largas. No es normal que en un país todo el mundo salga temprano de sus casas con una cara triste, por algo será. La gente se levanta sin ganas de vivir en este país, sin ganas de hacer algo por este país, porque es que ya no hay remedio, esa fuerza que había antes, esa alegría, se la robaron al pueblo, nos tiraron un camión de tristeza encima y ya todos estamos embarrados. Te lo digo, sin matraca, no hay nada tan duro como la soledad. La soledad nos está comiendo poco a poco y no va a dejar ni a un solo cubano vivo. Las familias enteras están partidas, mírame a mí, era tan feliz con mis dos hijos y mis tres nietos y todos se fueron, no queda nadie aquí. Estoy sola. Pero no solo se fueron ellos, también se fueron mis vecinos, los hijos de mis vecinos, mis amigos, sus hijos, todo el mundo se va. Y si al menos tuviera vivo a mi esposo, pero no, ya hace nueve años que soy viuda. Mis hijos quieren sacarme con ellos y yo les he dicho que no. Ya estoy vieja para irme a vivir a otro lugar, mis últimos cartuchazos los voy a tirar en mi tierra. Estaba loca por que se acabara diciembre, porque diciembre es un oasis, un espejismo. La gente hace como que está alegre, aunque en realidad no lo está. Nos hemos vuelto unos autómatas y quería que esa falsa realidad se acabará, que todo volviera a la normalidad, al día a día, a mi banquito, al periódico, a ver la gente pasar. En diciembre la gente celebra la navidad, la gente viene de afuera después de pasarse todo el año sin vivir Cuba y todo en las casas parece alegría. Mira enero la tristeza que es porque todo vuelve a la normalidad, a su estado real, se acaba la algarabía y las fiestas y los que vinieron se van. Diciembre es el peor mes del año, diciembre es una farsa, un mes que no debiera existir, una probadita de lo que pudiera ser este país. Ya yo ni me inmuto con él, porque después viene la resaca, la nostalgia, el sufrimiento. Les tengo dicho a mi familia que vengan a verme en otro mes, en cualquiera menos en diciembre. Si no hubiese decidido eso, no hubiese cuerpo que aguantara enero y febrero, los meses de arranque, porque estuviera padeciendo todos los fantasmas que siempre deja el fin de año. ¿Que qué espero de este año? Por favor niño, no me hagas preguntas tontas, nada, ya te dije que de este país ya no se puede esperar nada, que ya todo pasó, que estamos viviendo la vida al revés, que vamos en retroceso. El 2020 en este país va a ser como el 2019, como el 2018, como el 17, como el 2000 y así. Cuba está parado en el tiempo. Todos los años es lo mismo y lo mismo, sin sobresalto, es como que la vida aquí se repite. Cuba necesita un terremoto que la remueva, como lo que pasó en 1959, que cambió todo. Cuba tiene que cambiar. Fíjate, no es debe, es tiene, no es una necesidad, es una obligación. A fin de cuentas, el mundo se está acabando. No llevamos ni dos semanas de este año y Australia se está quemando, el mundo está a punto de una nueva guerra. No se puede perder más tiempo para el cambio. ¿Cómo? ¿Cómo es eso de ese grupo? ¿Aquí en Cuba? Pues no sabía que un grupo opositor estaba llenado de pintura roja como si fuera sangre los bustos de José Martí y carteles de Fidel Castro, es bien raro eso porque en sesenta años aquí nadie ni siquiera ha osado levantar la mano. Creo que eso es un extremismo porque ni Martí ni Fidel están vivos, pero que esté pasando eso puede ser el inicio de algo, hay que ver qué pasa, pero no creo que esa sea la vía para que el país se encarrile. No, de nada, gracias a ti por este ratico, muchacho. ¿Abraham como Lincoln, como la Biblia? Bonito nombre. Oye, enséñame la foto que me hiciste al menos. ¿No?Luisa de la Caridad Benavides Arias, 78 años.
"El 2020 va a ser igual al 2019 o al año 2000, porque Cuba está parada en el tiempo".
Toma la foto, hijo, qué más da. ¿Te miro o quieres que me ponga como si estuviera leyendo? Dale, miro para el periódico. No, no, no es casual que esté ahora aquí, yo vengo todas las mañanas o las tardes, siempre que llegue a tiempo al estanquillo de la esquina, no haya cola y pueda comprar el Granma o el Juventud Rebelde. Me siento en este banquito a leer las noticias, pero en realidad no leo nada, en Cuba no hay noticias, en este país no pasa nada. Aquí ya pasó lo que iba a pasar hace sesenta años y estamos esperando que vuelva a suceder algo nuevo que mueva el piso y cambie las cosas. Entonces hago como que leo, porque en realidad lo que hago es salir de casa para sentir la bulla de la calle y la gente que va y viene del trabajo y los niños que entran y salen de las escuelas. Es lo que me invento para escaparme de casa. No hay nada como la soledad, la soledad es lo peor y siempre le estoy huyendo. Mira las noticias de hoy para que veas, para que no creas que exagero. En portada: “Internet y la guerra que se nos hace”. Te leo el primer párrafo: “El monto de dinero empleado por Estados Unidos para promover un supuesto cambio de régimen en Cuba, se camufla con el eufemismo de programas a favor de la democracia con el que se financian grupos mercenarios, becas para promover falsos liderazgos entre los jóvenes cubanos y esta guerra sucia en internet”. Es lo mismo de hace décadas, una verborrea que nadie se traga ya y que está vieja: nosotros somos los buenos y todos los demás son los malos porque son amiguitos de Estados Unidos. Mira esta otra noticia: “Desde la Primera Trinchera Antiimperialista de América: la primera delegada al XI Congreso de la Unión de Jóvenes Comunistas”. ¿Quién está pa esto? ¿Quién se puede leer eso? ¿A quién le interesa? ¿A los jóvenes se les puede hablar así? Claro que no, por eso no se sienten identificados con el país, con la Revolución o con lo que sea, por eso en lo único que piensan es en irse, porque aquí de lo único que se habla a la altura del 2020 es de comunismo, de socialismo, de principios y valores y del copón divino. Es como si los que dirigen el país hablaran otro idioma, diferente al de la calle o como si ellos vivieran en una urna de cristal, en una burbuja, en un planeta distinto al de las personas de a pie. Ellos crearon una cosa y por miedo a perderla, ellos mismos la jodieron, la echaron a perder. Esto hubiera sido un paraíso, de hecho, lo fue en algún momento, pero ya no queda ni rastro de aquello. Eso es una ley de la vida, uno no puede apretar y apretar y apretar porque un día la situación se va de rosca. Y así está Cuba hoy: ida de rosca. Un país sin sueños ni esperanzas. Un país triste y aburrido. Yo que me siento aquí casi todos los días veo las caras de la gente por la mañana cuando va al trabajo y cuando regresa. Son iguales, no varían, siempre largas. No es normal que en un país todo el mundo salga temprano de sus casas con una cara triste, por algo será. La gente se levanta sin ganas de vivir en este país, sin ganas de hacer algo por este país, porque es que ya no hay remedio, esa fuerza que había antes, esa alegría, se la robaron al pueblo, nos tiraron un camión de tristeza encima y ya todos estamos embarrados. Te lo digo, sin matraca, no hay nada tan duro como la soledad. La soledad nos está comiendo poco a poco y no va a dejar ni a un solo cubano vivo. Las familias enteras están partidas, mírame a mí, era tan feliz con mis dos hijos y mis tres nietos y todos se fueron, no queda nadie aquí. Estoy sola. Pero no solo se fueron ellos, también se fueron mis vecinos, los hijos de mis vecinos, mis amigos, sus hijos, todo el mundo se va. Y si al menos tuviera vivo a mi esposo, pero no, ya hace nueve años que soy viuda. Mis hijos quieren sacarme con ellos y yo les he dicho que no. Ya estoy vieja para irme a vivir a otro lugar, mis últimos cartuchazos los voy a tirar en mi tierra. Estaba loca por que se acabara diciembre, porque diciembre es un oasis, un espejismo. La gente hace como que está alegre, aunque en realidad no lo está. Nos hemos vuelto unos autómatas y quería que esa falsa realidad se acabará, que todo volviera a la normalidad, al día a día, a mi banquito, al periódico, a ver la gente pasar. En diciembre la gente celebra la navidad, la gente viene de afuera después de pasarse todo el año sin vivir Cuba y todo en las casas parece alegría. Mira enero la tristeza que es porque todo vuelve a la normalidad, a su estado real, se acaba la algarabía y las fiestas y los que vinieron se van. Diciembre es el peor mes del año, diciembre es una farsa, un mes que no debiera existir, una probadita de lo que pudiera ser este país. Ya yo ni me inmuto con él, porque después viene la resaca, la nostalgia, el sufrimiento. Les tengo dicho a mi familia que vengan a verme en otro mes, en cualquiera menos en diciembre. Si no hubiese decidido eso, no hubiese cuerpo que aguantara enero y febrero, los meses de arranque, porque estuviera padeciendo todos los fantasmas que siempre deja el fin de año. ¿Que qué espero de este año? Por favor niño, no me hagas preguntas tontas, nada, ya te dije que de este país ya no se puede esperar nada, que ya todo pasó, que estamos viviendo la vida al revés, que vamos en retroceso. El 2020 en este país va a ser como el 2019, como el 2018, como el 17, como el 2000 y así. Cuba está parado en el tiempo. Todos los años es lo mismo y lo mismo, sin sobresalto, es como que la vida aquí se repite. Cuba necesita un terremoto que la remueva, como lo que pasó en 1959, que cambió todo. Cuba tiene que cambiar. Fíjate, no es debe, es tiene, no es una necesidad, es una obligación. A fin de cuentas, el mundo se está acabando. No llevamos ni dos semanas de este año y Australia se está quemando, el mundo está a punto de una nueva guerra. No se puede perder más tiempo para el cambio. ¿Cómo? ¿Cómo es eso de ese grupo? ¿Aquí en Cuba? Pues no sabía que un grupo opositor estaba llenado de pintura roja como si fuera sangre los bustos de José Martí y carteles de Fidel Castro, es bien raro eso porque en sesenta años aquí nadie ni siquiera ha osado levantar la mano. Creo que eso es un extremismo porque ni Martí ni Fidel están vivos, pero que esté pasando eso puede ser el inicio de algo, hay que ver qué pasa, pero no creo que esa sea la vía para que el país se encarrile. No, de nada, gracias a ti por este ratico, muchacho. ¿Abraham como Lincoln, como la Biblia? Bonito nombre. Oye, enséñame la foto que me hiciste al menos. ¿No?Luisa de la Caridad Benavides Arias, 78 años.
"El 2020 va a ser igual al 2019 o al año 2000, porque Cuba está parada en el tiempo".
Toma la foto, hijo, qué más da. ¿Te miro o quieres que me ponga como si estuviera leyendo? Dale, miro para el periódico. No, no, no es casual que esté ahora aquí, yo vengo todas las mañanas o las tardes, siempre que llegue a tiempo al estanquillo de la esquina, no haya cola y pueda comprar el Granma o el Juventud Rebelde. Me siento en este banquito a leer las noticias, pero en realidad no leo nada, en Cuba no hay noticias, en este país no pasa nada. Aquí ya pasó lo que iba a pasar hace sesenta años y estamos esperando que vuelva a suceder algo nuevo que mueva el piso y cambie las cosas. Entonces hago como que leo, porque en realidad lo que hago es salir de casa para sentir la bulla de la calle y la gente que va y viene del trabajo y los niños que entran y salen de las escuelas. Es lo que me invento para escaparme de casa. No hay nada como la soledad, la soledad es lo peor y siempre le estoy huyendo. Mira las noticias de hoy para que veas, para que no creas que exagero. En portada: “Internet y la guerra que se nos hace”. Te leo el primer párrafo: “El monto de dinero empleado por Estados Unidos para promover un supuesto cambio de régimen en Cuba, se camufla con el eufemismo de programas a favor de la democracia con el que se financian grupos mercenarios, becas para promover falsos liderazgos entre los jóvenes cubanos y esta guerra sucia en internet”. Es lo mismo de hace décadas, una verborrea que nadie se traga ya y que está vieja: nosotros somos los buenos y todos los demás son los malos porque son amiguitos de Estados Unidos. Mira esta otra noticia: “Desde la Primera Trinchera Antiimperialista de América: la primera delegada al XI Congreso de la Unión de Jóvenes Comunistas”. ¿Quién está pa esto? ¿Quién se puede leer eso? ¿A quién le interesa? ¿A los jóvenes se les puede hablar así? Claro que no, por eso no se sienten identificados con el país, con la Revolución o con lo que sea, por eso en lo único que piensan es en irse, porque aquí de lo único que se habla a la altura del 2020 es de comunismo, de socialismo, de principios y valores y del copón divino. Es como si los que dirigen el país hablaran otro idioma, diferente al de la calle o como si ellos vivieran en una urna de cristal, en una burbuja, en un planeta distinto al de las personas de a pie. Ellos crearon una cosa y por miedo a perderla, ellos mismos la jodieron, la echaron a perder. Esto hubiera sido un paraíso, de hecho, lo fue en algún momento, pero ya no queda ni rastro de aquello. Eso es una ley de la vida, uno no puede apretar y apretar y apretar porque un día la situación se va de rosca. Y así está Cuba hoy: ida de rosca. Un país sin sueños ni esperanzas. Un país triste y aburrido. Yo que me siento aquí casi todos los días veo las caras de la gente por la mañana cuando va al trabajo y cuando regresa. Son iguales, no varían, siempre largas. No es normal que en un país todo el mundo salga temprano de sus casas con una cara triste, por algo será. La gente se levanta sin ganas de vivir en este país, sin ganas de hacer algo por este país, porque es que ya no hay remedio, esa fuerza que había antes, esa alegría, se la robaron al pueblo, nos tiraron un camión de tristeza encima y ya todos estamos embarrados. Te lo digo, sin matraca, no hay nada tan duro como la soledad. La soledad nos está comiendo poco a poco y no va a dejar ni a un solo cubano vivo. Las familias enteras están partidas, mírame a mí, era tan feliz con mis dos hijos y mis tres nietos y todos se fueron, no queda nadie aquí. Estoy sola. Pero no solo se fueron ellos, también se fueron mis vecinos, los hijos de mis vecinos, mis amigos, sus hijos, todo el mundo se va. Y si al menos tuviera vivo a mi esposo, pero no, ya hace nueve años que soy viuda. Mis hijos quieren sacarme con ellos y yo les he dicho que no. Ya estoy vieja para irme a vivir a otro lugar, mis últimos cartuchazos los voy a tirar en mi tierra. Estaba loca por que se acabara diciembre, porque diciembre es un oasis, un espejismo. La gente hace como que está alegre, aunque en realidad no lo está. Nos hemos vuelto unos autómatas y quería que esa falsa realidad se acabará, que todo volviera a la normalidad, al día a día, a mi banquito, al periódico, a ver la gente pasar. En diciembre la gente celebra la navidad, la gente viene de afuera después de pasarse todo el año sin vivir Cuba y todo en las casas parece alegría. Mira enero la tristeza que es porque todo vuelve a la normalidad, a su estado real, se acaba la algarabía y las fiestas y los que vinieron se van. Diciembre es el peor mes del año, diciembre es una farsa, un mes que no debiera existir, una probadita de lo que pudiera ser este país. Ya yo ni me inmuto con él, porque después viene la resaca, la nostalgia, el sufrimiento. Les tengo dicho a mi familia que vengan a verme en otro mes, en cualquiera menos en diciembre. Si no hubiese decidido eso, no hubiese cuerpo que aguantara enero y febrero, los meses de arranque, porque estuviera padeciendo todos los fantasmas que siempre deja el fin de año. ¿Que qué espero de este año? Por favor niño, no me hagas preguntas tontas, nada, ya te dije que de este país ya no se puede esperar nada, que ya todo pasó, que estamos viviendo la vida al revés, que vamos en retroceso. El 2020 en este país va a ser como el 2019, como el 2018, como el 17, como el 2000 y así. Cuba está parado en el tiempo. Todos los años es lo mismo y lo mismo, sin sobresalto, es como que la vida aquí se repite. Cuba necesita un terremoto que la remueva, como lo que pasó en 1959, que cambió todo. Cuba tiene que cambiar. Fíjate, no es debe, es tiene, no es una necesidad, es una obligación. A fin de cuentas, el mundo se está acabando. No llevamos ni dos semanas de este año y Australia se está quemando, el mundo está a punto de una nueva guerra. No se puede perder más tiempo para el cambio. ¿Cómo? ¿Cómo es eso de ese grupo? ¿Aquí en Cuba? Pues no sabía que un grupo opositor estaba llenado de pintura roja como si fuera sangre los bustos de José Martí y carteles de Fidel Castro, es bien raro eso porque en sesenta años aquí nadie ni siquiera ha osado levantar la mano. Creo que eso es un extremismo porque ni Martí ni Fidel están vivos, pero que esté pasando eso puede ser el inicio de algo, hay que ver qué pasa, pero no creo que esa sea la vía para que el país se encarrile. No, de nada, gracias a ti por este ratico, muchacho. ¿Abraham como Lincoln, como la Biblia? Bonito nombre. Oye, enséñame la foto que me hiciste al menos. ¿No?Luisa de la Caridad Benavides Arias, 78 años.
Toma la foto, hijo, qué más da. ¿Te miro o quieres que me ponga como si estuviera leyendo? Dale, miro para el periódico. No, no, no es casual que esté ahora aquí, yo vengo todas las mañanas o las tardes, siempre que llegue a tiempo al estanquillo de la esquina, no haya cola y pueda comprar el Granma o el Juventud Rebelde. Me siento en este banquito a leer las noticias, pero en realidad no leo nada, en Cuba no hay noticias, en este país no pasa nada. Aquí ya pasó lo que iba a pasar hace sesenta años y estamos esperando que vuelva a suceder algo nuevo que mueva el piso y cambie las cosas. Entonces hago como que leo, porque en realidad lo que hago es salir de casa para sentir la bulla de la calle y la gente que va y viene del trabajo y los niños que entran y salen de las escuelas. Es lo que me invento para escaparme de casa. No hay nada como la soledad, la soledad es lo peor y siempre le estoy huyendo. Mira las noticias de hoy para que veas, para que no creas que exagero. En portada: “Internet y la guerra que se nos hace”. Te leo el primer párrafo: “El monto de dinero empleado por Estados Unidos para promover un supuesto cambio de régimen en Cuba, se camufla con el eufemismo de programas a favor de la democracia con el que se financian grupos mercenarios, becas para promover falsos liderazgos entre los jóvenes cubanos y esta guerra sucia en internet”. Es lo mismo de hace décadas, una verborrea que nadie se traga ya y que está vieja: nosotros somos los buenos y todos los demás son los malos porque son amiguitos de Estados Unidos. Mira esta otra noticia: “Desde la Primera Trinchera Antiimperialista de América: la primera delegada al XI Congreso de la Unión de Jóvenes Comunistas”. ¿Quién está pa esto? ¿Quién se puede leer eso? ¿A quién le interesa? ¿A los jóvenes se les puede hablar así? Claro que no, por eso no se sienten identificados con el país, con la Revolución o con lo que sea, por eso en lo único que piensan es en irse, porque aquí de lo único que se habla a la altura del 2020 es de comunismo, de socialismo, de principios y valores y del copón divino. Es como si los que dirigen el país hablaran otro idioma, diferente al de la calle o como si ellos vivieran en una urna de cristal, en una burbuja, en un planeta distinto al de las personas de a pie. Ellos crearon una cosa y por miedo a perderla, ellos mismos la jodieron, la echaron a perder. Esto hubiera sido un paraíso, de hecho, lo fue en algún momento, pero ya no queda ni rastro de aquello. Eso es una ley de la vida, uno no puede apretar y apretar y apretar porque un día la situación se va de rosca. Y así está Cuba hoy: ida de rosca. Un país sin sueños ni esperanzas. Un país triste y aburrido. Yo que me siento aquí casi todos los días veo las caras de la gente por la mañana cuando va al trabajo y cuando regresa. Son iguales, no varían, siempre largas. No es normal que en un país todo el mundo salga temprano de sus casas con una cara triste, por algo será. La gente se levanta sin ganas de vivir en este país, sin ganas de hacer algo por este país, porque es que ya no hay remedio, esa fuerza que había antes, esa alegría, se la robaron al pueblo, nos tiraron un camión de tristeza encima y ya todos estamos embarrados. Te lo digo, sin matraca, no hay nada tan duro como la soledad. La soledad nos está comiendo poco a poco y no va a dejar ni a un solo cubano vivo. Las familias enteras están partidas, mírame a mí, era tan feliz con mis dos hijos y mis tres nietos y todos se fueron, no queda nadie aquí. Estoy sola. Pero no solo se fueron ellos, también se fueron mis vecinos, los hijos de mis vecinos, mis amigos, sus hijos, todo el mundo se va. Y si al menos tuviera vivo a mi esposo, pero no, ya hace nueve años que soy viuda. Mis hijos quieren sacarme con ellos y yo les he dicho que no. Ya estoy vieja para irme a vivir a otro lugar, mis últimos cartuchazos los voy a tirar en mi tierra. Estaba loca por que se acabara diciembre, porque diciembre es un oasis, un espejismo. La gente hace como que está alegre, aunque en realidad no lo está. Nos hemos vuelto unos autómatas y quería que esa falsa realidad se acabará, que todo volviera a la normalidad, al día a día, a mi banquito, al periódico, a ver la gente pasar. En diciembre la gente celebra la navidad, la gente viene de afuera después de pasarse todo el año sin vivir Cuba y todo en las casas parece alegría. Mira enero la tristeza que es porque todo vuelve a la normalidad, a su estado real, se acaba la algarabía y las fiestas y los que vinieron se van. Diciembre es el peor mes del año, diciembre es una farsa, un mes que no debiera existir, una probadita de lo que pudiera ser este país. Ya yo ni me inmuto con él, porque después viene la resaca, la nostalgia, el sufrimiento. Les tengo dicho a mi familia que vengan a verme en otro mes, en cualquiera menos en diciembre. Si no hubiese decidido eso, no hubiese cuerpo que aguantara enero y febrero, los meses de arranque, porque estuviera padeciendo todos los fantasmas que siempre deja el fin de año. ¿Que qué espero de este año? Por favor niño, no me hagas preguntas tontas, nada, ya te dije que de este país ya no se puede esperar nada, que ya todo pasó, que estamos viviendo la vida al revés, que vamos en retroceso. El 2020 en este país va a ser como el 2019, como el 2018, como el 17, como el 2000 y así. Cuba está parado en el tiempo. Todos los años es lo mismo y lo mismo, sin sobresalto, es como que la vida aquí se repite. Cuba necesita un terremoto que la remueva, como lo que pasó en 1959, que cambió todo. Cuba tiene que cambiar. Fíjate, no es debe, es tiene, no es una necesidad, es una obligación. A fin de cuentas, el mundo se está acabando. No llevamos ni dos semanas de este año y Australia se está quemando, el mundo está a punto de una nueva guerra. No se puede perder más tiempo para el cambio. ¿Cómo? ¿Cómo es eso de ese grupo? ¿Aquí en Cuba? Pues no sabía que un grupo opositor estaba llenado de pintura roja como si fuera sangre los bustos de José Martí y carteles de Fidel Castro, es bien raro eso porque en sesenta años aquí nadie ni siquiera ha osado levantar la mano. Creo que eso es un extremismo porque ni Martí ni Fidel están vivos, pero que esté pasando eso puede ser el inicio de algo, hay que ver qué pasa, pero no creo que esa sea la vía para que el país se encarrile. No, de nada, gracias a ti por este ratico, muchacho. ¿Abraham como Lincoln, como la Biblia? Bonito nombre. Oye, enséñame la foto que me hiciste al menos. ¿No?Luisa de la Caridad Benavides Arias, 78 años.