Miami Beach, después de la tormenta

Miami Beach, después de la tormenta

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Miami Beach se reinventa luego del huracán que azotó la costa en septiembre pasado: apuesta por lo verde y el arte.

Texto de
Fotografía de
Realización de
Ilustración de
Traducción de

Luego de enfrentar al más grande huracán del siglo, Miami se levanta. En la estrecha franja de tierra entre Biscayne Bay y el océano Atlántico, sin autopistas ni torres vidriadas, la ciudad reivindica su pasado y apuesta por lo verde y el arte.Lejos de la frivolidad de las compras, del anonimato de las autopistas y los gigantescos shoppings y “condos” que dan la idea de una ciudad habitada por automóviles que van de un parking a otro, Miami Beach reivindica una ciudad a escala humana.

La estrecha franja de tierra de 12 kilómetros de largo que corre de norte a sur está amarrada al continente por cuatro puentes que traen automovilistas deseosos de bajarse y caminar. La columna vertebral es la avenida Collins que, desde la calle 87 en North Beach, atraviesa el Mid Beach y termina en la calle 5, en South Beach, el barrio estrella.La prueba de que Miami Beach está pensada para la gente y no para favorecer a la industria automotriz es el Boardwalk, un serpenteante bulevar que bordea la playa desde la calle 46 hacia el sur, sólo apto para peatones, bicicletas y rollers. Comenzó a construirse con la llegada del nuevo siglo, junto con varios kilómetros de ciclovías, el desembarco de las ferias de arte y el rescate de edificios históricos que en los ochenta eran vistos como adefesios decadentes en oposición a las futuristas torres vidriadas de la Miami continental.[caption id="attachment_206778" align="aligncenter" width="715"]

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Café Versailles.[/caption]Esta refundación de Miami Beach como ciudad verde, con arte e historia, reivindica a aquellos visionarios que creyeron que esta región bendecida por el clima amable y amplias playas de aguas turquesa era el lugar indicado para tener una gran vida. Y con muchas fiestas.Las fiestas favorecen encuentros, inician historias, y para eso es preciso un gran salón de baile. Algo de esto pensó Ben Novack cuando compró en 1952 la mansión de Harvey Firestone en North Beach y le pidió al arquitecto Morris Lapidus que la convirtiera en el enorme y opulento hotel Fontainebleau. Su fachada levemente circular se convirtió en un ícono de Miami Beach, y Ben Novack y su mujer Bernice aparecían en las revistas fotografiados en el lobby de cinco mil metros cuadrados junto a Elvis Presley, Bob Hope, Lucille Ball o Judy Garland. Escenario de películas como Scarface y The Bodyguard, el hotel terminó siendo también protagonista de una película que sus dueños nunca hubieran querido protagonizar. Hermosa y peligrosa (Beautiful & Twisted) narra el destino trágico del heredero Ben Novack Jr., asesinado en 2009 por orden de su mujer Narcy, una ex stripper que primero mandó a matar a su suegra de 87 años. Por estos crímenes Narcy Novack fue condenada a cadena perpetua en 2012.[caption id="attachment_206780" align="aligncenter" width="715"]

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South Beach al atardecer.[/caption]El hotel había reabierto sus puertas un año antes de los asesinatos, en 2008, después de tres años de reformas.Y si este hotel fue el imán para famosos y paparazzis en los cincuenta, en la nueva era de Miami Beach los flashes encandilan diez cuadras más al sur. El primero en posar para las fotos es el argentino Alan Faena, una nueva celebridad que ha logrado revolucionar el Mid Beach a tal punto que hasta la playa ahora se conoce como Faena Beach. El hombre se pasea por sus dominios que llamó humildemente Faena District, íntegramente vestido de blanco, sombrero de ala ancha incluido. Este nuevo ombligo urbano está compuesto por siete manzanas distribuidas sobre la avenida Collins, entre la 32 y la 36, el océano Atlántico e Indian Creek. Allí confluyen el Faena Hotel, el Art Forum, dos torres de residencias, el Bazaar y Casa Faena, un hotel más discreto.Parte de la inversión de mil millones de dólares que realizó, junto con su socio ucraniano Len Blavatnik, se destinó a la renovación del hotel Saxony, que en los cuarenta era el preferido de Frank Sinatra y Marilyn Monroe. Convertido en el Faena Hotel, hoy es habitual ver a Leo DiCaprio y a Madonna tomando sol en la piscina o cenando en Pao, el restaurante de cocina asiática que dirige el prestigioso chef Paul Qui. En Pao se luce, además del chef, una obra realizada por el inglés Damien Hirst, el artista vivo mejor cotizado del mundo. Se trata de Golden Myth, la escultura de un unicornio recubierto de oro en su mitad izquierda, mientras que en la derecha muestra sus músculos. No es la única obra de Hirst. Camino a la playa y la piscina deslumbra la obra Gone But Not Forgotten, enorme fósil de mamut original bañado en oro, dentro de una enorme caja de cristal, valuada en 11 millones de dólares.[caption id="attachment_206779" align="aligncenter" width="500"]

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Miami Beach se reinventa luego del huracán que azotó la costa en septiembre pasado.[/caption]Rojo y dorado son los colores preferidos de Faena. El lobby impacta por sus columnas y techo revestidos de láminas de oro y los murales pop barrocos de Juan Gatti, quien hiciera la portada de discos de rock argentino en la década de los setenta y afiches de las películas de Almodóvar. Las 169 habitaciones y suites están lujosamente ambientadas y en todas hay un sofá de terciopelo rojo. El restaurante Los Fuegos, bajo la batuta del argentino Francis Mallmann, el bar y el teatro, el impresionante por lo inmenso spa Tierra Santa, el living para tomar una copa con un bocado, todo transmite la sensualidad y el glamour de los años cincuenta, pero remasterizados al siglo XXI.Frente al hotel insignia está el Faena Forum, inaugurado durante la pasada edición de Art Basel en noviembre de 2016. Construido por el premio Pritzker de arquitectura Rem Koolhaas y su estudio oma, el Forum nació con la idea de borrar las barreras entre la ciencia, el arte, el performance, la producción, la filosofía y el diseño. “Alquimia” y “espacio utópico” son las palabras de Alan Faena y su mujer, la curadora Ximena Caminos, para definir este espacio concebido por Koolhaas como una gran escultura. Con una superficie de cuatro mil metros cuadrados, las áreas de exhibición y contemplación, para público y hacedores, tampoco son las clásicas. Asientos dispuestos en todas las direcciones entre múltiples plataformas subrayan la intención de levantar las fronteras y que todo se mezcle. En una de sus paredes, un mural hecho in situ por la artista argentina Graciela Hasper le da una explosión de color al edificio blanco.Al lado del Forum está el Faena Bazaar, un edificio de cuatro pisos con una gran terraza y patio central, inspirado en los mercados de Marruecos e India. Allí curadores de moda convocan a distintos diseñadores de indumentaria, accesorios, perfumes y objetos que van rotando. Además, suele haber shows de música en vivo, una barra de tragos y performances.Éste es un fragmento del reportaje “Miami Beach, después de la tormenta”, publicado po la revista Travesías núm. 180. Visita travesiasdigital.com

* * *

También te recomendamos:Mayakoba, paraíso natural.Nápoles, la ciudad resucitada.El otro Beirut.

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Miami Beach se reinventa luego del huracán que azotó la costa en septiembre pasado: apuesta por lo verde y el arte.

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Luego de enfrentar al más grande huracán del siglo, Miami se levanta. En la estrecha franja de tierra entre Biscayne Bay y el océano Atlántico, sin autopistas ni torres vidriadas, la ciudad reivindica su pasado y apuesta por lo verde y el arte.Lejos de la frivolidad de las compras, del anonimato de las autopistas y los gigantescos shoppings y “condos” que dan la idea de una ciudad habitada por automóviles que van de un parking a otro, Miami Beach reivindica una ciudad a escala humana.

La estrecha franja de tierra de 12 kilómetros de largo que corre de norte a sur está amarrada al continente por cuatro puentes que traen automovilistas deseosos de bajarse y caminar. La columna vertebral es la avenida Collins que, desde la calle 87 en North Beach, atraviesa el Mid Beach y termina en la calle 5, en South Beach, el barrio estrella.La prueba de que Miami Beach está pensada para la gente y no para favorecer a la industria automotriz es el Boardwalk, un serpenteante bulevar que bordea la playa desde la calle 46 hacia el sur, sólo apto para peatones, bicicletas y rollers. Comenzó a construirse con la llegada del nuevo siglo, junto con varios kilómetros de ciclovías, el desembarco de las ferias de arte y el rescate de edificios históricos que en los ochenta eran vistos como adefesios decadentes en oposición a las futuristas torres vidriadas de la Miami continental.[caption id="attachment_206778" align="aligncenter" width="715"]

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Café Versailles.[/caption]Esta refundación de Miami Beach como ciudad verde, con arte e historia, reivindica a aquellos visionarios que creyeron que esta región bendecida por el clima amable y amplias playas de aguas turquesa era el lugar indicado para tener una gran vida. Y con muchas fiestas.Las fiestas favorecen encuentros, inician historias, y para eso es preciso un gran salón de baile. Algo de esto pensó Ben Novack cuando compró en 1952 la mansión de Harvey Firestone en North Beach y le pidió al arquitecto Morris Lapidus que la convirtiera en el enorme y opulento hotel Fontainebleau. Su fachada levemente circular se convirtió en un ícono de Miami Beach, y Ben Novack y su mujer Bernice aparecían en las revistas fotografiados en el lobby de cinco mil metros cuadrados junto a Elvis Presley, Bob Hope, Lucille Ball o Judy Garland. Escenario de películas como Scarface y The Bodyguard, el hotel terminó siendo también protagonista de una película que sus dueños nunca hubieran querido protagonizar. Hermosa y peligrosa (Beautiful & Twisted) narra el destino trágico del heredero Ben Novack Jr., asesinado en 2009 por orden de su mujer Narcy, una ex stripper que primero mandó a matar a su suegra de 87 años. Por estos crímenes Narcy Novack fue condenada a cadena perpetua en 2012.[caption id="attachment_206780" align="aligncenter" width="715"]

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South Beach al atardecer.[/caption]El hotel había reabierto sus puertas un año antes de los asesinatos, en 2008, después de tres años de reformas.Y si este hotel fue el imán para famosos y paparazzis en los cincuenta, en la nueva era de Miami Beach los flashes encandilan diez cuadras más al sur. El primero en posar para las fotos es el argentino Alan Faena, una nueva celebridad que ha logrado revolucionar el Mid Beach a tal punto que hasta la playa ahora se conoce como Faena Beach. El hombre se pasea por sus dominios que llamó humildemente Faena District, íntegramente vestido de blanco, sombrero de ala ancha incluido. Este nuevo ombligo urbano está compuesto por siete manzanas distribuidas sobre la avenida Collins, entre la 32 y la 36, el océano Atlántico e Indian Creek. Allí confluyen el Faena Hotel, el Art Forum, dos torres de residencias, el Bazaar y Casa Faena, un hotel más discreto.Parte de la inversión de mil millones de dólares que realizó, junto con su socio ucraniano Len Blavatnik, se destinó a la renovación del hotel Saxony, que en los cuarenta era el preferido de Frank Sinatra y Marilyn Monroe. Convertido en el Faena Hotel, hoy es habitual ver a Leo DiCaprio y a Madonna tomando sol en la piscina o cenando en Pao, el restaurante de cocina asiática que dirige el prestigioso chef Paul Qui. En Pao se luce, además del chef, una obra realizada por el inglés Damien Hirst, el artista vivo mejor cotizado del mundo. Se trata de Golden Myth, la escultura de un unicornio recubierto de oro en su mitad izquierda, mientras que en la derecha muestra sus músculos. No es la única obra de Hirst. Camino a la playa y la piscina deslumbra la obra Gone But Not Forgotten, enorme fósil de mamut original bañado en oro, dentro de una enorme caja de cristal, valuada en 11 millones de dólares.[caption id="attachment_206779" align="aligncenter" width="500"]

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Miami Beach se reinventa luego del huracán que azotó la costa en septiembre pasado.[/caption]Rojo y dorado son los colores preferidos de Faena. El lobby impacta por sus columnas y techo revestidos de láminas de oro y los murales pop barrocos de Juan Gatti, quien hiciera la portada de discos de rock argentino en la década de los setenta y afiches de las películas de Almodóvar. Las 169 habitaciones y suites están lujosamente ambientadas y en todas hay un sofá de terciopelo rojo. El restaurante Los Fuegos, bajo la batuta del argentino Francis Mallmann, el bar y el teatro, el impresionante por lo inmenso spa Tierra Santa, el living para tomar una copa con un bocado, todo transmite la sensualidad y el glamour de los años cincuenta, pero remasterizados al siglo XXI.Frente al hotel insignia está el Faena Forum, inaugurado durante la pasada edición de Art Basel en noviembre de 2016. Construido por el premio Pritzker de arquitectura Rem Koolhaas y su estudio oma, el Forum nació con la idea de borrar las barreras entre la ciencia, el arte, el performance, la producción, la filosofía y el diseño. “Alquimia” y “espacio utópico” son las palabras de Alan Faena y su mujer, la curadora Ximena Caminos, para definir este espacio concebido por Koolhaas como una gran escultura. Con una superficie de cuatro mil metros cuadrados, las áreas de exhibición y contemplación, para público y hacedores, tampoco son las clásicas. Asientos dispuestos en todas las direcciones entre múltiples plataformas subrayan la intención de levantar las fronteras y que todo se mezcle. En una de sus paredes, un mural hecho in situ por la artista argentina Graciela Hasper le da una explosión de color al edificio blanco.Al lado del Forum está el Faena Bazaar, un edificio de cuatro pisos con una gran terraza y patio central, inspirado en los mercados de Marruecos e India. Allí curadores de moda convocan a distintos diseñadores de indumentaria, accesorios, perfumes y objetos que van rotando. Además, suele haber shows de música en vivo, una barra de tragos y performances.Éste es un fragmento del reportaje “Miami Beach, después de la tormenta”, publicado po la revista Travesías núm. 180. Visita travesiasdigital.com

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Miami Beach se reinventa luego del huracán que azotó la costa en septiembre pasado: apuesta por lo verde y el arte.

Luego de enfrentar al más grande huracán del siglo, Miami se levanta. En la estrecha franja de tierra entre Biscayne Bay y el océano Atlántico, sin autopistas ni torres vidriadas, la ciudad reivindica su pasado y apuesta por lo verde y el arte.Lejos de la frivolidad de las compras, del anonimato de las autopistas y los gigantescos shoppings y “condos” que dan la idea de una ciudad habitada por automóviles que van de un parking a otro, Miami Beach reivindica una ciudad a escala humana.

La estrecha franja de tierra de 12 kilómetros de largo que corre de norte a sur está amarrada al continente por cuatro puentes que traen automovilistas deseosos de bajarse y caminar. La columna vertebral es la avenida Collins que, desde la calle 87 en North Beach, atraviesa el Mid Beach y termina en la calle 5, en South Beach, el barrio estrella.La prueba de que Miami Beach está pensada para la gente y no para favorecer a la industria automotriz es el Boardwalk, un serpenteante bulevar que bordea la playa desde la calle 46 hacia el sur, sólo apto para peatones, bicicletas y rollers. Comenzó a construirse con la llegada del nuevo siglo, junto con varios kilómetros de ciclovías, el desembarco de las ferias de arte y el rescate de edificios históricos que en los ochenta eran vistos como adefesios decadentes en oposición a las futuristas torres vidriadas de la Miami continental.[caption id="attachment_206778" align="aligncenter" width="715"]

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Café Versailles.[/caption]Esta refundación de Miami Beach como ciudad verde, con arte e historia, reivindica a aquellos visionarios que creyeron que esta región bendecida por el clima amable y amplias playas de aguas turquesa era el lugar indicado para tener una gran vida. Y con muchas fiestas.Las fiestas favorecen encuentros, inician historias, y para eso es preciso un gran salón de baile. Algo de esto pensó Ben Novack cuando compró en 1952 la mansión de Harvey Firestone en North Beach y le pidió al arquitecto Morris Lapidus que la convirtiera en el enorme y opulento hotel Fontainebleau. Su fachada levemente circular se convirtió en un ícono de Miami Beach, y Ben Novack y su mujer Bernice aparecían en las revistas fotografiados en el lobby de cinco mil metros cuadrados junto a Elvis Presley, Bob Hope, Lucille Ball o Judy Garland. Escenario de películas como Scarface y The Bodyguard, el hotel terminó siendo también protagonista de una película que sus dueños nunca hubieran querido protagonizar. Hermosa y peligrosa (Beautiful & Twisted) narra el destino trágico del heredero Ben Novack Jr., asesinado en 2009 por orden de su mujer Narcy, una ex stripper que primero mandó a matar a su suegra de 87 años. Por estos crímenes Narcy Novack fue condenada a cadena perpetua en 2012.[caption id="attachment_206780" align="aligncenter" width="715"]

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South Beach al atardecer.[/caption]El hotel había reabierto sus puertas un año antes de los asesinatos, en 2008, después de tres años de reformas.Y si este hotel fue el imán para famosos y paparazzis en los cincuenta, en la nueva era de Miami Beach los flashes encandilan diez cuadras más al sur. El primero en posar para las fotos es el argentino Alan Faena, una nueva celebridad que ha logrado revolucionar el Mid Beach a tal punto que hasta la playa ahora se conoce como Faena Beach. El hombre se pasea por sus dominios que llamó humildemente Faena District, íntegramente vestido de blanco, sombrero de ala ancha incluido. Este nuevo ombligo urbano está compuesto por siete manzanas distribuidas sobre la avenida Collins, entre la 32 y la 36, el océano Atlántico e Indian Creek. Allí confluyen el Faena Hotel, el Art Forum, dos torres de residencias, el Bazaar y Casa Faena, un hotel más discreto.Parte de la inversión de mil millones de dólares que realizó, junto con su socio ucraniano Len Blavatnik, se destinó a la renovación del hotel Saxony, que en los cuarenta era el preferido de Frank Sinatra y Marilyn Monroe. Convertido en el Faena Hotel, hoy es habitual ver a Leo DiCaprio y a Madonna tomando sol en la piscina o cenando en Pao, el restaurante de cocina asiática que dirige el prestigioso chef Paul Qui. En Pao se luce, además del chef, una obra realizada por el inglés Damien Hirst, el artista vivo mejor cotizado del mundo. Se trata de Golden Myth, la escultura de un unicornio recubierto de oro en su mitad izquierda, mientras que en la derecha muestra sus músculos. No es la única obra de Hirst. Camino a la playa y la piscina deslumbra la obra Gone But Not Forgotten, enorme fósil de mamut original bañado en oro, dentro de una enorme caja de cristal, valuada en 11 millones de dólares.[caption id="attachment_206779" align="aligncenter" width="500"]

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Miami Beach se reinventa luego del huracán que azotó la costa en septiembre pasado.[/caption]Rojo y dorado son los colores preferidos de Faena. El lobby impacta por sus columnas y techo revestidos de láminas de oro y los murales pop barrocos de Juan Gatti, quien hiciera la portada de discos de rock argentino en la década de los setenta y afiches de las películas de Almodóvar. Las 169 habitaciones y suites están lujosamente ambientadas y en todas hay un sofá de terciopelo rojo. El restaurante Los Fuegos, bajo la batuta del argentino Francis Mallmann, el bar y el teatro, el impresionante por lo inmenso spa Tierra Santa, el living para tomar una copa con un bocado, todo transmite la sensualidad y el glamour de los años cincuenta, pero remasterizados al siglo XXI.Frente al hotel insignia está el Faena Forum, inaugurado durante la pasada edición de Art Basel en noviembre de 2016. Construido por el premio Pritzker de arquitectura Rem Koolhaas y su estudio oma, el Forum nació con la idea de borrar las barreras entre la ciencia, el arte, el performance, la producción, la filosofía y el diseño. “Alquimia” y “espacio utópico” son las palabras de Alan Faena y su mujer, la curadora Ximena Caminos, para definir este espacio concebido por Koolhaas como una gran escultura. Con una superficie de cuatro mil metros cuadrados, las áreas de exhibición y contemplación, para público y hacedores, tampoco son las clásicas. Asientos dispuestos en todas las direcciones entre múltiples plataformas subrayan la intención de levantar las fronteras y que todo se mezcle. En una de sus paredes, un mural hecho in situ por la artista argentina Graciela Hasper le da una explosión de color al edificio blanco.Al lado del Forum está el Faena Bazaar, un edificio de cuatro pisos con una gran terraza y patio central, inspirado en los mercados de Marruecos e India. Allí curadores de moda convocan a distintos diseñadores de indumentaria, accesorios, perfumes y objetos que van rotando. Además, suele haber shows de música en vivo, una barra de tragos y performances.Éste es un fragmento del reportaje “Miami Beach, después de la tormenta”, publicado po la revista Travesías núm. 180. Visita travesiasdigital.com

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Miami Beach se reinventa luego del huracán que azotó la costa en septiembre pasado: apuesta por lo verde y el arte.

Luego de enfrentar al más grande huracán del siglo, Miami se levanta. En la estrecha franja de tierra entre Biscayne Bay y el océano Atlántico, sin autopistas ni torres vidriadas, la ciudad reivindica su pasado y apuesta por lo verde y el arte.Lejos de la frivolidad de las compras, del anonimato de las autopistas y los gigantescos shoppings y “condos” que dan la idea de una ciudad habitada por automóviles que van de un parking a otro, Miami Beach reivindica una ciudad a escala humana.

La estrecha franja de tierra de 12 kilómetros de largo que corre de norte a sur está amarrada al continente por cuatro puentes que traen automovilistas deseosos de bajarse y caminar. La columna vertebral es la avenida Collins que, desde la calle 87 en North Beach, atraviesa el Mid Beach y termina en la calle 5, en South Beach, el barrio estrella.La prueba de que Miami Beach está pensada para la gente y no para favorecer a la industria automotriz es el Boardwalk, un serpenteante bulevar que bordea la playa desde la calle 46 hacia el sur, sólo apto para peatones, bicicletas y rollers. Comenzó a construirse con la llegada del nuevo siglo, junto con varios kilómetros de ciclovías, el desembarco de las ferias de arte y el rescate de edificios históricos que en los ochenta eran vistos como adefesios decadentes en oposición a las futuristas torres vidriadas de la Miami continental.[caption id="attachment_206778" align="aligncenter" width="715"]

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Café Versailles.[/caption]Esta refundación de Miami Beach como ciudad verde, con arte e historia, reivindica a aquellos visionarios que creyeron que esta región bendecida por el clima amable y amplias playas de aguas turquesa era el lugar indicado para tener una gran vida. Y con muchas fiestas.Las fiestas favorecen encuentros, inician historias, y para eso es preciso un gran salón de baile. Algo de esto pensó Ben Novack cuando compró en 1952 la mansión de Harvey Firestone en North Beach y le pidió al arquitecto Morris Lapidus que la convirtiera en el enorme y opulento hotel Fontainebleau. Su fachada levemente circular se convirtió en un ícono de Miami Beach, y Ben Novack y su mujer Bernice aparecían en las revistas fotografiados en el lobby de cinco mil metros cuadrados junto a Elvis Presley, Bob Hope, Lucille Ball o Judy Garland. Escenario de películas como Scarface y The Bodyguard, el hotel terminó siendo también protagonista de una película que sus dueños nunca hubieran querido protagonizar. Hermosa y peligrosa (Beautiful & Twisted) narra el destino trágico del heredero Ben Novack Jr., asesinado en 2009 por orden de su mujer Narcy, una ex stripper que primero mandó a matar a su suegra de 87 años. Por estos crímenes Narcy Novack fue condenada a cadena perpetua en 2012.[caption id="attachment_206780" align="aligncenter" width="715"]

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South Beach al atardecer.[/caption]El hotel había reabierto sus puertas un año antes de los asesinatos, en 2008, después de tres años de reformas.Y si este hotel fue el imán para famosos y paparazzis en los cincuenta, en la nueva era de Miami Beach los flashes encandilan diez cuadras más al sur. El primero en posar para las fotos es el argentino Alan Faena, una nueva celebridad que ha logrado revolucionar el Mid Beach a tal punto que hasta la playa ahora se conoce como Faena Beach. El hombre se pasea por sus dominios que llamó humildemente Faena District, íntegramente vestido de blanco, sombrero de ala ancha incluido. Este nuevo ombligo urbano está compuesto por siete manzanas distribuidas sobre la avenida Collins, entre la 32 y la 36, el océano Atlántico e Indian Creek. Allí confluyen el Faena Hotel, el Art Forum, dos torres de residencias, el Bazaar y Casa Faena, un hotel más discreto.Parte de la inversión de mil millones de dólares que realizó, junto con su socio ucraniano Len Blavatnik, se destinó a la renovación del hotel Saxony, que en los cuarenta era el preferido de Frank Sinatra y Marilyn Monroe. Convertido en el Faena Hotel, hoy es habitual ver a Leo DiCaprio y a Madonna tomando sol en la piscina o cenando en Pao, el restaurante de cocina asiática que dirige el prestigioso chef Paul Qui. En Pao se luce, además del chef, una obra realizada por el inglés Damien Hirst, el artista vivo mejor cotizado del mundo. Se trata de Golden Myth, la escultura de un unicornio recubierto de oro en su mitad izquierda, mientras que en la derecha muestra sus músculos. No es la única obra de Hirst. Camino a la playa y la piscina deslumbra la obra Gone But Not Forgotten, enorme fósil de mamut original bañado en oro, dentro de una enorme caja de cristal, valuada en 11 millones de dólares.[caption id="attachment_206779" align="aligncenter" width="500"]

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Miami Beach se reinventa luego del huracán que azotó la costa en septiembre pasado.[/caption]Rojo y dorado son los colores preferidos de Faena. El lobby impacta por sus columnas y techo revestidos de láminas de oro y los murales pop barrocos de Juan Gatti, quien hiciera la portada de discos de rock argentino en la década de los setenta y afiches de las películas de Almodóvar. Las 169 habitaciones y suites están lujosamente ambientadas y en todas hay un sofá de terciopelo rojo. El restaurante Los Fuegos, bajo la batuta del argentino Francis Mallmann, el bar y el teatro, el impresionante por lo inmenso spa Tierra Santa, el living para tomar una copa con un bocado, todo transmite la sensualidad y el glamour de los años cincuenta, pero remasterizados al siglo XXI.Frente al hotel insignia está el Faena Forum, inaugurado durante la pasada edición de Art Basel en noviembre de 2016. Construido por el premio Pritzker de arquitectura Rem Koolhaas y su estudio oma, el Forum nació con la idea de borrar las barreras entre la ciencia, el arte, el performance, la producción, la filosofía y el diseño. “Alquimia” y “espacio utópico” son las palabras de Alan Faena y su mujer, la curadora Ximena Caminos, para definir este espacio concebido por Koolhaas como una gran escultura. Con una superficie de cuatro mil metros cuadrados, las áreas de exhibición y contemplación, para público y hacedores, tampoco son las clásicas. Asientos dispuestos en todas las direcciones entre múltiples plataformas subrayan la intención de levantar las fronteras y que todo se mezcle. En una de sus paredes, un mural hecho in situ por la artista argentina Graciela Hasper le da una explosión de color al edificio blanco.Al lado del Forum está el Faena Bazaar, un edificio de cuatro pisos con una gran terraza y patio central, inspirado en los mercados de Marruecos e India. Allí curadores de moda convocan a distintos diseñadores de indumentaria, accesorios, perfumes y objetos que van rotando. Además, suele haber shows de música en vivo, una barra de tragos y performances.Éste es un fragmento del reportaje “Miami Beach, después de la tormenta”, publicado po la revista Travesías núm. 180. Visita travesiasdigital.com

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Miami Beach se reinventa luego del huracán que azotó la costa en septiembre pasado: apuesta por lo verde y el arte.

Luego de enfrentar al más grande huracán del siglo, Miami se levanta. En la estrecha franja de tierra entre Biscayne Bay y el océano Atlántico, sin autopistas ni torres vidriadas, la ciudad reivindica su pasado y apuesta por lo verde y el arte.Lejos de la frivolidad de las compras, del anonimato de las autopistas y los gigantescos shoppings y “condos” que dan la idea de una ciudad habitada por automóviles que van de un parking a otro, Miami Beach reivindica una ciudad a escala humana.

La estrecha franja de tierra de 12 kilómetros de largo que corre de norte a sur está amarrada al continente por cuatro puentes que traen automovilistas deseosos de bajarse y caminar. La columna vertebral es la avenida Collins que, desde la calle 87 en North Beach, atraviesa el Mid Beach y termina en la calle 5, en South Beach, el barrio estrella.La prueba de que Miami Beach está pensada para la gente y no para favorecer a la industria automotriz es el Boardwalk, un serpenteante bulevar que bordea la playa desde la calle 46 hacia el sur, sólo apto para peatones, bicicletas y rollers. Comenzó a construirse con la llegada del nuevo siglo, junto con varios kilómetros de ciclovías, el desembarco de las ferias de arte y el rescate de edificios históricos que en los ochenta eran vistos como adefesios decadentes en oposición a las futuristas torres vidriadas de la Miami continental.[caption id="attachment_206778" align="aligncenter" width="715"]

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Café Versailles.[/caption]Esta refundación de Miami Beach como ciudad verde, con arte e historia, reivindica a aquellos visionarios que creyeron que esta región bendecida por el clima amable y amplias playas de aguas turquesa era el lugar indicado para tener una gran vida. Y con muchas fiestas.Las fiestas favorecen encuentros, inician historias, y para eso es preciso un gran salón de baile. Algo de esto pensó Ben Novack cuando compró en 1952 la mansión de Harvey Firestone en North Beach y le pidió al arquitecto Morris Lapidus que la convirtiera en el enorme y opulento hotel Fontainebleau. Su fachada levemente circular se convirtió en un ícono de Miami Beach, y Ben Novack y su mujer Bernice aparecían en las revistas fotografiados en el lobby de cinco mil metros cuadrados junto a Elvis Presley, Bob Hope, Lucille Ball o Judy Garland. Escenario de películas como Scarface y The Bodyguard, el hotel terminó siendo también protagonista de una película que sus dueños nunca hubieran querido protagonizar. Hermosa y peligrosa (Beautiful & Twisted) narra el destino trágico del heredero Ben Novack Jr., asesinado en 2009 por orden de su mujer Narcy, una ex stripper que primero mandó a matar a su suegra de 87 años. Por estos crímenes Narcy Novack fue condenada a cadena perpetua en 2012.[caption id="attachment_206780" align="aligncenter" width="715"]

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South Beach al atardecer.[/caption]El hotel había reabierto sus puertas un año antes de los asesinatos, en 2008, después de tres años de reformas.Y si este hotel fue el imán para famosos y paparazzis en los cincuenta, en la nueva era de Miami Beach los flashes encandilan diez cuadras más al sur. El primero en posar para las fotos es el argentino Alan Faena, una nueva celebridad que ha logrado revolucionar el Mid Beach a tal punto que hasta la playa ahora se conoce como Faena Beach. El hombre se pasea por sus dominios que llamó humildemente Faena District, íntegramente vestido de blanco, sombrero de ala ancha incluido. Este nuevo ombligo urbano está compuesto por siete manzanas distribuidas sobre la avenida Collins, entre la 32 y la 36, el océano Atlántico e Indian Creek. Allí confluyen el Faena Hotel, el Art Forum, dos torres de residencias, el Bazaar y Casa Faena, un hotel más discreto.Parte de la inversión de mil millones de dólares que realizó, junto con su socio ucraniano Len Blavatnik, se destinó a la renovación del hotel Saxony, que en los cuarenta era el preferido de Frank Sinatra y Marilyn Monroe. Convertido en el Faena Hotel, hoy es habitual ver a Leo DiCaprio y a Madonna tomando sol en la piscina o cenando en Pao, el restaurante de cocina asiática que dirige el prestigioso chef Paul Qui. En Pao se luce, además del chef, una obra realizada por el inglés Damien Hirst, el artista vivo mejor cotizado del mundo. Se trata de Golden Myth, la escultura de un unicornio recubierto de oro en su mitad izquierda, mientras que en la derecha muestra sus músculos. No es la única obra de Hirst. Camino a la playa y la piscina deslumbra la obra Gone But Not Forgotten, enorme fósil de mamut original bañado en oro, dentro de una enorme caja de cristal, valuada en 11 millones de dólares.[caption id="attachment_206779" align="aligncenter" width="500"]

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Miami Beach se reinventa luego del huracán que azotó la costa en septiembre pasado.[/caption]Rojo y dorado son los colores preferidos de Faena. El lobby impacta por sus columnas y techo revestidos de láminas de oro y los murales pop barrocos de Juan Gatti, quien hiciera la portada de discos de rock argentino en la década de los setenta y afiches de las películas de Almodóvar. Las 169 habitaciones y suites están lujosamente ambientadas y en todas hay un sofá de terciopelo rojo. El restaurante Los Fuegos, bajo la batuta del argentino Francis Mallmann, el bar y el teatro, el impresionante por lo inmenso spa Tierra Santa, el living para tomar una copa con un bocado, todo transmite la sensualidad y el glamour de los años cincuenta, pero remasterizados al siglo XXI.Frente al hotel insignia está el Faena Forum, inaugurado durante la pasada edición de Art Basel en noviembre de 2016. Construido por el premio Pritzker de arquitectura Rem Koolhaas y su estudio oma, el Forum nació con la idea de borrar las barreras entre la ciencia, el arte, el performance, la producción, la filosofía y el diseño. “Alquimia” y “espacio utópico” son las palabras de Alan Faena y su mujer, la curadora Ximena Caminos, para definir este espacio concebido por Koolhaas como una gran escultura. Con una superficie de cuatro mil metros cuadrados, las áreas de exhibición y contemplación, para público y hacedores, tampoco son las clásicas. Asientos dispuestos en todas las direcciones entre múltiples plataformas subrayan la intención de levantar las fronteras y que todo se mezcle. En una de sus paredes, un mural hecho in situ por la artista argentina Graciela Hasper le da una explosión de color al edificio blanco.Al lado del Forum está el Faena Bazaar, un edificio de cuatro pisos con una gran terraza y patio central, inspirado en los mercados de Marruecos e India. Allí curadores de moda convocan a distintos diseñadores de indumentaria, accesorios, perfumes y objetos que van rotando. Además, suele haber shows de música en vivo, una barra de tragos y performances.Éste es un fragmento del reportaje “Miami Beach, después de la tormenta”, publicado po la revista Travesías núm. 180. Visita travesiasdigital.com

* * *

También te recomendamos:Mayakoba, paraíso natural.Nápoles, la ciudad resucitada.El otro Beirut.

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Miami Beach se reinventa luego del huracán que azotó la costa en septiembre pasado: apuesta por lo verde y el arte.

Luego de enfrentar al más grande huracán del siglo, Miami se levanta. En la estrecha franja de tierra entre Biscayne Bay y el océano Atlántico, sin autopistas ni torres vidriadas, la ciudad reivindica su pasado y apuesta por lo verde y el arte.Lejos de la frivolidad de las compras, del anonimato de las autopistas y los gigantescos shoppings y “condos” que dan la idea de una ciudad habitada por automóviles que van de un parking a otro, Miami Beach reivindica una ciudad a escala humana.

La estrecha franja de tierra de 12 kilómetros de largo que corre de norte a sur está amarrada al continente por cuatro puentes que traen automovilistas deseosos de bajarse y caminar. La columna vertebral es la avenida Collins que, desde la calle 87 en North Beach, atraviesa el Mid Beach y termina en la calle 5, en South Beach, el barrio estrella.La prueba de que Miami Beach está pensada para la gente y no para favorecer a la industria automotriz es el Boardwalk, un serpenteante bulevar que bordea la playa desde la calle 46 hacia el sur, sólo apto para peatones, bicicletas y rollers. Comenzó a construirse con la llegada del nuevo siglo, junto con varios kilómetros de ciclovías, el desembarco de las ferias de arte y el rescate de edificios históricos que en los ochenta eran vistos como adefesios decadentes en oposición a las futuristas torres vidriadas de la Miami continental.[caption id="attachment_206778" align="aligncenter" width="715"]

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Café Versailles.[/caption]Esta refundación de Miami Beach como ciudad verde, con arte e historia, reivindica a aquellos visionarios que creyeron que esta región bendecida por el clima amable y amplias playas de aguas turquesa era el lugar indicado para tener una gran vida. Y con muchas fiestas.Las fiestas favorecen encuentros, inician historias, y para eso es preciso un gran salón de baile. Algo de esto pensó Ben Novack cuando compró en 1952 la mansión de Harvey Firestone en North Beach y le pidió al arquitecto Morris Lapidus que la convirtiera en el enorme y opulento hotel Fontainebleau. Su fachada levemente circular se convirtió en un ícono de Miami Beach, y Ben Novack y su mujer Bernice aparecían en las revistas fotografiados en el lobby de cinco mil metros cuadrados junto a Elvis Presley, Bob Hope, Lucille Ball o Judy Garland. Escenario de películas como Scarface y The Bodyguard, el hotel terminó siendo también protagonista de una película que sus dueños nunca hubieran querido protagonizar. Hermosa y peligrosa (Beautiful & Twisted) narra el destino trágico del heredero Ben Novack Jr., asesinado en 2009 por orden de su mujer Narcy, una ex stripper que primero mandó a matar a su suegra de 87 años. Por estos crímenes Narcy Novack fue condenada a cadena perpetua en 2012.[caption id="attachment_206780" align="aligncenter" width="715"]

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South Beach al atardecer.[/caption]El hotel había reabierto sus puertas un año antes de los asesinatos, en 2008, después de tres años de reformas.Y si este hotel fue el imán para famosos y paparazzis en los cincuenta, en la nueva era de Miami Beach los flashes encandilan diez cuadras más al sur. El primero en posar para las fotos es el argentino Alan Faena, una nueva celebridad que ha logrado revolucionar el Mid Beach a tal punto que hasta la playa ahora se conoce como Faena Beach. El hombre se pasea por sus dominios que llamó humildemente Faena District, íntegramente vestido de blanco, sombrero de ala ancha incluido. Este nuevo ombligo urbano está compuesto por siete manzanas distribuidas sobre la avenida Collins, entre la 32 y la 36, el océano Atlántico e Indian Creek. Allí confluyen el Faena Hotel, el Art Forum, dos torres de residencias, el Bazaar y Casa Faena, un hotel más discreto.Parte de la inversión de mil millones de dólares que realizó, junto con su socio ucraniano Len Blavatnik, se destinó a la renovación del hotel Saxony, que en los cuarenta era el preferido de Frank Sinatra y Marilyn Monroe. Convertido en el Faena Hotel, hoy es habitual ver a Leo DiCaprio y a Madonna tomando sol en la piscina o cenando en Pao, el restaurante de cocina asiática que dirige el prestigioso chef Paul Qui. En Pao se luce, además del chef, una obra realizada por el inglés Damien Hirst, el artista vivo mejor cotizado del mundo. Se trata de Golden Myth, la escultura de un unicornio recubierto de oro en su mitad izquierda, mientras que en la derecha muestra sus músculos. No es la única obra de Hirst. Camino a la playa y la piscina deslumbra la obra Gone But Not Forgotten, enorme fósil de mamut original bañado en oro, dentro de una enorme caja de cristal, valuada en 11 millones de dólares.[caption id="attachment_206779" align="aligncenter" width="500"]

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Miami Beach se reinventa luego del huracán que azotó la costa en septiembre pasado.[/caption]Rojo y dorado son los colores preferidos de Faena. El lobby impacta por sus columnas y techo revestidos de láminas de oro y los murales pop barrocos de Juan Gatti, quien hiciera la portada de discos de rock argentino en la década de los setenta y afiches de las películas de Almodóvar. Las 169 habitaciones y suites están lujosamente ambientadas y en todas hay un sofá de terciopelo rojo. El restaurante Los Fuegos, bajo la batuta del argentino Francis Mallmann, el bar y el teatro, el impresionante por lo inmenso spa Tierra Santa, el living para tomar una copa con un bocado, todo transmite la sensualidad y el glamour de los años cincuenta, pero remasterizados al siglo XXI.Frente al hotel insignia está el Faena Forum, inaugurado durante la pasada edición de Art Basel en noviembre de 2016. Construido por el premio Pritzker de arquitectura Rem Koolhaas y su estudio oma, el Forum nació con la idea de borrar las barreras entre la ciencia, el arte, el performance, la producción, la filosofía y el diseño. “Alquimia” y “espacio utópico” son las palabras de Alan Faena y su mujer, la curadora Ximena Caminos, para definir este espacio concebido por Koolhaas como una gran escultura. Con una superficie de cuatro mil metros cuadrados, las áreas de exhibición y contemplación, para público y hacedores, tampoco son las clásicas. Asientos dispuestos en todas las direcciones entre múltiples plataformas subrayan la intención de levantar las fronteras y que todo se mezcle. En una de sus paredes, un mural hecho in situ por la artista argentina Graciela Hasper le da una explosión de color al edificio blanco.Al lado del Forum está el Faena Bazaar, un edificio de cuatro pisos con una gran terraza y patio central, inspirado en los mercados de Marruecos e India. Allí curadores de moda convocan a distintos diseñadores de indumentaria, accesorios, perfumes y objetos que van rotando. Además, suele haber shows de música en vivo, una barra de tragos y performances.Éste es un fragmento del reportaje “Miami Beach, después de la tormenta”, publicado po la revista Travesías núm. 180. Visita travesiasdigital.com

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Miami Beach se reinventa luego del huracán que azotó la costa en septiembre pasado: apuesta por lo verde y el arte.

Luego de enfrentar al más grande huracán del siglo, Miami se levanta. En la estrecha franja de tierra entre Biscayne Bay y el océano Atlántico, sin autopistas ni torres vidriadas, la ciudad reivindica su pasado y apuesta por lo verde y el arte.Lejos de la frivolidad de las compras, del anonimato de las autopistas y los gigantescos shoppings y “condos” que dan la idea de una ciudad habitada por automóviles que van de un parking a otro, Miami Beach reivindica una ciudad a escala humana.

La estrecha franja de tierra de 12 kilómetros de largo que corre de norte a sur está amarrada al continente por cuatro puentes que traen automovilistas deseosos de bajarse y caminar. La columna vertebral es la avenida Collins que, desde la calle 87 en North Beach, atraviesa el Mid Beach y termina en la calle 5, en South Beach, el barrio estrella.La prueba de que Miami Beach está pensada para la gente y no para favorecer a la industria automotriz es el Boardwalk, un serpenteante bulevar que bordea la playa desde la calle 46 hacia el sur, sólo apto para peatones, bicicletas y rollers. Comenzó a construirse con la llegada del nuevo siglo, junto con varios kilómetros de ciclovías, el desembarco de las ferias de arte y el rescate de edificios históricos que en los ochenta eran vistos como adefesios decadentes en oposición a las futuristas torres vidriadas de la Miami continental.[caption id="attachment_206778" align="aligncenter" width="715"]

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Café Versailles.[/caption]Esta refundación de Miami Beach como ciudad verde, con arte e historia, reivindica a aquellos visionarios que creyeron que esta región bendecida por el clima amable y amplias playas de aguas turquesa era el lugar indicado para tener una gran vida. Y con muchas fiestas.Las fiestas favorecen encuentros, inician historias, y para eso es preciso un gran salón de baile. Algo de esto pensó Ben Novack cuando compró en 1952 la mansión de Harvey Firestone en North Beach y le pidió al arquitecto Morris Lapidus que la convirtiera en el enorme y opulento hotel Fontainebleau. Su fachada levemente circular se convirtió en un ícono de Miami Beach, y Ben Novack y su mujer Bernice aparecían en las revistas fotografiados en el lobby de cinco mil metros cuadrados junto a Elvis Presley, Bob Hope, Lucille Ball o Judy Garland. Escenario de películas como Scarface y The Bodyguard, el hotel terminó siendo también protagonista de una película que sus dueños nunca hubieran querido protagonizar. Hermosa y peligrosa (Beautiful & Twisted) narra el destino trágico del heredero Ben Novack Jr., asesinado en 2009 por orden de su mujer Narcy, una ex stripper que primero mandó a matar a su suegra de 87 años. Por estos crímenes Narcy Novack fue condenada a cadena perpetua en 2012.[caption id="attachment_206780" align="aligncenter" width="715"]

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South Beach al atardecer.[/caption]El hotel había reabierto sus puertas un año antes de los asesinatos, en 2008, después de tres años de reformas.Y si este hotel fue el imán para famosos y paparazzis en los cincuenta, en la nueva era de Miami Beach los flashes encandilan diez cuadras más al sur. El primero en posar para las fotos es el argentino Alan Faena, una nueva celebridad que ha logrado revolucionar el Mid Beach a tal punto que hasta la playa ahora se conoce como Faena Beach. El hombre se pasea por sus dominios que llamó humildemente Faena District, íntegramente vestido de blanco, sombrero de ala ancha incluido. Este nuevo ombligo urbano está compuesto por siete manzanas distribuidas sobre la avenida Collins, entre la 32 y la 36, el océano Atlántico e Indian Creek. Allí confluyen el Faena Hotel, el Art Forum, dos torres de residencias, el Bazaar y Casa Faena, un hotel más discreto.Parte de la inversión de mil millones de dólares que realizó, junto con su socio ucraniano Len Blavatnik, se destinó a la renovación del hotel Saxony, que en los cuarenta era el preferido de Frank Sinatra y Marilyn Monroe. Convertido en el Faena Hotel, hoy es habitual ver a Leo DiCaprio y a Madonna tomando sol en la piscina o cenando en Pao, el restaurante de cocina asiática que dirige el prestigioso chef Paul Qui. En Pao se luce, además del chef, una obra realizada por el inglés Damien Hirst, el artista vivo mejor cotizado del mundo. Se trata de Golden Myth, la escultura de un unicornio recubierto de oro en su mitad izquierda, mientras que en la derecha muestra sus músculos. No es la única obra de Hirst. Camino a la playa y la piscina deslumbra la obra Gone But Not Forgotten, enorme fósil de mamut original bañado en oro, dentro de una enorme caja de cristal, valuada en 11 millones de dólares.[caption id="attachment_206779" align="aligncenter" width="500"]

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Miami Beach se reinventa luego del huracán que azotó la costa en septiembre pasado.[/caption]Rojo y dorado son los colores preferidos de Faena. El lobby impacta por sus columnas y techo revestidos de láminas de oro y los murales pop barrocos de Juan Gatti, quien hiciera la portada de discos de rock argentino en la década de los setenta y afiches de las películas de Almodóvar. Las 169 habitaciones y suites están lujosamente ambientadas y en todas hay un sofá de terciopelo rojo. El restaurante Los Fuegos, bajo la batuta del argentino Francis Mallmann, el bar y el teatro, el impresionante por lo inmenso spa Tierra Santa, el living para tomar una copa con un bocado, todo transmite la sensualidad y el glamour de los años cincuenta, pero remasterizados al siglo XXI.Frente al hotel insignia está el Faena Forum, inaugurado durante la pasada edición de Art Basel en noviembre de 2016. Construido por el premio Pritzker de arquitectura Rem Koolhaas y su estudio oma, el Forum nació con la idea de borrar las barreras entre la ciencia, el arte, el performance, la producción, la filosofía y el diseño. “Alquimia” y “espacio utópico” son las palabras de Alan Faena y su mujer, la curadora Ximena Caminos, para definir este espacio concebido por Koolhaas como una gran escultura. Con una superficie de cuatro mil metros cuadrados, las áreas de exhibición y contemplación, para público y hacedores, tampoco son las clásicas. Asientos dispuestos en todas las direcciones entre múltiples plataformas subrayan la intención de levantar las fronteras y que todo se mezcle. En una de sus paredes, un mural hecho in situ por la artista argentina Graciela Hasper le da una explosión de color al edificio blanco.Al lado del Forum está el Faena Bazaar, un edificio de cuatro pisos con una gran terraza y patio central, inspirado en los mercados de Marruecos e India. Allí curadores de moda convocan a distintos diseñadores de indumentaria, accesorios, perfumes y objetos que van rotando. Además, suele haber shows de música en vivo, una barra de tragos y performances.Éste es un fragmento del reportaje “Miami Beach, después de la tormenta”, publicado po la revista Travesías núm. 180. Visita travesiasdigital.com

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Luego de enfrentar al más grande huracán del siglo, Miami se levanta. En la estrecha franja de tierra entre Biscayne Bay y el océano Atlántico, sin autopistas ni torres vidriadas, la ciudad reivindica su pasado y apuesta por lo verde y el arte.Lejos de la frivolidad de las compras, del anonimato de las autopistas y los gigantescos shoppings y “condos” que dan la idea de una ciudad habitada por automóviles que van de un parking a otro, Miami Beach reivindica una ciudad a escala humana.

La estrecha franja de tierra de 12 kilómetros de largo que corre de norte a sur está amarrada al continente por cuatro puentes que traen automovilistas deseosos de bajarse y caminar. La columna vertebral es la avenida Collins que, desde la calle 87 en North Beach, atraviesa el Mid Beach y termina en la calle 5, en South Beach, el barrio estrella.La prueba de que Miami Beach está pensada para la gente y no para favorecer a la industria automotriz es el Boardwalk, un serpenteante bulevar que bordea la playa desde la calle 46 hacia el sur, sólo apto para peatones, bicicletas y rollers. Comenzó a construirse con la llegada del nuevo siglo, junto con varios kilómetros de ciclovías, el desembarco de las ferias de arte y el rescate de edificios históricos que en los ochenta eran vistos como adefesios decadentes en oposición a las futuristas torres vidriadas de la Miami continental.[caption id="attachment_206778" align="aligncenter" width="715"]

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South Beach al atardecer.[/caption]El hotel había reabierto sus puertas un año antes de los asesinatos, en 2008, después de tres años de reformas.Y si este hotel fue el imán para famosos y paparazzis en los cincuenta, en la nueva era de Miami Beach los flashes encandilan diez cuadras más al sur. El primero en posar para las fotos es el argentino Alan Faena, una nueva celebridad que ha logrado revolucionar el Mid Beach a tal punto que hasta la playa ahora se conoce como Faena Beach. El hombre se pasea por sus dominios que llamó humildemente Faena District, íntegramente vestido de blanco, sombrero de ala ancha incluido. Este nuevo ombligo urbano está compuesto por siete manzanas distribuidas sobre la avenida Collins, entre la 32 y la 36, el océano Atlántico e Indian Creek. Allí confluyen el Faena Hotel, el Art Forum, dos torres de residencias, el Bazaar y Casa Faena, un hotel más discreto.Parte de la inversión de mil millones de dólares que realizó, junto con su socio ucraniano Len Blavatnik, se destinó a la renovación del hotel Saxony, que en los cuarenta era el preferido de Frank Sinatra y Marilyn Monroe. Convertido en el Faena Hotel, hoy es habitual ver a Leo DiCaprio y a Madonna tomando sol en la piscina o cenando en Pao, el restaurante de cocina asiática que dirige el prestigioso chef Paul Qui. En Pao se luce, además del chef, una obra realizada por el inglés Damien Hirst, el artista vivo mejor cotizado del mundo. Se trata de Golden Myth, la escultura de un unicornio recubierto de oro en su mitad izquierda, mientras que en la derecha muestra sus músculos. No es la única obra de Hirst. Camino a la playa y la piscina deslumbra la obra Gone But Not Forgotten, enorme fósil de mamut original bañado en oro, dentro de una enorme caja de cristal, valuada en 11 millones de dólares.[caption id="attachment_206779" align="aligncenter" width="500"]

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Miami Beach se reinventa luego del huracán que azotó la costa en septiembre pasado.[/caption]Rojo y dorado son los colores preferidos de Faena. El lobby impacta por sus columnas y techo revestidos de láminas de oro y los murales pop barrocos de Juan Gatti, quien hiciera la portada de discos de rock argentino en la década de los setenta y afiches de las películas de Almodóvar. Las 169 habitaciones y suites están lujosamente ambientadas y en todas hay un sofá de terciopelo rojo. El restaurante Los Fuegos, bajo la batuta del argentino Francis Mallmann, el bar y el teatro, el impresionante por lo inmenso spa Tierra Santa, el living para tomar una copa con un bocado, todo transmite la sensualidad y el glamour de los años cincuenta, pero remasterizados al siglo XXI.Frente al hotel insignia está el Faena Forum, inaugurado durante la pasada edición de Art Basel en noviembre de 2016. Construido por el premio Pritzker de arquitectura Rem Koolhaas y su estudio oma, el Forum nació con la idea de borrar las barreras entre la ciencia, el arte, el performance, la producción, la filosofía y el diseño. “Alquimia” y “espacio utópico” son las palabras de Alan Faena y su mujer, la curadora Ximena Caminos, para definir este espacio concebido por Koolhaas como una gran escultura. Con una superficie de cuatro mil metros cuadrados, las áreas de exhibición y contemplación, para público y hacedores, tampoco son las clásicas. Asientos dispuestos en todas las direcciones entre múltiples plataformas subrayan la intención de levantar las fronteras y que todo se mezcle. En una de sus paredes, un mural hecho in situ por la artista argentina Graciela Hasper le da una explosión de color al edificio blanco.Al lado del Forum está el Faena Bazaar, un edificio de cuatro pisos con una gran terraza y patio central, inspirado en los mercados de Marruecos e India. Allí curadores de moda convocan a distintos diseñadores de indumentaria, accesorios, perfumes y objetos que van rotando. Además, suele haber shows de música en vivo, una barra de tragos y performances.Éste es un fragmento del reportaje “Miami Beach, después de la tormenta”, publicado po la revista Travesías núm. 180. Visita travesiasdigital.com

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Miami Beach se reinventa luego del huracán que azotó la costa en septiembre pasado: apuesta por lo verde y el arte.

Luego de enfrentar al más grande huracán del siglo, Miami se levanta. En la estrecha franja de tierra entre Biscayne Bay y el océano Atlántico, sin autopistas ni torres vidriadas, la ciudad reivindica su pasado y apuesta por lo verde y el arte.Lejos de la frivolidad de las compras, del anonimato de las autopistas y los gigantescos shoppings y “condos” que dan la idea de una ciudad habitada por automóviles que van de un parking a otro, Miami Beach reivindica una ciudad a escala humana.

La estrecha franja de tierra de 12 kilómetros de largo que corre de norte a sur está amarrada al continente por cuatro puentes que traen automovilistas deseosos de bajarse y caminar. La columna vertebral es la avenida Collins que, desde la calle 87 en North Beach, atraviesa el Mid Beach y termina en la calle 5, en South Beach, el barrio estrella.La prueba de que Miami Beach está pensada para la gente y no para favorecer a la industria automotriz es el Boardwalk, un serpenteante bulevar que bordea la playa desde la calle 46 hacia el sur, sólo apto para peatones, bicicletas y rollers. Comenzó a construirse con la llegada del nuevo siglo, junto con varios kilómetros de ciclovías, el desembarco de las ferias de arte y el rescate de edificios históricos que en los ochenta eran vistos como adefesios decadentes en oposición a las futuristas torres vidriadas de la Miami continental.[caption id="attachment_206778" align="aligncenter" width="715"]

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South Beach al atardecer.[/caption]El hotel había reabierto sus puertas un año antes de los asesinatos, en 2008, después de tres años de reformas.Y si este hotel fue el imán para famosos y paparazzis en los cincuenta, en la nueva era de Miami Beach los flashes encandilan diez cuadras más al sur. El primero en posar para las fotos es el argentino Alan Faena, una nueva celebridad que ha logrado revolucionar el Mid Beach a tal punto que hasta la playa ahora se conoce como Faena Beach. El hombre se pasea por sus dominios que llamó humildemente Faena District, íntegramente vestido de blanco, sombrero de ala ancha incluido. Este nuevo ombligo urbano está compuesto por siete manzanas distribuidas sobre la avenida Collins, entre la 32 y la 36, el océano Atlántico e Indian Creek. Allí confluyen el Faena Hotel, el Art Forum, dos torres de residencias, el Bazaar y Casa Faena, un hotel más discreto.Parte de la inversión de mil millones de dólares que realizó, junto con su socio ucraniano Len Blavatnik, se destinó a la renovación del hotel Saxony, que en los cuarenta era el preferido de Frank Sinatra y Marilyn Monroe. Convertido en el Faena Hotel, hoy es habitual ver a Leo DiCaprio y a Madonna tomando sol en la piscina o cenando en Pao, el restaurante de cocina asiática que dirige el prestigioso chef Paul Qui. En Pao se luce, además del chef, una obra realizada por el inglés Damien Hirst, el artista vivo mejor cotizado del mundo. Se trata de Golden Myth, la escultura de un unicornio recubierto de oro en su mitad izquierda, mientras que en la derecha muestra sus músculos. No es la única obra de Hirst. Camino a la playa y la piscina deslumbra la obra Gone But Not Forgotten, enorme fósil de mamut original bañado en oro, dentro de una enorme caja de cristal, valuada en 11 millones de dólares.[caption id="attachment_206779" align="aligncenter" width="500"]

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Miami Beach se reinventa luego del huracán que azotó la costa en septiembre pasado.[/caption]Rojo y dorado son los colores preferidos de Faena. El lobby impacta por sus columnas y techo revestidos de láminas de oro y los murales pop barrocos de Juan Gatti, quien hiciera la portada de discos de rock argentino en la década de los setenta y afiches de las películas de Almodóvar. Las 169 habitaciones y suites están lujosamente ambientadas y en todas hay un sofá de terciopelo rojo. El restaurante Los Fuegos, bajo la batuta del argentino Francis Mallmann, el bar y el teatro, el impresionante por lo inmenso spa Tierra Santa, el living para tomar una copa con un bocado, todo transmite la sensualidad y el glamour de los años cincuenta, pero remasterizados al siglo XXI.Frente al hotel insignia está el Faena Forum, inaugurado durante la pasada edición de Art Basel en noviembre de 2016. Construido por el premio Pritzker de arquitectura Rem Koolhaas y su estudio oma, el Forum nació con la idea de borrar las barreras entre la ciencia, el arte, el performance, la producción, la filosofía y el diseño. “Alquimia” y “espacio utópico” son las palabras de Alan Faena y su mujer, la curadora Ximena Caminos, para definir este espacio concebido por Koolhaas como una gran escultura. Con una superficie de cuatro mil metros cuadrados, las áreas de exhibición y contemplación, para público y hacedores, tampoco son las clásicas. Asientos dispuestos en todas las direcciones entre múltiples plataformas subrayan la intención de levantar las fronteras y que todo se mezcle. En una de sus paredes, un mural hecho in situ por la artista argentina Graciela Hasper le da una explosión de color al edificio blanco.Al lado del Forum está el Faena Bazaar, un edificio de cuatro pisos con una gran terraza y patio central, inspirado en los mercados de Marruecos e India. Allí curadores de moda convocan a distintos diseñadores de indumentaria, accesorios, perfumes y objetos que van rotando. Además, suele haber shows de música en vivo, una barra de tragos y performances.Éste es un fragmento del reportaje “Miami Beach, después de la tormenta”, publicado po la revista Travesías núm. 180. Visita travesiasdigital.com

* * *

También te recomendamos:Mayakoba, paraíso natural.Nápoles, la ciudad resucitada.El otro Beirut.

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Miami Beach se reinventa luego del huracán que azotó la costa en septiembre pasado: apuesta por lo verde y el arte.

Luego de enfrentar al más grande huracán del siglo, Miami se levanta. En la estrecha franja de tierra entre Biscayne Bay y el océano Atlántico, sin autopistas ni torres vidriadas, la ciudad reivindica su pasado y apuesta por lo verde y el arte.Lejos de la frivolidad de las compras, del anonimato de las autopistas y los gigantescos shoppings y “condos” que dan la idea de una ciudad habitada por automóviles que van de un parking a otro, Miami Beach reivindica una ciudad a escala humana.

La estrecha franja de tierra de 12 kilómetros de largo que corre de norte a sur está amarrada al continente por cuatro puentes que traen automovilistas deseosos de bajarse y caminar. La columna vertebral es la avenida Collins que, desde la calle 87 en North Beach, atraviesa el Mid Beach y termina en la calle 5, en South Beach, el barrio estrella.La prueba de que Miami Beach está pensada para la gente y no para favorecer a la industria automotriz es el Boardwalk, un serpenteante bulevar que bordea la playa desde la calle 46 hacia el sur, sólo apto para peatones, bicicletas y rollers. Comenzó a construirse con la llegada del nuevo siglo, junto con varios kilómetros de ciclovías, el desembarco de las ferias de arte y el rescate de edificios históricos que en los ochenta eran vistos como adefesios decadentes en oposición a las futuristas torres vidriadas de la Miami continental.[caption id="attachment_206778" align="aligncenter" width="715"]

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Café Versailles.[/caption]Esta refundación de Miami Beach como ciudad verde, con arte e historia, reivindica a aquellos visionarios que creyeron que esta región bendecida por el clima amable y amplias playas de aguas turquesa era el lugar indicado para tener una gran vida. Y con muchas fiestas.Las fiestas favorecen encuentros, inician historias, y para eso es preciso un gran salón de baile. Algo de esto pensó Ben Novack cuando compró en 1952 la mansión de Harvey Firestone en North Beach y le pidió al arquitecto Morris Lapidus que la convirtiera en el enorme y opulento hotel Fontainebleau. Su fachada levemente circular se convirtió en un ícono de Miami Beach, y Ben Novack y su mujer Bernice aparecían en las revistas fotografiados en el lobby de cinco mil metros cuadrados junto a Elvis Presley, Bob Hope, Lucille Ball o Judy Garland. Escenario de películas como Scarface y The Bodyguard, el hotel terminó siendo también protagonista de una película que sus dueños nunca hubieran querido protagonizar. Hermosa y peligrosa (Beautiful & Twisted) narra el destino trágico del heredero Ben Novack Jr., asesinado en 2009 por orden de su mujer Narcy, una ex stripper que primero mandó a matar a su suegra de 87 años. Por estos crímenes Narcy Novack fue condenada a cadena perpetua en 2012.[caption id="attachment_206780" align="aligncenter" width="715"]

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South Beach al atardecer.[/caption]El hotel había reabierto sus puertas un año antes de los asesinatos, en 2008, después de tres años de reformas.Y si este hotel fue el imán para famosos y paparazzis en los cincuenta, en la nueva era de Miami Beach los flashes encandilan diez cuadras más al sur. El primero en posar para las fotos es el argentino Alan Faena, una nueva celebridad que ha logrado revolucionar el Mid Beach a tal punto que hasta la playa ahora se conoce como Faena Beach. El hombre se pasea por sus dominios que llamó humildemente Faena District, íntegramente vestido de blanco, sombrero de ala ancha incluido. Este nuevo ombligo urbano está compuesto por siete manzanas distribuidas sobre la avenida Collins, entre la 32 y la 36, el océano Atlántico e Indian Creek. Allí confluyen el Faena Hotel, el Art Forum, dos torres de residencias, el Bazaar y Casa Faena, un hotel más discreto.Parte de la inversión de mil millones de dólares que realizó, junto con su socio ucraniano Len Blavatnik, se destinó a la renovación del hotel Saxony, que en los cuarenta era el preferido de Frank Sinatra y Marilyn Monroe. Convertido en el Faena Hotel, hoy es habitual ver a Leo DiCaprio y a Madonna tomando sol en la piscina o cenando en Pao, el restaurante de cocina asiática que dirige el prestigioso chef Paul Qui. En Pao se luce, además del chef, una obra realizada por el inglés Damien Hirst, el artista vivo mejor cotizado del mundo. Se trata de Golden Myth, la escultura de un unicornio recubierto de oro en su mitad izquierda, mientras que en la derecha muestra sus músculos. No es la única obra de Hirst. Camino a la playa y la piscina deslumbra la obra Gone But Not Forgotten, enorme fósil de mamut original bañado en oro, dentro de una enorme caja de cristal, valuada en 11 millones de dólares.[caption id="attachment_206779" align="aligncenter" width="500"]

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Miami Beach se reinventa luego del huracán que azotó la costa en septiembre pasado.[/caption]Rojo y dorado son los colores preferidos de Faena. El lobby impacta por sus columnas y techo revestidos de láminas de oro y los murales pop barrocos de Juan Gatti, quien hiciera la portada de discos de rock argentino en la década de los setenta y afiches de las películas de Almodóvar. Las 169 habitaciones y suites están lujosamente ambientadas y en todas hay un sofá de terciopelo rojo. El restaurante Los Fuegos, bajo la batuta del argentino Francis Mallmann, el bar y el teatro, el impresionante por lo inmenso spa Tierra Santa, el living para tomar una copa con un bocado, todo transmite la sensualidad y el glamour de los años cincuenta, pero remasterizados al siglo XXI.Frente al hotel insignia está el Faena Forum, inaugurado durante la pasada edición de Art Basel en noviembre de 2016. Construido por el premio Pritzker de arquitectura Rem Koolhaas y su estudio oma, el Forum nació con la idea de borrar las barreras entre la ciencia, el arte, el performance, la producción, la filosofía y el diseño. “Alquimia” y “espacio utópico” son las palabras de Alan Faena y su mujer, la curadora Ximena Caminos, para definir este espacio concebido por Koolhaas como una gran escultura. Con una superficie de cuatro mil metros cuadrados, las áreas de exhibición y contemplación, para público y hacedores, tampoco son las clásicas. Asientos dispuestos en todas las direcciones entre múltiples plataformas subrayan la intención de levantar las fronteras y que todo se mezcle. En una de sus paredes, un mural hecho in situ por la artista argentina Graciela Hasper le da una explosión de color al edificio blanco.Al lado del Forum está el Faena Bazaar, un edificio de cuatro pisos con una gran terraza y patio central, inspirado en los mercados de Marruecos e India. Allí curadores de moda convocan a distintos diseñadores de indumentaria, accesorios, perfumes y objetos que van rotando. Además, suele haber shows de música en vivo, una barra de tragos y performances.Éste es un fragmento del reportaje “Miami Beach, después de la tormenta”, publicado po la revista Travesías núm. 180. Visita travesiasdigital.com

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Miami Beach se reinventa luego del huracán que azotó la costa en septiembre pasado: apuesta por lo verde y el arte.

Luego de enfrentar al más grande huracán del siglo, Miami se levanta. En la estrecha franja de tierra entre Biscayne Bay y el océano Atlántico, sin autopistas ni torres vidriadas, la ciudad reivindica su pasado y apuesta por lo verde y el arte.Lejos de la frivolidad de las compras, del anonimato de las autopistas y los gigantescos shoppings y “condos” que dan la idea de una ciudad habitada por automóviles que van de un parking a otro, Miami Beach reivindica una ciudad a escala humana.

La estrecha franja de tierra de 12 kilómetros de largo que corre de norte a sur está amarrada al continente por cuatro puentes que traen automovilistas deseosos de bajarse y caminar. La columna vertebral es la avenida Collins que, desde la calle 87 en North Beach, atraviesa el Mid Beach y termina en la calle 5, en South Beach, el barrio estrella.La prueba de que Miami Beach está pensada para la gente y no para favorecer a la industria automotriz es el Boardwalk, un serpenteante bulevar que bordea la playa desde la calle 46 hacia el sur, sólo apto para peatones, bicicletas y rollers. Comenzó a construirse con la llegada del nuevo siglo, junto con varios kilómetros de ciclovías, el desembarco de las ferias de arte y el rescate de edificios históricos que en los ochenta eran vistos como adefesios decadentes en oposición a las futuristas torres vidriadas de la Miami continental.[caption id="attachment_206778" align="aligncenter" width="715"]

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Café Versailles.[/caption]Esta refundación de Miami Beach como ciudad verde, con arte e historia, reivindica a aquellos visionarios que creyeron que esta región bendecida por el clima amable y amplias playas de aguas turquesa era el lugar indicado para tener una gran vida. Y con muchas fiestas.Las fiestas favorecen encuentros, inician historias, y para eso es preciso un gran salón de baile. Algo de esto pensó Ben Novack cuando compró en 1952 la mansión de Harvey Firestone en North Beach y le pidió al arquitecto Morris Lapidus que la convirtiera en el enorme y opulento hotel Fontainebleau. Su fachada levemente circular se convirtió en un ícono de Miami Beach, y Ben Novack y su mujer Bernice aparecían en las revistas fotografiados en el lobby de cinco mil metros cuadrados junto a Elvis Presley, Bob Hope, Lucille Ball o Judy Garland. Escenario de películas como Scarface y The Bodyguard, el hotel terminó siendo también protagonista de una película que sus dueños nunca hubieran querido protagonizar. Hermosa y peligrosa (Beautiful & Twisted) narra el destino trágico del heredero Ben Novack Jr., asesinado en 2009 por orden de su mujer Narcy, una ex stripper que primero mandó a matar a su suegra de 87 años. Por estos crímenes Narcy Novack fue condenada a cadena perpetua en 2012.[caption id="attachment_206780" align="aligncenter" width="715"]

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South Beach al atardecer.[/caption]El hotel había reabierto sus puertas un año antes de los asesinatos, en 2008, después de tres años de reformas.Y si este hotel fue el imán para famosos y paparazzis en los cincuenta, en la nueva era de Miami Beach los flashes encandilan diez cuadras más al sur. El primero en posar para las fotos es el argentino Alan Faena, una nueva celebridad que ha logrado revolucionar el Mid Beach a tal punto que hasta la playa ahora se conoce como Faena Beach. El hombre se pasea por sus dominios que llamó humildemente Faena District, íntegramente vestido de blanco, sombrero de ala ancha incluido. Este nuevo ombligo urbano está compuesto por siete manzanas distribuidas sobre la avenida Collins, entre la 32 y la 36, el océano Atlántico e Indian Creek. Allí confluyen el Faena Hotel, el Art Forum, dos torres de residencias, el Bazaar y Casa Faena, un hotel más discreto.Parte de la inversión de mil millones de dólares que realizó, junto con su socio ucraniano Len Blavatnik, se destinó a la renovación del hotel Saxony, que en los cuarenta era el preferido de Frank Sinatra y Marilyn Monroe. Convertido en el Faena Hotel, hoy es habitual ver a Leo DiCaprio y a Madonna tomando sol en la piscina o cenando en Pao, el restaurante de cocina asiática que dirige el prestigioso chef Paul Qui. En Pao se luce, además del chef, una obra realizada por el inglés Damien Hirst, el artista vivo mejor cotizado del mundo. Se trata de Golden Myth, la escultura de un unicornio recubierto de oro en su mitad izquierda, mientras que en la derecha muestra sus músculos. No es la única obra de Hirst. Camino a la playa y la piscina deslumbra la obra Gone But Not Forgotten, enorme fósil de mamut original bañado en oro, dentro de una enorme caja de cristal, valuada en 11 millones de dólares.[caption id="attachment_206779" align="aligncenter" width="500"]

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Miami Beach se reinventa luego del huracán que azotó la costa en septiembre pasado.[/caption]Rojo y dorado son los colores preferidos de Faena. El lobby impacta por sus columnas y techo revestidos de láminas de oro y los murales pop barrocos de Juan Gatti, quien hiciera la portada de discos de rock argentino en la década de los setenta y afiches de las películas de Almodóvar. Las 169 habitaciones y suites están lujosamente ambientadas y en todas hay un sofá de terciopelo rojo. El restaurante Los Fuegos, bajo la batuta del argentino Francis Mallmann, el bar y el teatro, el impresionante por lo inmenso spa Tierra Santa, el living para tomar una copa con un bocado, todo transmite la sensualidad y el glamour de los años cincuenta, pero remasterizados al siglo XXI.Frente al hotel insignia está el Faena Forum, inaugurado durante la pasada edición de Art Basel en noviembre de 2016. Construido por el premio Pritzker de arquitectura Rem Koolhaas y su estudio oma, el Forum nació con la idea de borrar las barreras entre la ciencia, el arte, el performance, la producción, la filosofía y el diseño. “Alquimia” y “espacio utópico” son las palabras de Alan Faena y su mujer, la curadora Ximena Caminos, para definir este espacio concebido por Koolhaas como una gran escultura. Con una superficie de cuatro mil metros cuadrados, las áreas de exhibición y contemplación, para público y hacedores, tampoco son las clásicas. Asientos dispuestos en todas las direcciones entre múltiples plataformas subrayan la intención de levantar las fronteras y que todo se mezcle. En una de sus paredes, un mural hecho in situ por la artista argentina Graciela Hasper le da una explosión de color al edificio blanco.Al lado del Forum está el Faena Bazaar, un edificio de cuatro pisos con una gran terraza y patio central, inspirado en los mercados de Marruecos e India. Allí curadores de moda convocan a distintos diseñadores de indumentaria, accesorios, perfumes y objetos que van rotando. Además, suele haber shows de música en vivo, una barra de tragos y performances.Éste es un fragmento del reportaje “Miami Beach, después de la tormenta”, publicado po la revista Travesías núm. 180. Visita travesiasdigital.com

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Luego de enfrentar al más grande huracán del siglo, Miami se levanta. En la estrecha franja de tierra entre Biscayne Bay y el océano Atlántico, sin autopistas ni torres vidriadas, la ciudad reivindica su pasado y apuesta por lo verde y el arte.Lejos de la frivolidad de las compras, del anonimato de las autopistas y los gigantescos shoppings y “condos” que dan la idea de una ciudad habitada por automóviles que van de un parking a otro, Miami Beach reivindica una ciudad a escala humana.

La estrecha franja de tierra de 12 kilómetros de largo que corre de norte a sur está amarrada al continente por cuatro puentes que traen automovilistas deseosos de bajarse y caminar. La columna vertebral es la avenida Collins que, desde la calle 87 en North Beach, atraviesa el Mid Beach y termina en la calle 5, en South Beach, el barrio estrella.La prueba de que Miami Beach está pensada para la gente y no para favorecer a la industria automotriz es el Boardwalk, un serpenteante bulevar que bordea la playa desde la calle 46 hacia el sur, sólo apto para peatones, bicicletas y rollers. Comenzó a construirse con la llegada del nuevo siglo, junto con varios kilómetros de ciclovías, el desembarco de las ferias de arte y el rescate de edificios históricos que en los ochenta eran vistos como adefesios decadentes en oposición a las futuristas torres vidriadas de la Miami continental.[caption id="attachment_206778" align="aligncenter" width="715"]

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Café Versailles.[/caption]Esta refundación de Miami Beach como ciudad verde, con arte e historia, reivindica a aquellos visionarios que creyeron que esta región bendecida por el clima amable y amplias playas de aguas turquesa era el lugar indicado para tener una gran vida. Y con muchas fiestas.Las fiestas favorecen encuentros, inician historias, y para eso es preciso un gran salón de baile. Algo de esto pensó Ben Novack cuando compró en 1952 la mansión de Harvey Firestone en North Beach y le pidió al arquitecto Morris Lapidus que la convirtiera en el enorme y opulento hotel Fontainebleau. Su fachada levemente circular se convirtió en un ícono de Miami Beach, y Ben Novack y su mujer Bernice aparecían en las revistas fotografiados en el lobby de cinco mil metros cuadrados junto a Elvis Presley, Bob Hope, Lucille Ball o Judy Garland. Escenario de películas como Scarface y The Bodyguard, el hotel terminó siendo también protagonista de una película que sus dueños nunca hubieran querido protagonizar. Hermosa y peligrosa (Beautiful & Twisted) narra el destino trágico del heredero Ben Novack Jr., asesinado en 2009 por orden de su mujer Narcy, una ex stripper que primero mandó a matar a su suegra de 87 años. Por estos crímenes Narcy Novack fue condenada a cadena perpetua en 2012.[caption id="attachment_206780" align="aligncenter" width="715"]

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South Beach al atardecer.[/caption]El hotel había reabierto sus puertas un año antes de los asesinatos, en 2008, después de tres años de reformas.Y si este hotel fue el imán para famosos y paparazzis en los cincuenta, en la nueva era de Miami Beach los flashes encandilan diez cuadras más al sur. El primero en posar para las fotos es el argentino Alan Faena, una nueva celebridad que ha logrado revolucionar el Mid Beach a tal punto que hasta la playa ahora se conoce como Faena Beach. El hombre se pasea por sus dominios que llamó humildemente Faena District, íntegramente vestido de blanco, sombrero de ala ancha incluido. Este nuevo ombligo urbano está compuesto por siete manzanas distribuidas sobre la avenida Collins, entre la 32 y la 36, el océano Atlántico e Indian Creek. Allí confluyen el Faena Hotel, el Art Forum, dos torres de residencias, el Bazaar y Casa Faena, un hotel más discreto.Parte de la inversión de mil millones de dólares que realizó, junto con su socio ucraniano Len Blavatnik, se destinó a la renovación del hotel Saxony, que en los cuarenta era el preferido de Frank Sinatra y Marilyn Monroe. Convertido en el Faena Hotel, hoy es habitual ver a Leo DiCaprio y a Madonna tomando sol en la piscina o cenando en Pao, el restaurante de cocina asiática que dirige el prestigioso chef Paul Qui. En Pao se luce, además del chef, una obra realizada por el inglés Damien Hirst, el artista vivo mejor cotizado del mundo. Se trata de Golden Myth, la escultura de un unicornio recubierto de oro en su mitad izquierda, mientras que en la derecha muestra sus músculos. No es la única obra de Hirst. Camino a la playa y la piscina deslumbra la obra Gone But Not Forgotten, enorme fósil de mamut original bañado en oro, dentro de una enorme caja de cristal, valuada en 11 millones de dólares.[caption id="attachment_206779" align="aligncenter" width="500"]

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Miami Beach se reinventa luego del huracán que azotó la costa en septiembre pasado.[/caption]Rojo y dorado son los colores preferidos de Faena. El lobby impacta por sus columnas y techo revestidos de láminas de oro y los murales pop barrocos de Juan Gatti, quien hiciera la portada de discos de rock argentino en la década de los setenta y afiches de las películas de Almodóvar. Las 169 habitaciones y suites están lujosamente ambientadas y en todas hay un sofá de terciopelo rojo. El restaurante Los Fuegos, bajo la batuta del argentino Francis Mallmann, el bar y el teatro, el impresionante por lo inmenso spa Tierra Santa, el living para tomar una copa con un bocado, todo transmite la sensualidad y el glamour de los años cincuenta, pero remasterizados al siglo XXI.Frente al hotel insignia está el Faena Forum, inaugurado durante la pasada edición de Art Basel en noviembre de 2016. Construido por el premio Pritzker de arquitectura Rem Koolhaas y su estudio oma, el Forum nació con la idea de borrar las barreras entre la ciencia, el arte, el performance, la producción, la filosofía y el diseño. “Alquimia” y “espacio utópico” son las palabras de Alan Faena y su mujer, la curadora Ximena Caminos, para definir este espacio concebido por Koolhaas como una gran escultura. Con una superficie de cuatro mil metros cuadrados, las áreas de exhibición y contemplación, para público y hacedores, tampoco son las clásicas. Asientos dispuestos en todas las direcciones entre múltiples plataformas subrayan la intención de levantar las fronteras y que todo se mezcle. En una de sus paredes, un mural hecho in situ por la artista argentina Graciela Hasper le da una explosión de color al edificio blanco.Al lado del Forum está el Faena Bazaar, un edificio de cuatro pisos con una gran terraza y patio central, inspirado en los mercados de Marruecos e India. Allí curadores de moda convocan a distintos diseñadores de indumentaria, accesorios, perfumes y objetos que van rotando. Además, suele haber shows de música en vivo, una barra de tragos y performances.Éste es un fragmento del reportaje “Miami Beach, después de la tormenta”, publicado po la revista Travesías núm. 180. Visita travesiasdigital.com

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Miami Beach se reinventa luego del huracán que azotó la costa en septiembre pasado: apuesta por lo verde y el arte.

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Luego de enfrentar al más grande huracán del siglo, Miami se levanta. En la estrecha franja de tierra entre Biscayne Bay y el océano Atlántico, sin autopistas ni torres vidriadas, la ciudad reivindica su pasado y apuesta por lo verde y el arte.Lejos de la frivolidad de las compras, del anonimato de las autopistas y los gigantescos shoppings y “condos” que dan la idea de una ciudad habitada por automóviles que van de un parking a otro, Miami Beach reivindica una ciudad a escala humana.

La estrecha franja de tierra de 12 kilómetros de largo que corre de norte a sur está amarrada al continente por cuatro puentes que traen automovilistas deseosos de bajarse y caminar. La columna vertebral es la avenida Collins que, desde la calle 87 en North Beach, atraviesa el Mid Beach y termina en la calle 5, en South Beach, el barrio estrella.La prueba de que Miami Beach está pensada para la gente y no para favorecer a la industria automotriz es el Boardwalk, un serpenteante bulevar que bordea la playa desde la calle 46 hacia el sur, sólo apto para peatones, bicicletas y rollers. Comenzó a construirse con la llegada del nuevo siglo, junto con varios kilómetros de ciclovías, el desembarco de las ferias de arte y el rescate de edificios históricos que en los ochenta eran vistos como adefesios decadentes en oposición a las futuristas torres vidriadas de la Miami continental.[caption id="attachment_206778" align="aligncenter" width="715"]

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Café Versailles.[/caption]Esta refundación de Miami Beach como ciudad verde, con arte e historia, reivindica a aquellos visionarios que creyeron que esta región bendecida por el clima amable y amplias playas de aguas turquesa era el lugar indicado para tener una gran vida. Y con muchas fiestas.Las fiestas favorecen encuentros, inician historias, y para eso es preciso un gran salón de baile. Algo de esto pensó Ben Novack cuando compró en 1952 la mansión de Harvey Firestone en North Beach y le pidió al arquitecto Morris Lapidus que la convirtiera en el enorme y opulento hotel Fontainebleau. Su fachada levemente circular se convirtió en un ícono de Miami Beach, y Ben Novack y su mujer Bernice aparecían en las revistas fotografiados en el lobby de cinco mil metros cuadrados junto a Elvis Presley, Bob Hope, Lucille Ball o Judy Garland. Escenario de películas como Scarface y The Bodyguard, el hotel terminó siendo también protagonista de una película que sus dueños nunca hubieran querido protagonizar. Hermosa y peligrosa (Beautiful & Twisted) narra el destino trágico del heredero Ben Novack Jr., asesinado en 2009 por orden de su mujer Narcy, una ex stripper que primero mandó a matar a su suegra de 87 años. Por estos crímenes Narcy Novack fue condenada a cadena perpetua en 2012.[caption id="attachment_206780" align="aligncenter" width="715"]

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South Beach al atardecer.[/caption]El hotel había reabierto sus puertas un año antes de los asesinatos, en 2008, después de tres años de reformas.Y si este hotel fue el imán para famosos y paparazzis en los cincuenta, en la nueva era de Miami Beach los flashes encandilan diez cuadras más al sur. El primero en posar para las fotos es el argentino Alan Faena, una nueva celebridad que ha logrado revolucionar el Mid Beach a tal punto que hasta la playa ahora se conoce como Faena Beach. El hombre se pasea por sus dominios que llamó humildemente Faena District, íntegramente vestido de blanco, sombrero de ala ancha incluido. Este nuevo ombligo urbano está compuesto por siete manzanas distribuidas sobre la avenida Collins, entre la 32 y la 36, el océano Atlántico e Indian Creek. Allí confluyen el Faena Hotel, el Art Forum, dos torres de residencias, el Bazaar y Casa Faena, un hotel más discreto.Parte de la inversión de mil millones de dólares que realizó, junto con su socio ucraniano Len Blavatnik, se destinó a la renovación del hotel Saxony, que en los cuarenta era el preferido de Frank Sinatra y Marilyn Monroe. Convertido en el Faena Hotel, hoy es habitual ver a Leo DiCaprio y a Madonna tomando sol en la piscina o cenando en Pao, el restaurante de cocina asiática que dirige el prestigioso chef Paul Qui. En Pao se luce, además del chef, una obra realizada por el inglés Damien Hirst, el artista vivo mejor cotizado del mundo. Se trata de Golden Myth, la escultura de un unicornio recubierto de oro en su mitad izquierda, mientras que en la derecha muestra sus músculos. No es la única obra de Hirst. Camino a la playa y la piscina deslumbra la obra Gone But Not Forgotten, enorme fósil de mamut original bañado en oro, dentro de una enorme caja de cristal, valuada en 11 millones de dólares.[caption id="attachment_206779" align="aligncenter" width="500"]

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Miami Beach se reinventa luego del huracán que azotó la costa en septiembre pasado.[/caption]Rojo y dorado son los colores preferidos de Faena. El lobby impacta por sus columnas y techo revestidos de láminas de oro y los murales pop barrocos de Juan Gatti, quien hiciera la portada de discos de rock argentino en la década de los setenta y afiches de las películas de Almodóvar. Las 169 habitaciones y suites están lujosamente ambientadas y en todas hay un sofá de terciopelo rojo. El restaurante Los Fuegos, bajo la batuta del argentino Francis Mallmann, el bar y el teatro, el impresionante por lo inmenso spa Tierra Santa, el living para tomar una copa con un bocado, todo transmite la sensualidad y el glamour de los años cincuenta, pero remasterizados al siglo XXI.Frente al hotel insignia está el Faena Forum, inaugurado durante la pasada edición de Art Basel en noviembre de 2016. Construido por el premio Pritzker de arquitectura Rem Koolhaas y su estudio oma, el Forum nació con la idea de borrar las barreras entre la ciencia, el arte, el performance, la producción, la filosofía y el diseño. “Alquimia” y “espacio utópico” son las palabras de Alan Faena y su mujer, la curadora Ximena Caminos, para definir este espacio concebido por Koolhaas como una gran escultura. Con una superficie de cuatro mil metros cuadrados, las áreas de exhibición y contemplación, para público y hacedores, tampoco son las clásicas. Asientos dispuestos en todas las direcciones entre múltiples plataformas subrayan la intención de levantar las fronteras y que todo se mezcle. En una de sus paredes, un mural hecho in situ por la artista argentina Graciela Hasper le da una explosión de color al edificio blanco.Al lado del Forum está el Faena Bazaar, un edificio de cuatro pisos con una gran terraza y patio central, inspirado en los mercados de Marruecos e India. Allí curadores de moda convocan a distintos diseñadores de indumentaria, accesorios, perfumes y objetos que van rotando. Además, suele haber shows de música en vivo, una barra de tragos y performances.Éste es un fragmento del reportaje “Miami Beach, después de la tormenta”, publicado po la revista Travesías núm. 180. Visita travesiasdigital.com

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