El 14 de agosto de 1896, durante el gobierno de Porfirio Díaz, se llevó a cabo en el Castillo de Chapultepec la primera función de cine en México, que se hizo para el presidente y un grupo pequeño de invitados y la influencia del cine empezó a abrirse camino en nuestro país. Para el periodo entre 1916 y 1922 ya se habían producido cerca de 70 películas en México, la mayoría con una fuerte intención nacionalista y con temáticas enfocadas en los logros del gobierno de Venustiano Carranza.
Pero no fue sino hasta 1936, con el estreno de la película Allá en el Rancho Grande, cuando el cine mexicano empezó a despegar realmente y a cobrar relevancia internacional, ese periodo que conocemos como Época de Oro. Surgieron reconocidos directores como Luis Buñuel, Emilio "el Indio" Fernández y Fernando de Fuentes, por mencionar solo algunos, que llevaron a la pantalla grande historias que marcaron la cultura fílmica internacional. Sin embargo, la bonanza no duró demasiado y para 1959 el monopolio estadounidense ya había complicado mucho el panorama para la industria nacional, que no volvió a despegar con fuerza sino hasta los años 2000, cuando directores como Alfonso Cuarón, Alejandro González Iñárritu y Guillermo del Toro volvieron a poner en alto el nombre de México en la industria mundial cinematográfica.
En ese contexto, la entrega de los premios Ariel es una tradición cinematográfica que se ha llevado a cabo anualmente desde 1946, a excepción de una pausa entre 1958 y 1972, cuando la producción fílmica mexicana sufrió un declive. Rumbo a esa ceremonia, cada año, decenas de producciones son nominadas para obtener una estatuilla de plata en 25 categorías diferentes y una de oro que se le otorga a la mejor película. Estos premios han sido exitosos en visibilizar e incentivar la industria del cine mexicano, sin embargo, durante este sexenio, los recortes presupuestales a la cultura también le pasaron factura a su organización.
El pasado 24 de noviembre la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas de México (AMACC) anunció que suspendería la convocatoria a los premios Ariel del año 2023 y hasta nuevo aviso, por falta de recursos. El anuncio levantó gran controversia, incluso el reconocido cineasta Guillermo del Toro realizó una fuerte crítica a través de Twitter, donde argumentó que se está frente a una sistemática destrucción del cine mexicano y sus instituciones, lo que hace recordar al sexenio del expresidente
En apoyo a los premios, Del Toro se ofreció a otorgar un millón 200 mil pesos para cubrir el monto de las estatuillas, pero aún con esta aportación, no hay suficientes recursos para sacar adelante la ceremonia.
1/3 Todo mundo viendo el partido, pero lanzo esto. Sin entrar en política. Para buscar soluciones y mantener los Arieles para aquellos que hacen un cine que propone y que da presencia a México: Ofrezco personalmente cubrir el costo total de las estatuillas del Ariel-
— Guillermo del Toro (@RealGDT) November 26, 2022
Desde 2018, primer año de gobierno de López Obrador, el presupuesto para cultura se redujo mil millones de pesos, casi 8% menos que el año anterior, según el proyecto de presupuestos entregado al legislativo. A partir de entonces los recortes no se han detenido: al año siguiente, en 2019, la Secretaría de Cultura recibió un presupuesto casi 4% menor; para 2020, –durante la pandemia– un decreto de austeridad del Gobierno recortó el 75% del presupuesto operativo de todas las instituciones federales, salvo las esenciales, por lo que afectó a las dependencias culturales como el Instituto Mexicano de Cinematografía (IMCINE); y, en 2021, excluyendo el dinero destinado al proyecto del Bosque de Chapultepec, el presupuesto asignado para cultura fue similar al presupuesto otorgado en 2010, según Antonio Mier Hughes, experto en el análisis económico de la cultura. Estos recortes se han sumado a la cancelación de dos importantes fideicomisos que ayudaban en la producción y distribución de las películas.
“Definitivamente hay un punto en el que estoy de acuerdo con el gobierno federal, sí se necesita revisar las maneras en que se entregan los apoyos, tiene que haber un involucramiento distinto en cómo se seleccionan los proyectos para producción y distribución, pero no creo que haya la necesidad de eliminarlos ”, comenta Alonso Díaz de la Vega, crítico cinematográfico.
Sin embargo, a pesar de que hay registro claro de estos recortes, la secretaria de Cultura, Alejandra Frausto, niega que haya menos recursos para el cine y argumenta que, por el contrario, el país atraviesa uno de sus mejores momentos en este gremio debido a que se han producido muchas más películas que antes.
¿Qué hay detrás de estas posturas encontradas?, ¿cuánto han afectado realmente los recortes presupuestales a la producción nacional?, y ¿qué se puede hacer para evitar la industria se debilite?
Resulta que el presupuesto público destinado al cine ya no se otorga directamente a la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas, encargada de la organización de los Premios Ariel, o a otros productores y distribuidores, sino que todos los apoyos se entregan a través de concursos. Esta nueva regla, en primera instancia, deja en los aplicantes la responsabilidad de conseguir donantes privados dispuestos a autorizar que parte de sus impuestos anuales se usen para apoyar su producción cinematográfica, y en una segunda fase, los obliga a someter su proyecto a competencia en la convocatoria que lanza el gobierno. Si el proyecto es seleccionado, entonces el ente privado otorga el dinero y la Secretaría de Hacienda lo compensa con beneficios fiscales. Por ejemplo, parte del Festival Internacional del Cine de Morelia viene del Impuesto sobre la Renta del Aeropuerto de Cancún.
En ese contexto, la Academia se quedó sin el porcentaje del presupuesto al que tenía acceso de manera directa y ahora debe competir con el resto de los aplicantes y someterse al riesgo de no encontrar donantes.
Hay quienes argumentan que esta competencia hará de nuestro cine una industria más justa y menos elitista, pero también es cierto que estos cambios le han puesto trabas a eslabones fundamentales para que esa maquinaria no se detenga, como es el caso de los Premios Ariel.
“Son fondos más incluyentes, más descentralizados. En 2019 sacamos estadísticas y 93% de los recursos que daba EFICINE se quedaban en la Ciudad de México. Hemos avanzado en un 26% en la descentralización de los apoyos para que sean accesibles a diferentes regiones del país”, explica María Novaro, directora del Instituto Mexicano de Cinematografía (IMCINE) y una reconocida productora. “Nunca en la historia del cine mexicano, ni siquiera en la Época de Oro, se habían producido tantas películas, 259 en total, y el 56% de esas películas contaron con financiamiento público. Los instrumentos de apoyo cambiaron, sí, son otros, son diferentes, pero no son menos”.
Por otro lado, también es cierto que el dinero destinado a la Secretaría de Cultura continúa disminuyendo y de poco servirá hacer más películas si se ven tan poco, ya que se está dejando de invertir en estrategias de acompañamiento y distribución.
Hace falta impulsar políticas de promoción y protección del cine nacional desde el Estado con salas en todo el país y lejos de debilitar, fortalecer iniciativas como los Premios Ariel, que atraen la atención del público a producciones mexicanas para las que ya es muy complicado competir con el cine de Hollywood.
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