El Caribe mexicano es un epicentro cultural, ecológico y turístico. Yum Balam, que en maya significa Señor Jaguar, es una zona que comprende lugares como Solferino, Chiquila y la isla de Holbox. Se trata de un territorio paradisiaco donde los propios habitantes, muchos de origen maya, incentivaron la creación de un área protegida. En 1994, tras varios años de lucha por el control local y cinco después del huracán Gilberto, que destruyó gran parte de la península, se estableció el Área de Protección de Fauna y Flora Yum Balam, que busca consolidar una sociedad sustentable, basada en tradiciones mayas, pero también buscando aprovechar nuevas formas de turismo, tecnología y comercio para fortalecer una economía autosuficiente. [caption id="attachment_239811" align="aligncenter" width="620"]
Se trata de un territorio paradisiaco donde los propios habitantes, muchos de origen maya, incentivaron la creación de un área protegida.[/caption]De acuerdo al abogado Camilo Thompson de la Asociación Interamericana de Defensa del Ambiente (AIDA), Yum Balam es un territorio de gran diversidad ecológica. Tiene una certificación RAMSAR, que registra la lista de humedales en necesidad de protección, y que cubre la conservación de tortugas marinas, así como ciertos sitios de observación de aves.La Flora de Yum Balam, igualmente fascinante, también está en una situación delicada. “Hay ecosistemas que se encuentran en cierto peligro, como manglares, pastos marinos, dunas costeras, y todos ellos cumplen una función importante en el ciclo ecológico del carbono [...] Estos dos ecosistemas junto con pequeños espacios de selva son sumideros naturales de carbono”, explica Thompson. Gracias a las características de su vegetación, en Yum Balam las concentraciones de dióxido de carbono pueden ser fácilmente convertidas en oxígeno. El 5 de octubre de 2018, el Diario Oficial de la Federación publicó un Plan de Manejo que declara a Yum Balam como un Área Nacional Protegida, mismo que llevaba casi dos décadas en solicitud. De acuerdo a Thompson, este decreto presenta varios conflictos: “Parte de la población no está de acuerdo, porque el plan de manejo es restrictivo respecto a generar grandes obras de turismo”. Las aguas de Yum Balam son territorio federal, pero las zonas terrestres pertenecen en su mayoría a ejidatarios y propietarios privados, quienes buscan ejercer su derecho para uso de suelo, usualmente en forma de desarrollos turísticos. [caption id="attachment_239812" align="aligncenter" width="620"]
El Caribe mexicano es un epicentro cultural, ecológico y turístico. Yum Balam, que en maya significa Señor Jaguar, es una zona que comprende lugares como Solferino, Chiquila y la isla de Holbox. [/caption]En 2007 se creó el Consejo Asesor de Yum Balam. Su fin es administrar el sector para el desarrollo de proyectos, y fue gracias a este instrumento que se solicitó el Plan de Manejo al gobierno, así como un estudio profesional que determine los tipos de proyectos viables. Mientras que el estudio, realizado por la compañía Stantec, apunta a la posibilidad de construir 21000 habitaciones en la reserva, el Plan de Manejo dice que esto es imposible. La norma, publicada en el Diario Oficial de la Federación, hace una serie de puntuales restricciones, que van desde una regulación del ruido, hasta el cuidado de especies. En casi ninguna de las zonas de Yum Balam está permitida la construcción de obra pública o privada, salvo para generar caminos, senderos o infraestructura operativa necesaria.Estos resultados dividieron al Consejo, y una parte de éste —compuesta por quienes administran o son dueños de estos terrenos— presentaron amparos contra esta disposición. Rubén Presuel Polanco, miembro del Consejo, biólogo y asesor del ejido Chiquilá, dijeron en 2018 al periódico La Jornada, que el plan es “una imposición unilateral, que obedece a caprichos e intereses de ambientalistas”. A la fecha hay alrededor de 23 amparos de empresarios y ejidatarios opuestos a esta norma. Los quejosos argumentan fallas en el debido proceso y que fueron privados de derechos de participación, propiedad, conocimiento libre informado y garantía de audiencia, entre otros.[caption id="attachment_239813" align="aligncenter" width="620"]
El 5 de octubre de 2018, el Diario Oficial de la Federación publicó un Plan de Manejo que declara a Yum Balam como un Área Nacional Protegida, mismo que llevaba casi dos décadas en solicitud.[/caption]De acuerdo a Thompson, estos amparos proponen una regresión de uso y dejar atrás las restricciones turísticas que planteó inicialmente el plan. De proceder legalmente con los amparos, Yum Balam no pone en riesgo su certificación como Área Natural Protegida (ANP), pero regiones específicas pueden quedar vulnerables a la explotación turística. “Sabemos que la mayoría de los amparos van a la zona que se llama Isla Grande, que está frente al mar. Esa debería conservarse como la zona es de mayor cuidado porque justo ahí han encontrado muchísimos nidos de tortugas marinas donde llegan a desovar”, aclara. Aunque considera que sí es viable hacer ciertos desarrollos turísticos, estos deberían ser de bajo impacto. La construcción de 21000 cuartos de hotel, tendría muchas consecuencias periféricas. “Es básicamente crear otra ciudad cercana al Área Nacional Protegida y esto tendría un impacto de multiplicación poblacional en la región. Detrás de cada cuarto, se suma un promedio de 8 a 12 personas”, dice. La población de Yum Balam apenas rebasa los 2000 habitantes, y se trata de un número idóneo para cuidar del delicado lugar, pero un disparo poblacional como el que implica el proyecto turístico puede traer consecuencias catastróficas, y daños irreversibles a los manglares, pastos y fauna que habita el lugar.“Los manglares y pastos marinos de Yum Balam evitan la fuga de 38.5 millones de toneladas de dióxido de carbono (CO2), equivalentes a la emisión de gases de efecto invernadero de 9.4 millones de mexicanos”, explica Pilar Diez, directora regional del Centro Mexicano del Derecho Ambiental (CEMDA-Sureste). El planeta atraviesa una profunda crisis climática, y México tiene un compromiso firmado ante la ONU de reducir sus gases de efecto invernadero, dañar una zona tan valiosa para alcanzar esa meta, sería dar varios pasos hacia atrás en el camino rumbo a un desarrollo sustentable.
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El Caribe mexicano es un epicentro cultural, ecológico y turístico. Yum Balam, que en maya significa Señor Jaguar, es una zona que comprende lugares como Solferino, Chiquila y la isla de Holbox. Se trata de un territorio paradisiaco donde los propios habitantes, muchos de origen maya, incentivaron la creación de un área protegida. En 1994, tras varios años de lucha por el control local y cinco después del huracán Gilberto, que destruyó gran parte de la península, se estableció el Área de Protección de Fauna y Flora Yum Balam, que busca consolidar una sociedad sustentable, basada en tradiciones mayas, pero también buscando aprovechar nuevas formas de turismo, tecnología y comercio para fortalecer una economía autosuficiente. [caption id="attachment_239811" align="aligncenter" width="620"]
Se trata de un territorio paradisiaco donde los propios habitantes, muchos de origen maya, incentivaron la creación de un área protegida.[/caption]De acuerdo al abogado Camilo Thompson de la Asociación Interamericana de Defensa del Ambiente (AIDA), Yum Balam es un territorio de gran diversidad ecológica. Tiene una certificación RAMSAR, que registra la lista de humedales en necesidad de protección, y que cubre la conservación de tortugas marinas, así como ciertos sitios de observación de aves.La Flora de Yum Balam, igualmente fascinante, también está en una situación delicada. “Hay ecosistemas que se encuentran en cierto peligro, como manglares, pastos marinos, dunas costeras, y todos ellos cumplen una función importante en el ciclo ecológico del carbono [...] Estos dos ecosistemas junto con pequeños espacios de selva son sumideros naturales de carbono”, explica Thompson. Gracias a las características de su vegetación, en Yum Balam las concentraciones de dióxido de carbono pueden ser fácilmente convertidas en oxígeno. El 5 de octubre de 2018, el Diario Oficial de la Federación publicó un Plan de Manejo que declara a Yum Balam como un Área Nacional Protegida, mismo que llevaba casi dos décadas en solicitud. De acuerdo a Thompson, este decreto presenta varios conflictos: “Parte de la población no está de acuerdo, porque el plan de manejo es restrictivo respecto a generar grandes obras de turismo”. Las aguas de Yum Balam son territorio federal, pero las zonas terrestres pertenecen en su mayoría a ejidatarios y propietarios privados, quienes buscan ejercer su derecho para uso de suelo, usualmente en forma de desarrollos turísticos. [caption id="attachment_239812" align="aligncenter" width="620"]
El Caribe mexicano es un epicentro cultural, ecológico y turístico. Yum Balam, que en maya significa Señor Jaguar, es una zona que comprende lugares como Solferino, Chiquila y la isla de Holbox. [/caption]En 2007 se creó el Consejo Asesor de Yum Balam. Su fin es administrar el sector para el desarrollo de proyectos, y fue gracias a este instrumento que se solicitó el Plan de Manejo al gobierno, así como un estudio profesional que determine los tipos de proyectos viables. Mientras que el estudio, realizado por la compañía Stantec, apunta a la posibilidad de construir 21000 habitaciones en la reserva, el Plan de Manejo dice que esto es imposible. La norma, publicada en el Diario Oficial de la Federación, hace una serie de puntuales restricciones, que van desde una regulación del ruido, hasta el cuidado de especies. En casi ninguna de las zonas de Yum Balam está permitida la construcción de obra pública o privada, salvo para generar caminos, senderos o infraestructura operativa necesaria.Estos resultados dividieron al Consejo, y una parte de éste —compuesta por quienes administran o son dueños de estos terrenos— presentaron amparos contra esta disposición. Rubén Presuel Polanco, miembro del Consejo, biólogo y asesor del ejido Chiquilá, dijeron en 2018 al periódico La Jornada, que el plan es “una imposición unilateral, que obedece a caprichos e intereses de ambientalistas”. A la fecha hay alrededor de 23 amparos de empresarios y ejidatarios opuestos a esta norma. Los quejosos argumentan fallas en el debido proceso y que fueron privados de derechos de participación, propiedad, conocimiento libre informado y garantía de audiencia, entre otros.[caption id="attachment_239813" align="aligncenter" width="620"]
El 5 de octubre de 2018, el Diario Oficial de la Federación publicó un Plan de Manejo que declara a Yum Balam como un Área Nacional Protegida, mismo que llevaba casi dos décadas en solicitud.[/caption]De acuerdo a Thompson, estos amparos proponen una regresión de uso y dejar atrás las restricciones turísticas que planteó inicialmente el plan. De proceder legalmente con los amparos, Yum Balam no pone en riesgo su certificación como Área Natural Protegida (ANP), pero regiones específicas pueden quedar vulnerables a la explotación turística. “Sabemos que la mayoría de los amparos van a la zona que se llama Isla Grande, que está frente al mar. Esa debería conservarse como la zona es de mayor cuidado porque justo ahí han encontrado muchísimos nidos de tortugas marinas donde llegan a desovar”, aclara. Aunque considera que sí es viable hacer ciertos desarrollos turísticos, estos deberían ser de bajo impacto. La construcción de 21000 cuartos de hotel, tendría muchas consecuencias periféricas. “Es básicamente crear otra ciudad cercana al Área Nacional Protegida y esto tendría un impacto de multiplicación poblacional en la región. Detrás de cada cuarto, se suma un promedio de 8 a 12 personas”, dice. La población de Yum Balam apenas rebasa los 2000 habitantes, y se trata de un número idóneo para cuidar del delicado lugar, pero un disparo poblacional como el que implica el proyecto turístico puede traer consecuencias catastróficas, y daños irreversibles a los manglares, pastos y fauna que habita el lugar.“Los manglares y pastos marinos de Yum Balam evitan la fuga de 38.5 millones de toneladas de dióxido de carbono (CO2), equivalentes a la emisión de gases de efecto invernadero de 9.4 millones de mexicanos”, explica Pilar Diez, directora regional del Centro Mexicano del Derecho Ambiental (CEMDA-Sureste). El planeta atraviesa una profunda crisis climática, y México tiene un compromiso firmado ante la ONU de reducir sus gases de efecto invernadero, dañar una zona tan valiosa para alcanzar esa meta, sería dar varios pasos hacia atrás en el camino rumbo a un desarrollo sustentable.
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Se trata de un territorio paradisiaco donde los propios habitantes, muchos de origen maya, incentivaron la creación de un área protegida.[/caption]De acuerdo al abogado Camilo Thompson de la Asociación Interamericana de Defensa del Ambiente (AIDA), Yum Balam es un territorio de gran diversidad ecológica. Tiene una certificación RAMSAR, que registra la lista de humedales en necesidad de protección, y que cubre la conservación de tortugas marinas, así como ciertos sitios de observación de aves.La Flora de Yum Balam, igualmente fascinante, también está en una situación delicada. “Hay ecosistemas que se encuentran en cierto peligro, como manglares, pastos marinos, dunas costeras, y todos ellos cumplen una función importante en el ciclo ecológico del carbono [...] Estos dos ecosistemas junto con pequeños espacios de selva son sumideros naturales de carbono”, explica Thompson. Gracias a las características de su vegetación, en Yum Balam las concentraciones de dióxido de carbono pueden ser fácilmente convertidas en oxígeno. El 5 de octubre de 2018, el Diario Oficial de la Federación publicó un Plan de Manejo que declara a Yum Balam como un Área Nacional Protegida, mismo que llevaba casi dos décadas en solicitud. De acuerdo a Thompson, este decreto presenta varios conflictos: “Parte de la población no está de acuerdo, porque el plan de manejo es restrictivo respecto a generar grandes obras de turismo”. Las aguas de Yum Balam son territorio federal, pero las zonas terrestres pertenecen en su mayoría a ejidatarios y propietarios privados, quienes buscan ejercer su derecho para uso de suelo, usualmente en forma de desarrollos turísticos. [caption id="attachment_239812" align="aligncenter" width="620"]
El Caribe mexicano es un epicentro cultural, ecológico y turístico. Yum Balam, que en maya significa Señor Jaguar, es una zona que comprende lugares como Solferino, Chiquila y la isla de Holbox. [/caption]En 2007 se creó el Consejo Asesor de Yum Balam. Su fin es administrar el sector para el desarrollo de proyectos, y fue gracias a este instrumento que se solicitó el Plan de Manejo al gobierno, así como un estudio profesional que determine los tipos de proyectos viables. Mientras que el estudio, realizado por la compañía Stantec, apunta a la posibilidad de construir 21000 habitaciones en la reserva, el Plan de Manejo dice que esto es imposible. La norma, publicada en el Diario Oficial de la Federación, hace una serie de puntuales restricciones, que van desde una regulación del ruido, hasta el cuidado de especies. En casi ninguna de las zonas de Yum Balam está permitida la construcción de obra pública o privada, salvo para generar caminos, senderos o infraestructura operativa necesaria.Estos resultados dividieron al Consejo, y una parte de éste —compuesta por quienes administran o son dueños de estos terrenos— presentaron amparos contra esta disposición. Rubén Presuel Polanco, miembro del Consejo, biólogo y asesor del ejido Chiquilá, dijeron en 2018 al periódico La Jornada, que el plan es “una imposición unilateral, que obedece a caprichos e intereses de ambientalistas”. A la fecha hay alrededor de 23 amparos de empresarios y ejidatarios opuestos a esta norma. Los quejosos argumentan fallas en el debido proceso y que fueron privados de derechos de participación, propiedad, conocimiento libre informado y garantía de audiencia, entre otros.[caption id="attachment_239813" align="aligncenter" width="620"]
El 5 de octubre de 2018, el Diario Oficial de la Federación publicó un Plan de Manejo que declara a Yum Balam como un Área Nacional Protegida, mismo que llevaba casi dos décadas en solicitud.[/caption]De acuerdo a Thompson, estos amparos proponen una regresión de uso y dejar atrás las restricciones turísticas que planteó inicialmente el plan. De proceder legalmente con los amparos, Yum Balam no pone en riesgo su certificación como Área Natural Protegida (ANP), pero regiones específicas pueden quedar vulnerables a la explotación turística. “Sabemos que la mayoría de los amparos van a la zona que se llama Isla Grande, que está frente al mar. Esa debería conservarse como la zona es de mayor cuidado porque justo ahí han encontrado muchísimos nidos de tortugas marinas donde llegan a desovar”, aclara. Aunque considera que sí es viable hacer ciertos desarrollos turísticos, estos deberían ser de bajo impacto. La construcción de 21000 cuartos de hotel, tendría muchas consecuencias periféricas. “Es básicamente crear otra ciudad cercana al Área Nacional Protegida y esto tendría un impacto de multiplicación poblacional en la región. Detrás de cada cuarto, se suma un promedio de 8 a 12 personas”, dice. La población de Yum Balam apenas rebasa los 2000 habitantes, y se trata de un número idóneo para cuidar del delicado lugar, pero un disparo poblacional como el que implica el proyecto turístico puede traer consecuencias catastróficas, y daños irreversibles a los manglares, pastos y fauna que habita el lugar.“Los manglares y pastos marinos de Yum Balam evitan la fuga de 38.5 millones de toneladas de dióxido de carbono (CO2), equivalentes a la emisión de gases de efecto invernadero de 9.4 millones de mexicanos”, explica Pilar Diez, directora regional del Centro Mexicano del Derecho Ambiental (CEMDA-Sureste). El planeta atraviesa una profunda crisis climática, y México tiene un compromiso firmado ante la ONU de reducir sus gases de efecto invernadero, dañar una zona tan valiosa para alcanzar esa meta, sería dar varios pasos hacia atrás en el camino rumbo a un desarrollo sustentable.
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El Caribe mexicano es un epicentro cultural, ecológico y turístico. Yum Balam, que en maya significa Señor Jaguar, es una zona que comprende lugares como Solferino, Chiquila y la isla de Holbox. Se trata de un territorio paradisiaco donde los propios habitantes, muchos de origen maya, incentivaron la creación de un área protegida. En 1994, tras varios años de lucha por el control local y cinco después del huracán Gilberto, que destruyó gran parte de la península, se estableció el Área de Protección de Fauna y Flora Yum Balam, que busca consolidar una sociedad sustentable, basada en tradiciones mayas, pero también buscando aprovechar nuevas formas de turismo, tecnología y comercio para fortalecer una economía autosuficiente. [caption id="attachment_239811" align="aligncenter" width="620"]
Se trata de un territorio paradisiaco donde los propios habitantes, muchos de origen maya, incentivaron la creación de un área protegida.[/caption]De acuerdo al abogado Camilo Thompson de la Asociación Interamericana de Defensa del Ambiente (AIDA), Yum Balam es un territorio de gran diversidad ecológica. Tiene una certificación RAMSAR, que registra la lista de humedales en necesidad de protección, y que cubre la conservación de tortugas marinas, así como ciertos sitios de observación de aves.La Flora de Yum Balam, igualmente fascinante, también está en una situación delicada. “Hay ecosistemas que se encuentran en cierto peligro, como manglares, pastos marinos, dunas costeras, y todos ellos cumplen una función importante en el ciclo ecológico del carbono [...] Estos dos ecosistemas junto con pequeños espacios de selva son sumideros naturales de carbono”, explica Thompson. Gracias a las características de su vegetación, en Yum Balam las concentraciones de dióxido de carbono pueden ser fácilmente convertidas en oxígeno. El 5 de octubre de 2018, el Diario Oficial de la Federación publicó un Plan de Manejo que declara a Yum Balam como un Área Nacional Protegida, mismo que llevaba casi dos décadas en solicitud. De acuerdo a Thompson, este decreto presenta varios conflictos: “Parte de la población no está de acuerdo, porque el plan de manejo es restrictivo respecto a generar grandes obras de turismo”. Las aguas de Yum Balam son territorio federal, pero las zonas terrestres pertenecen en su mayoría a ejidatarios y propietarios privados, quienes buscan ejercer su derecho para uso de suelo, usualmente en forma de desarrollos turísticos. [caption id="attachment_239812" align="aligncenter" width="620"]
El Caribe mexicano es un epicentro cultural, ecológico y turístico. Yum Balam, que en maya significa Señor Jaguar, es una zona que comprende lugares como Solferino, Chiquila y la isla de Holbox. [/caption]En 2007 se creó el Consejo Asesor de Yum Balam. Su fin es administrar el sector para el desarrollo de proyectos, y fue gracias a este instrumento que se solicitó el Plan de Manejo al gobierno, así como un estudio profesional que determine los tipos de proyectos viables. Mientras que el estudio, realizado por la compañía Stantec, apunta a la posibilidad de construir 21000 habitaciones en la reserva, el Plan de Manejo dice que esto es imposible. La norma, publicada en el Diario Oficial de la Federación, hace una serie de puntuales restricciones, que van desde una regulación del ruido, hasta el cuidado de especies. En casi ninguna de las zonas de Yum Balam está permitida la construcción de obra pública o privada, salvo para generar caminos, senderos o infraestructura operativa necesaria.Estos resultados dividieron al Consejo, y una parte de éste —compuesta por quienes administran o son dueños de estos terrenos— presentaron amparos contra esta disposición. Rubén Presuel Polanco, miembro del Consejo, biólogo y asesor del ejido Chiquilá, dijeron en 2018 al periódico La Jornada, que el plan es “una imposición unilateral, que obedece a caprichos e intereses de ambientalistas”. A la fecha hay alrededor de 23 amparos de empresarios y ejidatarios opuestos a esta norma. Los quejosos argumentan fallas en el debido proceso y que fueron privados de derechos de participación, propiedad, conocimiento libre informado y garantía de audiencia, entre otros.[caption id="attachment_239813" align="aligncenter" width="620"]
El 5 de octubre de 2018, el Diario Oficial de la Federación publicó un Plan de Manejo que declara a Yum Balam como un Área Nacional Protegida, mismo que llevaba casi dos décadas en solicitud.[/caption]De acuerdo a Thompson, estos amparos proponen una regresión de uso y dejar atrás las restricciones turísticas que planteó inicialmente el plan. De proceder legalmente con los amparos, Yum Balam no pone en riesgo su certificación como Área Natural Protegida (ANP), pero regiones específicas pueden quedar vulnerables a la explotación turística. “Sabemos que la mayoría de los amparos van a la zona que se llama Isla Grande, que está frente al mar. Esa debería conservarse como la zona es de mayor cuidado porque justo ahí han encontrado muchísimos nidos de tortugas marinas donde llegan a desovar”, aclara. Aunque considera que sí es viable hacer ciertos desarrollos turísticos, estos deberían ser de bajo impacto. La construcción de 21000 cuartos de hotel, tendría muchas consecuencias periféricas. “Es básicamente crear otra ciudad cercana al Área Nacional Protegida y esto tendría un impacto de multiplicación poblacional en la región. Detrás de cada cuarto, se suma un promedio de 8 a 12 personas”, dice. La población de Yum Balam apenas rebasa los 2000 habitantes, y se trata de un número idóneo para cuidar del delicado lugar, pero un disparo poblacional como el que implica el proyecto turístico puede traer consecuencias catastróficas, y daños irreversibles a los manglares, pastos y fauna que habita el lugar.“Los manglares y pastos marinos de Yum Balam evitan la fuga de 38.5 millones de toneladas de dióxido de carbono (CO2), equivalentes a la emisión de gases de efecto invernadero de 9.4 millones de mexicanos”, explica Pilar Diez, directora regional del Centro Mexicano del Derecho Ambiental (CEMDA-Sureste). El planeta atraviesa una profunda crisis climática, y México tiene un compromiso firmado ante la ONU de reducir sus gases de efecto invernadero, dañar una zona tan valiosa para alcanzar esa meta, sería dar varios pasos hacia atrás en el camino rumbo a un desarrollo sustentable.
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Se trata de un territorio paradisiaco donde los propios habitantes, muchos de origen maya, incentivaron la creación de un área protegida.[/caption]De acuerdo al abogado Camilo Thompson de la Asociación Interamericana de Defensa del Ambiente (AIDA), Yum Balam es un territorio de gran diversidad ecológica. Tiene una certificación RAMSAR, que registra la lista de humedales en necesidad de protección, y que cubre la conservación de tortugas marinas, así como ciertos sitios de observación de aves.La Flora de Yum Balam, igualmente fascinante, también está en una situación delicada. “Hay ecosistemas que se encuentran en cierto peligro, como manglares, pastos marinos, dunas costeras, y todos ellos cumplen una función importante en el ciclo ecológico del carbono [...] Estos dos ecosistemas junto con pequeños espacios de selva son sumideros naturales de carbono”, explica Thompson. Gracias a las características de su vegetación, en Yum Balam las concentraciones de dióxido de carbono pueden ser fácilmente convertidas en oxígeno. El 5 de octubre de 2018, el Diario Oficial de la Federación publicó un Plan de Manejo que declara a Yum Balam como un Área Nacional Protegida, mismo que llevaba casi dos décadas en solicitud. De acuerdo a Thompson, este decreto presenta varios conflictos: “Parte de la población no está de acuerdo, porque el plan de manejo es restrictivo respecto a generar grandes obras de turismo”. Las aguas de Yum Balam son territorio federal, pero las zonas terrestres pertenecen en su mayoría a ejidatarios y propietarios privados, quienes buscan ejercer su derecho para uso de suelo, usualmente en forma de desarrollos turísticos. [caption id="attachment_239812" align="aligncenter" width="620"]
El Caribe mexicano es un epicentro cultural, ecológico y turístico. Yum Balam, que en maya significa Señor Jaguar, es una zona que comprende lugares como Solferino, Chiquila y la isla de Holbox. [/caption]En 2007 se creó el Consejo Asesor de Yum Balam. Su fin es administrar el sector para el desarrollo de proyectos, y fue gracias a este instrumento que se solicitó el Plan de Manejo al gobierno, así como un estudio profesional que determine los tipos de proyectos viables. Mientras que el estudio, realizado por la compañía Stantec, apunta a la posibilidad de construir 21000 habitaciones en la reserva, el Plan de Manejo dice que esto es imposible. La norma, publicada en el Diario Oficial de la Federación, hace una serie de puntuales restricciones, que van desde una regulación del ruido, hasta el cuidado de especies. En casi ninguna de las zonas de Yum Balam está permitida la construcción de obra pública o privada, salvo para generar caminos, senderos o infraestructura operativa necesaria.Estos resultados dividieron al Consejo, y una parte de éste —compuesta por quienes administran o son dueños de estos terrenos— presentaron amparos contra esta disposición. Rubén Presuel Polanco, miembro del Consejo, biólogo y asesor del ejido Chiquilá, dijeron en 2018 al periódico La Jornada, que el plan es “una imposición unilateral, que obedece a caprichos e intereses de ambientalistas”. A la fecha hay alrededor de 23 amparos de empresarios y ejidatarios opuestos a esta norma. Los quejosos argumentan fallas en el debido proceso y que fueron privados de derechos de participación, propiedad, conocimiento libre informado y garantía de audiencia, entre otros.[caption id="attachment_239813" align="aligncenter" width="620"]
El 5 de octubre de 2018, el Diario Oficial de la Federación publicó un Plan de Manejo que declara a Yum Balam como un Área Nacional Protegida, mismo que llevaba casi dos décadas en solicitud.[/caption]De acuerdo a Thompson, estos amparos proponen una regresión de uso y dejar atrás las restricciones turísticas que planteó inicialmente el plan. De proceder legalmente con los amparos, Yum Balam no pone en riesgo su certificación como Área Natural Protegida (ANP), pero regiones específicas pueden quedar vulnerables a la explotación turística. “Sabemos que la mayoría de los amparos van a la zona que se llama Isla Grande, que está frente al mar. Esa debería conservarse como la zona es de mayor cuidado porque justo ahí han encontrado muchísimos nidos de tortugas marinas donde llegan a desovar”, aclara. Aunque considera que sí es viable hacer ciertos desarrollos turísticos, estos deberían ser de bajo impacto. La construcción de 21000 cuartos de hotel, tendría muchas consecuencias periféricas. “Es básicamente crear otra ciudad cercana al Área Nacional Protegida y esto tendría un impacto de multiplicación poblacional en la región. Detrás de cada cuarto, se suma un promedio de 8 a 12 personas”, dice. La población de Yum Balam apenas rebasa los 2000 habitantes, y se trata de un número idóneo para cuidar del delicado lugar, pero un disparo poblacional como el que implica el proyecto turístico puede traer consecuencias catastróficas, y daños irreversibles a los manglares, pastos y fauna que habita el lugar.“Los manglares y pastos marinos de Yum Balam evitan la fuga de 38.5 millones de toneladas de dióxido de carbono (CO2), equivalentes a la emisión de gases de efecto invernadero de 9.4 millones de mexicanos”, explica Pilar Diez, directora regional del Centro Mexicano del Derecho Ambiental (CEMDA-Sureste). El planeta atraviesa una profunda crisis climática, y México tiene un compromiso firmado ante la ONU de reducir sus gases de efecto invernadero, dañar una zona tan valiosa para alcanzar esa meta, sería dar varios pasos hacia atrás en el camino rumbo a un desarrollo sustentable.
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Se trata de un territorio paradisiaco donde los propios habitantes, muchos de origen maya, incentivaron la creación de un área protegida.[/caption]De acuerdo al abogado Camilo Thompson de la Asociación Interamericana de Defensa del Ambiente (AIDA), Yum Balam es un territorio de gran diversidad ecológica. Tiene una certificación RAMSAR, que registra la lista de humedales en necesidad de protección, y que cubre la conservación de tortugas marinas, así como ciertos sitios de observación de aves.La Flora de Yum Balam, igualmente fascinante, también está en una situación delicada. “Hay ecosistemas que se encuentran en cierto peligro, como manglares, pastos marinos, dunas costeras, y todos ellos cumplen una función importante en el ciclo ecológico del carbono [...] Estos dos ecosistemas junto con pequeños espacios de selva son sumideros naturales de carbono”, explica Thompson. Gracias a las características de su vegetación, en Yum Balam las concentraciones de dióxido de carbono pueden ser fácilmente convertidas en oxígeno. El 5 de octubre de 2018, el Diario Oficial de la Federación publicó un Plan de Manejo que declara a Yum Balam como un Área Nacional Protegida, mismo que llevaba casi dos décadas en solicitud. De acuerdo a Thompson, este decreto presenta varios conflictos: “Parte de la población no está de acuerdo, porque el plan de manejo es restrictivo respecto a generar grandes obras de turismo”. Las aguas de Yum Balam son territorio federal, pero las zonas terrestres pertenecen en su mayoría a ejidatarios y propietarios privados, quienes buscan ejercer su derecho para uso de suelo, usualmente en forma de desarrollos turísticos. [caption id="attachment_239812" align="aligncenter" width="620"]
El Caribe mexicano es un epicentro cultural, ecológico y turístico. Yum Balam, que en maya significa Señor Jaguar, es una zona que comprende lugares como Solferino, Chiquila y la isla de Holbox. [/caption]En 2007 se creó el Consejo Asesor de Yum Balam. Su fin es administrar el sector para el desarrollo de proyectos, y fue gracias a este instrumento que se solicitó el Plan de Manejo al gobierno, así como un estudio profesional que determine los tipos de proyectos viables. Mientras que el estudio, realizado por la compañía Stantec, apunta a la posibilidad de construir 21000 habitaciones en la reserva, el Plan de Manejo dice que esto es imposible. La norma, publicada en el Diario Oficial de la Federación, hace una serie de puntuales restricciones, que van desde una regulación del ruido, hasta el cuidado de especies. En casi ninguna de las zonas de Yum Balam está permitida la construcción de obra pública o privada, salvo para generar caminos, senderos o infraestructura operativa necesaria.Estos resultados dividieron al Consejo, y una parte de éste —compuesta por quienes administran o son dueños de estos terrenos— presentaron amparos contra esta disposición. Rubén Presuel Polanco, miembro del Consejo, biólogo y asesor del ejido Chiquilá, dijeron en 2018 al periódico La Jornada, que el plan es “una imposición unilateral, que obedece a caprichos e intereses de ambientalistas”. A la fecha hay alrededor de 23 amparos de empresarios y ejidatarios opuestos a esta norma. Los quejosos argumentan fallas en el debido proceso y que fueron privados de derechos de participación, propiedad, conocimiento libre informado y garantía de audiencia, entre otros.[caption id="attachment_239813" align="aligncenter" width="620"]
El 5 de octubre de 2018, el Diario Oficial de la Federación publicó un Plan de Manejo que declara a Yum Balam como un Área Nacional Protegida, mismo que llevaba casi dos décadas en solicitud.[/caption]De acuerdo a Thompson, estos amparos proponen una regresión de uso y dejar atrás las restricciones turísticas que planteó inicialmente el plan. De proceder legalmente con los amparos, Yum Balam no pone en riesgo su certificación como Área Natural Protegida (ANP), pero regiones específicas pueden quedar vulnerables a la explotación turística. “Sabemos que la mayoría de los amparos van a la zona que se llama Isla Grande, que está frente al mar. Esa debería conservarse como la zona es de mayor cuidado porque justo ahí han encontrado muchísimos nidos de tortugas marinas donde llegan a desovar”, aclara. Aunque considera que sí es viable hacer ciertos desarrollos turísticos, estos deberían ser de bajo impacto. La construcción de 21000 cuartos de hotel, tendría muchas consecuencias periféricas. “Es básicamente crear otra ciudad cercana al Área Nacional Protegida y esto tendría un impacto de multiplicación poblacional en la región. Detrás de cada cuarto, se suma un promedio de 8 a 12 personas”, dice. La población de Yum Balam apenas rebasa los 2000 habitantes, y se trata de un número idóneo para cuidar del delicado lugar, pero un disparo poblacional como el que implica el proyecto turístico puede traer consecuencias catastróficas, y daños irreversibles a los manglares, pastos y fauna que habita el lugar.“Los manglares y pastos marinos de Yum Balam evitan la fuga de 38.5 millones de toneladas de dióxido de carbono (CO2), equivalentes a la emisión de gases de efecto invernadero de 9.4 millones de mexicanos”, explica Pilar Diez, directora regional del Centro Mexicano del Derecho Ambiental (CEMDA-Sureste). El planeta atraviesa una profunda crisis climática, y México tiene un compromiso firmado ante la ONU de reducir sus gases de efecto invernadero, dañar una zona tan valiosa para alcanzar esa meta, sería dar varios pasos hacia atrás en el camino rumbo a un desarrollo sustentable.
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