De un mezcal al cabaret en el Centro Histórico
La vida nocturna en la Ciudad de México nunca ha sido tan vibrante. Te recomendamos nuestros favoritos del Centro para ir por unos mezcales.
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Hasta hace unos cuantos años, nadie pensaría que ir saltando entre bares, antros y cantinas por el centro pudiera ser divertido; la palabra peligro resonaba de inmediato. Hoy ya no es así: el primer cuadrante de la ciudad y sus zonas aledañas tienen una de las escenas nocturnas más estables, apasionantes y seguras. La noche ahí es diversa e incluyente, consecuencia de la apertura que se vive de años para acá. La noche se ha llenado de nuevos espacios, mientras conserva sus clásicos salones de baile y cantinas de antaño.
Para empezar el recorrido, uno puede llegar a la estación Juárez o Bellas Artes al final de la tarde, caminar menos de 10 minutos hasta la calle Luis Moya y ahí hacer una parada en el Bósforo. Un lugar donde las variedades (y bondades) del mezcal abundan. Para acompañar un buen trago, hay dos opciones: cervezas o quesadillas con chapulines, frijoles y hoja santa. Este bar es legendario, su éxito ha sido tal en los últimos años, que no faltan extranjeros que visitan la ciudad expresamente para conocerlo. La selección musical es alternativa y se agradece.
Después de un par de mezcales y una buena plática, es momento de lanzarse por avenida Juárez y Eje Central hacia la esquina de República de Cuba. Ahí hay varias alternativas en una escena no sólo gay, sino incluyente. Primero está La Purísima, un antro donde rayos láser reciben a todo tipo de personajes. Ahí sólo importa tu energía, tu capacidad de bailar durante horas y de hallar un espacio entre los ríos de gente. Prepárate para apretones, tumultos y sudor. En este lugar se dio la llegada del voguing al país, baile que imita las poses características de los modelos en las pasarelas. El Marrakech que está en frente, es el responsable de crear una nueva escena paralela a la famosa Zona Rosa, es un poco menos alocado, pero no menos divertido. Más adelante encontrarás La Perla, famosa por sus éxitos de antaño y shows de drags; aquí bailas porque bailas: es divertido, sorpresivo y plural.
Para algo más alocado y lleno de desenfreno, la siguiente parada está en los números Donceles 56 y 58. La escena gótica de la ciudad sólo ocurría aquí, en el U.T.A. Bar donde únicamente acudían anarquistas inconformes, pero en la actualidad puedes encontrar gente de todo tipo cantando y bailando al mismo tiempo. Hoy uno encuentra este lugar mucho más alivianado que en sus tiempos de gloria, pues no hay quien no se sepa Boys Don’t Cry, de The Cure, o There Is a Light That Never Goes Out, de The Smiths.
El Barba Azul es una joya del tiempo de los cabarets, que sigue en pie desde hace más de 60 años y todavía está que arde. Discretamente ubicado en una esquina de la colonia Obrera, al entrar uno se siente en la época de ficheras, decadentemente delicioso. La entrada es gratis, pero amerita que pidas una botella o unos tragos para armarte de valor. Lo siguiente es perderte con su música en vivo; las orquestas cambian cada media hora y, por lo general, son ritmos de salsa, cumbia y bachata.
Para terminar la noche, el monchis es necesario: camina por la calle Ignacio Allende que se convierte en Bolívar y a la altura de Uruguay está la taquería Los Cocuyos. No es casualidad que Anthony Bourdain, glotón profesional y celebridad culinaria, haya decidido hacer una parada en este lugar donde se venera la lengua, la tripa y otras exquisitas menudencias. Pero no sólo las estrellas lo visitan: catadores curtidos, golosos selectos y hasta los trasnochados profesionales afirman que aquí se come el mejor suadero de la ciudad y, por tanto, del mundo.
*Los bares ubicados en la calle República de Cuba se encuentran clausurados por el momento.
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