Recordamos las mejores películas del cineasta griego Costa-Gavras, a 86 años de su nacimiento.
La vida de Konstantinos Gavras, conocido actualmente como Costa-Gavras, inició como la de muchos otros niños nacidos en la década de los treinta y los cuarenta: en un mundo azotado por la Segunda Guerra Mundial.
Gavras, nacido Arcadia, Grecia, el 12 de febrero de 1933, huyó con su familia tras el estallido de la guerra a una villa en la península de Peloponeso, al sureste de la nación griega. Su padre, un recolector de impuestos del gobierno, se mantuvo fiel a su ideología y se unió, cuando la situación lo necesitó, a un movimiento de resistencia de derecha que buscaba evitar la invasión nazi a su país. Al finalizar los enfrentamientos, también enmarcados por la Guerra Civil Griega (1943-1945), el padre de Gavras fue encarcelado y etiquetado como comunista.
Ante la crisis, su madre comenzó a trabajar limpiando casas y él se desarrolló en diferentes oficios. Cuando llegó la hora de entrar a la universidad, se enfrentó a una traba burocrática que impedía su acceso a la educación superior. «En ese entonces, los jóvenes estudiantes necesitaban presentar certificados que mostraban que sus padres eran ciudadanos que habían cumplido con la ley, para ser aceptados en la universidad», mencionó en 2017. «Mi papá participó en la resistencia antirrealista, lo que frustró todos mis planes».
Ante la negativa de las universidades de su país por aceptarlo y la imposibilidad de conseguir una visa americana que le permitiera estudiar en los Estados Unidos –cuyo Senado prohibió el acceso a todos aquellos acusados de ser comunistas y su familiares–, Costa-Gavras se mudo a Francia, donde experimentó por primera vez la sensación de libertad.
«En mi mente, París era la «Ciudad de las Luces» que describían en libros, la ciudad del arte y las pinturas. Sabía que París era una ciudad extraordinaria», escribió Costa-Gavras en un ensayo para la iniciativa I am a migrant. A su llegada a la capital francesa, el joven griego se interesó por la política, como la juventud parisina de mediados del siglo XX. Aunque su madre le advirtió que debía mantenerse alejado de ella, pues su padre había terminado en prisión gracias a la defensa de su ideología política, no hizo caso y se involucró cada vez más.
Otra de las aficiones que surgieron en Costa-Gavras durante su adultez temprana fue el interés por el cine. Si bien el séptimo arte no era completamente ajeno para las audiencias griegas, el tipo de cine que llegaba a las pantallas era por lo regular el mismo, películas de grandes estudios estadounidenses que llegaban a Grecia con meses de retraso. Por ello, el descubrimiento de la Cinémathèque Française fue indispensable en su vida. En 1956, selló un compromiso con el cine al inscribirse en la Escuela Nacional de Cine, en Paris.
Durante los próximos años, Konstantinos aprendió el arte de la mano de cineastas como François Truffaut, Jean-Luc Godard, René Clair, René Clément y Jacques Demy, por sólo mencionar algunos. En 1965 presentó su primera película The Sleeping Car Murders (Compartiment Tueurs), un thriller à la Christie, en el que contaba la historia de cinco pasajeros de un tren que son puestos a investigación después de que el cadáver de una mujer aparece en el transporte entre Marsella y París. Fue entonces que un error ortográfico en el crédito que se le otorgaba al inicio del filme creó un nuevo personaje, un nuevo director: Costa-Gavras.
Dos años después de su ópera prima, el realizador presentó el drama bélico Un homme de trop, en el que abordaba una interesante crítica al escenario político y bélico en el que él vivió. Desde entonces, Costa-Gavras ha dirigido 18 películas, algunas de ellas seleccionadas dentro de lo mejor de la cinematografía mundial.
Aprovechando el aniversario 86 de su nacimiento, recordamos cinco de sus películas más importantes:
Z
En medio de las protestas parisinas de 1968, Costa-Gavras se reunió con el escritor español Jorge Semprún para llevar a la pantalla la novela Z, del autor griego Vasilis Vasilicós, desarrollada en un país totalitario donde el gobierno utilizaba a la policía y el ejército para evitar el surgimiento de movimientos de izquierda que amenazaran su poder.
Z (Yves Montand), un diputado con la capacidad de organizar un movimiento de oposición, es asesinado por un elemento paramilitar después de un mitin pacifista. Aunque la versión oficial indica que Z había sido atropellado por un conductor ebrio. Ante el ambiente de tensión que se vive en el país, se ordena a un joven juez (Jean-Louis Trintignant) a investigar el caso. Con la ayuda de un ambicioso periodista (Jacques Perrin), ambos descubrirán un entramado político que llega hasta las más altas esferas del poder.
Tras su presentación en el Festival de Cine de Cannes de 1969, donde ganó el premio del Jurado y el premio a Mejor Actor para Trintignant, Z se convirtió en una de las películas extranjeras más exitosas de la última mitad del siglo XX. Recibió cinco nominaciones al Oscar (ganó 2: Mejor película extranjera y Mejor edición), cuatro nominaciones al BAFTA y el Globo de Oro a Mejor Película Extranjera. Además, convirtió a Costa-Gavras en uno de los cineastas políticos más importantes del mundo.
La confesión
Un año después de su acenso en la industria cinematográfica, Costa-Gavras volvió a trabajar con Semprún en la adaptación de otro texto, en este caso el libro La confesión, de Artur y Lise London, sobre las purgas estalinistas de las que fueron víctimas los disidentes del Partido Comunista Checoslovaco en 1952, como una de las acciones del fin del Golpe de Estado en Checoslovaquia en 1948.
A través de la historia del propio London, Costa-Gavras relataba las terribles condiciones a las que fueron expuestos y sometidos los disidentes hasta su muerte. Aunque el cineasta no ve su trabajo como un filme anti-comunista, sí lo destaca como una muestra del rechazo ante el totalitarismo y el Stalinismo.
Yves Montand, un antiguo colaborador del cineasta griego, Simone Signoret, Gabriele Ferzetti y Jean Bouise también figuran en el elenco de La confesión (L’Aveu), que fue nominada al Globo de Oro y el BAFTA en 1971.
Desaparecido
Durante lo que restó de la década de los setenta, Costa-Gavras continuó son su interés por retratar diversas problemáticas políticas a través del cine. En Estado de sitio (État de siège), de 1972, contaba la historia de un «experto en comunicaciones» que había preparado a militares extremistas para tomar el control de su país mediante rebeliones; y en Sección especial (Section spéciale), de 1975, hablaba sobre la ejecución de chivos expiatorios por parte del régimen de Vichy, para aplacar la ira de los nazis.
En la década de los ochenta, el cineasta se interesó por los conflictos que habían azotado otras partes del mundo. Así fue como llegó a la novela Mising: The Execution of Charles Horman, de Thomas Hauser, un retrato vívido de la odisea, burocrática y emocional, que tienen que sortear un par de personas tras la desaparición de un ser amado.
En Desaparecido (Missing), Costa-Gavras pone el reflector en la lucha cotidiana de Beth (Sissy Spacek) y su suegro, Ed (Jack Lemmon), quienes no saben nada del periodista estadounidense Charles Horman (John Shea), desde que el general Augusto Pinochet tomó el control de Chile, país en el que trabajaba. Ambos viajan a Chile para buscarlo, esperando lo peor dada la situación que atravesaba la nación sudamericana.
Missing ganó la Palma de Oro del Festival de Cine de Cannes, además del Oscar a Mejor Guión Adaptado, el BAFTA a Mejor Guión y Mejor Edición y el premio del sindicato de guionistas de los Estados Unidos, a Mejor Guión Adaptado.
Amén
Tras el éxito de Missing, Costa-Gavras estrenó Hanna K (1983), un fallido acercamiento al conflicto entre Israel y Palestina; Consejo de familia (Conseil de Famille, 1986), una comedia sobre un asaltante que introduce a su hijo al negocio del crimen tras salir de prisión; El sendero de la traición (Betrayed, 1988), sobre las actividades de un grupo neo-nazi en los Estados Unidos; Mucho más que un crimen (Music Box, 1989), la historia de un inmigrante húngaro acusado de ser un criminal de guerra; Un pequeño Apocalipsis (La petite apocalypse, 1993), una comedia sobre un grupo de amigos que se organizan para hacer una fiesta; y El cuarto poder (Mad City, 1997), una regular cinta que retrata los intentos de un reportero desprestigiado que investiga el secuestro de un grupo de niños por parte del vigilante de un museo.
En 2002, el cineasta regresó al cine con Amén (Amen), adaptación de la novela homónima de Rolf Hochhuth. En ella, Costa-Gavras retrataba el conflicto interno al que se enfrentaban dos hombres comprometidos durante la Segunda Guerra Mundial. El primero, Riccardo (Mathieu Kassovitz), era un joven jesuita que se oponía a la barbarie cometida por el ejército nazi en sus campos de concentración; el otro, Kurt Gerstein (Ulrich Tukur), era un químico de la SS que se encargaba de suministrar el gas Ziklon B a dichos campos y que denunció los crímenes cometidos por los nazis. Al contar la historia de estos dos hombres, que arriesgaron su vida para marcar una posición humanitaria, Costa-Gavras expone a todos aquellos que se mantuvieron en la opacidad durante los primeros días de uno de los conflictos bélicos más sangrientos de la historia.
Amén fue presentada en el Festival de Cine de Berlín de 2002 y obtuvo siete nominaciones a los Premios César de cine francés, resultando ganador en la categoría de Mejor Guión.
Edén al Oeste
Aunque Costa-Gavras se ha mantenido en el retiro desde 2012, tras el estreno de El capital (Le capital), eso no significa que sus últimas propuestas hayan sido poco destacables.
En 2009, el cineasta retrató el fenómeno migratorio que atosigaba a Europa en Edén al Oeste (Eden à l’Quest), un drama sobre un joven emigrante que deseaba entrar ilegalmente a la Unión Europea, así tuviera que cruzar el Mar Egeo nadando. Aunque la nacionalidad del personaje nunca se detalla, no es difícil imaginar que se trata de una reintrepretación de la propia historia de Costa-Gavras, quien –al igual que su personaje principal, Elías (Riccardo Scamarcio)–, llegó a Francia sin nada y buscando una vida mejor.
La película se presentó en Berlín y ganó el premio de la crítica de Los Ángeles, demostrando una vez más que a través de su cine político Costa-Gavras tiene la infalible capacidad de tocar fibras sensibles.
* Fotografía de portada: Romeo Balancourt / I am a migrant
Más en Gatopardo:
Cinco películas para conocer a Jim Jarmusch
Recomendaciones Gatopardo
Más historias que podrían interesarte.