Tiempo de lectura: 4 minutosCada año millones de mexicanos recuerdan a sus seres queridos difuntos en la festividad del Día de Muertos. A principios de noviembre, calles, patios, zaguanes, templos, plazas y panteones se inundan de aromas intensos, como el de la flor de cempasúchil y el del místico y antiguo copal. Una gama de colores vívidos recubre los altares y las ofrendas que se montan. Niños, jóvenes, adultos y ancianos degustan los típicos panes de muerto y ofrendan otros alimentos y bebidas a los fallecidos. El Día de Muertos es, después de todo, una celebración de la vida: un festín sensorial que se ha convertido, desde el punto de vista comercial y turístico, en el epítome de la identidad mexicana.
Esta celebración que se lleva a cabo el 1 y 2 de noviembre* fue declarada patrimonio intangible de la humanidad por la UNESCO en 2008, lo que ha contribuido a que se vuelva una gran fuente de turismo para México, especialmente, para el estado de Michoacán, donde se estima que en 2019 hubo una derrama económica de 240 millones de pesos gracias al Día de Muertos. Sin embargo, existe una gran preocupación entre antropólogos y sociólogos ante la falta de políticas públicas que regulen el turismo y protejan la tradición.
A pesar de que muchas personas creen que el Día de Muertos tiene su origen en la época prehispánica, lo cierto es que esta tradición es producto de una mezcla cultural que se dio gradualmente tras la llegada de los españoles al continente americano en el siglo XVI. Para que la festividad llegara a ser lo que hoy es, tuvo que suceder un largo proceso histórico y político que culminó en la efeméride. Por ejemplo, como dato curioso, en el siglo XVIII se crearon los recintos sepulcrales para evitar la transmisión masiva de enfermedades y, así, la celebración dejó de llevarse a cabo en los templos religiosos y se trasladó a los panteones.
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El sincretismo cultural puede verse claramente reflejado en los elementos de los altares y las ofrendas. El copal (copalquáhuitl en náhuatl) tiene una función ceremonial desde la época prehispánica y se utiliza en el Día de Muertos por comunidades indígenas para guiar a las almas a los panteones, ofrendas y altares. Por su parte, las calaveras de azúcar y el pan de muerto son fruto de la influencia europea en la festividad.
Otros de los elementos más comunes de los altares y las ofrendas son: agua, sal, velas y veladoras, incienso, flores, petate, izcuincle (un perrito de juguete para que los niños difuntos jueguen), pan, mole, retratos, papel picado. No hay que olvidar que, en las comunidades indígenas de México, el Día de Muertos es un momento de tránsito entre la escasez y la abundancia agrícola, de ahí que también sea una celebración de los frutos de la cosecha dedicada a los difuntos.
Con la llegada anual de la efeméride, a continuación, te compartimos cinco puntos icónicos para apreciar hermosos altares y ofrendas del Día de Muertos en la Ciudad de México.
Museo Anahuacalli
Este espléndido museo diseñado por Diego Rivera se ubica en la zona sur de la Ciudad de México, en la alcaldía de Coyoacán. Cada año el Museo Anahuacalli monta una colorida ofrenda y organiza una serie de actividades para celebrar el Día de Muertos. Este año la ofrenda estará montada a lo largo del mes de noviembre y el costo de entrada es de 80 pesos. Además, los días 1 y 2 se celebrará un festival de cacao en las instalaciones del museo.
San Andrés Mixquic
Si quieres vivir una experiencia del Día de Muertos más apegada a las tradiciones de los pueblos originarios, sin tener que salir de la Ciudad de México, San Andrés Mixquic es la opción indicada. Ubicado en la alcaldía Tláhuac, este pueblo es famoso por recibir a miles de turistas cada año en el Día de los Fieles Difuntos. El 2 de noviembre se lleva a cabo la famosa “Alumbrada” en el panteón, donde la gente local decora las tumbas con flores y prende velas para iluminar el camino de sus ancestros hasta ellos. En el marco de la efeméride, también se organizan concursos de calaveras de cartón y la escenificación de un cortejo fúnebre, entre otras actividades típicas.
Museo Panteón San Fernando
Ubicado en la colonia Guerrero, el Museo Panteón San Fernando es famoso por ser el recinto sepulcral de figuras como la de Benito Juárez y el general Ignacio Zaragoza. Esta vez el museo tendrá una ofrenda abierta al público del 31 de octubre al 2 de noviembre. Además de la espectacular ofrenda, el museo está organizando un memorial comunitario dedicado a los muertos por el covid. Las personas interesadas pueden llevar una fotografía de su familiar difunto y flores para participar en uno de los mejores altares de la capital. Todas las actividades que ofrece el recinto son gratuitas.
La megaofrenda de la UNAM
Sin duda, una de las actividades más esperadas en el Día de Muertos es la megaofrenda montada por el alumnado de la Universidad Nacional Autónoma de México. Sin embargo, la pandemia del covid cambió el formato de la celebración. Al igual que el año pasado, la UNAM ofrece una experiencia virtual en 3D y, además, en esta ocasión organiza una serie de concursos dirigidos a la comunidad universitaria y a los estudiantes incorporados en su sistema. El evento virtual de la UNAM es una excelente alternativa para celebrar el Día de Muertos desde casa.
La megaofrenda del Zócalo
Al igual que en la UNAM, la megaofrenda del Zócalo es otra muestra icónica de la tradición del Día de Muertos en la Ciudad de México. Este año el altar estará abierto al público sin costo alguno y se dedicará a la memoria de la resistencia indígena a quinientos años de la conquista por parte del Imperio español. La ofrenda estará montada del 29 de octubre al 2 de noviembre.
* Es importante mencionar que en algunas comunidades indígenas la celebración comienza a finales de octubre, mientras que en otras, como la de los chontales, se extiende a lo largo de todo el mes de noviembre.