Elliott Smith, el susurro de la intimidad
Elliott Smith
Música

Elliott Smith, el susurro de la intimidad

Hoy habría cumplido 50 años cantándole al dolor.

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Contrario a lo que sus sombrías letras o el susurro de su voz al cantar, Elliott Smith era un personaje seguro y audaz. Al menos así lo describe la fotógrafa Autumn de Wilde en su libro de fotografías dedicado a él: “era un rudo y duro que simplemente escribía canciones desgarradoras”.

Smith tampoco se describía como alguien triste. En una de sus entrevistas más famosas con la revista Spin, dijo que tenía un carácter apegado más bien a lo convencional: “No me siento más triste que cualquier otra persona. Estoy feliz durante un rato, y después no lo estoy”. Smith murió en circunstancias poco claras, pero todo apunta a que se apuñaló dos veces en el pecho. No fue la primera vez que intentó quitarse la vida, en los medios era muy vocal al respecto y describía con candor sus métodos, incomodando a su interlocutor. Smith detestaba dar entrevistas.

Es difícil definir el talento de Elliott Smith. Musicalmente demostró amplia destreza para la música folk y el rock. Solía tocar acordes ligeramente alterados, que ni siquiera él sabía que existían, pero resultaban ser el detalle perfecto para completar una canción. Su guitarra resonaba emociones, con composiciones que podían ser contemplativas o pegajosas, pero siempre memorables. Su voz, tenue como un murmullo, era otro de sus ellos. No obstante, quizá su característica más recordada es su pluma. Smith era un escritor franco y honesto, y eso conectaba inmediatamente con los escuchas, que encontraban en sus canciones un alma introspectiva, que hablaba abiertamente sobre problemas y ansiedades.

Elliott Smith

Elliott Smith / via facebook

Nacido el 6 de agosto de 1969, Steven Paul Smith era su nombre original, pero en la universidad lo rechazó porque no lo sentía acorde con su personalidad. Sus padres se divorciaron a los seis meses de su nacimiento, y vivió su infancia y parte de la adolescencia con su mamá, Bunny, y su padrastro en Texas, mientras que su padre, Gary Smith, se mudó a Portland. La relación con su padrastro era mala, por decir lo menos. Charlie Welch abusaba físicamente de su madre y las golpizas se extendieron hacia él. Durante la preparatoria Smith se fue a vivir con su padre, en una decisión marcada por su deseo de mejorar las cosas.

Elliot Smith creció en un entorno musical. Bunny solía ser maestra de música para niños de primaria, y Texas es un lugar conocido por esta tradición artística. Smith recuerda que toda su familia escuchaba country y eran músicos talentosos, aunque ninguno vivía de ello. A los 9 años comenzó a estudiar piano y a los 10 ganó un concurso local por componer una canción. A los 12, en una visita a la casa de su padre, éste le regaló una guitarra. Smith recordó esta temporada creativa en entrevista con Erik Pedersen, y dijo sobre lo que compuso en aquellos años: “[las canciones] no eran muy buenas porque eran una serie de transiciones. Son mis partes favoritas de las canciones”. Este gusto sería clave para definir el estilo musical de Smith, que no es exactamente folk contemplativo, sin rasgos de coros melódicos, pero tampoco es exactamente música pop-rock, sino una mezcla intermedia cuya huella se extendería 20 años después. 

Elliott Smith estudió la universidad más por compromiso que por verdadera vocación. Ahí conoció a los integrantes de lo que sería su primera banda: Heatmiser, una agrupación de indie rock similar a otras del momento como Built to Spill, Sebadoh o Pavement. A pesar del moderado éxito que tuvieron, así como un posible contrato discográfico, Smith eventualmente encontró una carrera solista e hizo a un lado los compromisos de la banda. En 1994, a insistencia de su novia en esa época, Smith mandó un demo al sello discográfico Cavity Search. Reconociendo inmediatamente su talento, la disquera lanzó el primer LP de Smith, Roman Candle, donde el músico hablaba de depresión y el profundo odio que sentía hacia su padrastro.

Una disquera más grande, Kill Rock Stars, se interesó en su sonido y al año siguiente Elliott Smith tenía un segundo álbum de estudio, que no tiene título salvo el nombre del cantante que aparece en la portada. El disco abre con “Needle in the Hay”, una de sus canciones más conocidas, que pondría en evidencia otro de los grandes problemas en su vida: las drogas. “Needle in the Hay” es una reflexión pesimista sobre la heroína y su presencia tanto en la escena musical de Portland, como en la vida personal del cantante; Smith la describe como “la canción más oscura, un insulto a cualquiera y a todos”.  Wes Anderson la utilizó en su película Los Excéntricos Tenenbaum, en una escena sobre suicidio. El resto del disco usa metáforas sobre drogas para hablar sobre alienación, soledad y melancolía. 

Roman Candle, su primer álbum, salió en 1994, un año después del suicidio de Kurt Cobain y cuando el sonido grunge de Seattle era extremadamente popular. A Elliott Smith estos lanzamientos lo ponían muy nervioso. En la radio, todo sonaba “alternativo”, distorsionado y ruidoso, nada íntimo o contemplativo. En solitario, Smith empezó a construir poco a poco una catapulta en otro sentido. El primer indicio de esto fue su segundo álbum para el sello Kill Rock Stars. Lanzado en 1997, Either/Or (llamado así por un libro de Kierkegaard), contaba con un sonido más pulido, más instrumentos y una producción limpia, que no dejaba atrás la intimidad. Canciones como “Angeles” o “Between the Bars” son anécdotas personales sobre decisiones, adicciones e introspección. La que más resonó en el disco fue “Say Yes”, una delicada canción sobre amor y codependencia.

Aunque muchas de sus letras hablan de drogas, en realidad casi todas sus canciones son sobre el dolor y la forma en éste afecta nuestras vidas. Puede ser violencia física, heroína, una relación tóxica o una familia disfuncional, la constante son personajes dañados y rotos. Para 1998, el director Gus Van Sant vio en Elliott Smith un alma similar al personaje de su película Good Will Hunting, y —aparte de utilizar algunas canciones suyas— le pidió componer una original para la película. “Miss Misery” fue el resultado de esta solicitud, y culminó con una nominación al Oscar como Mejor Canción Original, así como una surreal presentación en la ceremonia, donde un tímido Smith, enfundado en un traje blanco, presentó la pieza. Este fue su salto al estrellato musical, a partir de entonces la figura de Elliott Smith se volvió referente de folk-rock desde ese momento.

Para 1998, con el respaldo de la disquera DreamWorks Records (fundada por Steven Spielberg, David Geffen y Jeffrey Katzenberg, titanes del cine y la música), Smith lanzó dos últimos discos de estudio mientras. XO (1998) y Figure 8 (2000) mostraron a un Smith mucho más cercano a la música pop-rock, sin dejar atrás ni un gramo de peso emocional en su música. De la mano de Jon Brion, músico que se volvería famoso por sus colaboraciones con Paul Thomas Anderson, ambas producciones tienen cortes rockeros como “Son of Sam” o “A Question Mark” que conviven en armonía con “Tomorrow Tomorrow” o “Somebody that I used to know”, que recuerdan al Smith de 1994, con su inventiva guitarra y letras sobre sensibilidad a flor de piel.

A pesar del éxito comercial, esta temporada también afectó personalmente a Elliott Smith, cuyo excesivo uso de drogas y conciertos erráticos casi terminan con su carrera. En 2003 se alejó del alcohol, fue con un terapeuta y comenzó a grabar nueva música. Todo parecía estar mejorando para él cuando, tras un altercado con su novia Jennifer Chiba, Elliot Smith tomó un cuchillo y se lo enterró dos veces en el pecho. El cantante tenía 34 años. Su última producción, From a Basement on the Hill salió un año después de su muerte, y contiene piezas agudas como “Pretty (Ugly Before)” o “Twilight”, de sonido fantasmal y devastador.

Elliott Smith era una persona que transitaba entre el talento y el dolor. Su batalla se dividía entre la lucha por rehabilitarse (como cuando se mudó a casa de su padre) y la autodestrucción, con la que lidiaba a través de la música. La intimidad que transmiten sus canciones dejó huellas que pueden leerse en el sonido de artistas como Sufjan Stevens, Andrew Bird o Angel Olsen, que parten de la melancolía como arma para la composición musical. 

Sin embargo, de Elliott Smith sacaron también la intención de ver las cosas con un dejo —aunque sea minúsculo— de esperanza. Eso refleja su canción “Waltz #2 (XO)”, que fue también su epitafio. 

“I’m never going know you now / But I’m going to love you anyhow”

[Ya nunca te voy a conocer / pero te voy a amar de todos modos]

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