Fela Kuti, un emblema nigeriano de música y resistencia - Gatopardo
fela kuti
Música

Fela Kuti, padre del afrobeat y defensor del África negra

Innovador musical e insignia de resistencia social.

Tiempo de lectura: 5 minutos

En la República de Kalakuta, nombre dado a la comuna que estableció el músico y luchador por los derechos humanos Fela Kuti, había una calidad de vida muy distinta a la del resto de Nigeria. Kalakuta no sólo era hogar de Kuti y sus múltiples parejas, familia y amigos, también era una suerte de paraíso musical, había un estudio de grabación, tenía servicios médicos gratuitos y era un centro cultural de gran importancia para Nigeria durante los 70. Sin embargo, el sueño se convirtió en tragedia, cuando la Junta Militar en el poder emprendió la última de sus varias incursiones en el lugar. Balazos, fuego y un estado de pánico se apoderaron del espacio idílico, y la República de Kalakuta se convirtió en cenizas.

A pesar de que el paraíso fue destruido, el lugar permanece como un símbolo del impacto que tuvo Fela Kuti, no sólo en Nigeria sino el mundo. Fue más que un músico, el creador de uno de los sonidos más influyentes del siglo XX (el Afrobeat), y un rabioso luchador social, perpetuamente inconforme con su gobierno y la forma en la que éste trataba a sus habitantes. Su popularidad política en Nigeria era tanto o más relevante que su influencia cultural, y aún el día de hoy es uno de los símbolos más poderosos de resistencia social. 

Fela Kuti

Fela Kuti popularizó un género que bautizó como Afrobeat.

Olufela Ransome-Kuti nació el 15 de octubre de 1938 en una familia económicamente favorecida en la ciudad de Abeokuta, ubicada al cercano norte de Lagos, capital del país. Su padre era un reverendo anglicano y maestro llamado Israel Oludotun Ransome-Kuti, mientras que su madre Funmilayo Ransome-Kuti, era una de las primeras luchadoras sociales en favor de los derechos de las mujeres en su país, una pionera del activismo feminista, abogando constantemente por el sufragio femenino. Funmilayo fue la primera mujer en manejar un automóvil en Nigeria. 

A pesar de haber crecido en una casa de fuertes ideales políticos, esto no se tradujo en un interés de Fela, sino hasta 1970. En un inicio, Kuti se mudó a Londres para estudiar leyes a insistencia de su padre, pero abandonó la carrera para inscribirse a la Trinity School of Music y concentrarse en el saxofón. Ahí se expuso a sonidos que hasta entonces le eran desconocidos: jazz, bebop, salsa y otros ritmos afro cubanos, de los cuales eventualmente se apropió.

Fela tocó en bandas londinenses, adquirió algo de renombre, y a su regreso a Nigeria a mediados de los 60, ya era un músico de moderado éxito que combinaba ritmos Yoruba (conocidos por su importancia percusiva), algo de Highlife (ritmo proveniente de Ghana), jazz y funk. Tuvo giras exitosas en Ghana y eventualmente llegó a Estados Unidos, en un viaje que cambiaría su carrera. Ahí conoció a Sandra Smith (hoy Sandra Iszadore), integrante de las Panteras Negras. El encuentro le ayudó a moldear su perspectiva musical.

Smith recuerda que acudió a algunos ensayos de la banda en los que Kuti cantaba melodías banales. “Los escuché ensayar, y me gustó, pero no tenía idea de qué decían. Así que le pregunté ‘Fela, ¿qué estás diciendo?’ y me contestó que cantaba sobre su sopa. Sobre nada. Me reí y le contesté: ‘Eso no tiene sentido, deberías usar tu música para educar. Escribe canciones que tengan sentido’. Buscaba orgullo africano, pero él me dijo que no había orgullo en África. Estaba impresionada”.

Fela y Smith conversaban de historia y del recorrido político de los pueblos africanos en diáspora. Hasta entonces, Fela jamás había reparado en la importancia de la música como elemento identitario, y gracias a este encuentro comprendió la necesidad de aferrarse a lo panafricano. 

Fela Kuti y Sandra Smith

Fela llegó a Estados Unidos como un artista más, pero el regreso a su país natal fue revolucionario, cargado de ideas de cómo utilizar su música para generar un cambio. Kuti se deshizo de Ransome, su nombre de esclavo, y eligió llamarse Fela Anikulapo Kuti, para sentirse más cerca a su identidad nigeriana. En Estados Unidos, la agrupación que lideraba se llamaba Nigeria ‘70, pero al regresar lo cambiaron por Afrika ‘70, y su música adquirió una perspectiva diferente: fuera quedaron las canciones románticas, divertidas y cotidianas, a partir de ese momento la explosión creativa sería de protesta, una mezcla musical aún más arriesgada, y con una propuesta lingüística diferente.

Durante el inicio de su carrera Kuti cantaba en inglés, pero al regresar de Estados Unidos y cambiar el nombre de su grupo, Fela decidió cantar en una mezcla de inglés, nigeriano, una interpretación nigeriana del inglés llamado pidgin english (también llamado inglés macarrónico), y yoruba. Él acostumbraba inventar palabras y combinar lenguas en una canción. Así hizo que sus canciones fueran comprendidas por el grueso de la población nigeriana, pero también de otras antiguas colonias inglesas como Togo o Benin. De esta forma nació el Afrobeat, una mezcla bastarda entre funk, salsa, jazz, highlife y yoruba, cantado en la lengua del pueblo africano.

Feli conectó con sus compatriotas como ningún otro artista lo había hecho. Rodeado de un séquito talentoso de músicos (que incluían a Igo Chico, Tony Allen y Fred Lawal, y que hoy son leyendas por sus propios méritos), Kuti y Afrika ’70 rentaban bares y prácticamente componían en público, mientras inventaban palabras y popularizaban los “yabis”, que son cantos irónicos de crítica gubernamental, hablando de la realidad urbana de Nigeria con todas sus injusticias.

Fela Kuti tocando con Afrika 70

Fela Kuti tocando con Afrika 70

 El impacto social de esta música se entiende como una poderosa arma contra la represión. La académica Viviane Saleh-Hanna lo explica así: “Fela Kuti usaba la música como una importante herramienta de resistencia política, en una época de regímenes militares. Dentro de los contextos históricos y espirituales de Fela y su trabajo, el poder de esta herramienta es empoderar al pueblo y amenazar al Estado”.

Como era de esperarse, esto no fue bien recibido por el gobierno nigeriano, que de 1966 a 1979 implementó un periodo represivo gracias a la Junta Militar. Kuti  regresó de Estados Unidos como un ávido consumidor de marihuana, y apoyaba públicamente su consumo, a través de canciones como “Water no get Enemy” o “Expensive Shit”. Este fue tan solo uno de sus tantos desencuentros con las autoridades nigerianas, quienes de forma casi rutinaria lo golpeaban, arrestaban y amenazaban. Fue en este periodo que Kuti se convirtió en un símbolo internacional, aunado a su pegajosa música y actitud desafiante. The New York Times publicó un perfil sobre él y su comunidad. Sus coques con las autoridades siguieron escalando, y mientras la Junta Militar estaba incomoda con su presencia, Kuti ganaba cada vez más seguidores, y hacía giras cuya asistencia rebasaba las 50,000 personas por concierto. En 1977 lanzó Zombie, uno de sus discos más reconocidos, donde acusa a los militares de comportarse como zombies, cascarones sin voluntad que sólo siguen órdenes.

Eventualmente, el gobierno decidió asestar un golpe fatal. En 1978, una de las varias incursiones hacia Kalakuta se tornó extremadamente violenta. Más de 1000 soldados fueron convocados, y entre la violencia y destrucción, la madre de Fela Kuti, Funmilayo Ransome Kuti, fue arrojada del segundo piso de su casa, y meses después falleció por sus heridas. A pesar de la clara represión, y las respuestas musicales de Fela contra estos actos de violencia, los abusos no se detuvieron, y las casas de Fela Kuti estaban constantemente en revisión por parte de las autoridades. En 1983, con la Junta Militar terminada, el músico trató de postularse para la presidencia, pero su historial político estaba manchado, y de cualquier forma, otro golpe de estado no tardó en llegar para poner más militares a cargo.

 

Incluso hacia el final de su vida, Fela Kuti jamás dejó de componer música. “Beasts of no Nation”, lanzada en 1989, permanece como uno de los himnos de protesta anti-apartheid más grandes en la historia, nunca despojada del ritmo Afrobeat que lo hizo famoso en primer lugar. En la siguiente década, Fela Kuti estaba flaco y débil, víctima de una enfermedad que jamás se divulgó. El día antes de su muerte el 2 de agosto de 1997, su hermano anunció que Kuti tenía complicaciones por SIDA, y que moriría de ello.

Un constante luchador ante la injusticia, antes y después de su muerte Fela Kuti era un fenómeno. Batiendo ritmos y generando una innovadora mezcla bastarda, productores como Brian Eno o David Byrne emularon su sonido en discos como My Life in the Bush of Ghosts o Remain in Light de los Talking Heads. Aunque en Estados Unidos era más conocido por haberse casado con 27 mujeres, Fela era, como lo describió su amigo y poeta Lindsay Barrett: “Un rebelde consciente. Sus temas de rebelión nunca cambiaron, y la anarquía que rodeaba su vida y música estaba mitigada por verdades fundamentales, usadas para explorar la sociedad Africana y la explotación de sus pueblos”.

 

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