A finales de los noventa, su afición por la música experimental lo llevó a escuchar con la misma atención todo lo que le rodeaba. “En la calle, el bosque o el mar puedes encontrar, no sólo musicalidad, sino información que puedes analizar como si fueran datos. La que prevalece es la del gusto o el placer, pero hay muchas formas de escuchar,” dice. El punk le despertó su interés por la política y lo acercó al activismo. Hace unas semanas se presentó en el festival CTM, de Berlín, y ha expuesto su trabajo en la Moscow Bienniale o Haus Fur Elektronische Kunst Basel.Entre su obra hay una pieza sobre la Marcha del Silencio y otra sobre los desaparecidos de Ayotzinapa, donde se escucha el conteo del 1 al 43, que grabó en marchas donde los padres, y México entero, pedían justicia. Después hay una especie de eco que nubla todo y se extiende por varios minutos. Es una pieza cíclica que, como la historia, trae el conteo de regreso, pero sólo como antesala de la misma confusión, la misma falta de respuestas.Es un artista multidisciplinario que ha recorrido el mundo con su trabajo, siempre con el sonido como punto de partida. Sin embargo, trabaja cada vez más en torno al sigilo y la necesidad de silencio para reflexionar sobre lo que está viviendo el país.
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Israel Martínez, un artista multidisciplinario que emplea la música para acercarse al activismo.
A finales de los noventa, su afición por la música experimental lo llevó a escuchar con la misma atención todo lo que le rodeaba. “En la calle, el bosque o el mar puedes encontrar, no sólo musicalidad, sino información que puedes analizar como si fueran datos. La que prevalece es la del gusto o el placer, pero hay muchas formas de escuchar,” dice. El punk le despertó su interés por la política y lo acercó al activismo. Hace unas semanas se presentó en el festival CTM, de Berlín, y ha expuesto su trabajo en la Moscow Bienniale o Haus Fur Elektronische Kunst Basel.Entre su obra hay una pieza sobre la Marcha del Silencio y otra sobre los desaparecidos de Ayotzinapa, donde se escucha el conteo del 1 al 43, que grabó en marchas donde los padres, y México entero, pedían justicia. Después hay una especie de eco que nubla todo y se extiende por varios minutos. Es una pieza cíclica que, como la historia, trae el conteo de regreso, pero sólo como antesala de la misma confusión, la misma falta de respuestas.Es un artista multidisciplinario que ha recorrido el mundo con su trabajo, siempre con el sonido como punto de partida. Sin embargo, trabaja cada vez más en torno al sigilo y la necesidad de silencio para reflexionar sobre lo que está viviendo el país.
Israel Martínez, un artista multidisciplinario que emplea la música para acercarse al activismo.
A finales de los noventa, su afición por la música experimental lo llevó a escuchar con la misma atención todo lo que le rodeaba. “En la calle, el bosque o el mar puedes encontrar, no sólo musicalidad, sino información que puedes analizar como si fueran datos. La que prevalece es la del gusto o el placer, pero hay muchas formas de escuchar,” dice. El punk le despertó su interés por la política y lo acercó al activismo. Hace unas semanas se presentó en el festival CTM, de Berlín, y ha expuesto su trabajo en la Moscow Bienniale o Haus Fur Elektronische Kunst Basel.Entre su obra hay una pieza sobre la Marcha del Silencio y otra sobre los desaparecidos de Ayotzinapa, donde se escucha el conteo del 1 al 43, que grabó en marchas donde los padres, y México entero, pedían justicia. Después hay una especie de eco que nubla todo y se extiende por varios minutos. Es una pieza cíclica que, como la historia, trae el conteo de regreso, pero sólo como antesala de la misma confusión, la misma falta de respuestas.Es un artista multidisciplinario que ha recorrido el mundo con su trabajo, siempre con el sonido como punto de partida. Sin embargo, trabaja cada vez más en torno al sigilo y la necesidad de silencio para reflexionar sobre lo que está viviendo el país.
Israel Martínez, un artista multidisciplinario que emplea la música para acercarse al activismo.
A finales de los noventa, su afición por la música experimental lo llevó a escuchar con la misma atención todo lo que le rodeaba. “En la calle, el bosque o el mar puedes encontrar, no sólo musicalidad, sino información que puedes analizar como si fueran datos. La que prevalece es la del gusto o el placer, pero hay muchas formas de escuchar,” dice. El punk le despertó su interés por la política y lo acercó al activismo. Hace unas semanas se presentó en el festival CTM, de Berlín, y ha expuesto su trabajo en la Moscow Bienniale o Haus Fur Elektronische Kunst Basel.Entre su obra hay una pieza sobre la Marcha del Silencio y otra sobre los desaparecidos de Ayotzinapa, donde se escucha el conteo del 1 al 43, que grabó en marchas donde los padres, y México entero, pedían justicia. Después hay una especie de eco que nubla todo y se extiende por varios minutos. Es una pieza cíclica que, como la historia, trae el conteo de regreso, pero sólo como antesala de la misma confusión, la misma falta de respuestas.Es un artista multidisciplinario que ha recorrido el mundo con su trabajo, siempre con el sonido como punto de partida. Sin embargo, trabaja cada vez más en torno al sigilo y la necesidad de silencio para reflexionar sobre lo que está viviendo el país.
Israel Martínez, un artista multidisciplinario que emplea la música para acercarse al activismo.
A finales de los noventa, su afición por la música experimental lo llevó a escuchar con la misma atención todo lo que le rodeaba. “En la calle, el bosque o el mar puedes encontrar, no sólo musicalidad, sino información que puedes analizar como si fueran datos. La que prevalece es la del gusto o el placer, pero hay muchas formas de escuchar,” dice. El punk le despertó su interés por la política y lo acercó al activismo. Hace unas semanas se presentó en el festival CTM, de Berlín, y ha expuesto su trabajo en la Moscow Bienniale o Haus Fur Elektronische Kunst Basel.Entre su obra hay una pieza sobre la Marcha del Silencio y otra sobre los desaparecidos de Ayotzinapa, donde se escucha el conteo del 1 al 43, que grabó en marchas donde los padres, y México entero, pedían justicia. Después hay una especie de eco que nubla todo y se extiende por varios minutos. Es una pieza cíclica que, como la historia, trae el conteo de regreso, pero sólo como antesala de la misma confusión, la misma falta de respuestas.Es un artista multidisciplinario que ha recorrido el mundo con su trabajo, siempre con el sonido como punto de partida. Sin embargo, trabaja cada vez más en torno al sigilo y la necesidad de silencio para reflexionar sobre lo que está viviendo el país.
A finales de los noventa, su afición por la música experimental lo llevó a escuchar con la misma atención todo lo que le rodeaba. “En la calle, el bosque o el mar puedes encontrar, no sólo musicalidad, sino información que puedes analizar como si fueran datos. La que prevalece es la del gusto o el placer, pero hay muchas formas de escuchar,” dice. El punk le despertó su interés por la política y lo acercó al activismo. Hace unas semanas se presentó en el festival CTM, de Berlín, y ha expuesto su trabajo en la Moscow Bienniale o Haus Fur Elektronische Kunst Basel.Entre su obra hay una pieza sobre la Marcha del Silencio y otra sobre los desaparecidos de Ayotzinapa, donde se escucha el conteo del 1 al 43, que grabó en marchas donde los padres, y México entero, pedían justicia. Después hay una especie de eco que nubla todo y se extiende por varios minutos. Es una pieza cíclica que, como la historia, trae el conteo de regreso, pero sólo como antesala de la misma confusión, la misma falta de respuestas.Es un artista multidisciplinario que ha recorrido el mundo con su trabajo, siempre con el sonido como punto de partida. Sin embargo, trabaja cada vez más en torno al sigilo y la necesidad de silencio para reflexionar sobre lo que está viviendo el país.
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