Cuando Los detectives salvajes llegó a las manos de la periodista Mónica Maristain, quedó fascinada con la narrativa de Roberto Bolaño. Ella trabajaba en la revista Playboy México y pidió a Santiago Gamboa que le diera el contacto del autor para proponerle que escribiera un cuento para esa publicación. Bolaño le dijo, con ironía, que no lo haría porque nunca iba a recibir su pago. De ahí surgió entre ellos una amistad nutrida principalmente por el intercambio de correos electrónicos. “No te voy a dar el cuento, pero sí una entrevista de esas frívolas y provocadoras que tú haces”, le escribió Bolaño cuando sabía que su hígado necesitaba ser trasplantado lo más pronto posible. Ella escribió 100 preguntas, se las envió, y en un par de horas recibió las respuestas. Ésa fue la última entrevista que dio el escritor, quien murió semanas después. La pieza resultó tan divertida, espontánea y reveladora que también salió en varios libros. Maristain se convirtió, casi accidentalmente, en el último vínculo entre Bolaño y los lectores.Hace un par de años, Maristain colaboró en los documentales La batalla futura 1 y 2, en los que se explora a Bolaño por medio de conversaciones con sus amigos y familiares. Martín Solares le propuso a Mónica hacer un libro con esos testimonios. “Me daba miedo porque me daba pereza mental escuchar hablar de Bolaño con esa categorización crítica”, dice la periodista. Finalmente se convenció de hacerlo, y a finales del año pasado publicó en Almadía El hijo de Míster Playa, en el que mediante decenas de conversaciones reconstruye la vida del escritor desde su nacimiento. “Hay que sacar a Bolaño de las manos de su viuda, de su novia, de Villoro, de Sergio González Rodríguez, incluso de muchos de los personajes que entrevisto en mi libro”, opina Maristain.
Tal vez una de las secciones más divertidas y paradójicas del libro es en la que se acerca al movimiento infrarrealista, fundado por Bolaño y su amigo el poeta Mario Santiago Papasquiaro. Con El hijo de Míster Playa, Almadía armó un combo: la publicación de Arte & basura, una fabulosa compilación hecha por Luis Felipe Fabre de los poemitas que Mario Santiago escribía en los libros que le prestaban, en revistas, en portavasos, en cajetillas de cigarros y demás objetos que pasaban por sus manos. “Después de esculcar su archivo, creo que lo suyo no era una escritura que cupiera en el formato del libro convencional. Hay gente que escribe libros y hay gente que escribe”, dice Fabre.“Prefiero cogerme a 1 mujer / en la imaginación / que aguantarla siquiera / 1 segundo” era el tipo de grafías plasmaba Papasquiaro en diversas plataformas. Él vivió para ser un mito, adoptó la vida del poeta maldito y marginal, y murió atropellado en la ciudad de México. “Sus poemas ilegibles son los que más me gustan. No sé si es justo, fue lo que me interesó y me parece que hay una dimensión de la obra de Mario Santiago que pasaba por lo visual, por la intervención, por el poema ajeno, por lo vandálico, por lo grafitero”, dice Fabre. La mano de Alejandro Magallanes se nota claramente en la justa adaptación de un corpus que fue creado para vagar entre la basura de amigos y familiares, entre garabatos y el arte.
*Texto publicado en febrero de 2013 en la revista impresa de Gatopardo.
Más sobre literatura en Gatopardo:
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Un libro que reconstruye la vida del escritor Roberto Bolaño desde su nacimiento.
Cuando Los detectives salvajes llegó a las manos de la periodista Mónica Maristain, quedó fascinada con la narrativa de Roberto Bolaño. Ella trabajaba en la revista Playboy México y pidió a Santiago Gamboa que le diera el contacto del autor para proponerle que escribiera un cuento para esa publicación. Bolaño le dijo, con ironía, que no lo haría porque nunca iba a recibir su pago. De ahí surgió entre ellos una amistad nutrida principalmente por el intercambio de correos electrónicos. “No te voy a dar el cuento, pero sí una entrevista de esas frívolas y provocadoras que tú haces”, le escribió Bolaño cuando sabía que su hígado necesitaba ser trasplantado lo más pronto posible. Ella escribió 100 preguntas, se las envió, y en un par de horas recibió las respuestas. Ésa fue la última entrevista que dio el escritor, quien murió semanas después. La pieza resultó tan divertida, espontánea y reveladora que también salió en varios libros. Maristain se convirtió, casi accidentalmente, en el último vínculo entre Bolaño y los lectores.Hace un par de años, Maristain colaboró en los documentales La batalla futura 1 y 2, en los que se explora a Bolaño por medio de conversaciones con sus amigos y familiares. Martín Solares le propuso a Mónica hacer un libro con esos testimonios. “Me daba miedo porque me daba pereza mental escuchar hablar de Bolaño con esa categorización crítica”, dice la periodista. Finalmente se convenció de hacerlo, y a finales del año pasado publicó en Almadía El hijo de Míster Playa, en el que mediante decenas de conversaciones reconstruye la vida del escritor desde su nacimiento. “Hay que sacar a Bolaño de las manos de su viuda, de su novia, de Villoro, de Sergio González Rodríguez, incluso de muchos de los personajes que entrevisto en mi libro”, opina Maristain.
Tal vez una de las secciones más divertidas y paradójicas del libro es en la que se acerca al movimiento infrarrealista, fundado por Bolaño y su amigo el poeta Mario Santiago Papasquiaro. Con El hijo de Míster Playa, Almadía armó un combo: la publicación de Arte & basura, una fabulosa compilación hecha por Luis Felipe Fabre de los poemitas que Mario Santiago escribía en los libros que le prestaban, en revistas, en portavasos, en cajetillas de cigarros y demás objetos que pasaban por sus manos. “Después de esculcar su archivo, creo que lo suyo no era una escritura que cupiera en el formato del libro convencional. Hay gente que escribe libros y hay gente que escribe”, dice Fabre.“Prefiero cogerme a 1 mujer / en la imaginación / que aguantarla siquiera / 1 segundo” era el tipo de grafías plasmaba Papasquiaro en diversas plataformas. Él vivió para ser un mito, adoptó la vida del poeta maldito y marginal, y murió atropellado en la ciudad de México. “Sus poemas ilegibles son los que más me gustan. No sé si es justo, fue lo que me interesó y me parece que hay una dimensión de la obra de Mario Santiago que pasaba por lo visual, por la intervención, por el poema ajeno, por lo vandálico, por lo grafitero”, dice Fabre. La mano de Alejandro Magallanes se nota claramente en la justa adaptación de un corpus que fue creado para vagar entre la basura de amigos y familiares, entre garabatos y el arte.
*Texto publicado en febrero de 2013 en la revista impresa de Gatopardo.
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Un libro que reconstruye la vida del escritor Roberto Bolaño desde su nacimiento.
Cuando Los detectives salvajes llegó a las manos de la periodista Mónica Maristain, quedó fascinada con la narrativa de Roberto Bolaño. Ella trabajaba en la revista Playboy México y pidió a Santiago Gamboa que le diera el contacto del autor para proponerle que escribiera un cuento para esa publicación. Bolaño le dijo, con ironía, que no lo haría porque nunca iba a recibir su pago. De ahí surgió entre ellos una amistad nutrida principalmente por el intercambio de correos electrónicos. “No te voy a dar el cuento, pero sí una entrevista de esas frívolas y provocadoras que tú haces”, le escribió Bolaño cuando sabía que su hígado necesitaba ser trasplantado lo más pronto posible. Ella escribió 100 preguntas, se las envió, y en un par de horas recibió las respuestas. Ésa fue la última entrevista que dio el escritor, quien murió semanas después. La pieza resultó tan divertida, espontánea y reveladora que también salió en varios libros. Maristain se convirtió, casi accidentalmente, en el último vínculo entre Bolaño y los lectores.Hace un par de años, Maristain colaboró en los documentales La batalla futura 1 y 2, en los que se explora a Bolaño por medio de conversaciones con sus amigos y familiares. Martín Solares le propuso a Mónica hacer un libro con esos testimonios. “Me daba miedo porque me daba pereza mental escuchar hablar de Bolaño con esa categorización crítica”, dice la periodista. Finalmente se convenció de hacerlo, y a finales del año pasado publicó en Almadía El hijo de Míster Playa, en el que mediante decenas de conversaciones reconstruye la vida del escritor desde su nacimiento. “Hay que sacar a Bolaño de las manos de su viuda, de su novia, de Villoro, de Sergio González Rodríguez, incluso de muchos de los personajes que entrevisto en mi libro”, opina Maristain.
Tal vez una de las secciones más divertidas y paradójicas del libro es en la que se acerca al movimiento infrarrealista, fundado por Bolaño y su amigo el poeta Mario Santiago Papasquiaro. Con El hijo de Míster Playa, Almadía armó un combo: la publicación de Arte & basura, una fabulosa compilación hecha por Luis Felipe Fabre de los poemitas que Mario Santiago escribía en los libros que le prestaban, en revistas, en portavasos, en cajetillas de cigarros y demás objetos que pasaban por sus manos. “Después de esculcar su archivo, creo que lo suyo no era una escritura que cupiera en el formato del libro convencional. Hay gente que escribe libros y hay gente que escribe”, dice Fabre.“Prefiero cogerme a 1 mujer / en la imaginación / que aguantarla siquiera / 1 segundo” era el tipo de grafías plasmaba Papasquiaro en diversas plataformas. Él vivió para ser un mito, adoptó la vida del poeta maldito y marginal, y murió atropellado en la ciudad de México. “Sus poemas ilegibles son los que más me gustan. No sé si es justo, fue lo que me interesó y me parece que hay una dimensión de la obra de Mario Santiago que pasaba por lo visual, por la intervención, por el poema ajeno, por lo vandálico, por lo grafitero”, dice Fabre. La mano de Alejandro Magallanes se nota claramente en la justa adaptación de un corpus que fue creado para vagar entre la basura de amigos y familiares, entre garabatos y el arte.
*Texto publicado en febrero de 2013 en la revista impresa de Gatopardo.
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Un libro que reconstruye la vida del escritor Roberto Bolaño desde su nacimiento.
Cuando Los detectives salvajes llegó a las manos de la periodista Mónica Maristain, quedó fascinada con la narrativa de Roberto Bolaño. Ella trabajaba en la revista Playboy México y pidió a Santiago Gamboa que le diera el contacto del autor para proponerle que escribiera un cuento para esa publicación. Bolaño le dijo, con ironía, que no lo haría porque nunca iba a recibir su pago. De ahí surgió entre ellos una amistad nutrida principalmente por el intercambio de correos electrónicos. “No te voy a dar el cuento, pero sí una entrevista de esas frívolas y provocadoras que tú haces”, le escribió Bolaño cuando sabía que su hígado necesitaba ser trasplantado lo más pronto posible. Ella escribió 100 preguntas, se las envió, y en un par de horas recibió las respuestas. Ésa fue la última entrevista que dio el escritor, quien murió semanas después. La pieza resultó tan divertida, espontánea y reveladora que también salió en varios libros. Maristain se convirtió, casi accidentalmente, en el último vínculo entre Bolaño y los lectores.Hace un par de años, Maristain colaboró en los documentales La batalla futura 1 y 2, en los que se explora a Bolaño por medio de conversaciones con sus amigos y familiares. Martín Solares le propuso a Mónica hacer un libro con esos testimonios. “Me daba miedo porque me daba pereza mental escuchar hablar de Bolaño con esa categorización crítica”, dice la periodista. Finalmente se convenció de hacerlo, y a finales del año pasado publicó en Almadía El hijo de Míster Playa, en el que mediante decenas de conversaciones reconstruye la vida del escritor desde su nacimiento. “Hay que sacar a Bolaño de las manos de su viuda, de su novia, de Villoro, de Sergio González Rodríguez, incluso de muchos de los personajes que entrevisto en mi libro”, opina Maristain.
Tal vez una de las secciones más divertidas y paradójicas del libro es en la que se acerca al movimiento infrarrealista, fundado por Bolaño y su amigo el poeta Mario Santiago Papasquiaro. Con El hijo de Míster Playa, Almadía armó un combo: la publicación de Arte & basura, una fabulosa compilación hecha por Luis Felipe Fabre de los poemitas que Mario Santiago escribía en los libros que le prestaban, en revistas, en portavasos, en cajetillas de cigarros y demás objetos que pasaban por sus manos. “Después de esculcar su archivo, creo que lo suyo no era una escritura que cupiera en el formato del libro convencional. Hay gente que escribe libros y hay gente que escribe”, dice Fabre.“Prefiero cogerme a 1 mujer / en la imaginación / que aguantarla siquiera / 1 segundo” era el tipo de grafías plasmaba Papasquiaro en diversas plataformas. Él vivió para ser un mito, adoptó la vida del poeta maldito y marginal, y murió atropellado en la ciudad de México. “Sus poemas ilegibles son los que más me gustan. No sé si es justo, fue lo que me interesó y me parece que hay una dimensión de la obra de Mario Santiago que pasaba por lo visual, por la intervención, por el poema ajeno, por lo vandálico, por lo grafitero”, dice Fabre. La mano de Alejandro Magallanes se nota claramente en la justa adaptación de un corpus que fue creado para vagar entre la basura de amigos y familiares, entre garabatos y el arte.
*Texto publicado en febrero de 2013 en la revista impresa de Gatopardo.
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Un libro que reconstruye la vida del escritor Roberto Bolaño desde su nacimiento.
Cuando Los detectives salvajes llegó a las manos de la periodista Mónica Maristain, quedó fascinada con la narrativa de Roberto Bolaño. Ella trabajaba en la revista Playboy México y pidió a Santiago Gamboa que le diera el contacto del autor para proponerle que escribiera un cuento para esa publicación. Bolaño le dijo, con ironía, que no lo haría porque nunca iba a recibir su pago. De ahí surgió entre ellos una amistad nutrida principalmente por el intercambio de correos electrónicos. “No te voy a dar el cuento, pero sí una entrevista de esas frívolas y provocadoras que tú haces”, le escribió Bolaño cuando sabía que su hígado necesitaba ser trasplantado lo más pronto posible. Ella escribió 100 preguntas, se las envió, y en un par de horas recibió las respuestas. Ésa fue la última entrevista que dio el escritor, quien murió semanas después. La pieza resultó tan divertida, espontánea y reveladora que también salió en varios libros. Maristain se convirtió, casi accidentalmente, en el último vínculo entre Bolaño y los lectores.Hace un par de años, Maristain colaboró en los documentales La batalla futura 1 y 2, en los que se explora a Bolaño por medio de conversaciones con sus amigos y familiares. Martín Solares le propuso a Mónica hacer un libro con esos testimonios. “Me daba miedo porque me daba pereza mental escuchar hablar de Bolaño con esa categorización crítica”, dice la periodista. Finalmente se convenció de hacerlo, y a finales del año pasado publicó en Almadía El hijo de Míster Playa, en el que mediante decenas de conversaciones reconstruye la vida del escritor desde su nacimiento. “Hay que sacar a Bolaño de las manos de su viuda, de su novia, de Villoro, de Sergio González Rodríguez, incluso de muchos de los personajes que entrevisto en mi libro”, opina Maristain.
Tal vez una de las secciones más divertidas y paradójicas del libro es en la que se acerca al movimiento infrarrealista, fundado por Bolaño y su amigo el poeta Mario Santiago Papasquiaro. Con El hijo de Míster Playa, Almadía armó un combo: la publicación de Arte & basura, una fabulosa compilación hecha por Luis Felipe Fabre de los poemitas que Mario Santiago escribía en los libros que le prestaban, en revistas, en portavasos, en cajetillas de cigarros y demás objetos que pasaban por sus manos. “Después de esculcar su archivo, creo que lo suyo no era una escritura que cupiera en el formato del libro convencional. Hay gente que escribe libros y hay gente que escribe”, dice Fabre.“Prefiero cogerme a 1 mujer / en la imaginación / que aguantarla siquiera / 1 segundo” era el tipo de grafías plasmaba Papasquiaro en diversas plataformas. Él vivió para ser un mito, adoptó la vida del poeta maldito y marginal, y murió atropellado en la ciudad de México. “Sus poemas ilegibles son los que más me gustan. No sé si es justo, fue lo que me interesó y me parece que hay una dimensión de la obra de Mario Santiago que pasaba por lo visual, por la intervención, por el poema ajeno, por lo vandálico, por lo grafitero”, dice Fabre. La mano de Alejandro Magallanes se nota claramente en la justa adaptación de un corpus que fue creado para vagar entre la basura de amigos y familiares, entre garabatos y el arte.
*Texto publicado en febrero de 2013 en la revista impresa de Gatopardo.
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Cuando Los detectives salvajes llegó a las manos de la periodista Mónica Maristain, quedó fascinada con la narrativa de Roberto Bolaño. Ella trabajaba en la revista Playboy México y pidió a Santiago Gamboa que le diera el contacto del autor para proponerle que escribiera un cuento para esa publicación. Bolaño le dijo, con ironía, que no lo haría porque nunca iba a recibir su pago. De ahí surgió entre ellos una amistad nutrida principalmente por el intercambio de correos electrónicos. “No te voy a dar el cuento, pero sí una entrevista de esas frívolas y provocadoras que tú haces”, le escribió Bolaño cuando sabía que su hígado necesitaba ser trasplantado lo más pronto posible. Ella escribió 100 preguntas, se las envió, y en un par de horas recibió las respuestas. Ésa fue la última entrevista que dio el escritor, quien murió semanas después. La pieza resultó tan divertida, espontánea y reveladora que también salió en varios libros. Maristain se convirtió, casi accidentalmente, en el último vínculo entre Bolaño y los lectores.Hace un par de años, Maristain colaboró en los documentales La batalla futura 1 y 2, en los que se explora a Bolaño por medio de conversaciones con sus amigos y familiares. Martín Solares le propuso a Mónica hacer un libro con esos testimonios. “Me daba miedo porque me daba pereza mental escuchar hablar de Bolaño con esa categorización crítica”, dice la periodista. Finalmente se convenció de hacerlo, y a finales del año pasado publicó en Almadía El hijo de Míster Playa, en el que mediante decenas de conversaciones reconstruye la vida del escritor desde su nacimiento. “Hay que sacar a Bolaño de las manos de su viuda, de su novia, de Villoro, de Sergio González Rodríguez, incluso de muchos de los personajes que entrevisto en mi libro”, opina Maristain.
Tal vez una de las secciones más divertidas y paradójicas del libro es en la que se acerca al movimiento infrarrealista, fundado por Bolaño y su amigo el poeta Mario Santiago Papasquiaro. Con El hijo de Míster Playa, Almadía armó un combo: la publicación de Arte & basura, una fabulosa compilación hecha por Luis Felipe Fabre de los poemitas que Mario Santiago escribía en los libros que le prestaban, en revistas, en portavasos, en cajetillas de cigarros y demás objetos que pasaban por sus manos. “Después de esculcar su archivo, creo que lo suyo no era una escritura que cupiera en el formato del libro convencional. Hay gente que escribe libros y hay gente que escribe”, dice Fabre.“Prefiero cogerme a 1 mujer / en la imaginación / que aguantarla siquiera / 1 segundo” era el tipo de grafías plasmaba Papasquiaro en diversas plataformas. Él vivió para ser un mito, adoptó la vida del poeta maldito y marginal, y murió atropellado en la ciudad de México. “Sus poemas ilegibles son los que más me gustan. No sé si es justo, fue lo que me interesó y me parece que hay una dimensión de la obra de Mario Santiago que pasaba por lo visual, por la intervención, por el poema ajeno, por lo vandálico, por lo grafitero”, dice Fabre. La mano de Alejandro Magallanes se nota claramente en la justa adaptación de un corpus que fue creado para vagar entre la basura de amigos y familiares, entre garabatos y el arte.
*Texto publicado en febrero de 2013 en la revista impresa de Gatopardo.
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