Klaus Kinski se enoja, avienta el micrófono, vocifera contra la audiencia que le reclama que su puesta en escena no vale la entrada de 50 marcos que han pagado. Es 1971 y este actor técnicamente alemán, pero nacido en Sopot, al norte de Polonia, se encuentra presentando un monólogo escrito por él mismo, basado en su propia visión del Nuevo Testamento, donde el propio Kinski toma el papel de Jesucristo. Tras leer el guión un empresario alemán se imaginó una gran gira de al menos 100 representaciones por toda Europa, por las que decidió pagar a Kinski cerca de un millón de marcos. Pero este actor, conocido por sus apariciones en varias películas de serie B y con la actitud de un divo, solo hizo una. Esa noche del 20 de noviembre de 1971, un grupo de cristianos que habían asistido a ver el monólogo, le reclamaron a Kinski su visión de la Biblia, donde aparecían referencias a Vietnam y a las comunas.
Algunos le gritan desde los asientos que “él no es Jesucristo”, que se baje. Otros más suben al escenario para interrumpirlo y le gritan “fascista”. Kinski desaparece tras las cortinillas del teatro y vuelve a aparecer aún más enojado, tanto que parece que los enormes y vidriosos ojos que le hicieron famoso, explotarían convirtiéndose en añicos. La ira de Kinski, el actor que en toda su vida hizo más de 150 películas, regresó al escenario para patear el micrófono tan fuerte como pudo. Poco a poco la audiencia se fue del teatro y ante un número menor de espectadores, y resignado ante las risas y los chiflidos, recita con una voz apagada lo que queda del monólogo.
La vida de Kinski fue así, casi siempre contracorriente. El documental que Werner Herzog hizo en 1999 titulado, Mi enemigo íntimo, trata sobre la relación laboral —casi simbiótica y destructiva— que tuvo con el actor que se entregaba siempre y hasta las últimas consecuencias al papel que le tocara representar, pero que estallaba a cada rato por cosas mínimas. Kinski se convirtió en el actor fetiche del ya mítico director alemán, pues quizá Herzog vio en él y en su locura, la potencia y la violencia de la naturaleza que quería explorar en todas sus películas. Esto llevó al binomio —uno de los más exitosos del cine europeo— a una montaña rusa emocional de cinco películas, donde pasaron de tener una profunda amistad y respeto, a un mutuo desprecio. [caption id="attachment_222614" align="aligncenter" width="600"]
Klaus Kinski / Fotografía vía redes sociales.[/caption]Kinski, irrepetible, nació el 18 de octubre de 1926. Según su autobiografía escrita en 1988 y titulada en español Yo necesito amor, nació hundido en la miseria dentro de un zoológico polaco. Según sus palabras, la miseria lo persiguió durante toda su infancia mientras él y su familia emigraron a Berlín buscando otro destino. A los 17 años perteneció a la Wehrmacht, la fuerza armada de la Alemania Nazi. Un año después, con Hitler en el poder y Berlín convertida en un enorme campo de batalla, fue capturado por los ingleses y llevado a un campo de prisioneros. Al finalizar la guerra descubrió en su carácter histriónico y una vocación en el mundo del cine. Estaba convencido de que era un genio y se volvería rico.Tras años de hacer películas y obras de teatro en Alemania e Italia, la mayoría de baja calidad, aprendió tres idiomas y consiguió un papel en el spaghetti western, Por unos dólaresmás, de Sergio Leone y en Doctor Zhivago de David Lean, ambas de 1965. Las cintas catapultaron la carrera de Kinski a una fructífera filmografía en la serie B, donde pudo explorar y explotar su peculiar forma de ser y pudo interpretar desde un gangster hasta un karateca, del Marqués de Sade a Drácula.[caption id="attachment_222613" align="aligncenter" width="600"]
Fotografía vía redes sociales.[/caption]Aguirre, la ira de dios, fue la primera película que unió a Klaus Kinski y a Werner Herzog. Filmada en 1972 y ubicada en el Perú del siglo XVI, trata sobre el cruento recorrido que hace un explorador español, llamado Lope de Aguirre, por ríos y selvas para encontrar El Dorado. Quizá esta sea una de las mejores interpretaciones de Kinski y quizá también, es una de las mejores películas de Herzog, pero el rodaje fue tortuoso. Las fronteras entre el personaje de Aguirre y Kinski se diluyeron en la desmesura. Al borde de la locura, Kinksi atacó con una pistola a los extras mientras descansaban jugando cartas, haciendo que un actor perdiera la falange del dedo índice. Después, durante una escena de pelea, atacó a Justo González, un actor de reparto con una espada en la cabeza, dejándole una herida profunda en el cráneo. Las explosiones de Klaus Kinski eran constantes y por cosas tan nimias como el catering. Muchas de estas violentas escenas terminaron en el corte final de la película y partes del rodaje formaron parte del documental que confirmó a Kinski como un icono de la locura.
Durante la filmación de Fitzcarraldo en 1982, una película que trata sobre un melómano y megalómano hombre que quiere construir una casa de ópera en medio de la selva, un grupo de indígenas harto de la actitud de Kinski, le propusieron a Herzog acabar con el hombre rubio de ojos saltones. Durante esta película inolvidable, donde un barco se hace pasar por una montaña, Kinksi amenazó al director con abandonar el set y Herzog le devolvió la amenaza diciendo que le dispararía con una escopeta si lo hacía.
Así fueron también los procesos de filmación de las otras películas que hicieron juntos: Woyzeck de 1978, Nosferatu de 1979 y Cobra Verde de 1987, la última cinta del dúo, que terminó de disolver por completo la productiva relación. En ese momento, Klaus Kinski estaba preocupado por concretar el proyecto más personal de su carrera: escribir, dirigir, protagonizar y hasta editar Paganini, inspirada en la vida del virtuoso violinista con quien se identificaba. El resultado es una película demencial, donde su esposa y su hijo formaron parte del reparto.Dos años después, a los 65 años, Kinski murió a causa de un infarto. Muchos, incluso el propio Herzog, pensaron que una de las causas de su muerte fue que el personaje de Paganini lo extinguió.[caption id="attachment_222612" align="aligncenter" width="600"]
Warner Herzog y Klaus Kinski / Fotografía obtenida vía redes sociales.[/caption]En 2008 se publicaron los registros psiquiátricos del actor, donde le diagnosticaron esquizofrenia tras atacar a su novia en 1950. Se dio a conocer que también padecía megalomanía y psicopatía. Además, en 2013 su hija Pola Kinski publicó un libro de memorias donde relata que su padre abusó de ella de los 5 a los 19 años. Desde entonces, el legado y la vida personal de este actor que cambió la cara y la historia del cine alemán de los años 70 y que dio grandes personajes a la aún activa filmografía de Werner Herzog sigue siendo tema de culto y debate.
*Fotografía de portada vía redes sociales.
No items found.
No items found.
No items found.
No items found.
Este polémico y conflictivo actor venerado en Europa, cumpliría hoy 92 años.
Klaus Kinski se enoja, avienta el micrófono, vocifera contra la audiencia que le reclama que su puesta en escena no vale la entrada de 50 marcos que han pagado. Es 1971 y este actor técnicamente alemán, pero nacido en Sopot, al norte de Polonia, se encuentra presentando un monólogo escrito por él mismo, basado en su propia visión del Nuevo Testamento, donde el propio Kinski toma el papel de Jesucristo. Tras leer el guión un empresario alemán se imaginó una gran gira de al menos 100 representaciones por toda Europa, por las que decidió pagar a Kinski cerca de un millón de marcos. Pero este actor, conocido por sus apariciones en varias películas de serie B y con la actitud de un divo, solo hizo una. Esa noche del 20 de noviembre de 1971, un grupo de cristianos que habían asistido a ver el monólogo, le reclamaron a Kinski su visión de la Biblia, donde aparecían referencias a Vietnam y a las comunas.
Algunos le gritan desde los asientos que “él no es Jesucristo”, que se baje. Otros más suben al escenario para interrumpirlo y le gritan “fascista”. Kinski desaparece tras las cortinillas del teatro y vuelve a aparecer aún más enojado, tanto que parece que los enormes y vidriosos ojos que le hicieron famoso, explotarían convirtiéndose en añicos. La ira de Kinski, el actor que en toda su vida hizo más de 150 películas, regresó al escenario para patear el micrófono tan fuerte como pudo. Poco a poco la audiencia se fue del teatro y ante un número menor de espectadores, y resignado ante las risas y los chiflidos, recita con una voz apagada lo que queda del monólogo.
La vida de Kinski fue así, casi siempre contracorriente. El documental que Werner Herzog hizo en 1999 titulado, Mi enemigo íntimo, trata sobre la relación laboral —casi simbiótica y destructiva— que tuvo con el actor que se entregaba siempre y hasta las últimas consecuencias al papel que le tocara representar, pero que estallaba a cada rato por cosas mínimas. Kinski se convirtió en el actor fetiche del ya mítico director alemán, pues quizá Herzog vio en él y en su locura, la potencia y la violencia de la naturaleza que quería explorar en todas sus películas. Esto llevó al binomio —uno de los más exitosos del cine europeo— a una montaña rusa emocional de cinco películas, donde pasaron de tener una profunda amistad y respeto, a un mutuo desprecio. [caption id="attachment_222614" align="aligncenter" width="600"]
Klaus Kinski / Fotografía vía redes sociales.[/caption]Kinski, irrepetible, nació el 18 de octubre de 1926. Según su autobiografía escrita en 1988 y titulada en español Yo necesito amor, nació hundido en la miseria dentro de un zoológico polaco. Según sus palabras, la miseria lo persiguió durante toda su infancia mientras él y su familia emigraron a Berlín buscando otro destino. A los 17 años perteneció a la Wehrmacht, la fuerza armada de la Alemania Nazi. Un año después, con Hitler en el poder y Berlín convertida en un enorme campo de batalla, fue capturado por los ingleses y llevado a un campo de prisioneros. Al finalizar la guerra descubrió en su carácter histriónico y una vocación en el mundo del cine. Estaba convencido de que era un genio y se volvería rico.Tras años de hacer películas y obras de teatro en Alemania e Italia, la mayoría de baja calidad, aprendió tres idiomas y consiguió un papel en el spaghetti western, Por unos dólaresmás, de Sergio Leone y en Doctor Zhivago de David Lean, ambas de 1965. Las cintas catapultaron la carrera de Kinski a una fructífera filmografía en la serie B, donde pudo explorar y explotar su peculiar forma de ser y pudo interpretar desde un gangster hasta un karateca, del Marqués de Sade a Drácula.[caption id="attachment_222613" align="aligncenter" width="600"]
Fotografía vía redes sociales.[/caption]Aguirre, la ira de dios, fue la primera película que unió a Klaus Kinski y a Werner Herzog. Filmada en 1972 y ubicada en el Perú del siglo XVI, trata sobre el cruento recorrido que hace un explorador español, llamado Lope de Aguirre, por ríos y selvas para encontrar El Dorado. Quizá esta sea una de las mejores interpretaciones de Kinski y quizá también, es una de las mejores películas de Herzog, pero el rodaje fue tortuoso. Las fronteras entre el personaje de Aguirre y Kinski se diluyeron en la desmesura. Al borde de la locura, Kinksi atacó con una pistola a los extras mientras descansaban jugando cartas, haciendo que un actor perdiera la falange del dedo índice. Después, durante una escena de pelea, atacó a Justo González, un actor de reparto con una espada en la cabeza, dejándole una herida profunda en el cráneo. Las explosiones de Klaus Kinski eran constantes y por cosas tan nimias como el catering. Muchas de estas violentas escenas terminaron en el corte final de la película y partes del rodaje formaron parte del documental que confirmó a Kinski como un icono de la locura.
Durante la filmación de Fitzcarraldo en 1982, una película que trata sobre un melómano y megalómano hombre que quiere construir una casa de ópera en medio de la selva, un grupo de indígenas harto de la actitud de Kinski, le propusieron a Herzog acabar con el hombre rubio de ojos saltones. Durante esta película inolvidable, donde un barco se hace pasar por una montaña, Kinksi amenazó al director con abandonar el set y Herzog le devolvió la amenaza diciendo que le dispararía con una escopeta si lo hacía.
Así fueron también los procesos de filmación de las otras películas que hicieron juntos: Woyzeck de 1978, Nosferatu de 1979 y Cobra Verde de 1987, la última cinta del dúo, que terminó de disolver por completo la productiva relación. En ese momento, Klaus Kinski estaba preocupado por concretar el proyecto más personal de su carrera: escribir, dirigir, protagonizar y hasta editar Paganini, inspirada en la vida del virtuoso violinista con quien se identificaba. El resultado es una película demencial, donde su esposa y su hijo formaron parte del reparto.Dos años después, a los 65 años, Kinski murió a causa de un infarto. Muchos, incluso el propio Herzog, pensaron que una de las causas de su muerte fue que el personaje de Paganini lo extinguió.[caption id="attachment_222612" align="aligncenter" width="600"]
Warner Herzog y Klaus Kinski / Fotografía obtenida vía redes sociales.[/caption]En 2008 se publicaron los registros psiquiátricos del actor, donde le diagnosticaron esquizofrenia tras atacar a su novia en 1950. Se dio a conocer que también padecía megalomanía y psicopatía. Además, en 2013 su hija Pola Kinski publicó un libro de memorias donde relata que su padre abusó de ella de los 5 a los 19 años. Desde entonces, el legado y la vida personal de este actor que cambió la cara y la historia del cine alemán de los años 70 y que dio grandes personajes a la aún activa filmografía de Werner Herzog sigue siendo tema de culto y debate.
*Fotografía de portada vía redes sociales.
Este polémico y conflictivo actor venerado en Europa, cumpliría hoy 92 años.
Klaus Kinski se enoja, avienta el micrófono, vocifera contra la audiencia que le reclama que su puesta en escena no vale la entrada de 50 marcos que han pagado. Es 1971 y este actor técnicamente alemán, pero nacido en Sopot, al norte de Polonia, se encuentra presentando un monólogo escrito por él mismo, basado en su propia visión del Nuevo Testamento, donde el propio Kinski toma el papel de Jesucristo. Tras leer el guión un empresario alemán se imaginó una gran gira de al menos 100 representaciones por toda Europa, por las que decidió pagar a Kinski cerca de un millón de marcos. Pero este actor, conocido por sus apariciones en varias películas de serie B y con la actitud de un divo, solo hizo una. Esa noche del 20 de noviembre de 1971, un grupo de cristianos que habían asistido a ver el monólogo, le reclamaron a Kinski su visión de la Biblia, donde aparecían referencias a Vietnam y a las comunas.
Algunos le gritan desde los asientos que “él no es Jesucristo”, que se baje. Otros más suben al escenario para interrumpirlo y le gritan “fascista”. Kinski desaparece tras las cortinillas del teatro y vuelve a aparecer aún más enojado, tanto que parece que los enormes y vidriosos ojos que le hicieron famoso, explotarían convirtiéndose en añicos. La ira de Kinski, el actor que en toda su vida hizo más de 150 películas, regresó al escenario para patear el micrófono tan fuerte como pudo. Poco a poco la audiencia se fue del teatro y ante un número menor de espectadores, y resignado ante las risas y los chiflidos, recita con una voz apagada lo que queda del monólogo.
La vida de Kinski fue así, casi siempre contracorriente. El documental que Werner Herzog hizo en 1999 titulado, Mi enemigo íntimo, trata sobre la relación laboral —casi simbiótica y destructiva— que tuvo con el actor que se entregaba siempre y hasta las últimas consecuencias al papel que le tocara representar, pero que estallaba a cada rato por cosas mínimas. Kinski se convirtió en el actor fetiche del ya mítico director alemán, pues quizá Herzog vio en él y en su locura, la potencia y la violencia de la naturaleza que quería explorar en todas sus películas. Esto llevó al binomio —uno de los más exitosos del cine europeo— a una montaña rusa emocional de cinco películas, donde pasaron de tener una profunda amistad y respeto, a un mutuo desprecio. [caption id="attachment_222614" align="aligncenter" width="600"]
Klaus Kinski / Fotografía vía redes sociales.[/caption]Kinski, irrepetible, nació el 18 de octubre de 1926. Según su autobiografía escrita en 1988 y titulada en español Yo necesito amor, nació hundido en la miseria dentro de un zoológico polaco. Según sus palabras, la miseria lo persiguió durante toda su infancia mientras él y su familia emigraron a Berlín buscando otro destino. A los 17 años perteneció a la Wehrmacht, la fuerza armada de la Alemania Nazi. Un año después, con Hitler en el poder y Berlín convertida en un enorme campo de batalla, fue capturado por los ingleses y llevado a un campo de prisioneros. Al finalizar la guerra descubrió en su carácter histriónico y una vocación en el mundo del cine. Estaba convencido de que era un genio y se volvería rico.Tras años de hacer películas y obras de teatro en Alemania e Italia, la mayoría de baja calidad, aprendió tres idiomas y consiguió un papel en el spaghetti western, Por unos dólaresmás, de Sergio Leone y en Doctor Zhivago de David Lean, ambas de 1965. Las cintas catapultaron la carrera de Kinski a una fructífera filmografía en la serie B, donde pudo explorar y explotar su peculiar forma de ser y pudo interpretar desde un gangster hasta un karateca, del Marqués de Sade a Drácula.[caption id="attachment_222613" align="aligncenter" width="600"]
Fotografía vía redes sociales.[/caption]Aguirre, la ira de dios, fue la primera película que unió a Klaus Kinski y a Werner Herzog. Filmada en 1972 y ubicada en el Perú del siglo XVI, trata sobre el cruento recorrido que hace un explorador español, llamado Lope de Aguirre, por ríos y selvas para encontrar El Dorado. Quizá esta sea una de las mejores interpretaciones de Kinski y quizá también, es una de las mejores películas de Herzog, pero el rodaje fue tortuoso. Las fronteras entre el personaje de Aguirre y Kinski se diluyeron en la desmesura. Al borde de la locura, Kinksi atacó con una pistola a los extras mientras descansaban jugando cartas, haciendo que un actor perdiera la falange del dedo índice. Después, durante una escena de pelea, atacó a Justo González, un actor de reparto con una espada en la cabeza, dejándole una herida profunda en el cráneo. Las explosiones de Klaus Kinski eran constantes y por cosas tan nimias como el catering. Muchas de estas violentas escenas terminaron en el corte final de la película y partes del rodaje formaron parte del documental que confirmó a Kinski como un icono de la locura.
Durante la filmación de Fitzcarraldo en 1982, una película que trata sobre un melómano y megalómano hombre que quiere construir una casa de ópera en medio de la selva, un grupo de indígenas harto de la actitud de Kinski, le propusieron a Herzog acabar con el hombre rubio de ojos saltones. Durante esta película inolvidable, donde un barco se hace pasar por una montaña, Kinksi amenazó al director con abandonar el set y Herzog le devolvió la amenaza diciendo que le dispararía con una escopeta si lo hacía.
Así fueron también los procesos de filmación de las otras películas que hicieron juntos: Woyzeck de 1978, Nosferatu de 1979 y Cobra Verde de 1987, la última cinta del dúo, que terminó de disolver por completo la productiva relación. En ese momento, Klaus Kinski estaba preocupado por concretar el proyecto más personal de su carrera: escribir, dirigir, protagonizar y hasta editar Paganini, inspirada en la vida del virtuoso violinista con quien se identificaba. El resultado es una película demencial, donde su esposa y su hijo formaron parte del reparto.Dos años después, a los 65 años, Kinski murió a causa de un infarto. Muchos, incluso el propio Herzog, pensaron que una de las causas de su muerte fue que el personaje de Paganini lo extinguió.[caption id="attachment_222612" align="aligncenter" width="600"]
Warner Herzog y Klaus Kinski / Fotografía obtenida vía redes sociales.[/caption]En 2008 se publicaron los registros psiquiátricos del actor, donde le diagnosticaron esquizofrenia tras atacar a su novia en 1950. Se dio a conocer que también padecía megalomanía y psicopatía. Además, en 2013 su hija Pola Kinski publicó un libro de memorias donde relata que su padre abusó de ella de los 5 a los 19 años. Desde entonces, el legado y la vida personal de este actor que cambió la cara y la historia del cine alemán de los años 70 y que dio grandes personajes a la aún activa filmografía de Werner Herzog sigue siendo tema de culto y debate.
*Fotografía de portada vía redes sociales.
Este polémico y conflictivo actor venerado en Europa, cumpliría hoy 92 años.
Klaus Kinski se enoja, avienta el micrófono, vocifera contra la audiencia que le reclama que su puesta en escena no vale la entrada de 50 marcos que han pagado. Es 1971 y este actor técnicamente alemán, pero nacido en Sopot, al norte de Polonia, se encuentra presentando un monólogo escrito por él mismo, basado en su propia visión del Nuevo Testamento, donde el propio Kinski toma el papel de Jesucristo. Tras leer el guión un empresario alemán se imaginó una gran gira de al menos 100 representaciones por toda Europa, por las que decidió pagar a Kinski cerca de un millón de marcos. Pero este actor, conocido por sus apariciones en varias películas de serie B y con la actitud de un divo, solo hizo una. Esa noche del 20 de noviembre de 1971, un grupo de cristianos que habían asistido a ver el monólogo, le reclamaron a Kinski su visión de la Biblia, donde aparecían referencias a Vietnam y a las comunas.
Algunos le gritan desde los asientos que “él no es Jesucristo”, que se baje. Otros más suben al escenario para interrumpirlo y le gritan “fascista”. Kinski desaparece tras las cortinillas del teatro y vuelve a aparecer aún más enojado, tanto que parece que los enormes y vidriosos ojos que le hicieron famoso, explotarían convirtiéndose en añicos. La ira de Kinski, el actor que en toda su vida hizo más de 150 películas, regresó al escenario para patear el micrófono tan fuerte como pudo. Poco a poco la audiencia se fue del teatro y ante un número menor de espectadores, y resignado ante las risas y los chiflidos, recita con una voz apagada lo que queda del monólogo.
La vida de Kinski fue así, casi siempre contracorriente. El documental que Werner Herzog hizo en 1999 titulado, Mi enemigo íntimo, trata sobre la relación laboral —casi simbiótica y destructiva— que tuvo con el actor que se entregaba siempre y hasta las últimas consecuencias al papel que le tocara representar, pero que estallaba a cada rato por cosas mínimas. Kinski se convirtió en el actor fetiche del ya mítico director alemán, pues quizá Herzog vio en él y en su locura, la potencia y la violencia de la naturaleza que quería explorar en todas sus películas. Esto llevó al binomio —uno de los más exitosos del cine europeo— a una montaña rusa emocional de cinco películas, donde pasaron de tener una profunda amistad y respeto, a un mutuo desprecio. [caption id="attachment_222614" align="aligncenter" width="600"]
Klaus Kinski / Fotografía vía redes sociales.[/caption]Kinski, irrepetible, nació el 18 de octubre de 1926. Según su autobiografía escrita en 1988 y titulada en español Yo necesito amor, nació hundido en la miseria dentro de un zoológico polaco. Según sus palabras, la miseria lo persiguió durante toda su infancia mientras él y su familia emigraron a Berlín buscando otro destino. A los 17 años perteneció a la Wehrmacht, la fuerza armada de la Alemania Nazi. Un año después, con Hitler en el poder y Berlín convertida en un enorme campo de batalla, fue capturado por los ingleses y llevado a un campo de prisioneros. Al finalizar la guerra descubrió en su carácter histriónico y una vocación en el mundo del cine. Estaba convencido de que era un genio y se volvería rico.Tras años de hacer películas y obras de teatro en Alemania e Italia, la mayoría de baja calidad, aprendió tres idiomas y consiguió un papel en el spaghetti western, Por unos dólaresmás, de Sergio Leone y en Doctor Zhivago de David Lean, ambas de 1965. Las cintas catapultaron la carrera de Kinski a una fructífera filmografía en la serie B, donde pudo explorar y explotar su peculiar forma de ser y pudo interpretar desde un gangster hasta un karateca, del Marqués de Sade a Drácula.[caption id="attachment_222613" align="aligncenter" width="600"]
Fotografía vía redes sociales.[/caption]Aguirre, la ira de dios, fue la primera película que unió a Klaus Kinski y a Werner Herzog. Filmada en 1972 y ubicada en el Perú del siglo XVI, trata sobre el cruento recorrido que hace un explorador español, llamado Lope de Aguirre, por ríos y selvas para encontrar El Dorado. Quizá esta sea una de las mejores interpretaciones de Kinski y quizá también, es una de las mejores películas de Herzog, pero el rodaje fue tortuoso. Las fronteras entre el personaje de Aguirre y Kinski se diluyeron en la desmesura. Al borde de la locura, Kinksi atacó con una pistola a los extras mientras descansaban jugando cartas, haciendo que un actor perdiera la falange del dedo índice. Después, durante una escena de pelea, atacó a Justo González, un actor de reparto con una espada en la cabeza, dejándole una herida profunda en el cráneo. Las explosiones de Klaus Kinski eran constantes y por cosas tan nimias como el catering. Muchas de estas violentas escenas terminaron en el corte final de la película y partes del rodaje formaron parte del documental que confirmó a Kinski como un icono de la locura.
Durante la filmación de Fitzcarraldo en 1982, una película que trata sobre un melómano y megalómano hombre que quiere construir una casa de ópera en medio de la selva, un grupo de indígenas harto de la actitud de Kinski, le propusieron a Herzog acabar con el hombre rubio de ojos saltones. Durante esta película inolvidable, donde un barco se hace pasar por una montaña, Kinksi amenazó al director con abandonar el set y Herzog le devolvió la amenaza diciendo que le dispararía con una escopeta si lo hacía.
Así fueron también los procesos de filmación de las otras películas que hicieron juntos: Woyzeck de 1978, Nosferatu de 1979 y Cobra Verde de 1987, la última cinta del dúo, que terminó de disolver por completo la productiva relación. En ese momento, Klaus Kinski estaba preocupado por concretar el proyecto más personal de su carrera: escribir, dirigir, protagonizar y hasta editar Paganini, inspirada en la vida del virtuoso violinista con quien se identificaba. El resultado es una película demencial, donde su esposa y su hijo formaron parte del reparto.Dos años después, a los 65 años, Kinski murió a causa de un infarto. Muchos, incluso el propio Herzog, pensaron que una de las causas de su muerte fue que el personaje de Paganini lo extinguió.[caption id="attachment_222612" align="aligncenter" width="600"]
Warner Herzog y Klaus Kinski / Fotografía obtenida vía redes sociales.[/caption]En 2008 se publicaron los registros psiquiátricos del actor, donde le diagnosticaron esquizofrenia tras atacar a su novia en 1950. Se dio a conocer que también padecía megalomanía y psicopatía. Además, en 2013 su hija Pola Kinski publicó un libro de memorias donde relata que su padre abusó de ella de los 5 a los 19 años. Desde entonces, el legado y la vida personal de este actor que cambió la cara y la historia del cine alemán de los años 70 y que dio grandes personajes a la aún activa filmografía de Werner Herzog sigue siendo tema de culto y debate.
*Fotografía de portada vía redes sociales.
Este polémico y conflictivo actor venerado en Europa, cumpliría hoy 92 años.
Klaus Kinski se enoja, avienta el micrófono, vocifera contra la audiencia que le reclama que su puesta en escena no vale la entrada de 50 marcos que han pagado. Es 1971 y este actor técnicamente alemán, pero nacido en Sopot, al norte de Polonia, se encuentra presentando un monólogo escrito por él mismo, basado en su propia visión del Nuevo Testamento, donde el propio Kinski toma el papel de Jesucristo. Tras leer el guión un empresario alemán se imaginó una gran gira de al menos 100 representaciones por toda Europa, por las que decidió pagar a Kinski cerca de un millón de marcos. Pero este actor, conocido por sus apariciones en varias películas de serie B y con la actitud de un divo, solo hizo una. Esa noche del 20 de noviembre de 1971, un grupo de cristianos que habían asistido a ver el monólogo, le reclamaron a Kinski su visión de la Biblia, donde aparecían referencias a Vietnam y a las comunas.
Algunos le gritan desde los asientos que “él no es Jesucristo”, que se baje. Otros más suben al escenario para interrumpirlo y le gritan “fascista”. Kinski desaparece tras las cortinillas del teatro y vuelve a aparecer aún más enojado, tanto que parece que los enormes y vidriosos ojos que le hicieron famoso, explotarían convirtiéndose en añicos. La ira de Kinski, el actor que en toda su vida hizo más de 150 películas, regresó al escenario para patear el micrófono tan fuerte como pudo. Poco a poco la audiencia se fue del teatro y ante un número menor de espectadores, y resignado ante las risas y los chiflidos, recita con una voz apagada lo que queda del monólogo.
La vida de Kinski fue así, casi siempre contracorriente. El documental que Werner Herzog hizo en 1999 titulado, Mi enemigo íntimo, trata sobre la relación laboral —casi simbiótica y destructiva— que tuvo con el actor que se entregaba siempre y hasta las últimas consecuencias al papel que le tocara representar, pero que estallaba a cada rato por cosas mínimas. Kinski se convirtió en el actor fetiche del ya mítico director alemán, pues quizá Herzog vio en él y en su locura, la potencia y la violencia de la naturaleza que quería explorar en todas sus películas. Esto llevó al binomio —uno de los más exitosos del cine europeo— a una montaña rusa emocional de cinco películas, donde pasaron de tener una profunda amistad y respeto, a un mutuo desprecio. [caption id="attachment_222614" align="aligncenter" width="600"]
Klaus Kinski / Fotografía vía redes sociales.[/caption]Kinski, irrepetible, nació el 18 de octubre de 1926. Según su autobiografía escrita en 1988 y titulada en español Yo necesito amor, nació hundido en la miseria dentro de un zoológico polaco. Según sus palabras, la miseria lo persiguió durante toda su infancia mientras él y su familia emigraron a Berlín buscando otro destino. A los 17 años perteneció a la Wehrmacht, la fuerza armada de la Alemania Nazi. Un año después, con Hitler en el poder y Berlín convertida en un enorme campo de batalla, fue capturado por los ingleses y llevado a un campo de prisioneros. Al finalizar la guerra descubrió en su carácter histriónico y una vocación en el mundo del cine. Estaba convencido de que era un genio y se volvería rico.Tras años de hacer películas y obras de teatro en Alemania e Italia, la mayoría de baja calidad, aprendió tres idiomas y consiguió un papel en el spaghetti western, Por unos dólaresmás, de Sergio Leone y en Doctor Zhivago de David Lean, ambas de 1965. Las cintas catapultaron la carrera de Kinski a una fructífera filmografía en la serie B, donde pudo explorar y explotar su peculiar forma de ser y pudo interpretar desde un gangster hasta un karateca, del Marqués de Sade a Drácula.[caption id="attachment_222613" align="aligncenter" width="600"]
Fotografía vía redes sociales.[/caption]Aguirre, la ira de dios, fue la primera película que unió a Klaus Kinski y a Werner Herzog. Filmada en 1972 y ubicada en el Perú del siglo XVI, trata sobre el cruento recorrido que hace un explorador español, llamado Lope de Aguirre, por ríos y selvas para encontrar El Dorado. Quizá esta sea una de las mejores interpretaciones de Kinski y quizá también, es una de las mejores películas de Herzog, pero el rodaje fue tortuoso. Las fronteras entre el personaje de Aguirre y Kinski se diluyeron en la desmesura. Al borde de la locura, Kinksi atacó con una pistola a los extras mientras descansaban jugando cartas, haciendo que un actor perdiera la falange del dedo índice. Después, durante una escena de pelea, atacó a Justo González, un actor de reparto con una espada en la cabeza, dejándole una herida profunda en el cráneo. Las explosiones de Klaus Kinski eran constantes y por cosas tan nimias como el catering. Muchas de estas violentas escenas terminaron en el corte final de la película y partes del rodaje formaron parte del documental que confirmó a Kinski como un icono de la locura.
Durante la filmación de Fitzcarraldo en 1982, una película que trata sobre un melómano y megalómano hombre que quiere construir una casa de ópera en medio de la selva, un grupo de indígenas harto de la actitud de Kinski, le propusieron a Herzog acabar con el hombre rubio de ojos saltones. Durante esta película inolvidable, donde un barco se hace pasar por una montaña, Kinksi amenazó al director con abandonar el set y Herzog le devolvió la amenaza diciendo que le dispararía con una escopeta si lo hacía.
Así fueron también los procesos de filmación de las otras películas que hicieron juntos: Woyzeck de 1978, Nosferatu de 1979 y Cobra Verde de 1987, la última cinta del dúo, que terminó de disolver por completo la productiva relación. En ese momento, Klaus Kinski estaba preocupado por concretar el proyecto más personal de su carrera: escribir, dirigir, protagonizar y hasta editar Paganini, inspirada en la vida del virtuoso violinista con quien se identificaba. El resultado es una película demencial, donde su esposa y su hijo formaron parte del reparto.Dos años después, a los 65 años, Kinski murió a causa de un infarto. Muchos, incluso el propio Herzog, pensaron que una de las causas de su muerte fue que el personaje de Paganini lo extinguió.[caption id="attachment_222612" align="aligncenter" width="600"]
Warner Herzog y Klaus Kinski / Fotografía obtenida vía redes sociales.[/caption]En 2008 se publicaron los registros psiquiátricos del actor, donde le diagnosticaron esquizofrenia tras atacar a su novia en 1950. Se dio a conocer que también padecía megalomanía y psicopatía. Además, en 2013 su hija Pola Kinski publicó un libro de memorias donde relata que su padre abusó de ella de los 5 a los 19 años. Desde entonces, el legado y la vida personal de este actor que cambió la cara y la historia del cine alemán de los años 70 y que dio grandes personajes a la aún activa filmografía de Werner Herzog sigue siendo tema de culto y debate.
*Fotografía de portada vía redes sociales.
Klaus Kinski se enoja, avienta el micrófono, vocifera contra la audiencia que le reclama que su puesta en escena no vale la entrada de 50 marcos que han pagado. Es 1971 y este actor técnicamente alemán, pero nacido en Sopot, al norte de Polonia, se encuentra presentando un monólogo escrito por él mismo, basado en su propia visión del Nuevo Testamento, donde el propio Kinski toma el papel de Jesucristo. Tras leer el guión un empresario alemán se imaginó una gran gira de al menos 100 representaciones por toda Europa, por las que decidió pagar a Kinski cerca de un millón de marcos. Pero este actor, conocido por sus apariciones en varias películas de serie B y con la actitud de un divo, solo hizo una. Esa noche del 20 de noviembre de 1971, un grupo de cristianos que habían asistido a ver el monólogo, le reclamaron a Kinski su visión de la Biblia, donde aparecían referencias a Vietnam y a las comunas.
Algunos le gritan desde los asientos que “él no es Jesucristo”, que se baje. Otros más suben al escenario para interrumpirlo y le gritan “fascista”. Kinski desaparece tras las cortinillas del teatro y vuelve a aparecer aún más enojado, tanto que parece que los enormes y vidriosos ojos que le hicieron famoso, explotarían convirtiéndose en añicos. La ira de Kinski, el actor que en toda su vida hizo más de 150 películas, regresó al escenario para patear el micrófono tan fuerte como pudo. Poco a poco la audiencia se fue del teatro y ante un número menor de espectadores, y resignado ante las risas y los chiflidos, recita con una voz apagada lo que queda del monólogo.
La vida de Kinski fue así, casi siempre contracorriente. El documental que Werner Herzog hizo en 1999 titulado, Mi enemigo íntimo, trata sobre la relación laboral —casi simbiótica y destructiva— que tuvo con el actor que se entregaba siempre y hasta las últimas consecuencias al papel que le tocara representar, pero que estallaba a cada rato por cosas mínimas. Kinski se convirtió en el actor fetiche del ya mítico director alemán, pues quizá Herzog vio en él y en su locura, la potencia y la violencia de la naturaleza que quería explorar en todas sus películas. Esto llevó al binomio —uno de los más exitosos del cine europeo— a una montaña rusa emocional de cinco películas, donde pasaron de tener una profunda amistad y respeto, a un mutuo desprecio. [caption id="attachment_222614" align="aligncenter" width="600"]
Klaus Kinski / Fotografía vía redes sociales.[/caption]Kinski, irrepetible, nació el 18 de octubre de 1926. Según su autobiografía escrita en 1988 y titulada en español Yo necesito amor, nació hundido en la miseria dentro de un zoológico polaco. Según sus palabras, la miseria lo persiguió durante toda su infancia mientras él y su familia emigraron a Berlín buscando otro destino. A los 17 años perteneció a la Wehrmacht, la fuerza armada de la Alemania Nazi. Un año después, con Hitler en el poder y Berlín convertida en un enorme campo de batalla, fue capturado por los ingleses y llevado a un campo de prisioneros. Al finalizar la guerra descubrió en su carácter histriónico y una vocación en el mundo del cine. Estaba convencido de que era un genio y se volvería rico.Tras años de hacer películas y obras de teatro en Alemania e Italia, la mayoría de baja calidad, aprendió tres idiomas y consiguió un papel en el spaghetti western, Por unos dólaresmás, de Sergio Leone y en Doctor Zhivago de David Lean, ambas de 1965. Las cintas catapultaron la carrera de Kinski a una fructífera filmografía en la serie B, donde pudo explorar y explotar su peculiar forma de ser y pudo interpretar desde un gangster hasta un karateca, del Marqués de Sade a Drácula.[caption id="attachment_222613" align="aligncenter" width="600"]
Fotografía vía redes sociales.[/caption]Aguirre, la ira de dios, fue la primera película que unió a Klaus Kinski y a Werner Herzog. Filmada en 1972 y ubicada en el Perú del siglo XVI, trata sobre el cruento recorrido que hace un explorador español, llamado Lope de Aguirre, por ríos y selvas para encontrar El Dorado. Quizá esta sea una de las mejores interpretaciones de Kinski y quizá también, es una de las mejores películas de Herzog, pero el rodaje fue tortuoso. Las fronteras entre el personaje de Aguirre y Kinski se diluyeron en la desmesura. Al borde de la locura, Kinksi atacó con una pistola a los extras mientras descansaban jugando cartas, haciendo que un actor perdiera la falange del dedo índice. Después, durante una escena de pelea, atacó a Justo González, un actor de reparto con una espada en la cabeza, dejándole una herida profunda en el cráneo. Las explosiones de Klaus Kinski eran constantes y por cosas tan nimias como el catering. Muchas de estas violentas escenas terminaron en el corte final de la película y partes del rodaje formaron parte del documental que confirmó a Kinski como un icono de la locura.
Durante la filmación de Fitzcarraldo en 1982, una película que trata sobre un melómano y megalómano hombre que quiere construir una casa de ópera en medio de la selva, un grupo de indígenas harto de la actitud de Kinski, le propusieron a Herzog acabar con el hombre rubio de ojos saltones. Durante esta película inolvidable, donde un barco se hace pasar por una montaña, Kinksi amenazó al director con abandonar el set y Herzog le devolvió la amenaza diciendo que le dispararía con una escopeta si lo hacía.
Así fueron también los procesos de filmación de las otras películas que hicieron juntos: Woyzeck de 1978, Nosferatu de 1979 y Cobra Verde de 1987, la última cinta del dúo, que terminó de disolver por completo la productiva relación. En ese momento, Klaus Kinski estaba preocupado por concretar el proyecto más personal de su carrera: escribir, dirigir, protagonizar y hasta editar Paganini, inspirada en la vida del virtuoso violinista con quien se identificaba. El resultado es una película demencial, donde su esposa y su hijo formaron parte del reparto.Dos años después, a los 65 años, Kinski murió a causa de un infarto. Muchos, incluso el propio Herzog, pensaron que una de las causas de su muerte fue que el personaje de Paganini lo extinguió.[caption id="attachment_222612" align="aligncenter" width="600"]
Warner Herzog y Klaus Kinski / Fotografía obtenida vía redes sociales.[/caption]En 2008 se publicaron los registros psiquiátricos del actor, donde le diagnosticaron esquizofrenia tras atacar a su novia en 1950. Se dio a conocer que también padecía megalomanía y psicopatía. Además, en 2013 su hija Pola Kinski publicó un libro de memorias donde relata que su padre abusó de ella de los 5 a los 19 años. Desde entonces, el legado y la vida personal de este actor que cambió la cara y la historia del cine alemán de los años 70 y que dio grandes personajes a la aún activa filmografía de Werner Herzog sigue siendo tema de culto y debate.
*Fotografía de portada vía redes sociales.
No items found.