“¿Cuánto tarda en llegar la luz del Sol a Júpiter?”, cuestionó Andrew a su profesora, aunque en realidad él conocía la respuesta. A sus cuatro años además de saber leer y escribir, era un ávido estudioso de la astronomía. La pregunta era un reto. Aburrido del ritmo de aprendizaje escolarizado que se para los niños de su edad, solía concentrarse en cosas más allá del jardín de niños, conducta que para los profesores era lo mismo que no poner atención. Aquella vez, el pequeño aceptó realizar las mismas actividades que sus compañeros sólo si recibía esa respuesta a cambio. Nadie supo contestarle. Lo enviaron a cambio a la dirección y de ahí a un centro psicopedagógico.
A los cuatro años, Andrew Almazán Anaya obtuvo un doble diagnóstico: Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) y sobredotación intelectual, situación por sí misma incompatible. En México, dos de cada tres diagnósticos de TDAH son erróneos, pues en realidad muchos de esos casos son de niños sobredotados. Pequeños más inteligentes que el promedio que en ocasiones tienen problemas de conducta y suelen ser medicados como si estuvieran enfermos cuando en realidad todo lo que necesitan es una educación más avanzada. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS) la sobredotación intelectual, a la cual se refiere como “giftedness”, equivalente a un coeficiente intelectual (IQ) superior a los 130 puntos, mientras que el promedio se encuentra en 100 puntos. En el caso mexicano, la puntuación promedio se localiza en 87 puntos.
Basado en este criterio, se calcula que el 3% de la población infantil es sobredotada, lo que equivaldría a un millón de casos en México, y más de 66 millones en el mundo. En entrevista para Gatopardo, el ahora doctor, Andrew Almazán, de 24 años, explicó que aunque han habido importantes avances a nivel nacional en la última década, aún hay mucho en qué trabajar, pues del millón que lanza la estadística, al momento solo se han detectado 8 mil casos. Una cifra positiva en comparación de los 50 casos detectados para 2010, año en que se fundó el Centro de Atención al Talento (CEDAT), una organización enfocada en atención y seguimiento a niños sobredotados en la que Almazán dirige el departamento de psicología a nivel nacional.
De acuerdo con la OMS hay ciertas características en las que los niños sobredotados coinciden, uno de los más comunes es que parecen distraídos cuando en realidad están concentrados en buscar nuevos conocimientos. Estos niños generan numerosas ideas y soluciones ante cualquier problema, comprenden y retienen fácilmente la información, son arriesgados y suelen ser responsables; son originales al combinar ideas, métodos y formas de expresión, y tienen la capacidad de concentrarse en un tema hasta que lo dominan.
“Es importante reconocer que los niños sobredotados son una minoría vulnerable, existe el mito de que como son más inteligentes, no requieren apoyo. Pero nadie diría eso del talento deportivo. Estos niños requieren de un ambiente adecuado, pues es un recurso humano que sino se aprovecha, se pierde”, explicó el Dr. Almazán. A pesar de que fue diagnosticado a los cuatro años, tuvo que seguir dentro del sistema escolarizado tradicional, del cual se despidió a los nueve años. Para ese entonces, ya había sufrido mucho rechazo por parte de profesores y compañeros, por lo que junto a sus padres decidió continuar sus estudios en un sistema de educación a distancia de la Academia Alfa y Omega, de Phoenix, Arizona.
A partir de entonces, la dinámica del niño cambió y potencializó su desarrollo autodidacta. Concluyó la primaria un año más tarde y a los 11, terminó la secundaria. A los 12 años, y en tan sólo dos meses y medio, terminó la preparatoria. Fue así como en 2007, Andrew Almazán, el niño genio mexicano, ya estaba listo para ingresar a la universidad. Con ese gran logro vino también un gran reto, pues no solamente fue aceptado para cursar medicina en la en la Universidad Panamericana, sino también Psicología en la Universidad del Valle de México. Él sabía que podría con las dos.
“Lo ideal es detectar a los niños desde pequeños, desde los dos o tres años. En el caso de México una de los principales factores de riesgo es la fuga de cerebros, sin embargo también está el hecho de que la inteligencia, con los años, puede disminuir por atrofia. El cerebro es un músculo, por lo tanto requiere de estimulación”, explicó Almazán. El diagnóstico es parte fundamental del proceso de apoyo y guía a los niños con sobredotación intelectual, para esto es necesario que sean sometidos a una serie de pruebas que permiten determinar si su IQ está por encima del promedio.
Es posible que dos niños obtengan la misma puntuación, pero la conformación de su inteligencia seguramente es muy distinta. Hay niños con gran habilidad verbal y de memoria, mientras que otros pueden ser mejores con el razonamiento. “Hay combinaciones muy diferentes de inteligencia. Una puntuación de más de 130 indica sobredotación, pero no todos son iguales”, detalla Almazán.
De acuerdo con la OMS, el TDAH no es el único mal diagnóstico al que están expuestos los niños con este perfil, también suelen ser diagnosticados con enfermedad de Asperger, debido al aislamiento social que muchos de estos niños sufren cuando se les obliga a permanecer en el programa de educación tradicional. El Dr. Almázan explica que “los niños sobredotados dejan de experimentar esta situación de aislamiento al ser reubicados en centros especializados donde convivan con sus iguales”. Por otro lado, también hay casos en los que el diagnóstico se confunde con autismo, mismo que según el CEDAT, es es más común conforme el IQ sea más alto, “La incidencia de este error diagnóstico alcanza un 90% en niños con un IQ mayor a 160”.
A los 16 años, Andrew Almazán se convirtió en el psicólogo más joven del mundo, de acuerdo con el World Records Academy, y a los 18 en el médico más joven de América Latina. Justo después de concluir su primera carrera universitaria, ingresó a la Maestría en en educación con especialidad en desarrollo cognitivo en el Tecnológico de Monterrey y al finalizar, ingresó al doctorado en Innovación Educativa en 2015, época en la que tuvo oportunidad de realizar un intercambio en la Universidad de Harvard.
Actualmente es delegado Académico representante de México en el Consejo Mundial de Niños Dotados y Talentosos con sede en la Universidad de Kentucky y presidente de la Federación Mexicana de Sobredotación Intelectual.
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El 3% de la población infantil tiene sobredotación, lo que equivale a un millón de casos en México.
“¿Cuánto tarda en llegar la luz del Sol a Júpiter?”, cuestionó Andrew a su profesora, aunque en realidad él conocía la respuesta. A sus cuatro años además de saber leer y escribir, era un ávido estudioso de la astronomía. La pregunta era un reto. Aburrido del ritmo de aprendizaje escolarizado que se para los niños de su edad, solía concentrarse en cosas más allá del jardín de niños, conducta que para los profesores era lo mismo que no poner atención. Aquella vez, el pequeño aceptó realizar las mismas actividades que sus compañeros sólo si recibía esa respuesta a cambio. Nadie supo contestarle. Lo enviaron a cambio a la dirección y de ahí a un centro psicopedagógico.
A los cuatro años, Andrew Almazán Anaya obtuvo un doble diagnóstico: Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) y sobredotación intelectual, situación por sí misma incompatible. En México, dos de cada tres diagnósticos de TDAH son erróneos, pues en realidad muchos de esos casos son de niños sobredotados. Pequeños más inteligentes que el promedio que en ocasiones tienen problemas de conducta y suelen ser medicados como si estuvieran enfermos cuando en realidad todo lo que necesitan es una educación más avanzada. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS) la sobredotación intelectual, a la cual se refiere como “giftedness”, equivalente a un coeficiente intelectual (IQ) superior a los 130 puntos, mientras que el promedio se encuentra en 100 puntos. En el caso mexicano, la puntuación promedio se localiza en 87 puntos.
Basado en este criterio, se calcula que el 3% de la población infantil es sobredotada, lo que equivaldría a un millón de casos en México, y más de 66 millones en el mundo. En entrevista para Gatopardo, el ahora doctor, Andrew Almazán, de 24 años, explicó que aunque han habido importantes avances a nivel nacional en la última década, aún hay mucho en qué trabajar, pues del millón que lanza la estadística, al momento solo se han detectado 8 mil casos. Una cifra positiva en comparación de los 50 casos detectados para 2010, año en que se fundó el Centro de Atención al Talento (CEDAT), una organización enfocada en atención y seguimiento a niños sobredotados en la que Almazán dirige el departamento de psicología a nivel nacional.
De acuerdo con la OMS hay ciertas características en las que los niños sobredotados coinciden, uno de los más comunes es que parecen distraídos cuando en realidad están concentrados en buscar nuevos conocimientos. Estos niños generan numerosas ideas y soluciones ante cualquier problema, comprenden y retienen fácilmente la información, son arriesgados y suelen ser responsables; son originales al combinar ideas, métodos y formas de expresión, y tienen la capacidad de concentrarse en un tema hasta que lo dominan.
“Es importante reconocer que los niños sobredotados son una minoría vulnerable, existe el mito de que como son más inteligentes, no requieren apoyo. Pero nadie diría eso del talento deportivo. Estos niños requieren de un ambiente adecuado, pues es un recurso humano que sino se aprovecha, se pierde”, explicó el Dr. Almazán. A pesar de que fue diagnosticado a los cuatro años, tuvo que seguir dentro del sistema escolarizado tradicional, del cual se despidió a los nueve años. Para ese entonces, ya había sufrido mucho rechazo por parte de profesores y compañeros, por lo que junto a sus padres decidió continuar sus estudios en un sistema de educación a distancia de la Academia Alfa y Omega, de Phoenix, Arizona.
A partir de entonces, la dinámica del niño cambió y potencializó su desarrollo autodidacta. Concluyó la primaria un año más tarde y a los 11, terminó la secundaria. A los 12 años, y en tan sólo dos meses y medio, terminó la preparatoria. Fue así como en 2007, Andrew Almazán, el niño genio mexicano, ya estaba listo para ingresar a la universidad. Con ese gran logro vino también un gran reto, pues no solamente fue aceptado para cursar medicina en la en la Universidad Panamericana, sino también Psicología en la Universidad del Valle de México. Él sabía que podría con las dos.
“Lo ideal es detectar a los niños desde pequeños, desde los dos o tres años. En el caso de México una de los principales factores de riesgo es la fuga de cerebros, sin embargo también está el hecho de que la inteligencia, con los años, puede disminuir por atrofia. El cerebro es un músculo, por lo tanto requiere de estimulación”, explicó Almazán. El diagnóstico es parte fundamental del proceso de apoyo y guía a los niños con sobredotación intelectual, para esto es necesario que sean sometidos a una serie de pruebas que permiten determinar si su IQ está por encima del promedio.
Es posible que dos niños obtengan la misma puntuación, pero la conformación de su inteligencia seguramente es muy distinta. Hay niños con gran habilidad verbal y de memoria, mientras que otros pueden ser mejores con el razonamiento. “Hay combinaciones muy diferentes de inteligencia. Una puntuación de más de 130 indica sobredotación, pero no todos son iguales”, detalla Almazán.
De acuerdo con la OMS, el TDAH no es el único mal diagnóstico al que están expuestos los niños con este perfil, también suelen ser diagnosticados con enfermedad de Asperger, debido al aislamiento social que muchos de estos niños sufren cuando se les obliga a permanecer en el programa de educación tradicional. El Dr. Almázan explica que “los niños sobredotados dejan de experimentar esta situación de aislamiento al ser reubicados en centros especializados donde convivan con sus iguales”. Por otro lado, también hay casos en los que el diagnóstico se confunde con autismo, mismo que según el CEDAT, es es más común conforme el IQ sea más alto, “La incidencia de este error diagnóstico alcanza un 90% en niños con un IQ mayor a 160”.
A los 16 años, Andrew Almazán se convirtió en el psicólogo más joven del mundo, de acuerdo con el World Records Academy, y a los 18 en el médico más joven de América Latina. Justo después de concluir su primera carrera universitaria, ingresó a la Maestría en en educación con especialidad en desarrollo cognitivo en el Tecnológico de Monterrey y al finalizar, ingresó al doctorado en Innovación Educativa en 2015, época en la que tuvo oportunidad de realizar un intercambio en la Universidad de Harvard.
Actualmente es delegado Académico representante de México en el Consejo Mundial de Niños Dotados y Talentosos con sede en la Universidad de Kentucky y presidente de la Federación Mexicana de Sobredotación Intelectual.
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El 3% de la población infantil tiene sobredotación, lo que equivale a un millón de casos en México.
“¿Cuánto tarda en llegar la luz del Sol a Júpiter?”, cuestionó Andrew a su profesora, aunque en realidad él conocía la respuesta. A sus cuatro años además de saber leer y escribir, era un ávido estudioso de la astronomía. La pregunta era un reto. Aburrido del ritmo de aprendizaje escolarizado que se para los niños de su edad, solía concentrarse en cosas más allá del jardín de niños, conducta que para los profesores era lo mismo que no poner atención. Aquella vez, el pequeño aceptó realizar las mismas actividades que sus compañeros sólo si recibía esa respuesta a cambio. Nadie supo contestarle. Lo enviaron a cambio a la dirección y de ahí a un centro psicopedagógico.
A los cuatro años, Andrew Almazán Anaya obtuvo un doble diagnóstico: Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) y sobredotación intelectual, situación por sí misma incompatible. En México, dos de cada tres diagnósticos de TDAH son erróneos, pues en realidad muchos de esos casos son de niños sobredotados. Pequeños más inteligentes que el promedio que en ocasiones tienen problemas de conducta y suelen ser medicados como si estuvieran enfermos cuando en realidad todo lo que necesitan es una educación más avanzada. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS) la sobredotación intelectual, a la cual se refiere como “giftedness”, equivalente a un coeficiente intelectual (IQ) superior a los 130 puntos, mientras que el promedio se encuentra en 100 puntos. En el caso mexicano, la puntuación promedio se localiza en 87 puntos.
Basado en este criterio, se calcula que el 3% de la población infantil es sobredotada, lo que equivaldría a un millón de casos en México, y más de 66 millones en el mundo. En entrevista para Gatopardo, el ahora doctor, Andrew Almazán, de 24 años, explicó que aunque han habido importantes avances a nivel nacional en la última década, aún hay mucho en qué trabajar, pues del millón que lanza la estadística, al momento solo se han detectado 8 mil casos. Una cifra positiva en comparación de los 50 casos detectados para 2010, año en que se fundó el Centro de Atención al Talento (CEDAT), una organización enfocada en atención y seguimiento a niños sobredotados en la que Almazán dirige el departamento de psicología a nivel nacional.
De acuerdo con la OMS hay ciertas características en las que los niños sobredotados coinciden, uno de los más comunes es que parecen distraídos cuando en realidad están concentrados en buscar nuevos conocimientos. Estos niños generan numerosas ideas y soluciones ante cualquier problema, comprenden y retienen fácilmente la información, son arriesgados y suelen ser responsables; son originales al combinar ideas, métodos y formas de expresión, y tienen la capacidad de concentrarse en un tema hasta que lo dominan.
“Es importante reconocer que los niños sobredotados son una minoría vulnerable, existe el mito de que como son más inteligentes, no requieren apoyo. Pero nadie diría eso del talento deportivo. Estos niños requieren de un ambiente adecuado, pues es un recurso humano que sino se aprovecha, se pierde”, explicó el Dr. Almazán. A pesar de que fue diagnosticado a los cuatro años, tuvo que seguir dentro del sistema escolarizado tradicional, del cual se despidió a los nueve años. Para ese entonces, ya había sufrido mucho rechazo por parte de profesores y compañeros, por lo que junto a sus padres decidió continuar sus estudios en un sistema de educación a distancia de la Academia Alfa y Omega, de Phoenix, Arizona.
A partir de entonces, la dinámica del niño cambió y potencializó su desarrollo autodidacta. Concluyó la primaria un año más tarde y a los 11, terminó la secundaria. A los 12 años, y en tan sólo dos meses y medio, terminó la preparatoria. Fue así como en 2007, Andrew Almazán, el niño genio mexicano, ya estaba listo para ingresar a la universidad. Con ese gran logro vino también un gran reto, pues no solamente fue aceptado para cursar medicina en la en la Universidad Panamericana, sino también Psicología en la Universidad del Valle de México. Él sabía que podría con las dos.
“Lo ideal es detectar a los niños desde pequeños, desde los dos o tres años. En el caso de México una de los principales factores de riesgo es la fuga de cerebros, sin embargo también está el hecho de que la inteligencia, con los años, puede disminuir por atrofia. El cerebro es un músculo, por lo tanto requiere de estimulación”, explicó Almazán. El diagnóstico es parte fundamental del proceso de apoyo y guía a los niños con sobredotación intelectual, para esto es necesario que sean sometidos a una serie de pruebas que permiten determinar si su IQ está por encima del promedio.
Es posible que dos niños obtengan la misma puntuación, pero la conformación de su inteligencia seguramente es muy distinta. Hay niños con gran habilidad verbal y de memoria, mientras que otros pueden ser mejores con el razonamiento. “Hay combinaciones muy diferentes de inteligencia. Una puntuación de más de 130 indica sobredotación, pero no todos son iguales”, detalla Almazán.
De acuerdo con la OMS, el TDAH no es el único mal diagnóstico al que están expuestos los niños con este perfil, también suelen ser diagnosticados con enfermedad de Asperger, debido al aislamiento social que muchos de estos niños sufren cuando se les obliga a permanecer en el programa de educación tradicional. El Dr. Almázan explica que “los niños sobredotados dejan de experimentar esta situación de aislamiento al ser reubicados en centros especializados donde convivan con sus iguales”. Por otro lado, también hay casos en los que el diagnóstico se confunde con autismo, mismo que según el CEDAT, es es más común conforme el IQ sea más alto, “La incidencia de este error diagnóstico alcanza un 90% en niños con un IQ mayor a 160”.
A los 16 años, Andrew Almazán se convirtió en el psicólogo más joven del mundo, de acuerdo con el World Records Academy, y a los 18 en el médico más joven de América Latina. Justo después de concluir su primera carrera universitaria, ingresó a la Maestría en en educación con especialidad en desarrollo cognitivo en el Tecnológico de Monterrey y al finalizar, ingresó al doctorado en Innovación Educativa en 2015, época en la que tuvo oportunidad de realizar un intercambio en la Universidad de Harvard.
Actualmente es delegado Académico representante de México en el Consejo Mundial de Niños Dotados y Talentosos con sede en la Universidad de Kentucky y presidente de la Federación Mexicana de Sobredotación Intelectual.
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El 3% de la población infantil tiene sobredotación, lo que equivale a un millón de casos en México.
“¿Cuánto tarda en llegar la luz del Sol a Júpiter?”, cuestionó Andrew a su profesora, aunque en realidad él conocía la respuesta. A sus cuatro años además de saber leer y escribir, era un ávido estudioso de la astronomía. La pregunta era un reto. Aburrido del ritmo de aprendizaje escolarizado que se para los niños de su edad, solía concentrarse en cosas más allá del jardín de niños, conducta que para los profesores era lo mismo que no poner atención. Aquella vez, el pequeño aceptó realizar las mismas actividades que sus compañeros sólo si recibía esa respuesta a cambio. Nadie supo contestarle. Lo enviaron a cambio a la dirección y de ahí a un centro psicopedagógico.
A los cuatro años, Andrew Almazán Anaya obtuvo un doble diagnóstico: Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) y sobredotación intelectual, situación por sí misma incompatible. En México, dos de cada tres diagnósticos de TDAH son erróneos, pues en realidad muchos de esos casos son de niños sobredotados. Pequeños más inteligentes que el promedio que en ocasiones tienen problemas de conducta y suelen ser medicados como si estuvieran enfermos cuando en realidad todo lo que necesitan es una educación más avanzada. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS) la sobredotación intelectual, a la cual se refiere como “giftedness”, equivalente a un coeficiente intelectual (IQ) superior a los 130 puntos, mientras que el promedio se encuentra en 100 puntos. En el caso mexicano, la puntuación promedio se localiza en 87 puntos.
Basado en este criterio, se calcula que el 3% de la población infantil es sobredotada, lo que equivaldría a un millón de casos en México, y más de 66 millones en el mundo. En entrevista para Gatopardo, el ahora doctor, Andrew Almazán, de 24 años, explicó que aunque han habido importantes avances a nivel nacional en la última década, aún hay mucho en qué trabajar, pues del millón que lanza la estadística, al momento solo se han detectado 8 mil casos. Una cifra positiva en comparación de los 50 casos detectados para 2010, año en que se fundó el Centro de Atención al Talento (CEDAT), una organización enfocada en atención y seguimiento a niños sobredotados en la que Almazán dirige el departamento de psicología a nivel nacional.
De acuerdo con la OMS hay ciertas características en las que los niños sobredotados coinciden, uno de los más comunes es que parecen distraídos cuando en realidad están concentrados en buscar nuevos conocimientos. Estos niños generan numerosas ideas y soluciones ante cualquier problema, comprenden y retienen fácilmente la información, son arriesgados y suelen ser responsables; son originales al combinar ideas, métodos y formas de expresión, y tienen la capacidad de concentrarse en un tema hasta que lo dominan.
“Es importante reconocer que los niños sobredotados son una minoría vulnerable, existe el mito de que como son más inteligentes, no requieren apoyo. Pero nadie diría eso del talento deportivo. Estos niños requieren de un ambiente adecuado, pues es un recurso humano que sino se aprovecha, se pierde”, explicó el Dr. Almazán. A pesar de que fue diagnosticado a los cuatro años, tuvo que seguir dentro del sistema escolarizado tradicional, del cual se despidió a los nueve años. Para ese entonces, ya había sufrido mucho rechazo por parte de profesores y compañeros, por lo que junto a sus padres decidió continuar sus estudios en un sistema de educación a distancia de la Academia Alfa y Omega, de Phoenix, Arizona.
A partir de entonces, la dinámica del niño cambió y potencializó su desarrollo autodidacta. Concluyó la primaria un año más tarde y a los 11, terminó la secundaria. A los 12 años, y en tan sólo dos meses y medio, terminó la preparatoria. Fue así como en 2007, Andrew Almazán, el niño genio mexicano, ya estaba listo para ingresar a la universidad. Con ese gran logro vino también un gran reto, pues no solamente fue aceptado para cursar medicina en la en la Universidad Panamericana, sino también Psicología en la Universidad del Valle de México. Él sabía que podría con las dos.
“Lo ideal es detectar a los niños desde pequeños, desde los dos o tres años. En el caso de México una de los principales factores de riesgo es la fuga de cerebros, sin embargo también está el hecho de que la inteligencia, con los años, puede disminuir por atrofia. El cerebro es un músculo, por lo tanto requiere de estimulación”, explicó Almazán. El diagnóstico es parte fundamental del proceso de apoyo y guía a los niños con sobredotación intelectual, para esto es necesario que sean sometidos a una serie de pruebas que permiten determinar si su IQ está por encima del promedio.
Es posible que dos niños obtengan la misma puntuación, pero la conformación de su inteligencia seguramente es muy distinta. Hay niños con gran habilidad verbal y de memoria, mientras que otros pueden ser mejores con el razonamiento. “Hay combinaciones muy diferentes de inteligencia. Una puntuación de más de 130 indica sobredotación, pero no todos son iguales”, detalla Almazán.
De acuerdo con la OMS, el TDAH no es el único mal diagnóstico al que están expuestos los niños con este perfil, también suelen ser diagnosticados con enfermedad de Asperger, debido al aislamiento social que muchos de estos niños sufren cuando se les obliga a permanecer en el programa de educación tradicional. El Dr. Almázan explica que “los niños sobredotados dejan de experimentar esta situación de aislamiento al ser reubicados en centros especializados donde convivan con sus iguales”. Por otro lado, también hay casos en los que el diagnóstico se confunde con autismo, mismo que según el CEDAT, es es más común conforme el IQ sea más alto, “La incidencia de este error diagnóstico alcanza un 90% en niños con un IQ mayor a 160”.
A los 16 años, Andrew Almazán se convirtió en el psicólogo más joven del mundo, de acuerdo con el World Records Academy, y a los 18 en el médico más joven de América Latina. Justo después de concluir su primera carrera universitaria, ingresó a la Maestría en en educación con especialidad en desarrollo cognitivo en el Tecnológico de Monterrey y al finalizar, ingresó al doctorado en Innovación Educativa en 2015, época en la que tuvo oportunidad de realizar un intercambio en la Universidad de Harvard.
Actualmente es delegado Académico representante de México en el Consejo Mundial de Niños Dotados y Talentosos con sede en la Universidad de Kentucky y presidente de la Federación Mexicana de Sobredotación Intelectual.
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El 3% de la población infantil tiene sobredotación, lo que equivale a un millón de casos en México.
“¿Cuánto tarda en llegar la luz del Sol a Júpiter?”, cuestionó Andrew a su profesora, aunque en realidad él conocía la respuesta. A sus cuatro años además de saber leer y escribir, era un ávido estudioso de la astronomía. La pregunta era un reto. Aburrido del ritmo de aprendizaje escolarizado que se para los niños de su edad, solía concentrarse en cosas más allá del jardín de niños, conducta que para los profesores era lo mismo que no poner atención. Aquella vez, el pequeño aceptó realizar las mismas actividades que sus compañeros sólo si recibía esa respuesta a cambio. Nadie supo contestarle. Lo enviaron a cambio a la dirección y de ahí a un centro psicopedagógico.
A los cuatro años, Andrew Almazán Anaya obtuvo un doble diagnóstico: Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) y sobredotación intelectual, situación por sí misma incompatible. En México, dos de cada tres diagnósticos de TDAH son erróneos, pues en realidad muchos de esos casos son de niños sobredotados. Pequeños más inteligentes que el promedio que en ocasiones tienen problemas de conducta y suelen ser medicados como si estuvieran enfermos cuando en realidad todo lo que necesitan es una educación más avanzada. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS) la sobredotación intelectual, a la cual se refiere como “giftedness”, equivalente a un coeficiente intelectual (IQ) superior a los 130 puntos, mientras que el promedio se encuentra en 100 puntos. En el caso mexicano, la puntuación promedio se localiza en 87 puntos.
Basado en este criterio, se calcula que el 3% de la población infantil es sobredotada, lo que equivaldría a un millón de casos en México, y más de 66 millones en el mundo. En entrevista para Gatopardo, el ahora doctor, Andrew Almazán, de 24 años, explicó que aunque han habido importantes avances a nivel nacional en la última década, aún hay mucho en qué trabajar, pues del millón que lanza la estadística, al momento solo se han detectado 8 mil casos. Una cifra positiva en comparación de los 50 casos detectados para 2010, año en que se fundó el Centro de Atención al Talento (CEDAT), una organización enfocada en atención y seguimiento a niños sobredotados en la que Almazán dirige el departamento de psicología a nivel nacional.
De acuerdo con la OMS hay ciertas características en las que los niños sobredotados coinciden, uno de los más comunes es que parecen distraídos cuando en realidad están concentrados en buscar nuevos conocimientos. Estos niños generan numerosas ideas y soluciones ante cualquier problema, comprenden y retienen fácilmente la información, son arriesgados y suelen ser responsables; son originales al combinar ideas, métodos y formas de expresión, y tienen la capacidad de concentrarse en un tema hasta que lo dominan.
“Es importante reconocer que los niños sobredotados son una minoría vulnerable, existe el mito de que como son más inteligentes, no requieren apoyo. Pero nadie diría eso del talento deportivo. Estos niños requieren de un ambiente adecuado, pues es un recurso humano que sino se aprovecha, se pierde”, explicó el Dr. Almazán. A pesar de que fue diagnosticado a los cuatro años, tuvo que seguir dentro del sistema escolarizado tradicional, del cual se despidió a los nueve años. Para ese entonces, ya había sufrido mucho rechazo por parte de profesores y compañeros, por lo que junto a sus padres decidió continuar sus estudios en un sistema de educación a distancia de la Academia Alfa y Omega, de Phoenix, Arizona.
A partir de entonces, la dinámica del niño cambió y potencializó su desarrollo autodidacta. Concluyó la primaria un año más tarde y a los 11, terminó la secundaria. A los 12 años, y en tan sólo dos meses y medio, terminó la preparatoria. Fue así como en 2007, Andrew Almazán, el niño genio mexicano, ya estaba listo para ingresar a la universidad. Con ese gran logro vino también un gran reto, pues no solamente fue aceptado para cursar medicina en la en la Universidad Panamericana, sino también Psicología en la Universidad del Valle de México. Él sabía que podría con las dos.
“Lo ideal es detectar a los niños desde pequeños, desde los dos o tres años. En el caso de México una de los principales factores de riesgo es la fuga de cerebros, sin embargo también está el hecho de que la inteligencia, con los años, puede disminuir por atrofia. El cerebro es un músculo, por lo tanto requiere de estimulación”, explicó Almazán. El diagnóstico es parte fundamental del proceso de apoyo y guía a los niños con sobredotación intelectual, para esto es necesario que sean sometidos a una serie de pruebas que permiten determinar si su IQ está por encima del promedio.
Es posible que dos niños obtengan la misma puntuación, pero la conformación de su inteligencia seguramente es muy distinta. Hay niños con gran habilidad verbal y de memoria, mientras que otros pueden ser mejores con el razonamiento. “Hay combinaciones muy diferentes de inteligencia. Una puntuación de más de 130 indica sobredotación, pero no todos son iguales”, detalla Almazán.
De acuerdo con la OMS, el TDAH no es el único mal diagnóstico al que están expuestos los niños con este perfil, también suelen ser diagnosticados con enfermedad de Asperger, debido al aislamiento social que muchos de estos niños sufren cuando se les obliga a permanecer en el programa de educación tradicional. El Dr. Almázan explica que “los niños sobredotados dejan de experimentar esta situación de aislamiento al ser reubicados en centros especializados donde convivan con sus iguales”. Por otro lado, también hay casos en los que el diagnóstico se confunde con autismo, mismo que según el CEDAT, es es más común conforme el IQ sea más alto, “La incidencia de este error diagnóstico alcanza un 90% en niños con un IQ mayor a 160”.
A los 16 años, Andrew Almazán se convirtió en el psicólogo más joven del mundo, de acuerdo con el World Records Academy, y a los 18 en el médico más joven de América Latina. Justo después de concluir su primera carrera universitaria, ingresó a la Maestría en en educación con especialidad en desarrollo cognitivo en el Tecnológico de Monterrey y al finalizar, ingresó al doctorado en Innovación Educativa en 2015, época en la que tuvo oportunidad de realizar un intercambio en la Universidad de Harvard.
Actualmente es delegado Académico representante de México en el Consejo Mundial de Niños Dotados y Talentosos con sede en la Universidad de Kentucky y presidente de la Federación Mexicana de Sobredotación Intelectual.
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“¿Cuánto tarda en llegar la luz del Sol a Júpiter?”, cuestionó Andrew a su profesora, aunque en realidad él conocía la respuesta. A sus cuatro años además de saber leer y escribir, era un ávido estudioso de la astronomía. La pregunta era un reto. Aburrido del ritmo de aprendizaje escolarizado que se para los niños de su edad, solía concentrarse en cosas más allá del jardín de niños, conducta que para los profesores era lo mismo que no poner atención. Aquella vez, el pequeño aceptó realizar las mismas actividades que sus compañeros sólo si recibía esa respuesta a cambio. Nadie supo contestarle. Lo enviaron a cambio a la dirección y de ahí a un centro psicopedagógico.
A los cuatro años, Andrew Almazán Anaya obtuvo un doble diagnóstico: Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) y sobredotación intelectual, situación por sí misma incompatible. En México, dos de cada tres diagnósticos de TDAH son erróneos, pues en realidad muchos de esos casos son de niños sobredotados. Pequeños más inteligentes que el promedio que en ocasiones tienen problemas de conducta y suelen ser medicados como si estuvieran enfermos cuando en realidad todo lo que necesitan es una educación más avanzada. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS) la sobredotación intelectual, a la cual se refiere como “giftedness”, equivalente a un coeficiente intelectual (IQ) superior a los 130 puntos, mientras que el promedio se encuentra en 100 puntos. En el caso mexicano, la puntuación promedio se localiza en 87 puntos.
Basado en este criterio, se calcula que el 3% de la población infantil es sobredotada, lo que equivaldría a un millón de casos en México, y más de 66 millones en el mundo. En entrevista para Gatopardo, el ahora doctor, Andrew Almazán, de 24 años, explicó que aunque han habido importantes avances a nivel nacional en la última década, aún hay mucho en qué trabajar, pues del millón que lanza la estadística, al momento solo se han detectado 8 mil casos. Una cifra positiva en comparación de los 50 casos detectados para 2010, año en que se fundó el Centro de Atención al Talento (CEDAT), una organización enfocada en atención y seguimiento a niños sobredotados en la que Almazán dirige el departamento de psicología a nivel nacional.
De acuerdo con la OMS hay ciertas características en las que los niños sobredotados coinciden, uno de los más comunes es que parecen distraídos cuando en realidad están concentrados en buscar nuevos conocimientos. Estos niños generan numerosas ideas y soluciones ante cualquier problema, comprenden y retienen fácilmente la información, son arriesgados y suelen ser responsables; son originales al combinar ideas, métodos y formas de expresión, y tienen la capacidad de concentrarse en un tema hasta que lo dominan.
“Es importante reconocer que los niños sobredotados son una minoría vulnerable, existe el mito de que como son más inteligentes, no requieren apoyo. Pero nadie diría eso del talento deportivo. Estos niños requieren de un ambiente adecuado, pues es un recurso humano que sino se aprovecha, se pierde”, explicó el Dr. Almazán. A pesar de que fue diagnosticado a los cuatro años, tuvo que seguir dentro del sistema escolarizado tradicional, del cual se despidió a los nueve años. Para ese entonces, ya había sufrido mucho rechazo por parte de profesores y compañeros, por lo que junto a sus padres decidió continuar sus estudios en un sistema de educación a distancia de la Academia Alfa y Omega, de Phoenix, Arizona.
A partir de entonces, la dinámica del niño cambió y potencializó su desarrollo autodidacta. Concluyó la primaria un año más tarde y a los 11, terminó la secundaria. A los 12 años, y en tan sólo dos meses y medio, terminó la preparatoria. Fue así como en 2007, Andrew Almazán, el niño genio mexicano, ya estaba listo para ingresar a la universidad. Con ese gran logro vino también un gran reto, pues no solamente fue aceptado para cursar medicina en la en la Universidad Panamericana, sino también Psicología en la Universidad del Valle de México. Él sabía que podría con las dos.
“Lo ideal es detectar a los niños desde pequeños, desde los dos o tres años. En el caso de México una de los principales factores de riesgo es la fuga de cerebros, sin embargo también está el hecho de que la inteligencia, con los años, puede disminuir por atrofia. El cerebro es un músculo, por lo tanto requiere de estimulación”, explicó Almazán. El diagnóstico es parte fundamental del proceso de apoyo y guía a los niños con sobredotación intelectual, para esto es necesario que sean sometidos a una serie de pruebas que permiten determinar si su IQ está por encima del promedio.
Es posible que dos niños obtengan la misma puntuación, pero la conformación de su inteligencia seguramente es muy distinta. Hay niños con gran habilidad verbal y de memoria, mientras que otros pueden ser mejores con el razonamiento. “Hay combinaciones muy diferentes de inteligencia. Una puntuación de más de 130 indica sobredotación, pero no todos son iguales”, detalla Almazán.
De acuerdo con la OMS, el TDAH no es el único mal diagnóstico al que están expuestos los niños con este perfil, también suelen ser diagnosticados con enfermedad de Asperger, debido al aislamiento social que muchos de estos niños sufren cuando se les obliga a permanecer en el programa de educación tradicional. El Dr. Almázan explica que “los niños sobredotados dejan de experimentar esta situación de aislamiento al ser reubicados en centros especializados donde convivan con sus iguales”. Por otro lado, también hay casos en los que el diagnóstico se confunde con autismo, mismo que según el CEDAT, es es más común conforme el IQ sea más alto, “La incidencia de este error diagnóstico alcanza un 90% en niños con un IQ mayor a 160”.
A los 16 años, Andrew Almazán se convirtió en el psicólogo más joven del mundo, de acuerdo con el World Records Academy, y a los 18 en el médico más joven de América Latina. Justo después de concluir su primera carrera universitaria, ingresó a la Maestría en en educación con especialidad en desarrollo cognitivo en el Tecnológico de Monterrey y al finalizar, ingresó al doctorado en Innovación Educativa en 2015, época en la que tuvo oportunidad de realizar un intercambio en la Universidad de Harvard.
Actualmente es delegado Académico representante de México en el Consejo Mundial de Niños Dotados y Talentosos con sede en la Universidad de Kentucky y presidente de la Federación Mexicana de Sobredotación Intelectual.
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