Si hay cuentos que invitan a ser devorados, procesados y hasta repensados, esos son los de Cómo piensan las piedras, de Brenda Lozano. Al leerlos, uno medita frases como aquella que dice “es preciso decir que en las historias de amor sólo cambia el orden de las palabras y que, en todo caso, el punto final a veces llega tarde”. Historias llenas de piedras que son testigos silenciosos que observan todo sin opinar, sin intervenir, acumuladores de tiempo y de historias. Una piedra en el riñón, una piedra en el camino, en el zapato como una relación que pesa. Es imposible imaginar en qué medida su joven autora está ahí reflejada.
Nacida en México en 1981, Lozano ha sido reconocida como una de los 39 mejores escritores latinoamericanos menores de 40 años por el Hay Festival, Conaculta y el Consejo Británico. Edita la revista literaria Make y es parte de la editorial Ugly Duckling Presse de Nueva York. Estudió Literatura en México y en Estados Unidos. Tiene poca estatura pero mucha narrativa. Cómo piensan las piedras es su tercer libro publicado (y primero de cuentos), luego de dos exitosas novelas: Todo nada (2009) y Cuaderno ideal (2014).
Desde chica le gustaron las rimas, aún cuando no entendía precisamente cómo funcionaban en la literatura, y fue así que elaboró una teoría sobre esta forma del lenguaje: “La idea que yo tenía de las rimas era que si dos cosas sabían bien, por ejemplo, un pie de piña y un Frutsi de uva, en mi mente hacían una rima inmediata porque eran dos cosas que sabían bien juntas”, dice en entrevista.
Editados por Alfaguara, se trata de 14 cuentos de distintas temáticas. Fueron escritos en diferentes momentos, a veces con distancia de tiempo entre ellos. Lozano hizo una curaduría y acomodó, sacó y volteó cuentos para dar la forma actual a este libro. “Hay algo como de línea del tiempo, podría parecer que hay muchísima distancia entre uno y otro, pero es como si fuera un álbum, digamos que el cuento que abre podría ser una foto de adolescente, y la de al lado es una foto de la infancia, y la que sigue una de adulto, pero que acomodados cronológicamente habría una línea más suave entre uno y otro”, dice Lozano.
Los cuentos hablan de historias cotidianas, de personas que están lidiando con una pérdida reciente, sobre una historia de amor, o narran una noche entre amigos. Son relatos con sentimientos que se palpan en detalles que Lozano escribe con minuciosidad, que permiten al lector que se acerque y pueda crear una relación con ellos. Son una suerte de pistas para conocer a sus personajes, o a ella, su amor por los animales o el gusto por la música clásica. Son ficciones, por supuesto, pero estas historias que Lozano cuenta son pedazos de su historia, asegura.
En “Monólogo de una fotocopiadora”, por ejemplo, narra sobre el desamor desde la perspectiva de una Xerox; curiosamente, para Lozano las fotocopias guardan las palabras que ella encuentra más preciadas, son “una de las formas de mi corazón”, como dice ella. “Han habido muchas mudanzas de por medio, rupturas amorosas, cambios, pero ahí están mis fotocopias conmigo, que son mucho más frágiles que los libros.” Las que le han significado y marcado más momentos, en las que están las palabras de Pessoa y otros escritores que tienen la misma pericia que Carl Sagan para mostrar universos que la formaron como lectora asidua.
El silencio y el tiempo son dos temas que, normalmente, incomodan. Son inciertos y, aunque perceptibles, invisibles. Así, las piedras viven en silencio. Existen desde el inicio de los tiempos y del pasado nada cuentan. Lo guardan, como en un libro escrito con tinta invisible. Cómo piensan las piedras es el ejercicio de vivir como una piedra, un libro que cuenta de emociones humanas, las pérdidas, el enamoramiento, el enojo, con el esfuerzo de imaginar el “cómo sería si…” en 14 perspectivas.
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La escritora mexicana Brenda Lozano es parte de la lista Bogotá39. Alfaguara edita su más reciente libro de relatos breves.
Si hay cuentos que invitan a ser devorados, procesados y hasta repensados, esos son los de Cómo piensan las piedras, de Brenda Lozano. Al leerlos, uno medita frases como aquella que dice “es preciso decir que en las historias de amor sólo cambia el orden de las palabras y que, en todo caso, el punto final a veces llega tarde”. Historias llenas de piedras que son testigos silenciosos que observan todo sin opinar, sin intervenir, acumuladores de tiempo y de historias. Una piedra en el riñón, una piedra en el camino, en el zapato como una relación que pesa. Es imposible imaginar en qué medida su joven autora está ahí reflejada.
Nacida en México en 1981, Lozano ha sido reconocida como una de los 39 mejores escritores latinoamericanos menores de 40 años por el Hay Festival, Conaculta y el Consejo Británico. Edita la revista literaria Make y es parte de la editorial Ugly Duckling Presse de Nueva York. Estudió Literatura en México y en Estados Unidos. Tiene poca estatura pero mucha narrativa. Cómo piensan las piedras es su tercer libro publicado (y primero de cuentos), luego de dos exitosas novelas: Todo nada (2009) y Cuaderno ideal (2014).
Desde chica le gustaron las rimas, aún cuando no entendía precisamente cómo funcionaban en la literatura, y fue así que elaboró una teoría sobre esta forma del lenguaje: “La idea que yo tenía de las rimas era que si dos cosas sabían bien, por ejemplo, un pie de piña y un Frutsi de uva, en mi mente hacían una rima inmediata porque eran dos cosas que sabían bien juntas”, dice en entrevista.
Editados por Alfaguara, se trata de 14 cuentos de distintas temáticas. Fueron escritos en diferentes momentos, a veces con distancia de tiempo entre ellos. Lozano hizo una curaduría y acomodó, sacó y volteó cuentos para dar la forma actual a este libro. “Hay algo como de línea del tiempo, podría parecer que hay muchísima distancia entre uno y otro, pero es como si fuera un álbum, digamos que el cuento que abre podría ser una foto de adolescente, y la de al lado es una foto de la infancia, y la que sigue una de adulto, pero que acomodados cronológicamente habría una línea más suave entre uno y otro”, dice Lozano.
Los cuentos hablan de historias cotidianas, de personas que están lidiando con una pérdida reciente, sobre una historia de amor, o narran una noche entre amigos. Son relatos con sentimientos que se palpan en detalles que Lozano escribe con minuciosidad, que permiten al lector que se acerque y pueda crear una relación con ellos. Son una suerte de pistas para conocer a sus personajes, o a ella, su amor por los animales o el gusto por la música clásica. Son ficciones, por supuesto, pero estas historias que Lozano cuenta son pedazos de su historia, asegura.
En “Monólogo de una fotocopiadora”, por ejemplo, narra sobre el desamor desde la perspectiva de una Xerox; curiosamente, para Lozano las fotocopias guardan las palabras que ella encuentra más preciadas, son “una de las formas de mi corazón”, como dice ella. “Han habido muchas mudanzas de por medio, rupturas amorosas, cambios, pero ahí están mis fotocopias conmigo, que son mucho más frágiles que los libros.” Las que le han significado y marcado más momentos, en las que están las palabras de Pessoa y otros escritores que tienen la misma pericia que Carl Sagan para mostrar universos que la formaron como lectora asidua.
El silencio y el tiempo son dos temas que, normalmente, incomodan. Son inciertos y, aunque perceptibles, invisibles. Así, las piedras viven en silencio. Existen desde el inicio de los tiempos y del pasado nada cuentan. Lo guardan, como en un libro escrito con tinta invisible. Cómo piensan las piedras es el ejercicio de vivir como una piedra, un libro que cuenta de emociones humanas, las pérdidas, el enamoramiento, el enojo, con el esfuerzo de imaginar el “cómo sería si…” en 14 perspectivas.
La escritora mexicana Brenda Lozano es parte de la lista Bogotá39. Alfaguara edita su más reciente libro de relatos breves.
Si hay cuentos que invitan a ser devorados, procesados y hasta repensados, esos son los de Cómo piensan las piedras, de Brenda Lozano. Al leerlos, uno medita frases como aquella que dice “es preciso decir que en las historias de amor sólo cambia el orden de las palabras y que, en todo caso, el punto final a veces llega tarde”. Historias llenas de piedras que son testigos silenciosos que observan todo sin opinar, sin intervenir, acumuladores de tiempo y de historias. Una piedra en el riñón, una piedra en el camino, en el zapato como una relación que pesa. Es imposible imaginar en qué medida su joven autora está ahí reflejada.
Nacida en México en 1981, Lozano ha sido reconocida como una de los 39 mejores escritores latinoamericanos menores de 40 años por el Hay Festival, Conaculta y el Consejo Británico. Edita la revista literaria Make y es parte de la editorial Ugly Duckling Presse de Nueva York. Estudió Literatura en México y en Estados Unidos. Tiene poca estatura pero mucha narrativa. Cómo piensan las piedras es su tercer libro publicado (y primero de cuentos), luego de dos exitosas novelas: Todo nada (2009) y Cuaderno ideal (2014).
Desde chica le gustaron las rimas, aún cuando no entendía precisamente cómo funcionaban en la literatura, y fue así que elaboró una teoría sobre esta forma del lenguaje: “La idea que yo tenía de las rimas era que si dos cosas sabían bien, por ejemplo, un pie de piña y un Frutsi de uva, en mi mente hacían una rima inmediata porque eran dos cosas que sabían bien juntas”, dice en entrevista.
Editados por Alfaguara, se trata de 14 cuentos de distintas temáticas. Fueron escritos en diferentes momentos, a veces con distancia de tiempo entre ellos. Lozano hizo una curaduría y acomodó, sacó y volteó cuentos para dar la forma actual a este libro. “Hay algo como de línea del tiempo, podría parecer que hay muchísima distancia entre uno y otro, pero es como si fuera un álbum, digamos que el cuento que abre podría ser una foto de adolescente, y la de al lado es una foto de la infancia, y la que sigue una de adulto, pero que acomodados cronológicamente habría una línea más suave entre uno y otro”, dice Lozano.
Los cuentos hablan de historias cotidianas, de personas que están lidiando con una pérdida reciente, sobre una historia de amor, o narran una noche entre amigos. Son relatos con sentimientos que se palpan en detalles que Lozano escribe con minuciosidad, que permiten al lector que se acerque y pueda crear una relación con ellos. Son una suerte de pistas para conocer a sus personajes, o a ella, su amor por los animales o el gusto por la música clásica. Son ficciones, por supuesto, pero estas historias que Lozano cuenta son pedazos de su historia, asegura.
En “Monólogo de una fotocopiadora”, por ejemplo, narra sobre el desamor desde la perspectiva de una Xerox; curiosamente, para Lozano las fotocopias guardan las palabras que ella encuentra más preciadas, son “una de las formas de mi corazón”, como dice ella. “Han habido muchas mudanzas de por medio, rupturas amorosas, cambios, pero ahí están mis fotocopias conmigo, que son mucho más frágiles que los libros.” Las que le han significado y marcado más momentos, en las que están las palabras de Pessoa y otros escritores que tienen la misma pericia que Carl Sagan para mostrar universos que la formaron como lectora asidua.
El silencio y el tiempo son dos temas que, normalmente, incomodan. Son inciertos y, aunque perceptibles, invisibles. Así, las piedras viven en silencio. Existen desde el inicio de los tiempos y del pasado nada cuentan. Lo guardan, como en un libro escrito con tinta invisible. Cómo piensan las piedras es el ejercicio de vivir como una piedra, un libro que cuenta de emociones humanas, las pérdidas, el enamoramiento, el enojo, con el esfuerzo de imaginar el “cómo sería si…” en 14 perspectivas.
La escritora mexicana Brenda Lozano es parte de la lista Bogotá39. Alfaguara edita su más reciente libro de relatos breves.
Si hay cuentos que invitan a ser devorados, procesados y hasta repensados, esos son los de Cómo piensan las piedras, de Brenda Lozano. Al leerlos, uno medita frases como aquella que dice “es preciso decir que en las historias de amor sólo cambia el orden de las palabras y que, en todo caso, el punto final a veces llega tarde”. Historias llenas de piedras que son testigos silenciosos que observan todo sin opinar, sin intervenir, acumuladores de tiempo y de historias. Una piedra en el riñón, una piedra en el camino, en el zapato como una relación que pesa. Es imposible imaginar en qué medida su joven autora está ahí reflejada.
Nacida en México en 1981, Lozano ha sido reconocida como una de los 39 mejores escritores latinoamericanos menores de 40 años por el Hay Festival, Conaculta y el Consejo Británico. Edita la revista literaria Make y es parte de la editorial Ugly Duckling Presse de Nueva York. Estudió Literatura en México y en Estados Unidos. Tiene poca estatura pero mucha narrativa. Cómo piensan las piedras es su tercer libro publicado (y primero de cuentos), luego de dos exitosas novelas: Todo nada (2009) y Cuaderno ideal (2014).
Desde chica le gustaron las rimas, aún cuando no entendía precisamente cómo funcionaban en la literatura, y fue así que elaboró una teoría sobre esta forma del lenguaje: “La idea que yo tenía de las rimas era que si dos cosas sabían bien, por ejemplo, un pie de piña y un Frutsi de uva, en mi mente hacían una rima inmediata porque eran dos cosas que sabían bien juntas”, dice en entrevista.
Editados por Alfaguara, se trata de 14 cuentos de distintas temáticas. Fueron escritos en diferentes momentos, a veces con distancia de tiempo entre ellos. Lozano hizo una curaduría y acomodó, sacó y volteó cuentos para dar la forma actual a este libro. “Hay algo como de línea del tiempo, podría parecer que hay muchísima distancia entre uno y otro, pero es como si fuera un álbum, digamos que el cuento que abre podría ser una foto de adolescente, y la de al lado es una foto de la infancia, y la que sigue una de adulto, pero que acomodados cronológicamente habría una línea más suave entre uno y otro”, dice Lozano.
Los cuentos hablan de historias cotidianas, de personas que están lidiando con una pérdida reciente, sobre una historia de amor, o narran una noche entre amigos. Son relatos con sentimientos que se palpan en detalles que Lozano escribe con minuciosidad, que permiten al lector que se acerque y pueda crear una relación con ellos. Son una suerte de pistas para conocer a sus personajes, o a ella, su amor por los animales o el gusto por la música clásica. Son ficciones, por supuesto, pero estas historias que Lozano cuenta son pedazos de su historia, asegura.
En “Monólogo de una fotocopiadora”, por ejemplo, narra sobre el desamor desde la perspectiva de una Xerox; curiosamente, para Lozano las fotocopias guardan las palabras que ella encuentra más preciadas, son “una de las formas de mi corazón”, como dice ella. “Han habido muchas mudanzas de por medio, rupturas amorosas, cambios, pero ahí están mis fotocopias conmigo, que son mucho más frágiles que los libros.” Las que le han significado y marcado más momentos, en las que están las palabras de Pessoa y otros escritores que tienen la misma pericia que Carl Sagan para mostrar universos que la formaron como lectora asidua.
El silencio y el tiempo son dos temas que, normalmente, incomodan. Son inciertos y, aunque perceptibles, invisibles. Así, las piedras viven en silencio. Existen desde el inicio de los tiempos y del pasado nada cuentan. Lo guardan, como en un libro escrito con tinta invisible. Cómo piensan las piedras es el ejercicio de vivir como una piedra, un libro que cuenta de emociones humanas, las pérdidas, el enamoramiento, el enojo, con el esfuerzo de imaginar el “cómo sería si…” en 14 perspectivas.
La escritora mexicana Brenda Lozano es parte de la lista Bogotá39. Alfaguara edita su más reciente libro de relatos breves.
Si hay cuentos que invitan a ser devorados, procesados y hasta repensados, esos son los de Cómo piensan las piedras, de Brenda Lozano. Al leerlos, uno medita frases como aquella que dice “es preciso decir que en las historias de amor sólo cambia el orden de las palabras y que, en todo caso, el punto final a veces llega tarde”. Historias llenas de piedras que son testigos silenciosos que observan todo sin opinar, sin intervenir, acumuladores de tiempo y de historias. Una piedra en el riñón, una piedra en el camino, en el zapato como una relación que pesa. Es imposible imaginar en qué medida su joven autora está ahí reflejada.
Nacida en México en 1981, Lozano ha sido reconocida como una de los 39 mejores escritores latinoamericanos menores de 40 años por el Hay Festival, Conaculta y el Consejo Británico. Edita la revista literaria Make y es parte de la editorial Ugly Duckling Presse de Nueva York. Estudió Literatura en México y en Estados Unidos. Tiene poca estatura pero mucha narrativa. Cómo piensan las piedras es su tercer libro publicado (y primero de cuentos), luego de dos exitosas novelas: Todo nada (2009) y Cuaderno ideal (2014).
Desde chica le gustaron las rimas, aún cuando no entendía precisamente cómo funcionaban en la literatura, y fue así que elaboró una teoría sobre esta forma del lenguaje: “La idea que yo tenía de las rimas era que si dos cosas sabían bien, por ejemplo, un pie de piña y un Frutsi de uva, en mi mente hacían una rima inmediata porque eran dos cosas que sabían bien juntas”, dice en entrevista.
Editados por Alfaguara, se trata de 14 cuentos de distintas temáticas. Fueron escritos en diferentes momentos, a veces con distancia de tiempo entre ellos. Lozano hizo una curaduría y acomodó, sacó y volteó cuentos para dar la forma actual a este libro. “Hay algo como de línea del tiempo, podría parecer que hay muchísima distancia entre uno y otro, pero es como si fuera un álbum, digamos que el cuento que abre podría ser una foto de adolescente, y la de al lado es una foto de la infancia, y la que sigue una de adulto, pero que acomodados cronológicamente habría una línea más suave entre uno y otro”, dice Lozano.
Los cuentos hablan de historias cotidianas, de personas que están lidiando con una pérdida reciente, sobre una historia de amor, o narran una noche entre amigos. Son relatos con sentimientos que se palpan en detalles que Lozano escribe con minuciosidad, que permiten al lector que se acerque y pueda crear una relación con ellos. Son una suerte de pistas para conocer a sus personajes, o a ella, su amor por los animales o el gusto por la música clásica. Son ficciones, por supuesto, pero estas historias que Lozano cuenta son pedazos de su historia, asegura.
En “Monólogo de una fotocopiadora”, por ejemplo, narra sobre el desamor desde la perspectiva de una Xerox; curiosamente, para Lozano las fotocopias guardan las palabras que ella encuentra más preciadas, son “una de las formas de mi corazón”, como dice ella. “Han habido muchas mudanzas de por medio, rupturas amorosas, cambios, pero ahí están mis fotocopias conmigo, que son mucho más frágiles que los libros.” Las que le han significado y marcado más momentos, en las que están las palabras de Pessoa y otros escritores que tienen la misma pericia que Carl Sagan para mostrar universos que la formaron como lectora asidua.
El silencio y el tiempo son dos temas que, normalmente, incomodan. Son inciertos y, aunque perceptibles, invisibles. Así, las piedras viven en silencio. Existen desde el inicio de los tiempos y del pasado nada cuentan. Lo guardan, como en un libro escrito con tinta invisible. Cómo piensan las piedras es el ejercicio de vivir como una piedra, un libro que cuenta de emociones humanas, las pérdidas, el enamoramiento, el enojo, con el esfuerzo de imaginar el “cómo sería si…” en 14 perspectivas.
Si hay cuentos que invitan a ser devorados, procesados y hasta repensados, esos son los de Cómo piensan las piedras, de Brenda Lozano. Al leerlos, uno medita frases como aquella que dice “es preciso decir que en las historias de amor sólo cambia el orden de las palabras y que, en todo caso, el punto final a veces llega tarde”. Historias llenas de piedras que son testigos silenciosos que observan todo sin opinar, sin intervenir, acumuladores de tiempo y de historias. Una piedra en el riñón, una piedra en el camino, en el zapato como una relación que pesa. Es imposible imaginar en qué medida su joven autora está ahí reflejada.
Nacida en México en 1981, Lozano ha sido reconocida como una de los 39 mejores escritores latinoamericanos menores de 40 años por el Hay Festival, Conaculta y el Consejo Británico. Edita la revista literaria Make y es parte de la editorial Ugly Duckling Presse de Nueva York. Estudió Literatura en México y en Estados Unidos. Tiene poca estatura pero mucha narrativa. Cómo piensan las piedras es su tercer libro publicado (y primero de cuentos), luego de dos exitosas novelas: Todo nada (2009) y Cuaderno ideal (2014).
Desde chica le gustaron las rimas, aún cuando no entendía precisamente cómo funcionaban en la literatura, y fue así que elaboró una teoría sobre esta forma del lenguaje: “La idea que yo tenía de las rimas era que si dos cosas sabían bien, por ejemplo, un pie de piña y un Frutsi de uva, en mi mente hacían una rima inmediata porque eran dos cosas que sabían bien juntas”, dice en entrevista.
Editados por Alfaguara, se trata de 14 cuentos de distintas temáticas. Fueron escritos en diferentes momentos, a veces con distancia de tiempo entre ellos. Lozano hizo una curaduría y acomodó, sacó y volteó cuentos para dar la forma actual a este libro. “Hay algo como de línea del tiempo, podría parecer que hay muchísima distancia entre uno y otro, pero es como si fuera un álbum, digamos que el cuento que abre podría ser una foto de adolescente, y la de al lado es una foto de la infancia, y la que sigue una de adulto, pero que acomodados cronológicamente habría una línea más suave entre uno y otro”, dice Lozano.
Los cuentos hablan de historias cotidianas, de personas que están lidiando con una pérdida reciente, sobre una historia de amor, o narran una noche entre amigos. Son relatos con sentimientos que se palpan en detalles que Lozano escribe con minuciosidad, que permiten al lector que se acerque y pueda crear una relación con ellos. Son una suerte de pistas para conocer a sus personajes, o a ella, su amor por los animales o el gusto por la música clásica. Son ficciones, por supuesto, pero estas historias que Lozano cuenta son pedazos de su historia, asegura.
En “Monólogo de una fotocopiadora”, por ejemplo, narra sobre el desamor desde la perspectiva de una Xerox; curiosamente, para Lozano las fotocopias guardan las palabras que ella encuentra más preciadas, son “una de las formas de mi corazón”, como dice ella. “Han habido muchas mudanzas de por medio, rupturas amorosas, cambios, pero ahí están mis fotocopias conmigo, que son mucho más frágiles que los libros.” Las que le han significado y marcado más momentos, en las que están las palabras de Pessoa y otros escritores que tienen la misma pericia que Carl Sagan para mostrar universos que la formaron como lectora asidua.
El silencio y el tiempo son dos temas que, normalmente, incomodan. Son inciertos y, aunque perceptibles, invisibles. Así, las piedras viven en silencio. Existen desde el inicio de los tiempos y del pasado nada cuentan. Lo guardan, como en un libro escrito con tinta invisible. Cómo piensan las piedras es el ejercicio de vivir como una piedra, un libro que cuenta de emociones humanas, las pérdidas, el enamoramiento, el enojo, con el esfuerzo de imaginar el “cómo sería si…” en 14 perspectivas.
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