Amalia Hernández: una profeta en su tierra
El Ballet Folklórico de México celebra 65 años de existencia y 100 del nacimiento de su fundadora, la legendaria Amalia Hernández.
Un domingo cualquiera, el caminante perspicaz puede detenerse un poco antes de las nueve de la mañana por el Palacio de Bellas Artes para ver al Ballet Folklórico de México. ¿Vale la pena la parada? Bastaría preguntarle a todos los extranjeros que reservan una parte de su agenda para ver este espectáculo que comenzó en 1952, pero que ha sabido reinventarse sin perder la esencia de las culturas tradicionales de nuestro México.
La historia empezó en 1917, cuando Amalia Hernández, su fundadora, nació en plena Revolución Mexicana. Ella no sabía que con solo 35 años daría luz a uno de los hitos de este país. También fundó una escuela de danza en 1968: la referencia más precisa cuando uno quiere aprender bailes tradicionales de todas las épocas y culturas de México. Amalia fue condecorada en 1992 con el Premio Nacional de las Artes, y hoy, el Ballet quiere recordar a su fundadora como mejor sabe hacerlo: bailando.
Este sábado 5 de agosto a las 20:00 horas, el Auditorio Nacional se enamorará de los cien mejores bailarines de esta compañía, que danzarán bajo las notas de la Orquesta Sinfónica Juvenil de la Universidad Autónoma del Estado de México, además de mariachi y coros en vivo, para hacer de la fiesta más mexicana un espectáculo digno del siglo XXI.
Tuvimos la oportunidad de platicar con Salvador López, nieto de Amalia Hernández y director del Ballet Folklórico, sobre los pormenores de una compañía que hoy tiene 65 años. “Amalia Hernández nació en la época en la que había un boom cultural en nuestro país, baste mencionar a José Revueltas, todos los muralistas. Ella logró una de las instituciones más importantes en su género. No sólo como coreógrafa, sino que también integró a los artistas y transformó la danza en México”.
Es con esta conciencia de transformación que han organizado este evento en el Auditorio Nacional de la Ciudad de México, el teatro más importante del país después de Bellas Artes, así como un libro conmemorativo del Fomento Cultural Banamex y un documental sobre su vida en Canal 22. El 11 de septiembre se inaugura una muestra fotográfica en las rejas de Chapultepec. Y por supuesto, la ya tradicional Gran Gala Mexicana que se lleva a cabo en septiembre en Bellas Artes por motivo de las fiestas patrias, verá a este renovado ballet.
“Una vez, cuando yo era chico —nos cuenta Salvador— acompañé a mi abuela a Italia pues habían contratado al Ballet. El empresario llegó y nos dijo: ‘no tengo teatro, no tengo nada; aquí están los honorarios de la compañía: tienen tres semanas de vacaciones’. ¿Parece ideal , no? Pues lo que hizo mi abuela fue empezar a dar clases en lugares públicos. La gente se unió y se hicieron espectáculos increíbles al aire libre. Imagínate, nueve mil personas en la playa fueron en una ocasión. Ella era así, lograba hacer un gran evento de la nada”, asegura Salvador para demostrar por qué Amalia Hernández era una persona de una estatura enorme, con una personalidad maravillosa, imparable. Una empresaria en una época donde el techo de cristal para las mujeres era aún más notorio que ahora. “Ella siempre estuvo preocupada por la familia y por sus bailarines, a quienes consideraba también su familia”. Salvador López confiesa haber tenido una conexión cercana a su abuela: cuando enfermó y un poco antes de morir en 1999, le solicitó que cuidara a la compañía. “Así empecé a tomar el rol junto con mi madre que era la directora artística”.
El tiempo pasa, las nuevas generaciones buscan distintas maneras de conectarse con su pasado, con su propia identidad. “Hemos tratado de enriquecer el trabajo de mi abuela sin desvirtuar su esencia, pero llevándolo a tiempos actuales. El ballet siempre ha sido vanguardista, nosotros sabemos que debemos seguir avanzando. En los últimos años hemos logrado algunas metas específicas: espectáculos con orquestas sinfónicas, nuevas coreografías, danzas con música contemporánea”, cuenta Salvador y concluye diciendo que el ballet ha sido muy afortunado en términos de la aceptación del público nacional y extranjero. “La gente se emociona, llora y se integra al espectáculo. Se trata de un vehículo para promover la diversidad de la cultura mexicana”.
El Ballet Folklórico ha visitado 300 ciudades en 60 países como Reino Unido, España, Francia, Alemania, Rusia, Turquía, Egipto, Israel, China, Corea, Japón, Australia, Canadá, Estados Unidos, Cuba, Guatemala y casi toda Sudamérica. La Ópera de París, el Kennedy Center, el Kremlin, La Ópera de Tokio, La Ópera de Sidney, el Carnegie Hall en Nueva York y La Ópera de Muscat han sido testigos de la majestuosidad y la calidad de primer nivel de este ballet mexicano.
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