El secreto de Cuarón
Conversamos con Alfonso Cuarón sobre su aclamada película Roma.
Es sábado por la tarde en Berlín y está lloviendo, casi nevando, afuera de la Biblioteca Estatal de Berlín, también conocida como la Staatsbibliothek. Es el fin de semana de las artes que cierra el más reciente periodo de actividades de la Iniciativa Artística Rolex Mentor et Protégé, programa filantrópico creado en 2002 que conecta a talentos jóvenes excepcionales con figuras consolidadas en las artes para establecer relaciones mentor-protegido durante periodos específicos en los que construyen un diálogo colaborativo y creativo. Alfonso Cuarón, ganador del Oscar por su película Gravedad (2013), participó en el periodo 2016-2017 de esta iniciativa. Gatopardo tuvo la oportunidad de conversar con él acerca de sus propios mentores, su proceso y el desarrollo de su próxima cinta.
Durante un año, el cineasta mexicano fungió como mentor del director indio Chaitanya Tamhane (Court, 2014). En esos meses de seguimiento, Tamhane estuvo a su lado durante la filmación de Roma, la primera película que el mexicano dirige en su país natal desde Y tu mamá también (2001). Para la elección de su protegido, atravesó un camino pedregoso. En busca de ampliar las voces que se escuchan en el cine internacional, el director tenía una idea muy específica sobre el tipo de persona que buscaba: un autor que fuera una mujer del tercer mundo. Al estudiar la lista de postulantes, se dio cuenta de que estaba haciendo una especie de sexismo a la inversa al elegir a alguien sólo por su género. “Al ver las películas que estos cineastas habían hecho y los proyectos que tenían a futuro, entendí que la experiencia de este año, donde iba a compartir mi tiempo mientras hacía mi siguiente película, no iba a ser tan productiva para los otros realizadores como lo sería para Chaitanya, en términos de fondo, enfoque cinematográfico y las herramientas que utilizaría al filmar”, contó el cineasta en la charla pública en la Biblioteca Estatal de Berlín, moderada por Nick James, editor de la revista británica especializada en cine Sight & Sound.
A partir de esa decisión, Tamhane vivió una experiencia única: acompañar el proceso creativo de uno de los cineastas más célebres del mundo. Con dos premios Oscar, un Globo de Oro —entre más de cien reconocimientos a su carrera—, ocho películas y cinco cortometrajes, Cuarón ha llevado el nombre de México a lo más alto del Olimpo cinematográfico. Él, al lado de Alejandro González Iñárritu y Guillermo del Toro, integra el popular grupo “Three Amigos”, cineastas mexicanos cuyo genio ha resonado alrededor del mundo y cuya influencia sobre el cine nacional e internacional es innegable.
“Se han vuelto figuras ejemplares para los jóvenes, muchos de ellos que quieren ser cineastas, pero espero que quieran ser cineastas en México, no que su sueño sea emigrar a hacerla en Hollywood”, menciona el crítico y especialista Leonardo García Tsao en entrevista telefónica con Gatopardo. “Ahora se está haciendo mucho cine en México, ha aumentado la producción, la calidad no ha aumentado, digo las películas buenas siguen siendo muy pocas, pero esperamos que todos estos jóvenes, de alguna manera incentivados por los tres amigos decidan hacer cine en México y decidan hacer buen cine en México.” Tras la producción de Roma (2018), largometraje que se estrenará en el segundo semestre de este año, Cuarón es, de los tres, quien más títulos ha filmado en México desde su ópera prima Sólo con tu pareja (1991).
Uno de los principales atractivos que el mexicano encontró en su protegido fue la arriesgada construcción en su primera película, Court, ganadora del premio a Mejor Película en la sección Horizontes del Festival de Cine de Venecia en 2014. “Me impresiona que su ópera prima sea tan rica, yo me llevé muchos años para lograr un resultado como ese”, manifestó Cuarón a James, “cuando la vi, lo admiré profundamente”.
Dentro de su año de colaboración, Tamhane acompañó al realizador durante el rodaje de su octavo largometraje, un trabajo que el director y guionista consideraba necesario en ese momento de su carrera: “Sentí que yo siempre, de una u otra forma, había tenido ciertas cadenas, que algunas venían de la inseguridad o de la presión, y creo que Roma es la primera (película) en la que decidí ser realmente libre. Court está libre de cadenas. Es por eso que digo que las mentorías también pueden ser en ambos sentidos”, dice el director honrado de aceptar la invitación para participar en el programa. “No tenía caso pasar el rato con alguien si no había una experiencia laboral. Cuando se acercaron a mí hace dos años era el momento indicado, porque estaba por iniciar la preparación de una película y pensé que era algo interesante.”
Cuarón no reconoce su vínculo con Tamhane como una relación jerárquica de aprendizaje, sino como una colaboración entre dos iguales que buscan el mismo fin: “Tuvimos un año increíble juntos de colaboración seria. Reconocí a un cineasta que admiro y después lo conocí en un nivel personal/humano. Fue una relación de confianza y discusión. Espero que haya aprendido algo, porque yo aprendí mucho en el proceso. Es inspirador conectar con los nuevos maestros. Necesitas un empujón de las nuevas generaciones, de lo contrario te vuelves irrelevante”.
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Cinéfilo desde la infancia, Alfonso Cuarón abandonó sus estudios en el Centro Universitario de Estudios Cinematográficos de la UNAM (CUEC) en los ochenta. El chico que le decía a su madre que saldría con amigos sólo para poder ver películas, parecía haber olvidado la idea de dedicarse al séptimo arte. Su primer hijo, el ahora cineasta Jonás Cuarón, acababa de nacer y la crisis económica y cultural que golpeaba al México de los años ochenta había sepultado la industria cinematográfica nacional.
Mientras trabajaba en un puesto burocrático en el Museo Nacional de Arte (MUNAL), un reencuentro con uno de sus profesores universitarios, el editor de sonido Fernando Cámara, lo convenció de regresar al cine, y a su vez, él se convirtió en uno de sus primeros mentores. “He tenido a varios mentores a lo largo de mi carrera”, relata el cineasta en un encuentro con periodistas internacionales en Berlín. “Muchas de esas relaciones vinieron, no sólo de colaboraciones, sino también de amistades… en un momento particular de mi vida ellos tuvieron y aún tenemos una conversación de dos direcciones.”
Según el propio Cámara, el trabajo ordinario de Cuarón interrumpía sus grandes ambiciones. “Ésta no es tu vida, ¿qué esperas aquí…?, ¿a que te den el sacapuntas de plata?”, le dijo el sonidista y catedrático a su pupilo, según una entrevista publicada por el periódico español El País en marzo de 2014. La vida les daría una agradable sorpresa cuando en 2007 ambos realizadores figuraron en las candidaturas al Premio de la Academia: Cuarón competía junto a Timothy J. Sexton, David Arata, Mark Fergus y Hawk Ostby en la categoría de Mejor Guion Adaptado por el argumento de Niños del hombre, basada en la novela homónima escrita por P. D. James, y Cámara cosecharía su única nominación a la estatuilla dorada por la edición de sonido de Apocalypto, dirigida por Mel Gibson.
“En México, mi primer mentor hacía trabajos creativos con diferentes oficinas gubernamentales. Tenía una cámara de 16 mm y hacía todo por su cuenta, así que me llevaba con él y nos convertimos en un equipo de dos personas”, recuerda el cineasta ante la prensa acreditada por Rolex. “Algo que le agradezco realmente es que conocí mi país. Trabajamos en documentales sobre educación en comunidades indígenas en México, viajamos a lugares muy solitarios en comunidades que estaban lejos de la realidad que yo conocía.”
Tras su trabajo con Cámara, Cuarón tuvo sus primeros acercamientos con la silla del director durante el rodaje de la cinta de 1984 Nocaut, ópera prima del realizador mexicano José Luis García Agraz, otra de las figuras que influyó al también director de Harry Potter y el prisionero de Azkaban durante los primeros años de su carrera. En la película, un homenaje al cine noir estadounidense de mitades del siglo XX, el joven aprendiz trabajó como asistente del director e incluso como compositor de la pieza “Yo no sé qué pasó”, escrita específicamente para una secuencia de la cinta. Su colaboración con García Agraz se extendería hasta 1987, año de rodaje de la película Noche de Califas, uno de los ejemplos menos conocidos de la comedia erótica mexicana, etapa popularmente conocida como cine de ficheras.
En ese mismo año, trabajó como el director de la segunda unidad en la película Gaby: A True Story, primer trabajo en Estados Unidos del director Luis Mandoki, una de las personas que abrieron una brecha para los cineastas latinos en Hollywood. Además de darle asilo en Los Ángeles, Mandoki conectó a Cuarón, que en ese momento ya había dirigido algunos capítulos de la serie de terror La hora marcada —donde conoció a su futuro amigo y colega Guillermo del Toro—, y el largometraje Sólo con tu pareja —protagonizado por Daniel Giménez Cacho y Claudia Ramírez—, con el agente Steve Rabinov, quien arregló su ingreso a la televisión estadounidense con la serie Fallen Angels, producida, entre otros, por el consagrado director Sydney Pollack. “Cuando era joven tuve conexión con ciertas tutorías, por ejemplo, tuve la oportunidad de establecer una relación con Sydney Pollack”, expresó el realidador durante la conversación pública con el periodista Nick James. “Sentir a alguien que admiras tan entusiasmado con tu trabajo es una cosa increíble.”
En su paso por el cine hollywoodense, Alfonso Cuarón estableció una potente amistad con Alejandro González Iñárritu y Guillermo del Toro, a quienes acude constantemente en busca de un consejo: “Se podría decir que somos mentores el uno del otro. Viene por términos de nuestros procesos, a veces uno está dudoso y otro es mejor con las decisiones, tiene más claridad y seguridad o viceversa”, comenta quien figura en los agradecimientos de 21 gramos (2003), Babel (2006), Titanes del Pacífico (2013), Birdman o La inesperada virtud de la ignorancia (2014), El renacido (2015) y La forma del agua (2017).
“Alfonso es un verdadero artista. Siempre en cambio, siempre proteico y admirable. Siento que su energía se ha vuelto más precisa, enfocadísima”, menciona del Toro, recientemente galardonado con el Oscar a Mejor Director, en entrevista con Gatopardo. “Hoy por hoy es uno de mis cineastas favoritos. Que sea mi amigo es circunstancial.”
La noche del 2 de marzo de 2014, no sólo hizo historia al convertirse en el primer mexicano que ganaba el Oscar a Mejor Director y Mejor Edición por su estupenda historia espacial Gravedad, también visibilizó un problema que afecta al creciente cine mexicano: la notable fuga de talentos debido a la falta de oportunidades y apoyos a la rama cinematográfica en nuestro país. “Cuando empezaba a tratar de hacer películas en México, estábamos viviendo una realidad muy desoladora, no sólo en el ámbito cinematográfico, también en el político, básicamente estábamos en una dictadura disfrazada”, cuenta el cineasta en entrevista. “Había una especie de aislamiento y yo solía tener ese sentimiento y también tuve el apoyo de amigos como Luis Mandoki, quien después se convertiría en mi mentor, que empezó a sacarme de eso diciendo que hay un universo afuera, hay un mundo de colaboradores.”
Cuarón fue uno de los primeros nombres que lograron un espacio dentro de la competitiva industria de los Estados Unidos. “Su camino y el mío fueron muy diferentes. No hay una ruta crítica, pero su sentido común y sus experiencias alimentaban sus muy bienvenidos consejos”, explica Guillermo del Toro, que debutó en el cine estadounidense en 1997, dos años después del arribo de Cuarón, con Mimic, producida por Miramax, compañía productora ícono del cine independiente de los noventa. “Las puras pisadas que van delante de ti te sirven de camino. Quien venga detrás se encuentra con poquita más brecha”, concluye del Toro.
En la actualidad, el cineasta chilango ve con buenos ojos el apoyo que el gobierno, a través de incentivos económicos como el eficine, ofrece para la producción de cine mexicano: “Esta generación ha tenido instituciones que les brindan apoyo, pero también tienes que pensar que en México, y esto es muy triste, el cine nos entrega algunas de las pocas buenas noticias que nos llegan, así que más vale apoyar a ese tipo de cosas que nos traen buenas noticias. Me gustaría que sucediera con otras cosas, como la ciencia, donde ha habido una importante cantidad de avances por parte de científicos mexicanos, pero no es algo tan atractivo como el cine”, confiesa el director de Gravedad. “El cine mexicano está pasando por un periodo increíble. También el cine latinoamericano. En términos de su presencia en el mundo, su relevancia y su influencia en la cultura cinematográfica es incuestionable.”
A diferencia de cineastas como Christopher Nolan, Cuarón también reconoce que las nuevas tecnologías y plataformas han abierto el espectro de conocimiento, capacidades y oportunidades a niveles afortunados: “Hay una generación de jóvenes que son más inteligentes que los oficios y eso es lo fantástico. Antes tenías un par de lugares de donde obtenías tu información y sólo se limitaba a lo que era bueno y lo que era malo. Ahora se ha abierto y eso es porque la diferencia generacional, esa transición entre lo análogo y lo digital, no sólo es la forma en cómo haces las películas, también afecta en la forma en cómo se presentan en plataformas y cómo se perciben de generación en generación. Es muy emocionante lo que está pasando: estamos experimentando por primera vez, en tal vez cien años, algo nuevo. La primera generación en la humanidad que ha nacido con un nuevo set de herramientas y eso no había pasado desde la Revolución de Copérnico… Últimamente me había sentido triste por el futuro del cine, hasta que me di cuenta de que éste va a prevalecer pero va a mutar. Al final del siglo XIX, todos los paisajes o retratos de personas junto a una ventana dejaron de ser relevantes y eso fue bueno, porque la pintura no desapareció, mutó, evolucionó y se volvió más interesante, al menos relativamente del lugar donde se había estancado. Estamos en una época de transición y eso es muy interesante”.
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Como uno de los hijos favoritos de la cinematografía mexicana, su regreso a filmar en México causó revuelo. Existe un aura de secretismo y misterio alrededor de Roma, filmada entre finales de 2016 y comienzos de 2017 en las calles de la Ciudad de México y otras locaciones al interior de la república. Por ahora, de su trama sólo se sabe que se desarrolla en este país a inicios de la década de los setenta, y que mira a través de los ojos de una familia de clase media, entre otros temas, el histórico Halconazo o Masacre de Corpus Christi en 1971. Esta cinta ha estado en la mente de Cuarón por al menos una década. En noviembre de 2006 le dijo al entrevistador estadounidense Charlie Rose que su siguiente proyecto después de Niños del hombre (2006) probablemente sería “una producción diminuta” en México, “tratará de niños. Sobre la familia en los años setenta”.
Son tantos los embargos y contratos firmados por el equipo para proteger el proyecto que fue prácticamente imposible que elementos de la producción accedieran a hablar con esta revista. La manera de rodar esta cinta fue muy especial: nadie tenía el guion, excepto Cuarón y Tamhane, en quien recayó la responsabilidad de conocer la historia completa. Al principio de cada día se le informaba al equipo de producción qué iba a filmarse y los llamados se extendían hasta la madrugada. “Roma tiene que ver con sus preocupaciones políticas, sus preocupaciones sociales. Habla de su relación personal con su país y con su ciudad”, cuenta Tamhane en conversación con Nick James durante la semana de las artes Mentor et Protégé de Rolex. “Es una película blanco y negro, muy rigurosa, con secuencias largas.”
La producción de Roma fue intensa para los involucrados, pero para nadie tanto como para el director, quien llevó la batuta en los aspectos fundamentales de la filmación. “Alfonso es autosuficiente como cineasta, lo cual es muy inspirador”, agrega Tamhane. “Él hizo todo en Roma, dirigió, fotografió, produjo, escribió. Es como un pintor, está construyendo cada una de las partes de la imagen. Tiene un nivel de control que no pensé que existiera. Está usando todo: sus bases de arte, tecnología, colaboraciones, está obsesionado con la luz.”
Después de tener la oportunidad de pasar al lado de Cuarón los 33 días de rodaje de Roma, Tamhane se preparaba en Berlín para acompañarlo a la postproducción en Londres. “[Alfonso] Trabaja sin parar. Durante el rodaje no hay descansos. Me preguntaba si a alguna hora regresa a casa. No hay magia, hay mucho trabajo y siempre hay momentos difíciles de resolver”, cuenta el director indio.
Sobre la participación de su protegido en esta película, Cuarón dice: “En Roma, Chaitanya se volvió un espejo, un espejo muy silencioso. Nunca juzgaba. Siempre estaba haciendo preguntas. Y con las preguntas, uno se cuestiona a sí mismo. Fue como una brújula el ver sus reacciones. Por eso lo veo más como una colaboración y estoy agradecido por ello”.
El regreso a México de Alfonso Cuarón no estuvo libre de controversia. Al inicio de la filmación en la Ciudad de México, el equipo de producción fue agredido por las autoridades de la delegación Cuauhtémoc. Reportado al principio como un robo de equipo, se dio a conocer que el entonces delegado Ricardo Monreal había llegado a levantar cintas y conos de la producción argumentando que no tenían permiso para cerrar calles ni apartar sitios de estacionamiento. Tras la publicación del incidente y los reclamos del equipo, Monreal se disculpó a través de un comunicado. La filmación continuó sin incidentes hasta principios de diciembre, cuando elementos de la empresa Olkán Seguridad en Filmaciones —encargada del resguardo de la producción— fueron señalados como responsables de prender fuego a una camioneta propiedad de vecinos de la zona donde filmaban. Aunque este hecho no se esclareció —al menos de manera pública—, el director se refirió al evento en la conferencia de prensa en la Ciudad de México con la que anunció el final del rodaje de Roma en marzo de 2017: “Llegando a la locación vi ese coche quemado, no tengo más idea al respecto. Ha habido acusaciones… pero esa es una cuestión entre la compañía de seguridad y el vecino de la colonia Condesa”, e ironizó: “Esa era mi misión en la vida, después de diecisiete años de no filmar en México, planeé muy claramente venir aquí a filmar para quemar coches”.
Antes de Roma, la última vez que dirigió en México fue Y tu mamá también, nominada al Oscar en 2002 como Mejor Guion Original, y previo a ella, había pasado una década sin filmar en su país. “Después de hacer Sólo con tu pareja, me di cuenta de que levantar otra película con la única instancia cinematográfica que existía en ese entonces —el Instituto Mexicano de Cinematografía (imcine)— iba a ser prácticamente imposible”, le dijo Cuarón en junio de 2001 a Héctor Rodríguez, para la revista CinePREMIERE, antes del estreno en cines de Y tu mamá también.
“Cuarón es un director muy hábil, lo demostró desde Sólo con tu pareja, después tuvo que hacer películas alimenticias, pagó su derecho de piso y regresó a hacer Y tu mamá también, que fue realmente una apuesta, digo volver a México y hacer una película que le funcionó muy bien internacionalmente fue una movida muy sabia”, explica Leonardo García Tsao. “Nuevamente es una apuesta trabajar en el cine mexicano, con presupuestos mucho menores a los que está acostumbrado a trabajar. Obviamente la diferencia entre el cine mexicano y el hollywoodense es abismal, entonces hacer una película mexicana es una muy buena apuesta.”
En la conferencia de prensa en la Ciudad de México con la que anunció el final del rodaje de Roma en marzo de 2017, Cuarón se refirió a la necesidad de regresar a contar esta historia desde su país, casi treinta años después de su ópera prima. “Este proyecto en específico fue algo muy personal, fue una necesidad de [rascar] una comezón que ya llevaba años.” En una conversación con medios internacionales durante el fin de semana de las artes de la Iniciativa Artística Rolex Mentor et Protégé, él volvió a abordar las emociones de regresar a su país de origen. “Algo que fue muy importante es que yo me estaba embarcando en un proyecto, mi primera película filmada en México en 17 años. Mi primera película en español en todo este tiempo”, dijo. “Quería hablar sobre una experiencia universal desde el punto de vista de una experiencia muy particular.”
La preocupación de Cuarón no se ha quedado en regresar para filmar en su tierra. En febrero, el director tomó sus redes sociales para protestar por la aparente cancelación del estreno de la película La región salvaje en los complejos Cinemex, pertenecientes a Grupo México. “A dos días de su estreno, @Cinemex eliminó de su programación La región salvaje de Amat Escalante, ganador al Mejor Director en el Festival de Venecia 2016. La excusa: no tener espacio por la cantidad de títulos. Esto es ofensivo e indignante. Espero @Cinemex reconsidere”, escribió en su cuenta de Twitter. Desde Berlín, el cineasta manifestó su enfado ante el asunto, que él deduce como parte de una contracción cultural sistemática en la que se obliga a la audiencia a entrar a una misma sintonía: “Estamos hablando de una película mexicana importante e increíble que tuvo que luchar porque no entraba en esta ‘cultura única’. Es una película extraordinaria y ocupo esta palabra porque es algo fuera de lo ordinario”. Tras el suceso, que terminó con la proyección de la cinta de Escalante en las principales cadenas comerciales y su distribución en el circuito independiente de las principales ciudades del país, el Instituto Mexicano de Cinematografía aprobó un nuevo incentivo que destina dos millones de pesos anuales para la distribución y promoción de películas que hayan obtenido un determinado premio en festivales categoría A.
Otro de los temas que Cuarón agregó en su agenda fue el apoyo en la información y reconstrucción después de los sismos de septiembre del año pasado, colaborando en el diseño y lanzamiento de la aplicación Brigada, que busca crear mecanismos eficientes y confiables para la recuperación ante desastres naturales y la acción coordinada ante emergencias, así como fomentar el desarrollo sustentable a través de generación de información veraz, creación de redes entre personas y el uso de nuevas tecnologías. “Cualquier posibilidad real de cambio está en las manos de la sociedad civil. Una semana después del sismo nos juntamos organizaciones de individuos con mucha voluntad, pero mal organizadas. Siempre se hablaba de la importancia de la información, de verificarla y transparentarla para adentrarnos a entender cómo hacemos”, explicó el cineasta durante la presentación de la aplicación en el festival de arquitectura y ciudad Mextrópoli, celebrado en marzo de este año.
Dicen que las mejores historias son las que se cuentan desde fibras muy personales, pues lo particular resuena en lo universal. Así, sin saber detalles sobre Roma, la pasión de Alfonso Cuarón por esta película y su necesidad de protegerla alimentan la expectativa. Será, quizás, una nueva obra maestra de ya uno de los grandes del cine contemporáneo.
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Investigación de Marcela Vargas, Andrés Olascoaga y Nelly Marina.
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