Rose Glass crea un nada complaciente pastiche para demostrar qué tanto los delirios ochenteros se parecen a los actuales. Y entrega en el camino símbolos en esteroides de la fuerza femenina.
¿Cuál es la diferencia entre, digamos, Die Hard, con Bruce Willis, y Civil War, de Alex Garland? Las dos muestran la destrucción como un satisfactor, pero la primera se asume como tal; la segunda es simplemente irresponsable.
Claudia Sainte-Luce transgrede todo un catálogo de normas de la comedia mexicana tradicional. Su burla hacia lo más desesperante y vacuo del universo clasemediero (y regiomontano, para colmo) es liberadora, pero deja espacio a la compasión y demás gestos profundamente humanos.