La cantante Rosalía lanza en Twitter un “fuck Vox” (que jodan a Vox), y el mundo se le viene encima. Días antes, España había celebrado comicios y el partido, calificado como de extrema derecha, se consolidó como la tercera fuerza política en el Congreso. Las opiniones en redes no tardaron en estallar y así como hay usuarios que celebran y respaldan a la catalana, también hay quienes critican su postura contra el partido presidido por Santiago Abascal. En medio del debate, Vox no se queda atrás y en un intento por descalificar a la joven de 26 años, responde: “Sólo los millonarios, con aviones privados como tú, pueden permitirse el lujo de no tener patria”.
Ésta no sería la primera vez que un intento de ofensa se utiliza como herramienta para acallar aquellos discursos que no gustan a los grupos políticos. La escritora y periodista Lucía Lijtmaer toma como punto de partida los obstáculos a los que se enfrenta la libertad de expresión en la sociedad y presenta Ofendiditos. Sobre la criminalización de la protesta, editado por Anagrama.
Nacida en Argentina en 1977 y criada en Barcelona, Lijtmaer se reconoce como feminista. El movimiento, tangible en cada una de sus obras, se manifiesta de manera poderosa en Deforme semanal, una especie de late night en el que, junto a Isa Calderón y con una visión de crítica de la actualidad, diserta en torno a los temas políticos y culturales del momento. En Ofendiditos ocurre algo similar, la autora aborda la responsabilidad intrínseca en el ejercicio de la libertad de expresión y los obstáculos a los que la sociedad actual se enfrenta para ejercerla.
“Es claro que hay un cambio social en la manera de percibir lo que sucede en el contexto político, cultural y mediático”, reconoce Lucía Lijtmaer en entrevista para Gatopardo. De ese fenómeno, se ha popularizado un nuevo léxico en España con el que se pretende criminalizar el derecho a la protesta, de ahí derivan los neopuritanos, los moralistas y, el favorito, el ofendidito. “Para la opinión pública y los medios de comunicación es un apelativo negativo para referirse a quien se queja y reclama algún tipo de acción. A esa gente se le acusa de hipersensible o ignorante”, explica.
Al igual que Rosalía, hay sectores de la sociedad, como los millennials, el movimiento feminista o el colectivo LGBT, a quienes se les ha señalado y ridiculizado por el simple hecho de pronunciarse y reclamar algún tipo de acción. A través de cuatro capítulos, la autora explora cómo es que lo “políticamente incorrecto” se ha convertido en el escudo con el que conservadores se permiten añorar la manera en que funcionaba antes la sociedad. “Según ellos, esta sociedad moderna se está volviendo más puritana y conservadora”.
Usar “ofendidito” para denostar al otro “siempre dice más de quien recurre al adjetivo que de quien ha sido señalado”, detalla. Con base en esa lógica, asegura que si hubiera que personificar a un ofendidito, el ejemplo perfecto sería Donald Trump, quien se presume como “el más macho por comer hamburguesas en la Casa Blanca y tener muchas mujeres” y se trata de un ser que no soporta ningún tipo de disidencia. “Hay también una cuestión sobre quién es el que se está ofendiendo porque las cosas cambien y ésa es una pregunta que nos podemos empezar a hacer”, concluye.