Enclavado en el Bosque de Chapultepec, El Museo de Arte Moderno, exhibe la primera exposición colectiva —desde 1978— sobre diseño moderno mexicano que abarca el periodo más fértil de esta industria. Fuimos modernos, explora un México que se expandió económicamente y estableció durante el periodo conocido como el “milagro mexicano” —entre 1940 y el inicio de los 70s— un statement estético que cambió la forma de presentarnos ante el mundo y que hasta el día de hoy crea nostalgia en frases como “antes se hacía mejor”.
La exposición está compuesta por alrededor de 350 piezas, entre automóviles, muebles, adornos, gadgets, electrodomésticos, dibujos, fotografías y otros objetos que muestran la entrada a un mundo de modernidad y progreso que aún es visible en construcciones como las Torres de Satélite, conjunto escultórico que marcaba el inicio de una nueva ciudad, o el Metro de la Ciudad de México, que como en París o Nueva York hizo volvió a la ciudad más eficiente.
El diseño industrial mexicano se consolidó entonces, como una postura hacia lo funcional, lo intelectual, y la estética de un tiempo donde el cine y la televisión se preguntaban cómo viviríamos en el nuevo milenio.
Fuimos Modernos, inicia el recorrido en los años 40, cuando México exploró la arquitectura funcionalista de Juan O’ Gorman o la construcción de Ciudad Universitaria en manos de Mario Pani; también el diseño de muebles que aparecieron en casas, escuelas y oficinas, y más tarde el tránsito hacia ideas visuales que marcaron el triunfo del diseño de logos y señalética durante los Juegos Olímpicos de 1968.
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Durante esos años, el cine viró de los entornos rurales a las grandes ciudades, con películas y programas que nos han dejado testimonios visuales de una sociedad maravillada por la televisión, pero también maravillada por la vida en la capital y con el progreso que significaba tener autos, multivitamínicos o aparatos que prometían reducir el tiempo dedicado a las labores domésticas.
El diseño mexicano también buscó en muebles de líneas arriesgadas y llenos de color, la vitalidad de una generación juvenil que vivió entre jingles y personajes como Sor Ye-Ye, Mauricio Garcés, El Santo o Cantinflas.
Fuimos Modernos explora también el declive de este tiempo de bonanza nacional; quizá fue el movimiento estudiantil del 68 o quizá fue la primera crisis del petróleo en 1973, pero el abandono de la industria nacional que fue sustituida por las importaciones llevó a la quiebra al diseño, y provocó la pérdida de su industria creativa, una industria que se encuentra en renacimiento y que es admirada a nivel global: este año la Ciudad de México fue nombrada World Design Capital.
El Museo de Arte Moderno—inaugurado en 1964 y construido por Pedro Ramírez Vázquez— intentó rescatar el espíritu creativo y nacionalista que aún podemos ver en casas o en mercados de antigüedades y que fue nuestro, fue hecho en México. Las piezas son parte del acervo de del MAM, del MODO y el Centro de Investigaciones de Diseño Industrial, entre otras instituciones.
En palabras del curador responsable Iñaki Herranz, “la exposición reivindica el potencial socioeconómico y cultural de lo hecho en México”. Fuimos Modernos se encuentra en sus últimas semanas. Se inauguró el 2 de julio y se podrá visitar hasta el 2 de septiembre y contará con un catálogo ilustrado.