En los últimos años, el sector cultural ha padecido recortes y desmantelado fideicomisos. La creación de nueva infraestructura en el Bosque de Chapultepec se está invirtiendo bajo una lógica centralista y política que la convierte en un elefante blanco.
México invierte menos en cultura que muchos otros países latinoamericanos. Con un gasto público de apenas 0.12% del PIB, nuestro país tiene menor inversión en este sector que Colombia, Chile y Guatemala, y un presupuesto de casi la mitad del de Panamá y Paraguay. Muchos artistas y gestores le habían dado su voto a Andrés Manuel López Obrador en rechazo al recorte brutal de 2017, que redujo en 21% el presupuesto para las funciones de cultura en tan solo un año. El actual presidente prometió revertir esa tendencia, pero los números muestran que, desde el primer año de su administración, el presupuesto de ese rubro nuevamente fue recortado, ya que pasó de 13 414 millones de pesos en 2018 a 12 394 millones en 2019, aun antes de la pandemia, que supuso un tremendo golpe para las instituciones culturales.
En la Ciudad de México, los museos y espacios culturales padecen recortes que ponen en riesgo su operación cotidiana. Un ejemplo fue lo sucedido en diciembre de 2022 en el Museo Tamayo, luego de que Miguel Calderón denunciara públicamente que algunas de las salas de su exposición ahí permanecían cerradas por falta de pago a los custodios. El INBAL respondió que ya se habían puesto al corriente en sus pagos, pero la realidad es que el museo tardó semanas en regularizar su espacio de exhibición. También, un año antes se anunció el despido de sesenta trabajadores del Complejo Cultural Los Pinos, uno de los espacios que más presume la actual administración, pero que carece de estructura y presupuesto. No ha habido respuesta ante la denuncia de los trabajadores despedidos, pero se sabe que no serán recontratados.
Esto no ha parado ahí. El gobierno de López Obrador ha desmantelado el fideicomiso del Fonca, que otorga becas a los creadores, al mismo tiempo que secretarios y titulares de Cultura de varios estados protestaron por la reducción o virtual desaparición del Apoyo a Instituciones Estatales de Cultura, sin mencionar que las convocatorias que promueve el Gobierno federal, como el Circuito Nacional de Artes Escénicas Chapultepec: Teatro y Espacios Independientes, no cubren las necesidades que existen fuera de la capital del país, porque padecen retrasos en sus pagos y no dan libertad de gestión a los estados. A ello se suma la cancelación de los premios Ariel y varios otros golpes a la industria del cine nacional.
En principio, en un país en tremenda crisis por falta de inversión en el sector, la creación de nueva infraestructura cultural en el Bosque de Chapultepec —que podría parecer un proyecto deseable— se está invirtiendo bajo una lógica centralista que vuelve a beneficiar a los habitantes de una zona ya saturada de la Ciudad de México con espacios que duplican su vocación con otros recintos ya existentes, además de que este enorme desvío de fondos públicos se ve reflejado en la falta de servicios, insumos y personal en muchas otras instituciones del país. En este contexto, para entender el proyecto Chapultepec: Naturaleza y Cultura, coordinado por el artista Gabriel Orozco, es importante ubicarlo como un programa político, ya que desde el inicio se ha alineado a los intereses del presidente y ha carecido del respaldo de la comunidad cultural.
Con un costo de diez mil millones de pesos, el proyecto “prioritario” del Estado se ha financiado durante los últimos cuatro años con recursos que debieron llegar a las diferentes instancias del ya golpeado sector cultural, conformado por la Secretaría de Cultura federal, el INAH, el INBAL, entre otras, pero que se han desviado para ejecutar las obras mediante convenios con la Ciudad de México. Según cifras proporcionadas por la Secretaría de Cultura, durante 2023 el proyecto tendrá un presupuesto de 3 670 millones de pesos, casi una cuarta parte de los 15 925 millones asignados a todo el sector. Lo mismo sucedió en 2022, cuando el convenio entre la Secretaría de Cultura y el gobierno capitalino destinó al proyecto 3 438 millones de pesos. En 2021 se ejercieron, bajo esta misma estructura financiera, 2 427 millones, y en 2020 se arrancó con un monto de 435 millones de pesos. Sumado el presupuesto público invertido en el proyecto durante estos cuatro años, Chapultepec: Naturaleza y Cultura acumula un gasto de 9 970 millones de pesos, ejercidos en su mayoría por la administración de la Ciudad de México, pero que formaban parte del presupuesto de la Secretaría de Cultura federal.
No existe ningún estudio o programa colegiado que justifique que este proyecto “insignia” utilice entre 20% y 30% del presupuesto federal para cultura. En entrevista, el crítico e historiador de arte Cuauhtémoc Medina subraya que el Gobierno federal promovió este proyecto en un momento en el que el sector requería ser salvado de una tragedia provocada por el paro que impuso la pandemia. “Lo único que hizo fue reforzar los recortes y el deterioro del sector para concentrar todos sus esfuerzos en un solo proyecto”. Medina pide también prestar mayor atención al enorme desplazamiento de recursos que la Secretaría de Cultura federal ha dejado en manos de la Ciudad de México y al hecho de que, de forma más o menos explícita, el proyecto Chapultepec: Naturaleza y Cultura se ha sumado a la precampaña de Claudia Sheinbaum rumbo a la presidencia, en sucesión a su muy cercano, y aliado, López Obrador.
Carlos Lara, especialista en legislación cultural, señala que otro aspecto que podría estar detrás de este proyecto son compromisos inmobiliarios, igual que ocurrió en 2006, durante el mandato de Vicente Fox, con la Biblioteca Vasconcelos, que buscaba servir de respaldo al proyecto comercial de Buenavista. “Chapultepec se está utilizando como ornamento, y esta centralización de recursos de cultura es la más grande y escandalosa de la historia. Jamás se había recortado el presupuesto de las instituciones culturales a estos niveles, tampoco se había maltratado tanto a los trabajadores de la cultura, y menos por decisión de una persona”, indica Lara.
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Chapultepec: Naturaleza y Cultura es un proyecto que tiene como eje conectar las ochocientas hectáreas de las cuatro secciones del bosque y habilitar una serie de nodos de artes escénicas y visuales, que en un primer momento contemplaban un Pabellón de la Defensa Nacional, una Bodega Nacional de Arte, una nueva sede de la Cineteca Nacional, la Casa del Maíz y la Cultura Alimentaria, la Casa Presidencial Lázaro Cárdenas, la Casa de la Cultura Política, el Pabellón Contemporáneo, el Cubo Escénico, el Jardín Etnobotánico, el Pabellón de Cultura Urbana y el Panteón de Dolores, sin que haya quedado clara la utilidad de todo esto en una zona de la ciudad que ya concentra doce museos y centros culturales. Sin embargo, durante la conferencia mañanera del 8 de febrero de 2023, el avance que presentaron Claudia Sheinbaum, la secretaria de Cultura federal, Alejandra Frausto, y el coordinador del proyecto, Gabriel Orozco, ya no se habló de todo lo que contemplaba el programa original, además de que se puso énfasis en la remodelación de museos y espacios ya existentes dentro del Bosque de Chapultepec, como los museos Tamayo, de Arte Moderno o Nacional de Antropología. No se hizo mención alguna, por ejemplo, al Pabellón de la Defensa Nacional, la Casa de la Cultura Política o el Pabellón Contemporáneo.
Está claro que la millonaria bolsa que tiene Chapultepec: Naturaleza y Cultura no ha logrado que las obras avancen conforme al programa, y suena muy poco realista que todo sea entregado en diciembre de 2023, como se ha prometido. Con menos de un año por delante, solo se ha inaugurado la Calzada Flotante, que une la primera y segunda sección del Bosque de Chapultepec, el Parque de Cultura Urbana y el Centro de Cultura Ambiental. Vale la pena destacar que los cambios en su diseño y la decisión de utilizar acero —y no concreto— provocaron sobreprecios en la Calzada Flotante, que en un principio costaría 186 millones de pesos, mientras que la inversión final fue de 302 millones, esto a pesar de que no la diseñó el despacho de Benjamín Romano, que originalmente había ganado el proyecto, sino Gabriel Orozco, quien ha declarado que no ha cobrado ni cobrará por el trabajo que le asignó López Obrador.
Marina Núñez Bespalova, subsecretaria de Desarrollo Cultural de la Secretaría de Cultura, justificó el sobreprecio y el cambio de rumbo por un tema medioambiental. “En el proyecto original había estructuras demasiado rígidas en algunos lados porque la calzada iba a pasar por encima y no por debajo de Periférico. Había árboles que talar y no quisimos hacerlo. Son cuestiones de tipo más técnico y medioambiental que decidimos no sacrificar. Que eso significó un costo adicional, pues sí, pero ahí es donde se ponen en la balanza situaciones de medio ambiente”, dijo la funcionaria en entrevista para Gatopardo. Sobre otros puntos del proyecto, la ruta de ciclismo de montaña Serpientes y Escaleras, el Jardín Escénico y el Pabellón Acústico apenas tienen un avance de 20%. No obstante estas cifras oficiales, Núñez Bespalova asegura que las obras tienen un avance de 70%. “Vamos conforme al programa. El compromiso que tenemos todos es terminar en diciembre de este año. Estoy segura de que lo vamos a lograr porque hay un tiempo que queremos tomarnos de prueba, porque vamos a tener que empezar a hablar también de cómo gestionar algunos espacios”.
Independientemente de sus declaraciones, uno de los espacios que no tienen ningún tipo de avance es el Pabellón Contemporáneo, que se pretendía instalar en el actual Jardín Botánico de Chapultepec, frente a Paseo de la Reforma. Hay que recordar que hasta el año pasado se tenía planeado que Renzo Piano, ganador del Pritzker, lo realizara con financiamiento del empresario Agustín Coppel; sin embargo, esta iniciativa se canceló y existe otro proyecto ganador del arquitecto Alejandro Sánchez García, pero la obra está detenida por la suspensión que otorgó un juez a un amparo promovido por el Frente Ciudadano por la Defensa y Mejora del Bosque de Chapultepec. Núñez Bespalova reconoce que “el proyecto está detenido. He pedido la instrucción de la juez y hasta nuevo aviso del propio juzgado no sabremos si se continúa o no con el proyecto”.
Es paradójico que el actual gobierno tenga como un daño colateral al Jardín Botánico, ya que fue creado durante la administración de López Obrador como jefe de Gobierno de la Ciudad de México, además de que fue remodelado y reinaugurado en 2018. Más allá del debate de si este espacio puede o no albergar obras de arte, la realidad es que hoy contiene 105 ejemplares de orquídeas que se resguardan desde hace diecisiete años, muchas con una regulación muy estricta al tratarse de plantas sujetas a protección especial, amenazadas, en peligro de extinción o extintas en el medio silvestre.
El fantasma de los elefantes blancos que han marcado en los últimos sexenios al sector cultural es algo que tiene presente la funcionaria Núñez Bespalova, quien al ser cuestionada al respecto asegura que los diez mil millones de pesos que se gastarán en Chapultepec: Naturaleza y Cultura no son una mala inversión, y la compara con la Estela de Luz, que costó una cifra escandalosa, aunque menor, alrededor de 1 300 millones de pesos, y las bibliotecas de intelectuales que se compraron en el sexenio calderonista. Al ser cuestionada sobre qué harán para evitar que este proyecto pase a la historia como un nuevo elefante blanco, o peor aún, como un ejemplo de corrupción, Núñez Bespalova reconoce que el reto no acaba con el fin de la obra. “El reto es que todo eso funcione de la mejor manera, y para eso tenemos los meses siguientes de 2024. Tenemos que dejar un esquema muy operativo, un esquema que permita autosustentabilidad, que permita que haya apoyos y que se siga colaborando con las distintas entidades del Bosque de Chapultepec”.
Al escuchar a la funcionaria recuerdo el recorrido que hice por la recién inaugurada Calzada Flotante. Aunque costó 302 millones de pesos, la obra no solo carece de señalización de rampas y direcciones, sino que incurre en problemas básicos de diseño, y uno gravísimo: el peralte de sus escaleras es irregular, unos escalones miden quince centímetros y otros, diecinueve. Al respecto, el comentario de Sergio Beltrán-García, miembro del colectivo Forensic Architecture, en sus redes sociales, lo sintetiza con claridad: “Es realmente decepcionante cómo en estos detalles (extremadamente peligrosos para usuarixs) se deja claro que las obras son para las campañas y no para las personas”.
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