La vida después de la muerte

La vida después de la muerte

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Tiempo de Lectura: 00 min

Claramente inspirado en el cine de Wenders y Malick, el director David Lowery crea una experiencia más allá de la vida.

Texto de
Fotografía de
Realización de
Ilustración de
Traducción de

El plano es estático, el formato 4:3 con las esquinas redondas simula a una de esas fotografías que ante la modernidad se han acumulado en cualquier cajón de nuestras casas. En escena aparece una mujer –cuyo nombre real nunca sabremos– sentada en el suelo mientras come un pay, al fondo una figura alta y blanca la observa estática. Minutos antes vimos la inesperada muerte del hombre que vivía con ella y cómo poco después éste despertaba en la morgue, levantándose con una sábana blanca como única posesión. Él es esa figura alta contemplativa.

La escena se extiende a lo largo de casi cinco minutos en los que el espectador observa cómo la mujer, a quien el director y guionista del filme David Lowery ha llamado M, come el pastel con dolor, levantando el ritmo de sus bocados hasta no poder ingerir algo más. Corre al baño y vomita. A la mitad del cuadro, el fantasma de su pareja ha observado todo, su inexpresivo manto sólo se mueve lentamente para seguir su camino del suelo al baño. El dolor es evidente en ambos y también puede llegar al espectador. Esta es una escena de Historia de fantasmas (A Ghost Story, 2017), un singular filme que ofrece un delicado retrato de la vida después de la vida.[caption id="attachment_206963" align="aligncenter" width="715"]

reseña historia de fantasmas, int1

Rooney Mara en "Historia de fantasmas", de David Lowery.[/caption]Filmada con envidiable sencillez, el cuarto trabajo como director de Lowery, conocido por el filme independiente Ain’t them Bodies Saints (2013) y la nueva versión del clásico Pete’s Dragon producida por Disney en 2016, es una oda a la vida, la muerte y el espacio que ocupamos después de ambos límites vitales. Sin detenerse a contar mucho sobre sus personajes pues estos son meramente un pretexto, Lowery plantea un juego metafórico, donde explica con control escénico nuestro fugaz paso por la historia.

reseña historia de fantasmas, int2

En una de sus piezas principales, la instalación People you Love hecha para el día nacional de poesía en 2015, el artista escocés Robert Montgomery dicta en un anuncio luminoso que las personas que amamos se convierten en fantasmas y con ello las mantenemos vivas (“The people you love become ghosts inside of you and like this you keep them alive”). Con una idea que refleja a la de Montgomery, el director aborda a una figura amada en espera, convertida en un personaje silente presente en todas las habitaciones de la casa que una vez fue suya.A la muerte del personaje principal, encarnado con delicadeza por Casey Affleck (Manchester by the Sea), la mujer abandona el espacio que compartían dejando a su fantasma solo en ese lugar. Es en ese momento, un cuadro insertado a la mitad de la afortunadamente breve duración del filme (90 minutos) cuando la cinta cambia su sentido. No es una historia sobre dos enamorados que se pierden el uno al otro por la muerte, mucho menos un filme sobre el duelo que provoca la pérdida de un ser amado. Claramente inspirado en el cine de Wim Wenders y Terrence Malick, Lowery crea un ejercicio melancólico y contemplativo –algunos tal vez dirán que demasiado contemplativo– sobre el tiempo.[caption id="attachment_206961" align="aligncenter" width="715"]

reseña historia de fantasmas, int3

Casey Affleck en "Historia de fantasmas".[/caption]Apoyado en la fotografía de Andrew Droz Palermo y la extraordinaria música de Daniel Hart, cuya potente canción “I Get Overwhelmed” da pistas sobre el pasado de nuestro personaje, el director recurre a uno de sus principales intereses, utilizar a los fantasmas como testigos, más que como entes maliciosos o aterradores. Al igual que Montgomery en una de sus piezas más conocidas, Lowery, cuyo primer trabajo filmado en la infancia era una versión simplificada de Poltergeist, clásico ochentero de Steven Spielberg, encuentra en los fantasmas cualidades tan humanas como las de cualquier ser vivo, expandiendo sus alcances para crear un genuino ensayo sobre la trascendencia.

* * *

También te recomendamos:Los mejores estrenos de cine en enero.Ganadores de los Globos de Oro 2018.No te pierdas la octava edición de FICUNAM.

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Claramente inspirado en el cine de Wenders y Malick, el director David Lowery crea una experiencia más allá de la vida.

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El plano es estático, el formato 4:3 con las esquinas redondas simula a una de esas fotografías que ante la modernidad se han acumulado en cualquier cajón de nuestras casas. En escena aparece una mujer –cuyo nombre real nunca sabremos– sentada en el suelo mientras come un pay, al fondo una figura alta y blanca la observa estática. Minutos antes vimos la inesperada muerte del hombre que vivía con ella y cómo poco después éste despertaba en la morgue, levantándose con una sábana blanca como única posesión. Él es esa figura alta contemplativa.

La escena se extiende a lo largo de casi cinco minutos en los que el espectador observa cómo la mujer, a quien el director y guionista del filme David Lowery ha llamado M, come el pastel con dolor, levantando el ritmo de sus bocados hasta no poder ingerir algo más. Corre al baño y vomita. A la mitad del cuadro, el fantasma de su pareja ha observado todo, su inexpresivo manto sólo se mueve lentamente para seguir su camino del suelo al baño. El dolor es evidente en ambos y también puede llegar al espectador. Esta es una escena de Historia de fantasmas (A Ghost Story, 2017), un singular filme que ofrece un delicado retrato de la vida después de la vida.[caption id="attachment_206963" align="aligncenter" width="715"]

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Rooney Mara en "Historia de fantasmas", de David Lowery.[/caption]Filmada con envidiable sencillez, el cuarto trabajo como director de Lowery, conocido por el filme independiente Ain’t them Bodies Saints (2013) y la nueva versión del clásico Pete’s Dragon producida por Disney en 2016, es una oda a la vida, la muerte y el espacio que ocupamos después de ambos límites vitales. Sin detenerse a contar mucho sobre sus personajes pues estos son meramente un pretexto, Lowery plantea un juego metafórico, donde explica con control escénico nuestro fugaz paso por la historia.

reseña historia de fantasmas, int2

En una de sus piezas principales, la instalación People you Love hecha para el día nacional de poesía en 2015, el artista escocés Robert Montgomery dicta en un anuncio luminoso que las personas que amamos se convierten en fantasmas y con ello las mantenemos vivas (“The people you love become ghosts inside of you and like this you keep them alive”). Con una idea que refleja a la de Montgomery, el director aborda a una figura amada en espera, convertida en un personaje silente presente en todas las habitaciones de la casa que una vez fue suya.A la muerte del personaje principal, encarnado con delicadeza por Casey Affleck (Manchester by the Sea), la mujer abandona el espacio que compartían dejando a su fantasma solo en ese lugar. Es en ese momento, un cuadro insertado a la mitad de la afortunadamente breve duración del filme (90 minutos) cuando la cinta cambia su sentido. No es una historia sobre dos enamorados que se pierden el uno al otro por la muerte, mucho menos un filme sobre el duelo que provoca la pérdida de un ser amado. Claramente inspirado en el cine de Wim Wenders y Terrence Malick, Lowery crea un ejercicio melancólico y contemplativo –algunos tal vez dirán que demasiado contemplativo– sobre el tiempo.[caption id="attachment_206961" align="aligncenter" width="715"]

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Casey Affleck en "Historia de fantasmas".[/caption]Apoyado en la fotografía de Andrew Droz Palermo y la extraordinaria música de Daniel Hart, cuya potente canción “I Get Overwhelmed” da pistas sobre el pasado de nuestro personaje, el director recurre a uno de sus principales intereses, utilizar a los fantasmas como testigos, más que como entes maliciosos o aterradores. Al igual que Montgomery en una de sus piezas más conocidas, Lowery, cuyo primer trabajo filmado en la infancia era una versión simplificada de Poltergeist, clásico ochentero de Steven Spielberg, encuentra en los fantasmas cualidades tan humanas como las de cualquier ser vivo, expandiendo sus alcances para crear un genuino ensayo sobre la trascendencia.

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El plano es estático, el formato 4:3 con las esquinas redondas simula a una de esas fotografías que ante la modernidad se han acumulado en cualquier cajón de nuestras casas. En escena aparece una mujer –cuyo nombre real nunca sabremos– sentada en el suelo mientras come un pay, al fondo una figura alta y blanca la observa estática. Minutos antes vimos la inesperada muerte del hombre que vivía con ella y cómo poco después éste despertaba en la morgue, levantándose con una sábana blanca como única posesión. Él es esa figura alta contemplativa.

La escena se extiende a lo largo de casi cinco minutos en los que el espectador observa cómo la mujer, a quien el director y guionista del filme David Lowery ha llamado M, come el pastel con dolor, levantando el ritmo de sus bocados hasta no poder ingerir algo más. Corre al baño y vomita. A la mitad del cuadro, el fantasma de su pareja ha observado todo, su inexpresivo manto sólo se mueve lentamente para seguir su camino del suelo al baño. El dolor es evidente en ambos y también puede llegar al espectador. Esta es una escena de Historia de fantasmas (A Ghost Story, 2017), un singular filme que ofrece un delicado retrato de la vida después de la vida.[caption id="attachment_206963" align="aligncenter" width="715"]

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Rooney Mara en "Historia de fantasmas", de David Lowery.[/caption]Filmada con envidiable sencillez, el cuarto trabajo como director de Lowery, conocido por el filme independiente Ain’t them Bodies Saints (2013) y la nueva versión del clásico Pete’s Dragon producida por Disney en 2016, es una oda a la vida, la muerte y el espacio que ocupamos después de ambos límites vitales. Sin detenerse a contar mucho sobre sus personajes pues estos son meramente un pretexto, Lowery plantea un juego metafórico, donde explica con control escénico nuestro fugaz paso por la historia.

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En una de sus piezas principales, la instalación People you Love hecha para el día nacional de poesía en 2015, el artista escocés Robert Montgomery dicta en un anuncio luminoso que las personas que amamos se convierten en fantasmas y con ello las mantenemos vivas (“The people you love become ghosts inside of you and like this you keep them alive”). Con una idea que refleja a la de Montgomery, el director aborda a una figura amada en espera, convertida en un personaje silente presente en todas las habitaciones de la casa que una vez fue suya.A la muerte del personaje principal, encarnado con delicadeza por Casey Affleck (Manchester by the Sea), la mujer abandona el espacio que compartían dejando a su fantasma solo en ese lugar. Es en ese momento, un cuadro insertado a la mitad de la afortunadamente breve duración del filme (90 minutos) cuando la cinta cambia su sentido. No es una historia sobre dos enamorados que se pierden el uno al otro por la muerte, mucho menos un filme sobre el duelo que provoca la pérdida de un ser amado. Claramente inspirado en el cine de Wim Wenders y Terrence Malick, Lowery crea un ejercicio melancólico y contemplativo –algunos tal vez dirán que demasiado contemplativo– sobre el tiempo.[caption id="attachment_206961" align="aligncenter" width="715"]

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Casey Affleck en "Historia de fantasmas".[/caption]Apoyado en la fotografía de Andrew Droz Palermo y la extraordinaria música de Daniel Hart, cuya potente canción “I Get Overwhelmed” da pistas sobre el pasado de nuestro personaje, el director recurre a uno de sus principales intereses, utilizar a los fantasmas como testigos, más que como entes maliciosos o aterradores. Al igual que Montgomery en una de sus piezas más conocidas, Lowery, cuyo primer trabajo filmado en la infancia era una versión simplificada de Poltergeist, clásico ochentero de Steven Spielberg, encuentra en los fantasmas cualidades tan humanas como las de cualquier ser vivo, expandiendo sus alcances para crear un genuino ensayo sobre la trascendencia.

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La escena se extiende a lo largo de casi cinco minutos en los que el espectador observa cómo la mujer, a quien el director y guionista del filme David Lowery ha llamado M, come el pastel con dolor, levantando el ritmo de sus bocados hasta no poder ingerir algo más. Corre al baño y vomita. A la mitad del cuadro, el fantasma de su pareja ha observado todo, su inexpresivo manto sólo se mueve lentamente para seguir su camino del suelo al baño. El dolor es evidente en ambos y también puede llegar al espectador. Esta es una escena de Historia de fantasmas (A Ghost Story, 2017), un singular filme que ofrece un delicado retrato de la vida después de la vida.[caption id="attachment_206963" align="aligncenter" width="715"]

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Rooney Mara en "Historia de fantasmas", de David Lowery.[/caption]Filmada con envidiable sencillez, el cuarto trabajo como director de Lowery, conocido por el filme independiente Ain’t them Bodies Saints (2013) y la nueva versión del clásico Pete’s Dragon producida por Disney en 2016, es una oda a la vida, la muerte y el espacio que ocupamos después de ambos límites vitales. Sin detenerse a contar mucho sobre sus personajes pues estos son meramente un pretexto, Lowery plantea un juego metafórico, donde explica con control escénico nuestro fugaz paso por la historia.

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En una de sus piezas principales, la instalación People you Love hecha para el día nacional de poesía en 2015, el artista escocés Robert Montgomery dicta en un anuncio luminoso que las personas que amamos se convierten en fantasmas y con ello las mantenemos vivas (“The people you love become ghosts inside of you and like this you keep them alive”). Con una idea que refleja a la de Montgomery, el director aborda a una figura amada en espera, convertida en un personaje silente presente en todas las habitaciones de la casa que una vez fue suya.A la muerte del personaje principal, encarnado con delicadeza por Casey Affleck (Manchester by the Sea), la mujer abandona el espacio que compartían dejando a su fantasma solo en ese lugar. Es en ese momento, un cuadro insertado a la mitad de la afortunadamente breve duración del filme (90 minutos) cuando la cinta cambia su sentido. No es una historia sobre dos enamorados que se pierden el uno al otro por la muerte, mucho menos un filme sobre el duelo que provoca la pérdida de un ser amado. Claramente inspirado en el cine de Wim Wenders y Terrence Malick, Lowery crea un ejercicio melancólico y contemplativo –algunos tal vez dirán que demasiado contemplativo– sobre el tiempo.[caption id="attachment_206961" align="aligncenter" width="715"]

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Casey Affleck en "Historia de fantasmas".[/caption]Apoyado en la fotografía de Andrew Droz Palermo y la extraordinaria música de Daniel Hart, cuya potente canción “I Get Overwhelmed” da pistas sobre el pasado de nuestro personaje, el director recurre a uno de sus principales intereses, utilizar a los fantasmas como testigos, más que como entes maliciosos o aterradores. Al igual que Montgomery en una de sus piezas más conocidas, Lowery, cuyo primer trabajo filmado en la infancia era una versión simplificada de Poltergeist, clásico ochentero de Steven Spielberg, encuentra en los fantasmas cualidades tan humanas como las de cualquier ser vivo, expandiendo sus alcances para crear un genuino ensayo sobre la trascendencia.

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El plano es estático, el formato 4:3 con las esquinas redondas simula a una de esas fotografías que ante la modernidad se han acumulado en cualquier cajón de nuestras casas. En escena aparece una mujer –cuyo nombre real nunca sabremos– sentada en el suelo mientras come un pay, al fondo una figura alta y blanca la observa estática. Minutos antes vimos la inesperada muerte del hombre que vivía con ella y cómo poco después éste despertaba en la morgue, levantándose con una sábana blanca como única posesión. Él es esa figura alta contemplativa.

La escena se extiende a lo largo de casi cinco minutos en los que el espectador observa cómo la mujer, a quien el director y guionista del filme David Lowery ha llamado M, come el pastel con dolor, levantando el ritmo de sus bocados hasta no poder ingerir algo más. Corre al baño y vomita. A la mitad del cuadro, el fantasma de su pareja ha observado todo, su inexpresivo manto sólo se mueve lentamente para seguir su camino del suelo al baño. El dolor es evidente en ambos y también puede llegar al espectador. Esta es una escena de Historia de fantasmas (A Ghost Story, 2017), un singular filme que ofrece un delicado retrato de la vida después de la vida.[caption id="attachment_206963" align="aligncenter" width="715"]

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Rooney Mara en "Historia de fantasmas", de David Lowery.[/caption]Filmada con envidiable sencillez, el cuarto trabajo como director de Lowery, conocido por el filme independiente Ain’t them Bodies Saints (2013) y la nueva versión del clásico Pete’s Dragon producida por Disney en 2016, es una oda a la vida, la muerte y el espacio que ocupamos después de ambos límites vitales. Sin detenerse a contar mucho sobre sus personajes pues estos son meramente un pretexto, Lowery plantea un juego metafórico, donde explica con control escénico nuestro fugaz paso por la historia.

reseña historia de fantasmas, int2

En una de sus piezas principales, la instalación People you Love hecha para el día nacional de poesía en 2015, el artista escocés Robert Montgomery dicta en un anuncio luminoso que las personas que amamos se convierten en fantasmas y con ello las mantenemos vivas (“The people you love become ghosts inside of you and like this you keep them alive”). Con una idea que refleja a la de Montgomery, el director aborda a una figura amada en espera, convertida en un personaje silente presente en todas las habitaciones de la casa que una vez fue suya.A la muerte del personaje principal, encarnado con delicadeza por Casey Affleck (Manchester by the Sea), la mujer abandona el espacio que compartían dejando a su fantasma solo en ese lugar. Es en ese momento, un cuadro insertado a la mitad de la afortunadamente breve duración del filme (90 minutos) cuando la cinta cambia su sentido. No es una historia sobre dos enamorados que se pierden el uno al otro por la muerte, mucho menos un filme sobre el duelo que provoca la pérdida de un ser amado. Claramente inspirado en el cine de Wim Wenders y Terrence Malick, Lowery crea un ejercicio melancólico y contemplativo –algunos tal vez dirán que demasiado contemplativo– sobre el tiempo.[caption id="attachment_206961" align="aligncenter" width="715"]

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Casey Affleck en "Historia de fantasmas".[/caption]Apoyado en la fotografía de Andrew Droz Palermo y la extraordinaria música de Daniel Hart, cuya potente canción “I Get Overwhelmed” da pistas sobre el pasado de nuestro personaje, el director recurre a uno de sus principales intereses, utilizar a los fantasmas como testigos, más que como entes maliciosos o aterradores. Al igual que Montgomery en una de sus piezas más conocidas, Lowery, cuyo primer trabajo filmado en la infancia era una versión simplificada de Poltergeist, clásico ochentero de Steven Spielberg, encuentra en los fantasmas cualidades tan humanas como las de cualquier ser vivo, expandiendo sus alcances para crear un genuino ensayo sobre la trascendencia.

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Claramente inspirado en el cine de Wenders y Malick, el director David Lowery crea una experiencia más allá de la vida.

El plano es estático, el formato 4:3 con las esquinas redondas simula a una de esas fotografías que ante la modernidad se han acumulado en cualquier cajón de nuestras casas. En escena aparece una mujer –cuyo nombre real nunca sabremos– sentada en el suelo mientras come un pay, al fondo una figura alta y blanca la observa estática. Minutos antes vimos la inesperada muerte del hombre que vivía con ella y cómo poco después éste despertaba en la morgue, levantándose con una sábana blanca como única posesión. Él es esa figura alta contemplativa.

La escena se extiende a lo largo de casi cinco minutos en los que el espectador observa cómo la mujer, a quien el director y guionista del filme David Lowery ha llamado M, come el pastel con dolor, levantando el ritmo de sus bocados hasta no poder ingerir algo más. Corre al baño y vomita. A la mitad del cuadro, el fantasma de su pareja ha observado todo, su inexpresivo manto sólo se mueve lentamente para seguir su camino del suelo al baño. El dolor es evidente en ambos y también puede llegar al espectador. Esta es una escena de Historia de fantasmas (A Ghost Story, 2017), un singular filme que ofrece un delicado retrato de la vida después de la vida.[caption id="attachment_206963" align="aligncenter" width="715"]

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En una de sus piezas principales, la instalación People you Love hecha para el día nacional de poesía en 2015, el artista escocés Robert Montgomery dicta en un anuncio luminoso que las personas que amamos se convierten en fantasmas y con ello las mantenemos vivas (“The people you love become ghosts inside of you and like this you keep them alive”). Con una idea que refleja a la de Montgomery, el director aborda a una figura amada en espera, convertida en un personaje silente presente en todas las habitaciones de la casa que una vez fue suya.A la muerte del personaje principal, encarnado con delicadeza por Casey Affleck (Manchester by the Sea), la mujer abandona el espacio que compartían dejando a su fantasma solo en ese lugar. Es en ese momento, un cuadro insertado a la mitad de la afortunadamente breve duración del filme (90 minutos) cuando la cinta cambia su sentido. No es una historia sobre dos enamorados que se pierden el uno al otro por la muerte, mucho menos un filme sobre el duelo que provoca la pérdida de un ser amado. Claramente inspirado en el cine de Wim Wenders y Terrence Malick, Lowery crea un ejercicio melancólico y contemplativo –algunos tal vez dirán que demasiado contemplativo– sobre el tiempo.[caption id="attachment_206961" align="aligncenter" width="715"]

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La escena se extiende a lo largo de casi cinco minutos en los que el espectador observa cómo la mujer, a quien el director y guionista del filme David Lowery ha llamado M, come el pastel con dolor, levantando el ritmo de sus bocados hasta no poder ingerir algo más. Corre al baño y vomita. A la mitad del cuadro, el fantasma de su pareja ha observado todo, su inexpresivo manto sólo se mueve lentamente para seguir su camino del suelo al baño. El dolor es evidente en ambos y también puede llegar al espectador. Esta es una escena de Historia de fantasmas (A Ghost Story, 2017), un singular filme que ofrece un delicado retrato de la vida después de la vida.[caption id="attachment_206963" align="aligncenter" width="715"]

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Rooney Mara en "Historia de fantasmas", de David Lowery.[/caption]Filmada con envidiable sencillez, el cuarto trabajo como director de Lowery, conocido por el filme independiente Ain’t them Bodies Saints (2013) y la nueva versión del clásico Pete’s Dragon producida por Disney en 2016, es una oda a la vida, la muerte y el espacio que ocupamos después de ambos límites vitales. Sin detenerse a contar mucho sobre sus personajes pues estos son meramente un pretexto, Lowery plantea un juego metafórico, donde explica con control escénico nuestro fugaz paso por la historia.

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En una de sus piezas principales, la instalación People you Love hecha para el día nacional de poesía en 2015, el artista escocés Robert Montgomery dicta en un anuncio luminoso que las personas que amamos se convierten en fantasmas y con ello las mantenemos vivas (“The people you love become ghosts inside of you and like this you keep them alive”). Con una idea que refleja a la de Montgomery, el director aborda a una figura amada en espera, convertida en un personaje silente presente en todas las habitaciones de la casa que una vez fue suya.A la muerte del personaje principal, encarnado con delicadeza por Casey Affleck (Manchester by the Sea), la mujer abandona el espacio que compartían dejando a su fantasma solo en ese lugar. Es en ese momento, un cuadro insertado a la mitad de la afortunadamente breve duración del filme (90 minutos) cuando la cinta cambia su sentido. No es una historia sobre dos enamorados que se pierden el uno al otro por la muerte, mucho menos un filme sobre el duelo que provoca la pérdida de un ser amado. Claramente inspirado en el cine de Wim Wenders y Terrence Malick, Lowery crea un ejercicio melancólico y contemplativo –algunos tal vez dirán que demasiado contemplativo– sobre el tiempo.[caption id="attachment_206961" align="aligncenter" width="715"]

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Casey Affleck en "Historia de fantasmas".[/caption]Apoyado en la fotografía de Andrew Droz Palermo y la extraordinaria música de Daniel Hart, cuya potente canción “I Get Overwhelmed” da pistas sobre el pasado de nuestro personaje, el director recurre a uno de sus principales intereses, utilizar a los fantasmas como testigos, más que como entes maliciosos o aterradores. Al igual que Montgomery en una de sus piezas más conocidas, Lowery, cuyo primer trabajo filmado en la infancia era una versión simplificada de Poltergeist, clásico ochentero de Steven Spielberg, encuentra en los fantasmas cualidades tan humanas como las de cualquier ser vivo, expandiendo sus alcances para crear un genuino ensayo sobre la trascendencia.

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La escena se extiende a lo largo de casi cinco minutos en los que el espectador observa cómo la mujer, a quien el director y guionista del filme David Lowery ha llamado M, come el pastel con dolor, levantando el ritmo de sus bocados hasta no poder ingerir algo más. Corre al baño y vomita. A la mitad del cuadro, el fantasma de su pareja ha observado todo, su inexpresivo manto sólo se mueve lentamente para seguir su camino del suelo al baño. El dolor es evidente en ambos y también puede llegar al espectador. Esta es una escena de Historia de fantasmas (A Ghost Story, 2017), un singular filme que ofrece un delicado retrato de la vida después de la vida.[caption id="attachment_206963" align="aligncenter" width="715"]

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Rooney Mara en "Historia de fantasmas", de David Lowery.[/caption]Filmada con envidiable sencillez, el cuarto trabajo como director de Lowery, conocido por el filme independiente Ain’t them Bodies Saints (2013) y la nueva versión del clásico Pete’s Dragon producida por Disney en 2016, es una oda a la vida, la muerte y el espacio que ocupamos después de ambos límites vitales. Sin detenerse a contar mucho sobre sus personajes pues estos son meramente un pretexto, Lowery plantea un juego metafórico, donde explica con control escénico nuestro fugaz paso por la historia.

reseña historia de fantasmas, int2

En una de sus piezas principales, la instalación People you Love hecha para el día nacional de poesía en 2015, el artista escocés Robert Montgomery dicta en un anuncio luminoso que las personas que amamos se convierten en fantasmas y con ello las mantenemos vivas (“The people you love become ghosts inside of you and like this you keep them alive”). Con una idea que refleja a la de Montgomery, el director aborda a una figura amada en espera, convertida en un personaje silente presente en todas las habitaciones de la casa que una vez fue suya.A la muerte del personaje principal, encarnado con delicadeza por Casey Affleck (Manchester by the Sea), la mujer abandona el espacio que compartían dejando a su fantasma solo en ese lugar. Es en ese momento, un cuadro insertado a la mitad de la afortunadamente breve duración del filme (90 minutos) cuando la cinta cambia su sentido. No es una historia sobre dos enamorados que se pierden el uno al otro por la muerte, mucho menos un filme sobre el duelo que provoca la pérdida de un ser amado. Claramente inspirado en el cine de Wim Wenders y Terrence Malick, Lowery crea un ejercicio melancólico y contemplativo –algunos tal vez dirán que demasiado contemplativo– sobre el tiempo.[caption id="attachment_206961" align="aligncenter" width="715"]

reseña historia de fantasmas, int3

Casey Affleck en "Historia de fantasmas".[/caption]Apoyado en la fotografía de Andrew Droz Palermo y la extraordinaria música de Daniel Hart, cuya potente canción “I Get Overwhelmed” da pistas sobre el pasado de nuestro personaje, el director recurre a uno de sus principales intereses, utilizar a los fantasmas como testigos, más que como entes maliciosos o aterradores. Al igual que Montgomery en una de sus piezas más conocidas, Lowery, cuyo primer trabajo filmado en la infancia era una versión simplificada de Poltergeist, clásico ochentero de Steven Spielberg, encuentra en los fantasmas cualidades tan humanas como las de cualquier ser vivo, expandiendo sus alcances para crear un genuino ensayo sobre la trascendencia.

* * *

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La vida después de la muerte

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Fotografía de
Realización de
Ilustración de
Traducción de
10
.
01
.
18
AAAA
Tiempo de Lectura: 00 min

Claramente inspirado en el cine de Wenders y Malick, el director David Lowery crea una experiencia más allá de la vida.

El plano es estático, el formato 4:3 con las esquinas redondas simula a una de esas fotografías que ante la modernidad se han acumulado en cualquier cajón de nuestras casas. En escena aparece una mujer –cuyo nombre real nunca sabremos– sentada en el suelo mientras come un pay, al fondo una figura alta y blanca la observa estática. Minutos antes vimos la inesperada muerte del hombre que vivía con ella y cómo poco después éste despertaba en la morgue, levantándose con una sábana blanca como única posesión. Él es esa figura alta contemplativa.

La escena se extiende a lo largo de casi cinco minutos en los que el espectador observa cómo la mujer, a quien el director y guionista del filme David Lowery ha llamado M, come el pastel con dolor, levantando el ritmo de sus bocados hasta no poder ingerir algo más. Corre al baño y vomita. A la mitad del cuadro, el fantasma de su pareja ha observado todo, su inexpresivo manto sólo se mueve lentamente para seguir su camino del suelo al baño. El dolor es evidente en ambos y también puede llegar al espectador. Esta es una escena de Historia de fantasmas (A Ghost Story, 2017), un singular filme que ofrece un delicado retrato de la vida después de la vida.[caption id="attachment_206963" align="aligncenter" width="715"]

reseña historia de fantasmas, int1

Rooney Mara en "Historia de fantasmas", de David Lowery.[/caption]Filmada con envidiable sencillez, el cuarto trabajo como director de Lowery, conocido por el filme independiente Ain’t them Bodies Saints (2013) y la nueva versión del clásico Pete’s Dragon producida por Disney en 2016, es una oda a la vida, la muerte y el espacio que ocupamos después de ambos límites vitales. Sin detenerse a contar mucho sobre sus personajes pues estos son meramente un pretexto, Lowery plantea un juego metafórico, donde explica con control escénico nuestro fugaz paso por la historia.

reseña historia de fantasmas, int2

En una de sus piezas principales, la instalación People you Love hecha para el día nacional de poesía en 2015, el artista escocés Robert Montgomery dicta en un anuncio luminoso que las personas que amamos se convierten en fantasmas y con ello las mantenemos vivas (“The people you love become ghosts inside of you and like this you keep them alive”). Con una idea que refleja a la de Montgomery, el director aborda a una figura amada en espera, convertida en un personaje silente presente en todas las habitaciones de la casa que una vez fue suya.A la muerte del personaje principal, encarnado con delicadeza por Casey Affleck (Manchester by the Sea), la mujer abandona el espacio que compartían dejando a su fantasma solo en ese lugar. Es en ese momento, un cuadro insertado a la mitad de la afortunadamente breve duración del filme (90 minutos) cuando la cinta cambia su sentido. No es una historia sobre dos enamorados que se pierden el uno al otro por la muerte, mucho menos un filme sobre el duelo que provoca la pérdida de un ser amado. Claramente inspirado en el cine de Wim Wenders y Terrence Malick, Lowery crea un ejercicio melancólico y contemplativo –algunos tal vez dirán que demasiado contemplativo– sobre el tiempo.[caption id="attachment_206961" align="aligncenter" width="715"]

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Casey Affleck en "Historia de fantasmas".[/caption]Apoyado en la fotografía de Andrew Droz Palermo y la extraordinaria música de Daniel Hart, cuya potente canción “I Get Overwhelmed” da pistas sobre el pasado de nuestro personaje, el director recurre a uno de sus principales intereses, utilizar a los fantasmas como testigos, más que como entes maliciosos o aterradores. Al igual que Montgomery en una de sus piezas más conocidas, Lowery, cuyo primer trabajo filmado en la infancia era una versión simplificada de Poltergeist, clásico ochentero de Steven Spielberg, encuentra en los fantasmas cualidades tan humanas como las de cualquier ser vivo, expandiendo sus alcances para crear un genuino ensayo sobre la trascendencia.

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Claramente inspirado en el cine de Wenders y Malick, el director David Lowery crea una experiencia más allá de la vida.

El plano es estático, el formato 4:3 con las esquinas redondas simula a una de esas fotografías que ante la modernidad se han acumulado en cualquier cajón de nuestras casas. En escena aparece una mujer –cuyo nombre real nunca sabremos– sentada en el suelo mientras come un pay, al fondo una figura alta y blanca la observa estática. Minutos antes vimos la inesperada muerte del hombre que vivía con ella y cómo poco después éste despertaba en la morgue, levantándose con una sábana blanca como única posesión. Él es esa figura alta contemplativa.

La escena se extiende a lo largo de casi cinco minutos en los que el espectador observa cómo la mujer, a quien el director y guionista del filme David Lowery ha llamado M, come el pastel con dolor, levantando el ritmo de sus bocados hasta no poder ingerir algo más. Corre al baño y vomita. A la mitad del cuadro, el fantasma de su pareja ha observado todo, su inexpresivo manto sólo se mueve lentamente para seguir su camino del suelo al baño. El dolor es evidente en ambos y también puede llegar al espectador. Esta es una escena de Historia de fantasmas (A Ghost Story, 2017), un singular filme que ofrece un delicado retrato de la vida después de la vida.[caption id="attachment_206963" align="aligncenter" width="715"]

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Rooney Mara en "Historia de fantasmas", de David Lowery.[/caption]Filmada con envidiable sencillez, el cuarto trabajo como director de Lowery, conocido por el filme independiente Ain’t them Bodies Saints (2013) y la nueva versión del clásico Pete’s Dragon producida por Disney en 2016, es una oda a la vida, la muerte y el espacio que ocupamos después de ambos límites vitales. Sin detenerse a contar mucho sobre sus personajes pues estos son meramente un pretexto, Lowery plantea un juego metafórico, donde explica con control escénico nuestro fugaz paso por la historia.

reseña historia de fantasmas, int2

En una de sus piezas principales, la instalación People you Love hecha para el día nacional de poesía en 2015, el artista escocés Robert Montgomery dicta en un anuncio luminoso que las personas que amamos se convierten en fantasmas y con ello las mantenemos vivas (“The people you love become ghosts inside of you and like this you keep them alive”). Con una idea que refleja a la de Montgomery, el director aborda a una figura amada en espera, convertida en un personaje silente presente en todas las habitaciones de la casa que una vez fue suya.A la muerte del personaje principal, encarnado con delicadeza por Casey Affleck (Manchester by the Sea), la mujer abandona el espacio que compartían dejando a su fantasma solo en ese lugar. Es en ese momento, un cuadro insertado a la mitad de la afortunadamente breve duración del filme (90 minutos) cuando la cinta cambia su sentido. No es una historia sobre dos enamorados que se pierden el uno al otro por la muerte, mucho menos un filme sobre el duelo que provoca la pérdida de un ser amado. Claramente inspirado en el cine de Wim Wenders y Terrence Malick, Lowery crea un ejercicio melancólico y contemplativo –algunos tal vez dirán que demasiado contemplativo– sobre el tiempo.[caption id="attachment_206961" align="aligncenter" width="715"]

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Casey Affleck en "Historia de fantasmas".[/caption]Apoyado en la fotografía de Andrew Droz Palermo y la extraordinaria música de Daniel Hart, cuya potente canción “I Get Overwhelmed” da pistas sobre el pasado de nuestro personaje, el director recurre a uno de sus principales intereses, utilizar a los fantasmas como testigos, más que como entes maliciosos o aterradores. Al igual que Montgomery en una de sus piezas más conocidas, Lowery, cuyo primer trabajo filmado en la infancia era una versión simplificada de Poltergeist, clásico ochentero de Steven Spielberg, encuentra en los fantasmas cualidades tan humanas como las de cualquier ser vivo, expandiendo sus alcances para crear un genuino ensayo sobre la trascendencia.

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El plano es estático, el formato 4:3 con las esquinas redondas simula a una de esas fotografías que ante la modernidad se han acumulado en cualquier cajón de nuestras casas. En escena aparece una mujer –cuyo nombre real nunca sabremos– sentada en el suelo mientras come un pay, al fondo una figura alta y blanca la observa estática. Minutos antes vimos la inesperada muerte del hombre que vivía con ella y cómo poco después éste despertaba en la morgue, levantándose con una sábana blanca como única posesión. Él es esa figura alta contemplativa.

La escena se extiende a lo largo de casi cinco minutos en los que el espectador observa cómo la mujer, a quien el director y guionista del filme David Lowery ha llamado M, come el pastel con dolor, levantando el ritmo de sus bocados hasta no poder ingerir algo más. Corre al baño y vomita. A la mitad del cuadro, el fantasma de su pareja ha observado todo, su inexpresivo manto sólo se mueve lentamente para seguir su camino del suelo al baño. El dolor es evidente en ambos y también puede llegar al espectador. Esta es una escena de Historia de fantasmas (A Ghost Story, 2017), un singular filme que ofrece un delicado retrato de la vida después de la vida.[caption id="attachment_206963" align="aligncenter" width="715"]

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Rooney Mara en "Historia de fantasmas", de David Lowery.[/caption]Filmada con envidiable sencillez, el cuarto trabajo como director de Lowery, conocido por el filme independiente Ain’t them Bodies Saints (2013) y la nueva versión del clásico Pete’s Dragon producida por Disney en 2016, es una oda a la vida, la muerte y el espacio que ocupamos después de ambos límites vitales. Sin detenerse a contar mucho sobre sus personajes pues estos son meramente un pretexto, Lowery plantea un juego metafórico, donde explica con control escénico nuestro fugaz paso por la historia.

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En una de sus piezas principales, la instalación People you Love hecha para el día nacional de poesía en 2015, el artista escocés Robert Montgomery dicta en un anuncio luminoso que las personas que amamos se convierten en fantasmas y con ello las mantenemos vivas (“The people you love become ghosts inside of you and like this you keep them alive”). Con una idea que refleja a la de Montgomery, el director aborda a una figura amada en espera, convertida en un personaje silente presente en todas las habitaciones de la casa que una vez fue suya.A la muerte del personaje principal, encarnado con delicadeza por Casey Affleck (Manchester by the Sea), la mujer abandona el espacio que compartían dejando a su fantasma solo en ese lugar. Es en ese momento, un cuadro insertado a la mitad de la afortunadamente breve duración del filme (90 minutos) cuando la cinta cambia su sentido. No es una historia sobre dos enamorados que se pierden el uno al otro por la muerte, mucho menos un filme sobre el duelo que provoca la pérdida de un ser amado. Claramente inspirado en el cine de Wim Wenders y Terrence Malick, Lowery crea un ejercicio melancólico y contemplativo –algunos tal vez dirán que demasiado contemplativo– sobre el tiempo.[caption id="attachment_206961" align="aligncenter" width="715"]

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Casey Affleck en "Historia de fantasmas".[/caption]Apoyado en la fotografía de Andrew Droz Palermo y la extraordinaria música de Daniel Hart, cuya potente canción “I Get Overwhelmed” da pistas sobre el pasado de nuestro personaje, el director recurre a uno de sus principales intereses, utilizar a los fantasmas como testigos, más que como entes maliciosos o aterradores. Al igual que Montgomery en una de sus piezas más conocidas, Lowery, cuyo primer trabajo filmado en la infancia era una versión simplificada de Poltergeist, clásico ochentero de Steven Spielberg, encuentra en los fantasmas cualidades tan humanas como las de cualquier ser vivo, expandiendo sus alcances para crear un genuino ensayo sobre la trascendencia.

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El plano es estático, el formato 4:3 con las esquinas redondas simula a una de esas fotografías que ante la modernidad se han acumulado en cualquier cajón de nuestras casas. En escena aparece una mujer –cuyo nombre real nunca sabremos– sentada en el suelo mientras come un pay, al fondo una figura alta y blanca la observa estática. Minutos antes vimos la inesperada muerte del hombre que vivía con ella y cómo poco después éste despertaba en la morgue, levantándose con una sábana blanca como única posesión. Él es esa figura alta contemplativa.

La escena se extiende a lo largo de casi cinco minutos en los que el espectador observa cómo la mujer, a quien el director y guionista del filme David Lowery ha llamado M, come el pastel con dolor, levantando el ritmo de sus bocados hasta no poder ingerir algo más. Corre al baño y vomita. A la mitad del cuadro, el fantasma de su pareja ha observado todo, su inexpresivo manto sólo se mueve lentamente para seguir su camino del suelo al baño. El dolor es evidente en ambos y también puede llegar al espectador. Esta es una escena de Historia de fantasmas (A Ghost Story, 2017), un singular filme que ofrece un delicado retrato de la vida después de la vida.[caption id="attachment_206963" align="aligncenter" width="715"]

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Rooney Mara en "Historia de fantasmas", de David Lowery.[/caption]Filmada con envidiable sencillez, el cuarto trabajo como director de Lowery, conocido por el filme independiente Ain’t them Bodies Saints (2013) y la nueva versión del clásico Pete’s Dragon producida por Disney en 2016, es una oda a la vida, la muerte y el espacio que ocupamos después de ambos límites vitales. Sin detenerse a contar mucho sobre sus personajes pues estos son meramente un pretexto, Lowery plantea un juego metafórico, donde explica con control escénico nuestro fugaz paso por la historia.

reseña historia de fantasmas, int2

En una de sus piezas principales, la instalación People you Love hecha para el día nacional de poesía en 2015, el artista escocés Robert Montgomery dicta en un anuncio luminoso que las personas que amamos se convierten en fantasmas y con ello las mantenemos vivas (“The people you love become ghosts inside of you and like this you keep them alive”). Con una idea que refleja a la de Montgomery, el director aborda a una figura amada en espera, convertida en un personaje silente presente en todas las habitaciones de la casa que una vez fue suya.A la muerte del personaje principal, encarnado con delicadeza por Casey Affleck (Manchester by the Sea), la mujer abandona el espacio que compartían dejando a su fantasma solo en ese lugar. Es en ese momento, un cuadro insertado a la mitad de la afortunadamente breve duración del filme (90 minutos) cuando la cinta cambia su sentido. No es una historia sobre dos enamorados que se pierden el uno al otro por la muerte, mucho menos un filme sobre el duelo que provoca la pérdida de un ser amado. Claramente inspirado en el cine de Wim Wenders y Terrence Malick, Lowery crea un ejercicio melancólico y contemplativo –algunos tal vez dirán que demasiado contemplativo– sobre el tiempo.[caption id="attachment_206961" align="aligncenter" width="715"]

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Casey Affleck en "Historia de fantasmas".[/caption]Apoyado en la fotografía de Andrew Droz Palermo y la extraordinaria música de Daniel Hart, cuya potente canción “I Get Overwhelmed” da pistas sobre el pasado de nuestro personaje, el director recurre a uno de sus principales intereses, utilizar a los fantasmas como testigos, más que como entes maliciosos o aterradores. Al igual que Montgomery en una de sus piezas más conocidas, Lowery, cuyo primer trabajo filmado en la infancia era una versión simplificada de Poltergeist, clásico ochentero de Steven Spielberg, encuentra en los fantasmas cualidades tan humanas como las de cualquier ser vivo, expandiendo sus alcances para crear un genuino ensayo sobre la trascendencia.

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El plano es estático, el formato 4:3 con las esquinas redondas simula a una de esas fotografías que ante la modernidad se han acumulado en cualquier cajón de nuestras casas. En escena aparece una mujer –cuyo nombre real nunca sabremos– sentada en el suelo mientras come un pay, al fondo una figura alta y blanca la observa estática. Minutos antes vimos la inesperada muerte del hombre que vivía con ella y cómo poco después éste despertaba en la morgue, levantándose con una sábana blanca como única posesión. Él es esa figura alta contemplativa.

La escena se extiende a lo largo de casi cinco minutos en los que el espectador observa cómo la mujer, a quien el director y guionista del filme David Lowery ha llamado M, come el pastel con dolor, levantando el ritmo de sus bocados hasta no poder ingerir algo más. Corre al baño y vomita. A la mitad del cuadro, el fantasma de su pareja ha observado todo, su inexpresivo manto sólo se mueve lentamente para seguir su camino del suelo al baño. El dolor es evidente en ambos y también puede llegar al espectador. Esta es una escena de Historia de fantasmas (A Ghost Story, 2017), un singular filme que ofrece un delicado retrato de la vida después de la vida.[caption id="attachment_206963" align="aligncenter" width="715"]

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En una de sus piezas principales, la instalación People you Love hecha para el día nacional de poesía en 2015, el artista escocés Robert Montgomery dicta en un anuncio luminoso que las personas que amamos se convierten en fantasmas y con ello las mantenemos vivas (“The people you love become ghosts inside of you and like this you keep them alive”). Con una idea que refleja a la de Montgomery, el director aborda a una figura amada en espera, convertida en un personaje silente presente en todas las habitaciones de la casa que una vez fue suya.A la muerte del personaje principal, encarnado con delicadeza por Casey Affleck (Manchester by the Sea), la mujer abandona el espacio que compartían dejando a su fantasma solo en ese lugar. Es en ese momento, un cuadro insertado a la mitad de la afortunadamente breve duración del filme (90 minutos) cuando la cinta cambia su sentido. No es una historia sobre dos enamorados que se pierden el uno al otro por la muerte, mucho menos un filme sobre el duelo que provoca la pérdida de un ser amado. Claramente inspirado en el cine de Wim Wenders y Terrence Malick, Lowery crea un ejercicio melancólico y contemplativo –algunos tal vez dirán que demasiado contemplativo– sobre el tiempo.[caption id="attachment_206961" align="aligncenter" width="715"]

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