Mobley hace música desde los dos años y no le gusta usar el término “álbum” porque le parece demasiado reduccionista. Acaba de sacar un nuevo “ciclo de canciones” bajo el título Fresh Lies, Vol. I. El originario de Austin escribe, compone, canta, toca varios instrumentos, graba y produce solo sus canciones y videoclips. Por si quedaba alguna duda, sobre el escenario se le puede ver pasar de la guitarra al piano, a la batería y luego al sintetizador sin ayuda de nadie.

Es hijo de un Marine y todo lo que sabe de música lo aprendió de forma autodidacta. “Excepto por un par de cursos de guitarra”, aclara en entrevista para Gatopardo un día antes de su primer concierto en México.

Este auténtico showman que siempre lleva un sombrero o una gorra, sabe manejar su audiencia y ponerla al nivel de su energía. En El Imperial, el pasado sábado 26 de mayo, Mobley convirtió al público en un instrumento más. Le pidió a cuatro personas acercarse para ponerles brazaletes conectados a su equipo de sonido. La ingeniosa instalación permitía que cuando él les tocara la mano se produjera un sonido de percusión. Fue un éxito total.

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“Todas mis canciones son de amor. Pero un día, pensando en ellas, me di cuenta que no describen ninguna de las relaciones que he tenido con mujeres, sino la relación que tengo con mi país, Estados Unidos”, confiesa. “Es una relación complicada, un tanto perturbadora. Le tengo cariño a mi país, pero también hay muchas cosas que no me enorgullecen”.

Criado en un entorno muy patriótico, rodeado de símbolos nacionales, Mobley reconoce que ser hijo de un Marine tiene mucho que ver con el hecho de que el vínculo con su país sea el tema de sus canciones. Es una relación amorosa ambivalente que se complica más ante cada nuevo incidente como la elección de Donald Trump, la violencia policial contra los afroamericanos y la larga racha de tiroteos en escuelas que ha dejado miles de niños muertos. Para Mobley es imposible aislar esa realidad de su trabajo.

https://www.youtube.com/watch?v=CXsaVwVJ7Rg