Ideas en el tintero.
Caminar por el bosque no es una experiencia solitaria y muchas veces tampoco es idílica. Para recorrer sus rumbos sin perderse, lastimarse o ponerse en riesgo, la autora de este texto ha tenido que aprender a interpretarlos de la mano de muchos otros —guías, montañistas, amigos, científicos—, e incluso adquirir otra manera de andar que le exige una atención completa. El asombro ante el bosque y todo lo que vive en él se combina con los conflictos, pasados y actuales, por la gestión humana de la naturaleza.
Cierta retórica se empeña en calificar de radicales a los gobiernos bolivarianos en Cuba, Venezuela, Nicaragua y Bolivia; sin embargo, tanto los discursos como las prácticas y los programas en esos países están muy lejos de serlo: son, en cambio, arcaicos y ortodoxos. Del lado del progresismo tampoco hay comunismo. Este es un ensayo sobre las izquierdas radicales en América Latina.
No hay plazo que no se cumpla y, por desgracia, se acabaron las vacaciones de diciembre para quienes todavía conservan el derecho al descanso. Pero el burnout es insidioso. ¿Cómo empezamos el año?, ¿con cansancio, aunque apenas corran los primeros días de enero? A continuación, un ensayo sobre el cansancio crónico, contra los remedios simplones pero con un poco de esperanza.
Al hablar de la ciudad, demasiada atención hemos puesto a plazas y avenidas, ignorando las esquinas. Son el epítome de la urbe; permiten el encuentro con quien viene en rumbo contrario. En la esquina es posible el consenso y el conflicto. La diversidad se mira de frente, se intercala, se cruza y sigue su camino. Este ensayo nos revela la polisemia de las esquinas.
Muy fácilmente un espacio para la memoria de las personas desaparecidas puede convertirse en algo insustancial. Sucede seguido cuando los gobiernos desatienden la búsqueda de la verdad y el acceso a la justicia. Edifican, entonces, monumentos mudos. Pero hay principios detrás de toda reparación simbólica: debe vincularse estrechamente con la reparación material del daño.
María Elena Llana, Rita Indiana y Mona Guérin: tres autoras, una de Cuba, otra de República Dominicana y otra más de Haití, lograron escapar de los géneros y temas convencionales en la literatura de sus países para proponer, desde el género fantástico, el feminismo y lo cuir, un Caribe insular muy distinto y ferozmente instalado en la actualidad.
El poeta dominicano Frank Báez hace una aproximación al Caribe. Durante un viaje a San Andrés, escribe de cómo aquellas islas diminutas suelen ser vistas —incluso entre caribeños— como réplicas de otras mayores, con pedazos de Cuba, Puerto Rico y hasta de Miami, en parte por el efecto de la industria turística. En este texto, Báez decide mirar los detalles de esta homogeneidad errónea.
Mucho se ha escrito de la relación que se ha fraguado entre Cuba y Venezuela. Para entender la influencia cubana en el país de Nicolás Maduro, un periodista hizo una investigación de cómo y por qué un Estado somete a otro. Este es un fragmento de La invasión consentida (Debate, 2019), que da cuenta del desembarco, en el Caribe venezolano, de miles de cubanos para trabajar en programas sociales y culturales diseñados en La Habana.
Si hay algo que la historia colonial no pudo conquistar en el Caribe antillano es el cuerpo y sus espacios. Hoy coexisten conceptos de un cuerpo anfibio y múltiple, en tránsito, imposible de asir. Ésta es una mirada al cuerpo a través de la obra plástica de artistas de la región insular.
El cruising, la práctica de encontrarse en espacios públicos para tener sexo con extraños, rompe los tiempos y lugares heterosexuales de la ciudad para abrir un mundo más libre y queer.
Solemos escuchar a quienes padecen enfermedades mentales y a quienes las tratan, ya sean psiquiatras o terapeutas, sin embargo, las y los cuidadores permanecen tras bambalinas. Este testimonio, intercalado con una serie de poemas sobre la primera paciente autista, escrita por Karen Villeda, nos acerca la perspectiva y las experiencias de los familiares.
A inicios del milenio, Vandana Shiva, una de las pensadoras indias más provocadoras en temas relacionados con el medio ambiente, escribió sobre la histórica erosión del acceso al agua en el mundo, haciendo énfasis en la destrucción del planeta y el término “refugiados ambientales” para hablar de comunidades desplazadas como consecuencia de las inundaciones, las sequías y los cultivos muertos. Veinte años después, su aproximación es más vigente que nunca: la economía basada en combustibles fósiles determinará el futuro del agua y, por ende, el futuro de la toda vida.
La manera en la que respondemos al cambio climático involucra una injusticia fundamental: quienes toman las decisiones ante la emergencia no son la generación que tendrá que vivir con las consecuencias de lo que hagamos en el presente. Los jóvenes y menores de edad carecen de participación en todas las institutiones formales. ¿Quiénes los están escuchando? ¿Qué decisiones tomaríamos si realmente defendiéramos sus intereses?
Uno de los autores de ciencia ficción más leídos, Kim Stanley Robinson, dedicó años de su vida a escribir sobre la posibilidad de terraformar Marte y habitarlo. Hace poco abandonó el tema y le dio a su escritura una dirección radicalmente opuesta. La conciencia sobre el cambio climático ha provocado que la postura ética que toman los autores determine el tipo de ficción que crean: en el presente y el futuro próximo, lo indispensable será salvar la Tierra; sus novelas dejan atrás al planeta rojo para concentrarse en lo urgente: el nuestro.
Nos han tratado de convencer de que la poeta pudo haber sido una mujer frustrada por un hombre casado, un ser asexual, una solterona o una virgen encerrada en la casa familiar… Pudo haber sido todo, menos lesbiana.
El autor de esta entrega de “Ensayos sobre la decepción política” le da la vuelta a la pregunta que animó esta serie y, a cambio, sospecha de los continuos exhortos a decepcionarnos, unánimes entre los opositores al gobierno de López Obrador. A la vez amplía el tema acudiendo a otras decepciones profundas: las del hipercapitalismo en el mundo digital, las del amor y tantas otras: lidiamos con numerosas incertidumbres. En el camino, Cortés Hamdan no encuentra certezas, sino algo mejor: posibilidades, intentos, vínculos.
Cada pueblo viste, canta, come y produce en lenguas y acentos diferentes en la región andina de América del Sur; una diversidad invisibilizada por la mirada lineal, colonial, progresista de la historia hegemónica. En los últimos años vivimos una irrupción múltiple de pasados no digeridos o indigeribles, de luchas feministas, indígenas y medioambientales que buscan salir del letargo. En este texto, Silvia Rivera Cusicanqui, socióloga e historiadora boliviana, hace un repaso de las voces andinas, los movimientos intelectuales indígenas de su país, exponentes de sociedades discontinuas, inconclusas, en permanente estado de ebullición; luchadores de la vida, la memoria y las diferencias.
La idea de colocar una cabeza colosal de una “mujer olmeca” en el sitio que antes ocupaba la estatua de Cristóbal Colón suscitó un debate polarizado. Quizás una manifestación más del enfrentamiento de siempre, entre mexicanistas e hispanófilos, que ha tomado diversos rostros a lo largo de la historia de México. Dos bandos que excluyen por completo los intereses y los conceptos de comunidades como las mixes, preocupadas más por la defensa de su territorio que por disputas partidistas o nacionalistas.
En este ensayo personal, el filósofo y escritor L.M. Oliveira expone las razones de su desilusión ante el gobierno de López Obrador, aunque tampoco cifra sus esperanzas en la oposición. A la vez, recupera los significados cruciales de la democracia y la deliberación pública.
La literatura del pueblo indígena de La Guajira puede leerse como una misma narración que lucha contra el estigma de la otredad. Su tradición está ligada a los ancestros, los muertos que fertilizan sus tierras entre Colombia y Venezuela, así como al mundo de las deidades y el vínculo con el agua, los sueños, el territorio. Estercilia Simanca y Vicenta Siosi son algunas de sus exponentes.
Las jornadas extendidas de trabajo y la exigencia de dedicarle la mayor atención y esfuerzo causan un agotamiento peculiar: uno que embota la mente; una extenuación que empobrece no solamente la vida, sino la capacidad de descansar. Colonizar el tiempo dedicado a dormir es la frontera final del capitalismo.
Luego del golpe económico que significó la pandemia del covid-19, que detuvo los engranajes de la “máquina global” y que ha aumentado la precarización laboral, retomamos un fragmento del libro de ensayos Futurabilidad de Franco “Bifo” Berardi, en donde cuestiona si es posible imaginar una nueva visión emancipatoria.
La escasez crónica del agua y los conflictos en torno a ella sugieren que no se están cumpliendo cabalmente los deberes hídricos de la sociedad. ¿Cuánto deberíamos pagar por el agua? ¿Qué podemos hacer para que subsistan los bosques y los ríos que la acogen y la depuran?
No podemos explicar el mundo sin los océanos. En sus olas están escritas las páginas de los descubrimientos, los marineros legendarios, la economía global y la crisis ambiental del planeta. ¿Qué tipo de memoria se está registrando ahora que nuestra relación con ellos es tan incierta?
La verdad dura poco tiempo, acaso unos minutos. Después empezamos a mentir. En la literatura, los escritores han encontrado ese último espacio donde hay toda una belleza contenida en un minuto de verdad. Autores como Joseph Ponthus o Imre Kertész han superado el tiempo para abrazar la experiencia paradójica de estar vivos.
¿Cómo sería el horror sin estar a la sombra del heteropatriarcado, sin recargarse en la maternidad o en la reproducción y sus tantos símbolos? ¿Cómo serían las historias de terror más famosas sin los componentes criminales o sobrenaturales? Veríamos historias de mujeres lastimadas.
Las mujeres han dependido en mayor medida que los hombres del acceso a los recursos comunes y han estado más comprometidas con su defensa. Históricamente han liderado esfuerzos para colectivizar el trabajo reproductivo —piedra angular sobre la que se construye la sociedad— para protegerse de la pobreza, de la violencia estatal y de la ejercida por los hombres. Éste es un ensayo feminista sobre las luchas de nuestro tiempo.*
Cualquier trabajo ya era extenuante y tiránico antes del confinamiento. Las plataformas, aplicaciones y algoritmos que nos permitieron seguir haciéndolo, pese al coronavirus, no merecen nuestro entusiasmo acrítico; merecen, por lo menos, estas notas de advertencia escritas en el escaso tiempo libre que el trabajo nos permite.
Caminar por el bosque no es una experiencia solitaria y muchas veces tampoco es idílica. Para recorrer sus rumbos sin perderse, lastimarse o ponerse en riesgo, la autora de este texto ha tenido que aprender a interpretarlos de la mano de muchos otros —guías, montañistas, amigos, científicos—, e incluso adquirir otra manera de andar que le exige una atención completa. El asombro ante el bosque y todo lo que vive en él se combina con los conflictos, pasados y actuales, por la gestión humana de la naturaleza.
Cierta retórica se empeña en calificar de radicales a los gobiernos bolivarianos en Cuba, Venezuela, Nicaragua y Bolivia; sin embargo, tanto los discursos como las prácticas y los programas en esos países están muy lejos de serlo: son, en cambio, arcaicos y ortodoxos. Del lado del progresismo tampoco hay comunismo. Este es un ensayo sobre las izquierdas radicales en América Latina.
No hay plazo que no se cumpla y, por desgracia, se acabaron las vacaciones de diciembre para quienes todavía conservan el derecho al descanso. Pero el burnout es insidioso. ¿Cómo empezamos el año?, ¿con cansancio, aunque apenas corran los primeros días de enero? A continuación, un ensayo sobre el cansancio crónico, contra los remedios simplones pero con un poco de esperanza.
Al hablar de la ciudad, demasiada atención hemos puesto a plazas y avenidas, ignorando las esquinas. Son el epítome de la urbe; permiten el encuentro con quien viene en rumbo contrario. En la esquina es posible el consenso y el conflicto. La diversidad se mira de frente, se intercala, se cruza y sigue su camino. Este ensayo nos revela la polisemia de las esquinas.
Muy fácilmente un espacio para la memoria de las personas desaparecidas puede convertirse en algo insustancial. Sucede seguido cuando los gobiernos desatienden la búsqueda de la verdad y el acceso a la justicia. Edifican, entonces, monumentos mudos. Pero hay principios detrás de toda reparación simbólica: debe vincularse estrechamente con la reparación material del daño.
María Elena Llana, Rita Indiana y Mona Guérin: tres autoras, una de Cuba, otra de República Dominicana y otra más de Haití, lograron escapar de los géneros y temas convencionales en la literatura de sus países para proponer, desde el género fantástico, el feminismo y lo cuir, un Caribe insular muy distinto y ferozmente instalado en la actualidad.
El poeta dominicano Frank Báez hace una aproximación al Caribe. Durante un viaje a San Andrés, escribe de cómo aquellas islas diminutas suelen ser vistas —incluso entre caribeños— como réplicas de otras mayores, con pedazos de Cuba, Puerto Rico y hasta de Miami, en parte por el efecto de la industria turística. En este texto, Báez decide mirar los detalles de esta homogeneidad errónea.
Mucho se ha escrito de la relación que se ha fraguado entre Cuba y Venezuela. Para entender la influencia cubana en el país de Nicolás Maduro, un periodista hizo una investigación de cómo y por qué un Estado somete a otro. Este es un fragmento de La invasión consentida (Debate, 2019), que da cuenta del desembarco, en el Caribe venezolano, de miles de cubanos para trabajar en programas sociales y culturales diseñados en La Habana.
Si hay algo que la historia colonial no pudo conquistar en el Caribe antillano es el cuerpo y sus espacios. Hoy coexisten conceptos de un cuerpo anfibio y múltiple, en tránsito, imposible de asir. Ésta es una mirada al cuerpo a través de la obra plástica de artistas de la región insular.
El cruising, la práctica de encontrarse en espacios públicos para tener sexo con extraños, rompe los tiempos y lugares heterosexuales de la ciudad para abrir un mundo más libre y queer.
Solemos escuchar a quienes padecen enfermedades mentales y a quienes las tratan, ya sean psiquiatras o terapeutas, sin embargo, las y los cuidadores permanecen tras bambalinas. Este testimonio, intercalado con una serie de poemas sobre la primera paciente autista, escrita por Karen Villeda, nos acerca la perspectiva y las experiencias de los familiares.
A inicios del milenio, Vandana Shiva, una de las pensadoras indias más provocadoras en temas relacionados con el medio ambiente, escribió sobre la histórica erosión del acceso al agua en el mundo, haciendo énfasis en la destrucción del planeta y el término “refugiados ambientales” para hablar de comunidades desplazadas como consecuencia de las inundaciones, las sequías y los cultivos muertos. Veinte años después, su aproximación es más vigente que nunca: la economía basada en combustibles fósiles determinará el futuro del agua y, por ende, el futuro de la toda vida.
La manera en la que respondemos al cambio climático involucra una injusticia fundamental: quienes toman las decisiones ante la emergencia no son la generación que tendrá que vivir con las consecuencias de lo que hagamos en el presente. Los jóvenes y menores de edad carecen de participación en todas las institutiones formales. ¿Quiénes los están escuchando? ¿Qué decisiones tomaríamos si realmente defendiéramos sus intereses?
Uno de los autores de ciencia ficción más leídos, Kim Stanley Robinson, dedicó años de su vida a escribir sobre la posibilidad de terraformar Marte y habitarlo. Hace poco abandonó el tema y le dio a su escritura una dirección radicalmente opuesta. La conciencia sobre el cambio climático ha provocado que la postura ética que toman los autores determine el tipo de ficción que crean: en el presente y el futuro próximo, lo indispensable será salvar la Tierra; sus novelas dejan atrás al planeta rojo para concentrarse en lo urgente: el nuestro.
Nos han tratado de convencer de que la poeta pudo haber sido una mujer frustrada por un hombre casado, un ser asexual, una solterona o una virgen encerrada en la casa familiar… Pudo haber sido todo, menos lesbiana.
El autor de esta entrega de “Ensayos sobre la decepción política” le da la vuelta a la pregunta que animó esta serie y, a cambio, sospecha de los continuos exhortos a decepcionarnos, unánimes entre los opositores al gobierno de López Obrador. A la vez amplía el tema acudiendo a otras decepciones profundas: las del hipercapitalismo en el mundo digital, las del amor y tantas otras: lidiamos con numerosas incertidumbres. En el camino, Cortés Hamdan no encuentra certezas, sino algo mejor: posibilidades, intentos, vínculos.
Cada pueblo viste, canta, come y produce en lenguas y acentos diferentes en la región andina de América del Sur; una diversidad invisibilizada por la mirada lineal, colonial, progresista de la historia hegemónica. En los últimos años vivimos una irrupción múltiple de pasados no digeridos o indigeribles, de luchas feministas, indígenas y medioambientales que buscan salir del letargo. En este texto, Silvia Rivera Cusicanqui, socióloga e historiadora boliviana, hace un repaso de las voces andinas, los movimientos intelectuales indígenas de su país, exponentes de sociedades discontinuas, inconclusas, en permanente estado de ebullición; luchadores de la vida, la memoria y las diferencias.
La idea de colocar una cabeza colosal de una “mujer olmeca” en el sitio que antes ocupaba la estatua de Cristóbal Colón suscitó un debate polarizado. Quizás una manifestación más del enfrentamiento de siempre, entre mexicanistas e hispanófilos, que ha tomado diversos rostros a lo largo de la historia de México. Dos bandos que excluyen por completo los intereses y los conceptos de comunidades como las mixes, preocupadas más por la defensa de su territorio que por disputas partidistas o nacionalistas.
En este ensayo personal, el filósofo y escritor L.M. Oliveira expone las razones de su desilusión ante el gobierno de López Obrador, aunque tampoco cifra sus esperanzas en la oposición. A la vez, recupera los significados cruciales de la democracia y la deliberación pública.
La literatura del pueblo indígena de La Guajira puede leerse como una misma narración que lucha contra el estigma de la otredad. Su tradición está ligada a los ancestros, los muertos que fertilizan sus tierras entre Colombia y Venezuela, así como al mundo de las deidades y el vínculo con el agua, los sueños, el territorio. Estercilia Simanca y Vicenta Siosi son algunas de sus exponentes.
Las jornadas extendidas de trabajo y la exigencia de dedicarle la mayor atención y esfuerzo causan un agotamiento peculiar: uno que embota la mente; una extenuación que empobrece no solamente la vida, sino la capacidad de descansar. Colonizar el tiempo dedicado a dormir es la frontera final del capitalismo.
Luego del golpe económico que significó la pandemia del covid-19, que detuvo los engranajes de la “máquina global” y que ha aumentado la precarización laboral, retomamos un fragmento del libro de ensayos Futurabilidad de Franco “Bifo” Berardi, en donde cuestiona si es posible imaginar una nueva visión emancipatoria.
La escasez crónica del agua y los conflictos en torno a ella sugieren que no se están cumpliendo cabalmente los deberes hídricos de la sociedad. ¿Cuánto deberíamos pagar por el agua? ¿Qué podemos hacer para que subsistan los bosques y los ríos que la acogen y la depuran?
No podemos explicar el mundo sin los océanos. En sus olas están escritas las páginas de los descubrimientos, los marineros legendarios, la economía global y la crisis ambiental del planeta. ¿Qué tipo de memoria se está registrando ahora que nuestra relación con ellos es tan incierta?
La verdad dura poco tiempo, acaso unos minutos. Después empezamos a mentir. En la literatura, los escritores han encontrado ese último espacio donde hay toda una belleza contenida en un minuto de verdad. Autores como Joseph Ponthus o Imre Kertész han superado el tiempo para abrazar la experiencia paradójica de estar vivos.
¿Cómo sería el horror sin estar a la sombra del heteropatriarcado, sin recargarse en la maternidad o en la reproducción y sus tantos símbolos? ¿Cómo serían las historias de terror más famosas sin los componentes criminales o sobrenaturales? Veríamos historias de mujeres lastimadas.
Las mujeres han dependido en mayor medida que los hombres del acceso a los recursos comunes y han estado más comprometidas con su defensa. Históricamente han liderado esfuerzos para colectivizar el trabajo reproductivo —piedra angular sobre la que se construye la sociedad— para protegerse de la pobreza, de la violencia estatal y de la ejercida por los hombres. Éste es un ensayo feminista sobre las luchas de nuestro tiempo.*
Cualquier trabajo ya era extenuante y tiránico antes del confinamiento. Las plataformas, aplicaciones y algoritmos que nos permitieron seguir haciéndolo, pese al coronavirus, no merecen nuestro entusiasmo acrítico; merecen, por lo menos, estas notas de advertencia escritas en el escaso tiempo libre que el trabajo nos permite.